Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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martes, 27 de septiembre de 2016

UN AVANCE SIGNIFICATIVO EN COLOMBIA PARA EL MUNDO

Un avance significativo en Colombia para el mundo

Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología, Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales

Desde que tengo más o menos conciencia de la vida, mis oídos han escuchado, mis ojos han visto y mi cuerpo ha sentido, directa e indirectamente, los estragos del conflicto armado que ha tenido como consecuencia, un reguero de vidas muertas, desaparecidas, excluidas, torturadas y desperdiciadas. Ecosistemas destrozados, campos arrasados, minados y bosques talados. Madres humildes que cargaron con el dolor de perder a sus hijos, esposos y familiares.

El dolor de cada colombiano, de cada ser humano que enfrentó la perversidad de la guerra, lo llevamos como carga en nuestros hombros pues somos parte del mismo sistema.

Hoy, con este avance significativo de las negociaciones de paz surge una nueva esperanza, motivos que llenan el corazón de un nuevo sentir sobre la bases de que es posible, en el límite de la existencia, volver a vivir; motivos para una sociedad en cambio, que se veía obstruida y desgarrada por el continuo dolor promovido, muchas veces, por la manipulación de unas elites poderosas que se lucraban del conflicto, que tenían el control sobre la vida de cada uno de nosotros y cuya rentabilidad de la guerra les hacía más poderosos y ricos cada día.

¿Cuántas veces despertamos odios y rencores por desconocimiento? ¿Cuántas veces emitimos prejuicios a poblaciones que habían sido victimizadas y re-victimizadas por el simple hecho de sentirnos más? ¿Hasta dónde nuestro egoísmo y desconocimiento nos van a llevar a profundizar un holocausto de dolor, de apatía y de rencor? ¿Cuantas veces nos hemos cargado del odio de otros como si fueran los odios propios? ¿Cuantos colombianos no reclaman la guerra y el reguero de sangre desde sus casas, teniendo como intermediario su televisor y seguros en sus habitaciones? Mientras que los otros, los que la sufrieron, la vivieron en carne propia reclaman la paz y la convivencia.

Como humanidad primero, y luego como colombianos, debemos considerar la posibilidad de que es posible un buen vivir, cuando luchemos por despojarnos de tantos egoísmos y de tantas avaricias. Cuando nos demos en la tarea de conocer más de lo que acontece al mundo, para tomar pausa en nuestro agitado vivir. Cuando dejemos de estropear a otros por alcanzar nuestro ideales.

A veces es necesario hacer de fuerza corazón para encaminarnos hacia el cambio. Mirar hacia atrás para tratar de aprender las enseñanzas que nos deja ese pasado doloroso para dirigirnos hacia un futuro distinto. ¿Cómo será?, no lo sabemos, pero para eso son las enseñanzas del pasado y la búsqueda de las mejores decisiones de dar pasos seguros en el presente.

No es necesario prolongar el dolor, no es necesario prologar el odio y el desprecio. Es posible un mundo más vivible, siempre y cuando, comprendamos que el camino más apropiado para ese mundo es estar en paz, convivencia y serenidad. Despojarnos del peso de los miedos para enfrentarnos a cada paso que demos, a nuevas situaciones con nuestras mentes más abiertas, más sensibles y más humildes.

Como especie humana podemos participar y promover ese cambio. Que el odio no domine el corazón, que la avaricia quede postrada a la humildad de especie y que hagamos de nuestros cuerpos lugares habitados por un alma sensible a la vida, la naturaleza, a la convivencia con otros seres humanos.

Nuestra obligación como especie es continuar enfrentando inteligentemente la ignorancia de aquellos que se perpetúan en el racismo, las homofobias, las xenofobias y todo tipo de maldad y brutalidad que niega la existencia de los otros y la grandeza de la belleza del mundo.

Somos parte de una especie en la que cada uno de los seres humanos dependemos del agua, del aire, de la tierra, de los alimentos, de la belleza de este mundo que nos ha dado la posibilidad de la vida. Ni el dinero, ni el oro, ni nada de eso son tan importantes como los elementos de la vida para poder vivir y para poder ser.

