Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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viernes, 20 de junio de 2025

CALI Y LA ENTROPÍA URBANA

 Cali y la entropía urbana

 Por: Hernando Uribe Castro, PhD.

En las últimas décadas se ha venido incrementado la producción académica asociada a la entropía urbana como una medida que nos posibilita entender el desorden inherente a las ciudades. Lo interesante de estos estudios es que consideran necesario asumir la ciudad como un sistema complejo en el que todo ocurre simultáneamente: el movimiento de objetos y personas, el tránsito vehicular, la actividad económica, el empleo, el consumo de bienes y servicios, la generación de residuos, el crimen, entre otros aspectos. Este dinamismo constante crea un ambiente caótico en un escenario que ha pretendido, mediante el diseño y la planeación, un cierto orden, donde la energía y los recursos frecuentemente se malgastan, incrementando la desorganización.

Cuando reflexiono sobre la entropía urbana la identifico en múltiples manifestaciones, algunas de ellas, en la producción continua de desechos que no se reciclan; del mismo modo, en la capa de contaminación que se posa sobre la ciudad por el constante tráfico y las actividades económicas que no cesan; también, en la producción continua de ruido urbano que proviene de diferentes actividades humanas; incluso, en el movimiento estratégico y subrepticio del crimen que mantiene su dinámica sigilosamente y en espacios ocultos, y entre otros elementos de la vida diaria. Todos estos son indicios de un sistema que no funciona de manera óptima. 

Estas capas de caos interactuantes se materializa en problemas cotidianos como sucede con la congestión vehicular, los servicios públicos deficientes y el deterioro de la infraestructura. Cada uno de estos factores reduce la calidad de vida y hace que la ciudad sea un espacio menos agradable para vivir. En esencia, la entropía urbana funciona como un termómetro que mide el nivel de desorganización en un sistema urbano cuando no se gestionan adecuadamente sus recursos y flujos de energía. 

Al aplicar esta categoría a Santiago de Cali, observo una ciudad que, como muchas otras en América Latina, ha experimentado un crecimiento acelerado sin una planificación suficientemente robusta. El aumento en la demanda de recursos, la saturación del tránsito, la acumulación de residuos, el deterioro de la vida de los sectores más empobrecidos, el desgaste de los espacios públicos, el deterioro de las infraestructuras y servicios básico y el incremento en los niveles de contaminación del agua, la tierra, el aire y la afectación a la diversidad ecológica, son síntomas claros de este fenómeno. Si no se toman medidas para gestionar estos aspectos del vivir, el caos urbano -la entropía-, seguirá en aumento, consumiendo grandes cantidades de energía social y urbana libres.

Uno de los factores críticos que expone la entropía urbana es el sistema de movilidad. Un transporte público ineficiente y una infraestructura vial insuficiente y deteriorada, exacerban el problema. La congestión no solo genera más contaminación, sino que también representa pérdidas de tiempo y un desperdicio de energía social y fósil. Por ello, implementar sistemas de transporte eficientes y sustentables, como un metro eficiente o una red integrada de ciclorrutas, podría ayudar a reducir esta entropía, mejorando significativamente la fluidez de la ciudad. 

Otro aspecto determinante es la gestión de residuos. La acumulación de basuras en zonas públicas como calles, parque y plazas, así como las bajas tasas de reciclaje, son señales evidentes de entropía. Cuando los residuos no se recolectan y se procesan adecuadamente, contaminan el ambiente urbano y afectan la salud pública, agregando incluso en términos de percepción, el paisaje social que es referente de la baja calidad de vida en los espacios habitados colectivamente. Introducir políticas efectivas de manejo de residuos y de reciclaje, así como promover medios y sistemas económicos eficientes y apropiados, serían pasos fundamentales para restablecer el orden en el sistema. 

Los espacios verdes también juegan un papel crucial. Aunque Cali cuenta con valiosos escenarios naturales como sus ríos y zonas boscosas, dada su localización asociada a los Farallones de Cali, la expansión urbana descontrolada ha puesto en riesgo los ecosistemas estratégicos existentes. Preservar y ampliar estas áreas no solo mejora la calidad y el flujo del aire, sino que también ayuda a mitigar el efecto de isla de calor y restablece parte del equilibrio perdido. Infortunadamente, el desarrollo urbano de Cali se realizó desconociendo el papel crucial de las cuencas hidrográficas de los ríos tributarios del río Cauca. Este desconocimiento conllevó a la muerte de muchos cursos de agua y la transmutación de importantes ríos como canales de aguas servidas. La ciudad tiene una deuda ecológica y ambiental con las fuentes de agua.

