El Valle del Cauca, un territorio rediseñado
por la élite política y empresarial
Por
Hernando Uribe Castro
Msc. Sociólogo
Estudiante del Doctorado Interinstitucional
en Ciencias Ambientales
El Valle del Cauca es resultado de un proceso de
rediseño iniciado desde mediados del siglo XX por parte de la elite política y
económica que logró imponer un modelo territorial mediante un conjunto de
infraestructuras (represa de Salvajina, jarillón, sistema de alcantarillado,
etc.) al modelo del Valle del Tenesse en Estados Unidos.
Esta elite logró imponer sus intereses haciendo uso,
por un lado, del poder que tenían en los escenarios políticos de toma de
decisión de esa época como la alcaldía, el Concejo Municipal y hasta sus
influencias en el Congreso de la República, y, por otro, creando agencias del
Estado como plataformas para legitimar, acceder a recursos públicos y hacer
posible sus proyectos.
La estructura poblacional, el tipo de ciudades
existentes, la inequidad en la distribución de la tierra, la amplia área de dedicación
al monocultivo, el desbordado e incontrolado crecimiento de la ciudad de Cali y
la especialización económica de este departamento, así como los fenómenos
sociales que todo ello implica como la expulsión de las comunidades de sus
territorios y la masacre ambiental de humedales (lagunas, madreviejas y charcos),
son ejemplos de los efectos de este proyecto privado promovido por esta élite
local que a lo largo del tiempo fue la más beneficiada. Presentaron su proyecto
como uno que promovería un desarrollo regional, cuando lo que en verdad sucedió
es que se produjo un desarrollo sectorial en detrimento de las comunidades y de
los ecosistemas existentes en este territorio. El proyecto de la elite local
afectó la sociedad y el ambiente.
Este proyecto logró que hoy en día, el valle
geográfico del río Cauca sea un desierto disfrazado con caña de azúcar. Lo que
se ha visto en el Casanare no está lejos de verse en el Valle del Cauca. De
hecho, el valle presenta graves problemas de acceso al agua para las
comunidades. El monopolio agroindustrial extinguió la diversidad de flora y
fauna para dar paso a un paisaje monopolizado de caña. Un desierto verde, un
océano de caña que acabó hasta con los elementales y seres mágicos que habitaban en las creencias
populares de sus habitantes. Este proyecto afectó la cultura.
De esa diversidad solo queda en las pinturas de los
expedicioncitas que dibujaron estas tierras como escenario de bosques, lagunas
y todo tipo de vegetación y animales. ¿Qué pasara con las ricas y fértiles
tierras vallecaucanas cuando no se pueda cultivar más caña? Tierra infértil,
desgastada, salinizada y sin vida alguna.
Un microclima transformado por un proyecto político
que lleva casi setenta años en continuo proceso. Un Estado que fue partícipe de
esta iniciativa y una corporación ambiental que ha favorecido esta ampliación
agroindustrial conociendo sus efectos perversos y nocivos para el ambiente del
territorio. Y una sociedad civil, desinformada, distante, temerosa y poco
interesada en estos aspectos.