Convivimos con otros seres también vivos que merecen no solo nuestro respeto sino la posibilidad de vivir y de ser lo que son.


viernes, 16 de septiembre de 2016

DE LA DIVERSIDAD AGRÍCOLA Y OTRAS RESISTENCIAS A LAS CORPORACIONES GLOBALES

De la diversidad agrícola y otras resistencias a las corporaciones globales

Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología. Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales
Miembro del CIER

Las corporaciones globales han logrado imponer estilos de vida homogenizantes como por ejemplo sucede con el consumo de alimentos globales que tienen repercusiones directas en la nutrición de la población y la soberanía alimentaria de los pueblos. Todo ello promovido por medio de estrategias -como aquellas que en la década de los años setenta y ochenta del siglo XX difundieron la Revolución verde y más recientemente con los cultivos transgénicos (o segunda revolución verde)-, que generan importantes ganancias para los agentes corporativos.

Algunos productos agroindustriales fueron masificados con fuerza por las Multinacionales de la carne y el azúcar, e incluso expandieron cultivos para la producción de agrocombustibles,  integrados a una política de derechos de propiedad que conllevó a la pérdida de la soberanía campesina y el control-posesión-autoridad de las transnacionales sobre toda la cadena productiva de los alimentos, iniciando desde la posesión de las semillas.

Así, la alimentación de los seres humanos no sólo se vio afectada por los cambios climáticos globales sino también por el modelo económico que privilegió la producción corporativa-industrial de comida, la destrucción de la sociedad campesina y la tendencia creciente a la especialización económica de las áreas en donde se impone el extractivismo y la monoproducción. A ello se sumó un comercio global de alimentos industrializados, dinamizado por las ventajas que ofrece la publicidad para incitar al consumo.

Se está experimentando una estandarización de la dieta alimenticia que tiene como consecuencia el exterminio de la diversidad agrícola y alimentaria. Incluso una globalización de la dieta tiene efectos nocivos para la salud humana. El CIAT lo ha señalado: Más gente está consumiendo más calorías, proteínas y grasas en base a una lista cada vez más corta de los cultivos mayoritarios, como el trigo, el maíz y la soja, junto con la carne y los productos lácteos” (OEI, 2014). Esto implica grandes riesgos para la sustentabilidad en aquellas regiones donde su agricultura tradicional se ha transformado.

En Colombia por ejemplo, existen regiones superespecializadas en la extracción bien sea de petróleo, de oro, el monopolio de la caña de azúcar y la palma de cera: el valle geográfico del río Cauca y, más recientemente, en los Llanos Orientales, se han transformado áreas megadiversas en espacios especializados en caña de azúcar para agrocombustibles. Las ganancias de esta monoproducción quedan concentradas en los agentes del capital agroindustrial, pero los estragos ambientales como la contaminación de las aguas, del aire y la destrucción de los humedales, los ríos y las cuencas hidrográficas sí se distribuyen sobre la población. El Plan Frutícola promovido por el gobierno departamental del Valle no ha logrado despegar y los cultivos como el maíz, el plátano, el arroz, la soya, el sorgo, el frijol entre otros poco a poco han desaparecido del contexto espacial de la zona plana. Solo basta hacer unos cuantos cálculos con los datos que ofrece el Anuario Estadístico del Valle del Cauca para darse cuenta de ello. Es decir, de cómo la diversidad agrícola en la zona plana representa hoy tan solo el 35% frente a un 75% de la tierra cultivada en caña de azúcar.

Obsérvese cómo la explotación de la tierra en el valle geográfico del río Cauca la hacen unos agentes agroindustriales de monopolio cañero y no los campesinos: se tiene una extensa agricultura comercial sin campesinos.

Frente a esta tendencia homogenizadora, existen razones para la esperanza y un cambio de mentalidad por cuanto las comunidades vienen resistiendo de distintas maneras: trabajando por la soberanía de la producción propia de semillas y alimentos; otros por el derecho de comerciar sus productos y poder habitar sus territorios. En algunas zonas como el norte del Cauca, las comunidades continúan promoviendo los huertos caseros y comunitarios; poco a poco la agricultura urbana hace presencia en la ciudad; algunas personas resisten a partir de la “revolución de la cuchara” transitando hacia las prácticas vegetarianas y veganas; comunidades urbanas trabajan por el reverdecimiento de la selva de cemento; otros, como las comunidades indígenas, luchan por la liberación de la Madre Tierra. Poco a poco se forman más jóvenes en carreras ambientales y afines al trabajo comunitario, participando políticamente en organizaciones y movimientos políticos. La defensa y el amor por los animales se toman todos los espacios juvenes y las redes. Toda una comunidad exige al Estado más protección a la vida y la naturaleza.