Un aspecto crucial que aumenta la entropía urbana es la inseguridad, pues esta puede entenderse como un factor de inestabilidad del tejido social. Cuando una población se expone a alta incertidumbre, de inmediato se afecta la confianza colectiva. Es importante recordar que Cali, ha sido considerada en varias oportunidades como una de las urbes más violentas del mundo, no solo por lo que se encuentra asociado a los temas del narcotráfico, sino también de las redes de crimen organizado. La población experimenta ciclos de violencias por distintas causas, y para dar cuenta de ello, solo basta con atender las tasas de homicidios de los últimos años.

Dado este contexto, es claro que, las soluciones no sólo dependen de las autoridades. La participación ciudadana es igualmente importante. La colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil puede marcar la diferencia. Campañas de educación planetaria, ecopedagógicas, políticas públicas claras y una activa participación comunitaria son elementos clave para transformar la gestión urbana y reducir el caos. 

La adaptación al cambio climático emerge como un factor indispensable. Las ciudades adaptadas están mejor preparadas para manejar la entropía. Invertir en infraestructura resistente, prevenir inundaciones y promover el uso de energías limpias son acciones que disminuyen la vulnerabilidad frente a los fenómenos climáticos y, al mismo tiempo, reducen el desorden urbano. 

Con una planificación adecuada, innovación tecnológica y voluntad política, es posible transformar a Cali hacia niveles más bajos de entropía. El objetivo no es eliminar por completo el caos -algo imposible en un sistema tan dinámico como una ciudad-, sino aprender a gestionarlo de manera que se optimice el uso de la energía, se reintegren los recursos y, sobre todo, se mejore la calidad de vida de todos sus habitantes. Para una ciudad como Cali, es importante que se reflexione y proponga estrategias para potenciar la energía social en función de un cambio estructural que mejora las condiciones de vida de sus pobladores y de los ecosistemas que hacen parte del sistema de plataforma ecológica de este vasto territorio vallecaucano.

miércoles, 7 de mayo de 2025

A 35 AÑOS DEL TEXTO "LA AMENAZA CONTRA EL TEJIDO DE LA VIDA" DE AUGUSTO ÁNGEL MAYA

    A 35 años del texto “La amenaza contra el tejido de la vida” de Augusto Ángel Maya

                                                                        Por: 
                                                       Hernando Uribe Castro, PhD.

 

A 35 años de la publicación del artículo La amenaza contra el tejido de la vida de Augusto Ángel Maya, su obra sigue siendo relevante al explorar la interacción entre la actividad humana y la biodiversidad, destacando los impactos negativos de esta relación. Augusto Ángel Maya expresó que la vida se configura como un sistema interconectado en el cual la flora y la fauna son componentes esenciales, interrelacionados a través de nichos ecológicos. La biodiversidad es crucial para el equilibrio de los ecosistemas, ya que cada especie desempeña una función específica en los flujos energéticos y los ciclos biológicos.

Esta visión me hace reflexionar sobre cómo, desde la revolución industrial, la actividad humana ha alterado y destruido las relaciones ecológicas, a menudo sin una comprensión plena de sus consecuencias. Recuerdo su ejemplo del DDT en Vietnam, que ilustra cómo las intervenciones humanas pueden desestabilizar las cadenas alimentarias y generar efectos imprevistos. Este ambientalista expuso que se estima que se pierden miles de especies al año, a un ritmo significativamente más rápido que en épocas prehumanas. La deforestación, la agricultura intensiva y la urbanización son las causas principales de esta pérdida, especialmente en los ecosistemas tropicales, que albergan la mayor diversidad biológica.
 
Al profundizar en su texto percibo que la concepción que Ángel Maya tenía con respecto a la relación biodiversidad y desarrollo humano. La Biodiversidad, en su comprensión, es fundamental para el desarrollo humano, ya que proporciona recursos esenciales como alimentos, medicinas y materiales industriales. La destrucción de especies desconocidas o poco estudiadas limita futuras oportunidades científicas y tecnológicas. Las zonas tropicales, aunque ricas en biodiversidad, son especialmente vulnerables debido a la fragilidad de sus suelos y la dificultad de regeneración. La expansión de actividades como la ganadería y la agricultura en estas áreas amenaza con destruir ecosistemas irremplazables.
 
Ángel Maya también destacó cómo la caza, la pesca y la tala con fines comerciales están llevando al borde de la extinción a numerosas especies. La demanda internacional de productos como madera, marfil y pieles ejerce una presión insostenible sobre los recursos naturales. Existe una responsabilidad política y social, en donde las comunidades locales no son las principales responsables de la destrucción, sino las fuerzas económicas globales que impulsan la explotación desmedida. Me queda claro que la conservación requiere cambios estructurales en las sociedades y políticas internacionales que prioricen la sostenibilidad.
 
