LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD
Por:
Hernando Uribe Castro, Magíster en sociología
Estudiante del doctorado en Ciencias Ambientales, Universidad del Valle
Profesor Universidad Autónoma de Occidente
A propósito de las noticias más recientes sobre
la adopción de niños y niñas por parte de parejas del mismo sexo en Colombia
considero que:
Nada es más peligroso para una sociedad que
unos profesionales –escudados en nombre de la ciencia y haciendo un uso
indebido de ella-, impongan y difundan falsas
verdades como verdades absolutas que no tienen piso y sustento. Esta
afirmación, verdaderamente falsa, es una bofetada que se le da a los
importantes avances que en la psicología, la sociología, la historia y todos
aquellos campos del conocimiento que de manera profunda han venido trabajando
el tema y han logrado comprender mucho mejor la homosexualidad, como opción de
vida privada- valga decir-. Decir, plantear, difundir y sustentar que la “homosexualidad es un enfermedad”, es un retroceso al siglo XIX para Colombia, en un momento donde en otras sociedades se dan pasos importantes para su reconocimiento social y político.
Es una bofetada a los avances en materia de
reconocimiento político y social que ha alcanzado el movimiento social como el
LGBTI. Mientras que en nuestro país, algunos profesionales de la salud osan pronunciar
esta barbaridad, en el resto del mundo, algunos intelectuales aportan a la
construcción de unas sociedades incluyentes, con avances positivos para el
reconocimiento de derechos del LGBTI. Hoy contamos con una sociología de la
sexualidad capaz de desmontar perfectamente todo este discurso medieval,
estigmatizador y patológico sobre la homosexualidad.
Agentes de la ciencia que, haciendo un uso
acomodado de la información científica, pretenden usarla para justificar sus
intereses no solo para lograr alcanzar poder mediático, sino para incidir como
una -autoridad intelectual-, con voz y poder, y llegar a los lugares de toma de
decisiones trascendentales como el Congreso de la República y/o la Corte
Constitucional.
Un interés particular convertido en interés
colectivo que, como por arte de magia, se transforma en opinión pública. La
opinión de todos. Una opinión universal que se hace pública (se publica) y se
pretende como oficial (legal y legítima).
P. Bourdieu expresaba que la autonomía del
campo intelectual está cada vez más amenazada “por una convergencia de acciones
que (provienen) del campo político y de las acciones periodístico-mediáticas,
en las que intervienen “intelectuales populares” que se convierten en
servidores de la heteronomía” (2014:305).
Me pregunto: ¿qué intereses ocultos hay detrás de esta
afirmación? ¿De dónde y de quiénes provienen? ¿Por qué no abren el debate en
lugar de esconderlo? ¿A qué se debe que todavía se sigan planteando estas
afirmaciones cuando se consideraban ya superadas? ¿Por qué se escucha sólo a
estos profesionales?
Como lo expresó en su momento también Bourdieu,
la sociología no invita a moralizarse sino a politizarse. A brindar dispositivos
a través de los cuales se puedan combatir estos grandes males, hoy más
globalizados, más generalizados y más desastrosos que nunca. Con impactos
tremendos para la sociedad.
La capacidad que tienen los dispositivos
sociológicos de develar las acciones, ideologías y prácticas ocultas es central
en un mundo donde operan estos mecanismos para la dominación física y simbólica
de los ciudadanos.