Aunque existen iniciativas internacionales para proteger la biodiversidad, como convenciones y reservas, estas son insuficientes frente a la magnitud del problema. La solución no solo depende de la ciencia, sino también de decisiones políticas y económicas que integren la conservación como un valor fundamental. El autor enfatizó la urgencia de proteger la biodiversidad como base para la supervivencia humana y el desarrollo sostenible, criticando el modelo actual de explotación descontrolada y proponiendo una mayor conciencia y acción política para revertir esta tendencia.
 
Desde la publicación del texto de Augusto Ángel Maya, varios aspectos de su análisis sobre la biodiversidad y el impacto humano se mantienen vigentes, mientras que otros han evolucionado debido a los avances científicos, la mayor conciencia ambiental y el agravamiento de la crisis ecológica. La idea central de Maya sobre la interdependencia de la vida y la importancia crítica de la biodiversidad sigue siendo irrefutable. Hoy, como entonces, los ecosistemas funcionan como redes complejas donde la desaparición de una especie puede desencadenar efectos en cascada. La deforestación, especialmente en zonas tropicales como la Amazonía, sigue siendo una amenaza grave, al igual que la sobreexplotación de recursos marinos y terrestres. Además, la tensión entre el desarrollo económico y la conservación persiste, con modelos extractivistas que priorizan ganancias a corto plazo sobre la sostenibilidad. La crítica de Ángel Maya hacia la responsabilidad de las fuerzas económicas globales, más que de las comunidades locales, también sigue siendo relevante, ya que corporaciones multinacionales y mercados internacionales continúan impulsando la degradación ambiental.
 
La ciencia ha profundizado en el conocimiento de los umbrales planetarios, como el cambio climático y la acidificación de los océanos, fenómenos que en tiempos de Maya eran menos comprendidos. Hoy sabemos que la pérdida de biodiversidad no solo afecta ecosistemas aislados, sino que está vinculada a crisis globales, como pandemias (por la destrucción de hábitats que acercan patógenos a humanos) y el colapso de polinizadores esenciales para la agricultura. Además, la tecnología ha permitido avances en conservación, como el monitoreo satelital de deforestación o la genómica para rescatar especies en peligro.
 
Otro cambio significativo es la emergencia de movimientos sociales en diferentes latitudes del planeta y la consolidación de acuerdos internacionales más sólidos, tales como el Convenio sobre la Diversidad Biológica de Naciones Unidas (CDB) (https://www.un.org/es/observances/biodiversity-day/convention) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, junto con las contribuciones científicas del Stockholm Resilience Centre (https://www.stockholmresilience.org/), que evidencian una creciente conciencia global, y de centros académicos investigativos nacionales y regionales existentes en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de estos avances, la acción concreta sigue siendo insuficiente. La tasa de degradación ambiental ha excedido las proyecciones realizadas en las décadas de 1980 y 1990, y aunque actualmente se dispone de más herramientas legales y científicas, la implementación efectiva de políticas se ve obstaculizada por intereses económicos y desigualdades estructurales.
 
Las advertencias de Maya sobre la fragilidad de la vida y la irresponsabilidad humana siguen siendo válidas, el mundo actual enfrenta una crisis más acelerada e interconectada. La paradoja es que, a pesar de tener más conocimiento y mecanismos para actuar, la falta de voluntad política y la inercia de un sistema económico depredador mantienen al planeta en un camino insostenible. Su llamado a un cambio estructural sigue siendo urgente, pero ahora con menos margen de error y mayor necesidad de soluciones radicales.
 
El análisis de Augusto Ángel Maya sobre la relación entre la humanidad y los ecosistemas puede interpretarse a través del concepto de entropía territorial, entendida como el proceso de desorganización progresiva de los sistemas naturales debido a la intervención antrópica. Este enfoque nos permite entender cómo actividades como la deforestación, la agricultura industrial y la urbanización desarticulan las redes tróficas, simplifican la estructura ecológica y reducen la capacidad de los territorios para mantener sus funciones vitales, lo que hoy se conoce como entropía territorial, noción que, aunque no fue utilizada directamente por Ángel Maya, su análisis apuntó en este sentido. Este fenómeno refleja un principio fundamental: todo sistema alejado de su equilibrio dinámico tiende hacia estados de mayor desorden, con consecuencias que pueden volverse irreversibles.
 
Un aspecto crítico de esta entropía territorial es su carácter acumulativo y no lineal. Maya enfatiza que la destrucción de ecosistemas complejos —como los bosques tropicales— no solo elimina especies individuales, sino que degrada todo el entramado de relaciones que sostienen la biodiversidad. Al sustituir estos sistemas por modelos productivos homogéneos (monocultivos, pastizales), se reduce drásticamente su resiliencia, aumentando su vulnerabilidad ante perturbaciones externas, como el cambio climático o las invasiones biológicas. Este proceso es particularmente grave en regiones de alta diversidad, donde la recuperación natural puede tardar siglos o incluso resultar imposible, como lo demuestran los casos citados por el autor, donde ecosistemas devastados no logran regenerarse pese al paso de centurias.
 
Además de la dimensión ecológica, Maya vincula la entropía territorial con dinámicas socioeconómicas insostenibles. El extractivismo, impulsado por mercados globales y estructuras de poder desiguales, transforma los territorios en espacios de sacrificio, donde la explotación desmedida genera caos ambiental y social. Esta visión amplía el concepto de entropía más allá de lo biológico: incluye la pérdida de saberes tradicionales, la fragmentación de comunidades y la mercantilización de la naturaleza, procesos que aceleran la degradación sistémica. En este contexto, el autor cuestiona la ilusión de que la tecnología pueda compensar indefinidamente dicha entropía, destacando que muchas intervenciones humanas —como el uso de agroquímicos o la ingeniería genética— a menudo introducen nuevas formas de desequilibrio.
 
No obstante, el texto no se limita a una crítica fatalista. Maya sugiere que la entropía territorial podría mitigarse mediante estrategias basadas en el conocimiento ecológico integral y la reorganización societal. La creación de reservas naturales, el respeto a los ciclos biogeoquímicos y la adopción de modelos económicos alternativos aparecen como caminos para restaurar cierto orden funcional. Sin embargo, el autor es consciente de que estas soluciones requieren un cambio paradigmático: abandonar la visión del territorio como recurso explotable y reconocerlo como un sistema vivo cuyas leyes internas no pueden violarse impunemente.
 
La obra de Maya nos ofrece un marco conceptual profundo para entender la entropía como metáfora central de la crisis ambiental contemporánea. Su enfoque revela que la degradación de los territorios no es un fenómeno aleatorio, sino consecuencia directa de un modelo civilizatorio que privilegia el cortoplacismo sobre la complejidad de la vida. Frente a esto, su pensamiento invita a reconstruir las relaciones sociedad-naturaleza bajo principios de precaución, justicia y regeneración, únicas vías para reducir la entropía que hoy amenaza tanto a los ecosistemas como al futuro de la humanidad.
 
El planteamiento de Augusto Ángel Maya sigue siendo para todos nosotros como humanidad, crucial, porque aborda, con una lucidez visionaria, problemas que no solo persisten, sino que se han agravado con el tiempo. Su análisis trasciende lo ecológico para convertirse en una crítica profunda a los modelos de desarrollo y a la relación del ser humano con la naturaleza, temas que hoy son centrales en debates globales sobre supervivencia y justicia ambiental. Maya subraya la interdependencia de la vida, un principio ecológico que la ciencia moderna ha confirmado con creces. Hoy sabemos que la pérdida de biodiversidad debilita sistemas esenciales para la humanidad, como la polinización, la regulación climática y la purificación del agua. Su advertencia sobre la fragilidad de los ecosistemas ante la intervención humana se ha visto reflejada en crisis recientes, como el aumento de zoonosis (ej. COVID-19) vinculadas a la destrucción de hábitats, o el colapso de pesquerías por sobreexplotación. La humanidad empieza a entender, con dolor, que su destino está entrelazado con el de todas las especies.
 
Su crítica al antropocentrismo y a la arrogancia tecnológica resuena en un mundo donde la inteligencia artificial y la geoingeniería prometen soluciones mágicas a problemas creados por el mismo modelo depredador. Maya advirtió que el ser humano actúa como si estuviera por encima de los ecosistemas, ignorando que depende de ellos. Esta idea es hoy el núcleo de enfoques como One Health o los derechos de la naturaleza, reconocidos en constituciones como la de Ecuador. Sin embargo, pese a estos avances conceptuales, la explotación desmedida continúa, demostrando que su llamado a un cambio de paradigma sigue pendiente.
 
Su denuncia sobre la desigualdad en la destrucción ambiental anticipó conflictos actuales. Maya señaló que las comunidades locales y los países pobres cargan con las consecuencias de un sistema económico global que privilegia el lucro sobre la vida. Hoy, esto se evidencia en el desplazamiento de indígenas por megaproyectos, o en cómo el Sur Global sufre los peores efectos del cambio climático pese a ser el menos responsable. Su enfoque socioecológico sigue siendo vital para entender que la crisis ambiental es, en el fondo, una crisis de justicia.
 
Finalmente, su obra es relevante porque combina urgencia con esperanza. Maya no solo diagnostica el problema, sino que insiste en que otro futuro es posible si se prioriza la cooperación, el conocimiento científico aplicado con humildad y la reorganización de las sociedades alrededor de la vida, no del consumo. En una era de pesimismo climático, su mensaje recuerda que la humanidad aún tiene la capacidad —y la responsabilidad— de redefinir su relación con el planeta. En esencia, el planteamiento de Maya es importante porque es a la vez un espejo y un faro: refleja las contradicciones que nos han llevado al borde del colapso, pero también ilumina caminos alternativos. Su obra desafía a la humanidad a elegir entre seguir siendo una fuerza de destrucción o convertirse, por fin, en un custodio consciente de la red de vida que lo sostiene todo.
 
 

Referencia del texto:

Angel Maya, A. (1991). La amenaza contra el tejido de la vida. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 3(1), 9-19.

 

miércoles, 27 de noviembre de 2024

LA SOSTENIBILIDAD COMO ETHOS INSTITUCIONAL

 LA SOSTENIBILIDAD COMO ETHOS INSTITUCIONAL


Presento nuestro más reciente libro:


Se puede descargar del siguiente link (acceso abierto): 
https://editorial.uao.edu.co/gpd-la-sostenibilidad-como-ethos-institucional.html


El documento maestro de sostenibilidad de la Universidad Autónoma de Occidente (UAO) trata sobre la evolución del enfoque de sostenibilidad en la universidad hasta consolidarse como un ethos institucional. Este documento explica cómo la UAO ha integrado la sostenibilidad en sus funciones sustantivas: docencia, investigación y proyección social. Va dirigido a toda la comunidad universitaria, incluyendo directivos, docentes, investigadores, estudiantes y personal administrativo, con el fin de alinearlos con este compromiso institucional. El lector encontrará en el documento los fundamentos conceptuales y metodológicos que sustentan el sello UAO de sostenibilidad, así como ejemplos concretos de su implementación en la universidad, con la intención de que este enfoque permee y transforme todas las actividades académicas y administrativas de la institución.


lunes, 7 de octubre de 2024

MENSAJE URGENTE A LOS GOBIERNOS DEL PLANETA ANTE LOS HECHOS DE TRANSGRESIÓN DE LOS LÍMITES PLANETARIOS

MENSAJE URGENTE A LOS GOBIERNOS DEL PLANETA ANTE LOS HECHOS DE TRANSGRESIÓN DE LOS LÍMITES PLANETARIOS

 
Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales

 
A casi un año de haberse conocido el reporte realizado por el Stockholm Resilience Centre (https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html) en el que se informó sobre la grave crisis ambiental y ecológica del planeta -dado su deterioro que supera más de un 40% de la capacidad de la Tierra, y de cómo a mediados del 2023 la humanidad había transgredido las fronteras de seis de los nueves límites planetarios (Planetary boundaries)-, la sociedad humana continúa en sus prácticas de locura destrucción.
 
La importancia de mantener estos límites dentro del área de seguridad es que, a este nivel, aún, pueden regular la estabilidad los procesos del sistema planetario conducentes a la posibilidad de la habitabilidad del planeta. Al pasar la línea de frontera estos límites fueron transgredidos, por lo que al 2023, seis de los nueve se consideraron de gran preocupación: 1) cambio climático, 2) deforestación, 3) pérdida de biodiversidad o destrucción de la biosfera, 4) productos químicos sintéticos, incluidos los plásticos, 5) agotamiento del agua dulce y 6) uso de nitrógeno. Los otros tres límites son: 7) Acidificación de los océanos, 8) agujero de ozono y 9) los aerosoles atmosféricos.
 
Aunque el informe plantea la situación de los nueve límites reconocidos por los científicos, aún se están realizando investigaciones con el propósito de poder detectar la existencia de otros posibles límites no catalogados y que pueden ser tan importantes como los nueve ya identificados. Algunos de estos otros límites podrían estar asociados, tanto a procesos relacionados con los comportamientos humanos como a los establecidos por el Stockholm Resilience Centre, como a aquellos que pueden estar relacionados tanto con dinámicas internas planetarias así como por dinámicas de condiciones cósmicas provenientes de fuera del planeta y que caracterizan el momento presente del movimiento galáctico como ha sido indicado por el grupo de científicos que apoyan el proyecto Sociedad Creativa (https://creativesociety.com/es).
 
A pesar de existir diferencias importantes entre el Stockholm Resilience Centre y el Proyecto Sociedad Creativa en explicar los elementos causantes que originan la difícil situación del planeta, lo cierto es que ambos frentes de trabajo concuerdan con el hecho de que, está en las manos de los ciudadanos y, en general de la sociedad humana, la urgente posibilidad para transformar este rumbo de destrucción con el fin de garantizar la habitabilidad del planeta y por tanto, sus condiciones de existencia.
 
Esto, en términos concretos, significa que al traspasarse fluida y aceleradamente las fronteras de aquellos factores que hacen parte del complejo sistema biofísico de la Tierra, la vida se encuentra frente a un altísimo riesgo de enfrentar cambios ambientales y ecológicos abruptos, extremos e irreversibles que pueden llegar a eliminarla y erradicarla del planeta. Muchos de estos efectos se están experimentando desde ya, en diferentes lugares y latitudes del planeta. Lo observado con la temporada de huracanes es desconcertante, no solo por su monumental tamaño, sino porque empiezan a formarse en lugares que era impensables, como efectivamente se puede observar en las aguas del Oceáno Pacífico frente a las costas del país mexicano. 
 
No ha bastado con los datos, los informes, los foros mundiales, así como tampoco ha sido suficientes los testimonios alarmantes y los llamados realizados por distintos agentes sociales entre los que se encuentran algunas organizaciones de ambientalistas, comunidades locales y gobiernos de Estado que reconocen la precaria salud planetaria y el estrecho límite de maniobra que aún queda para salvar a esta humanidad.
 
Recordar la preocupante imagen que compartió el Stockholm Resilience Centre sobre la evolución de este proceso de transgresión:

 

Fuente: https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html

 

A pesar de esta compleja y delicada situación y del llamado urgente que se hace desde el mundo científico y de los saberes ancestrales, persiste y se profundiza de modo perjudicial en el mundo, el escalamiento de la situación armamentista y guerrerista entre naciones, el acelerado deterioro por contaminación y explotación de ecosistemas estratégicos, el excesivo abuso a los territorios por la producción creciente e ilimitado de procesos industriales, empresariales y corporativos para acaparar mayor producción y más ganancias económicas, así como una persistente desidia y negligencia de una gran masa de ciudadanos que, entretenidos por los medios, los aparatos, la vida banal y las tecnologías, se encuentran ajenos, desinteresados y distantes de esta precaria realidad, porque logró esclavizar sus conciencias. 

Mientras esta situación debería llamar a la unión de las fuerzas sociales, políticas y económicas, en la defensa de la vida, en nuestros países, como efectivamente sucede en la Colombia de hoy, experimentamos grandes divisiones por fundamentalismos políticos, arrogancia, corrupción y prestigios de unos sectores poderosos y privilegiados que ha pretendido incomodar, entorpecer, obstaculizar,  torpedear y atrancar (Incluso, con intentos de golpe de Estado), todas las estrategias de acción de un gobierno progresista que se comprometió con la defensa de la dignidad del pueblo, la defensa de la vida, de los ecosistemas y la justicia ambiental. 

Es urgente que, como humanidad, junto a nuestros gobiernos locales y estatales, afrontemos estos hechos y con responsabilidad le demos la cara en busca de soluciones urgentes y prácticas. Es una oportunidad planetaria para alcanzar la unión y el trabajo conjunto que promueva oportunidades y otorgue direcciones que produzcan virajes hacia la vida de un modo más responsables; de igual forma que potencien formas de gobernabilidad y fortalecimiento de las instituciones capaces de dirigir este cambio, asociadas a formas de gobernanza más participativas e incluyentes.

Esto implicaría acciones y procesos de gran trascendencia como, por ejemplo:

 

·     Un sistema global que permita democratizar un sistema de alerta temprana y participativas que pueda proveer de datos -en tiempo real- y que, mediante procesos pedagógicos muy claros, se informe a la humanidad de la situación catastrófica a la que nos enfrentamos. Los temas asociados a los límites planetarios utilizan todo un mercado lingüístico muy técnico y de gran altura que no llega, muchas veces, a la comprensión de todos los ciudadanos del mundo. Esto implicaría la construcción de todo un sistema de mensajes claros y contundentes que podrían llamar la atención y la comprensión de todos y todas.

 

·      Una transformación o revolución educativa con pedagógicas y didácticas, correctas, claras y reveladoras que potencien prácticas de reflexividad de conciencia para fomentar la sabiduría. Implicaría incorporar en los currículos escolares y de educación media el área Ciencias de la Sostenibilidad, conformada por la enseñanza-aprendizaje de disciplinas como la Ecología, la Geografía (física y humana), Filosofía ambiental e Ingeniería Sanitaria, entre otras de gran importancia para comprender la sostenibilidad. En pocos años, el país contaría con masas de ciudadanos mejor cultivados en estos temas, y pondrán alcanzar mejores niveles de sensibilidad con el sistema de vida planetaria e, incluso, estar mejor capacitados para comprender, desde estas primeras bases educativas y sin dificultad, los llamados y toda la información que se procesa en cuanto a los informes científicos.

 

·   Flexibilidad para la gobernanza sostenible. Esto significa que las viejas estructuras que conforman la institucionalidad estatal fueron creadas en un momento distinto al actual. Por ello, su incapacidad de actuar ante escenarios como el actual, a lo que se suma dificultad en la comprensión y marcos políticos-legales para la acción. Esta situación exige que los Estados requieren con urgencia ponerse al orden del día y a la altura que exige esta grave situación planetaria. Es urgente la reestructuración del esquema institucional Estatal que pueda afrontar política, legal y de modo práctico el escenario de crisis global y de transición hacia la salvación del planeta. Construir en sus territorios nacionales, sistemas eficaces de gobernanza en todos los niveles geográficos que conforman su estructura.

 

·  Igualmente, estas transformaciones deben involucrar aspectos asociados a los marcos jurídicos. Se hace urgente que se configure, lo que podría ser una Jurisdicción Especial para la Sostenibilidad (JES) donde se configuren jueces con conocimientos profundos en temas ambientales y ecológicos. La JES tendría la función de administrar justicia transicional y conocer de los delitos y daños ambientales cometidos en el marco de la crisis ambiental y ecológica en el país. Este ente debería enfocarse en los delitos más graves y representativos del conflicto socioambiental, de acuerdo con los criterios de selección y priorización que sean definidos por la ley y los magistrados. Atendería conflictos cometidos por: todos aquellos cometidos por las instituciones del mismo Estado, por los empresas y corporaciones privados y por otros, como los grupos ilegales, como los promotores y ejecutores del narcotráfico, la biopiratería, entre otros.

 

·    Del mismo modo, que estados y sociedad recuerden y asimilen la importancia de otorgar papel central a la flexibilidad ante las situaciones de incertidumbre que emergen dada la complejidad del funcionamiento del sistema planetario, así como de poder comprender estos nuevos escenarios para la toma de decisiones que permitan un actuar. En ello es clave, los dos puntos anteriores indicados como capacidad de maniobra: el sistema de alertas tempranas como la gobernanza sostenible. Todo esto deben funcionar de modo coherente y sintonizados.

El objetivo central de todo ello sería retraer los datos de los límites planetarios a la región segura, donde exista capacidad de control, maniobra y manejo, garantizando así, las condiciones de vida en el planeta.


martes, 3 de septiembre de 2024

VALLE DEL RÍO CAUCA, PAISAJE COLONIZADO POR LA RED DE AGENTES POTENCIADORES DEL CAPITAL AGRÍCOLA Y AGROINDUSTRIAL

VALLE DEL RÍO CAUCA, PAISAJE COLONIZADO POR LA RED DE AGENTES POTENCIADORES DEL CAPITAL AGRÍCOLA Y AGROINDUSTRIAL

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales.
 
El actual paisaje del valle del río Cauca es producto de una intervención profunda de su espacio geográfico, realizada a lo largo del siglo XX por la intersección de intereses de grupos de poder político y económico regional, con la aprobación del Estado colombiano, la financiación de la Banca Internacional y la participación del gobierno de los Estados Unidos, entre otros socios globales. Esta región fue visitada y estudiada por diferentes grupos de expertos (franceses, ingleses, chinos, japoneses, etc.), todos ellos encargados de encontrar el mejor diseño de territorio, que se pudiera realizar en el menor tiempo y a menor costo económico.
 
En su momento, el Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento –BIRF- tomó al Departamento del Valle del Cauca como un ejemplo mundial, “Centro de Demostración del Desarrollo Regional”, para validar la perspectiva de que era posible llevar el desarrollo a los países de América Latina. El valle del río Cauca en Colombia era comparable con el valle del río Tennessee en EE.UU., lo que facilitaba implementar planes de diseño territorial exitosos, como efectivamente se había realizado en el país norteamericano.
 
Por ello, en el valle del río Cauca fue implementado el modelo del Plan Lilienthal, bajo la dirección de David Lilienthal, personaje que no solo se había encargado de constituir diseños en muchos otros países y en el suyo propio, sino que se encargó de estructurar una forma particular de territorio, al que además aportó con un modelo de gestión administrativa de los “recursos naturales”, bajo la figura de corporación autónoma regional. Lo anterior explica por qué, cuando se presentó la Revolución Cubana, el gobierno estadounidense decidió otorgar las cuotas azucareras en aquellas partes del mundo donde se estaban implementado estos diseños territoriales, y uno de esos lugares, el valle del río Cauca.
 
La ejecución de las obras del Plan Lilienthal transformaron radicalmente el espacio vallecaucano beneficiando y potenciando la agricultura comercial del Valle del Cauca. Esta agricultura comercial estaba siendo impulsada desde finales del siglo XIX y durante los primeros cincuenta años del siglo XX por grupos de linaje familiar-empresariales quienes apostaron, especialmente, por el negocio de la agricultura cañera. El cual se impuso como modelo territorial y tecno-económico. Estas familias-empresariales capitalizaron los buenos vientos que les fue dando la historia social y no dejaron escapar oportunidad alguna.
 
Los efectos del modelo territorial implementado fueron tan graves, que, en tan solo 30 años de ejecución del Plan, se había extinguido casi por completo el potencial natural del territorio. Información de la autoridad ambiental describe este efecto: en 1957 existían aproximadamente 10.049 ha de humedales y en 1986 tan solo quedaban 2.795 ha, una reducción del 72,0%; en cuanto a bosques, en 1957 existían 25.320 ha y en 1986 quedaban tan solo 8.668 ha, lo que indica una reducción de 66,0% (CVC, 1998). Muchos autores hemos demostrado cómo el modelo del diseño territorial vallecaucano produjo procesos de despojo de tierras campesinas, destrucción de ecosistemas estratégicos y dinámicas de acaparamiento de tierras. 
 
Además del monopolio, control y la incorporación casi sin límite de la tierra a la frontera cañera (geofagia), sucedió también con las fuentes de agua superficiales y geológicas (hidrofagia). Mediante fuerzas políticas y tecno-económicas, el valle del río Cauca presentó la configuración de un ordenamiento territorial mucho antes que se erigera toda la política de ordenamiento territorial. Por ello, los principios del ordenamiento territorial de la Ley 388 de 1997, va contravía al ordenamiento espacial ya existente y configurado décadas antes en esta región por el Plan Lilienthal: no aplican en la zona plana del valle del Cauca ni la función social y ecológica de la propiedad, ni la prevalencia del interés general sobre el particular, ni mucho menos, la distribución equitativa de las cargas y los beneficios. Nada de estos principios de Ley existen en lo que es el valle del río Cauca como territorio diseñado por el capital agrícola y agroindustrial.
 
El paisaje actual cañero dominado por extensiones de frontera cañera de lado a lado de las cordilleras y que se extienden sobre la zona plana desde el sur (en el Cauca) hasta el norte (en Risaralda), no fue construida por los grupos culturales, campesinos o ancestrales existentes, sino por un linaje de gremio económico poderoso que logró capitalizar las ventajas que le ofrecieron los eventos de la historia social y que logró consolidarse en el transcurso del tiempo con un clúster empresarial (una red de empresas asociadas e interconectadas donde el foco es la extracción de riqueza a partir de una planta como la caña de azúcar), cuyas áreas de cultivo se han desplegado y hoy rompen la frontera departamental del suroccidente para saltar a los llanos orientales en el Departamento del Meta, especialmente, en el Municipio de Puerto López, donde en 2010 el área sembrada de caña de azúcar era de tan solo 998 has y en 2022 llegó a 20.766 (Agronet, IGAC, 2024).
 
Las mismas estrategias, iguales discursos y el mismo proceder, han sido el repertorio de argumentos implementados por estas fuerzas económicas y políticas para legitimar la transformación de territorios, tanto en el Valle del Cauca como en las nuevas áreas colonizadas, como efectivamente sucede en el Meta. Y, sobre todo, el despliegue de aquellas estrategias con las cuales adquieren el reconocimiento social para que el ciudadano del común no se cuestione, no se pregunte sobre los costos sociales y ecológicos que implica transformar áreas biodiversas de bosques, de variedad productiva, de diversidad étnica y campesina, de riquezas de tierras, humedales y agua, en campos desolados de caña de azúcar.
 
Queda comprobado así, por la tradición investigativa, que el éxito e imposición del paisaje rural cañero generó detrimento, así como una histórica deuda ecológica, social y ambiental. Este es un paisaje altamente artificializado que eliminó biodiversidad y diversidad ecológica y social. Si acumulamos las ganancias del sector agroindustrial estas no alcanzarían para pagar la increíble deuda ambiental producida por más de cien años de actividad incesante, de contaminación del agua y la tierra, de quemas a cañaduzales, así como de la desposesión de un territorio de su gente. El valle del río cauca se presenta hoy como un amplio paisaje agrícola monopolizado por cultivos de caña cuya área alcanza las 240.534 ha sembradas (Asocaña, 2024, p. 33), sin diversidad, y con altos indices de insustentabilidad. La diversidad es uno de los principales principios que posibilitan la reproducción de las complejas condiciones de la vida.

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AGRONET. (2024). Reporte: área, producción,m rendimiento y participación municipal en el departamento por cultivo. https://www.agronet.gov.co/estadistica/Paginas/home.aspx?cod=4
ASOCAÑA. (2024). Informe Anual 2023-2024. Sector agroindustrial de la caña de azúcar.
CVC. (1998). Cifras de tierra y vida. Cifras del Medio Ambiente en el Valle del Cauca 1995-1997. Santiago de Cali: Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca.