Un avance significativo en Colombia para el mundo
Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología, Candidato a Doctor en Ciencias
Ambientales
Desde
que tengo más o menos conciencia de la vida, mis oídos han escuchado, mis ojos
han visto y mi cuerpo ha sentido, directa e indirectamente, los estragos del conflicto armado que ha tenido como
consecuencia, un reguero de vidas muertas, desaparecidas, excluidas, torturadas
y desperdiciadas. Ecosistemas destrozados, campos arrasados, minados y bosques
talados. Madres humildes que cargaron con el dolor de perder a sus hijos,
esposos y familiares.
El
dolor de cada colombiano, de cada ser humano que enfrentó la perversidad de la
guerra, lo llevamos como carga en nuestros hombros pues somos parte del mismo
sistema.
Hoy,
con este avance significativo de las negociaciones de paz surge una nueva
esperanza, motivos que llenan el corazón de un nuevo sentir sobre la bases de
que es posible, en el límite de la existencia, volver a vivir; motivos para una
sociedad en cambio, que se veía obstruida y desgarrada por el continuo dolor
promovido, muchas veces, por la manipulación de unas elites poderosas que se
lucraban del conflicto, que tenían el control sobre la vida de cada uno de
nosotros y cuya rentabilidad de la guerra les hacía más poderosos y ricos cada
día.
¿Cuántas
veces despertamos odios y rencores por desconocimiento? ¿Cuántas veces emitimos
prejuicios a poblaciones que habían sido victimizadas y re-victimizadas por el
simple hecho de sentirnos más? ¿Hasta dónde nuestro egoísmo y desconocimiento
nos van a llevar a profundizar un holocausto de dolor, de apatía y de rencor? ¿Cuantas
veces nos hemos cargado del odio de otros como si fueran los odios propios? ¿Cuantos
colombianos no reclaman la guerra y el reguero de sangre desde sus casas,
teniendo como intermediario su televisor y seguros en sus habitaciones?
Mientras que los otros, los que la sufrieron, la vivieron en carne propia
reclaman la paz y la convivencia.
Como
humanidad primero, y luego como colombianos, debemos considerar la posibilidad
de que es posible un buen vivir, cuando luchemos por despojarnos de tantos
egoísmos y de tantas avaricias. Cuando nos demos en la tarea de conocer más de
lo que acontece al mundo, para tomar pausa en nuestro agitado vivir. Cuando
dejemos de estropear a otros por alcanzar nuestro ideales.
A
veces es necesario hacer de fuerza corazón para encaminarnos hacia el cambio.
Mirar hacia atrás para tratar de aprender las enseñanzas que nos deja ese pasado
doloroso para dirigirnos hacia un futuro distinto. ¿Cómo será?, no lo sabemos,
pero para eso son las enseñanzas del pasado y la búsqueda de las mejores
decisiones de dar pasos seguros en el presente.
No
es necesario prolongar el dolor, no es necesario prologar el odio y el
desprecio. Es posible un mundo más vivible, siempre y cuando, comprendamos que
el camino más apropiado para ese mundo es estar en paz, convivencia y
serenidad. Despojarnos del peso de los miedos para enfrentarnos a cada paso que
demos, a nuevas situaciones con nuestras mentes más abiertas, más sensibles y
más humildes.
Como
especie humana podemos participar y promover ese cambio. Que el odio no domine
el corazón, que la avaricia quede postrada a la humildad de especie y que
hagamos de nuestros cuerpos lugares habitados por un alma sensible a la vida,
la naturaleza, a la convivencia con otros seres humanos.
Nuestra
obligación como especie es continuar enfrentando inteligentemente la ignorancia
de aquellos que se perpetúan en el racismo, las homofobias, las xenofobias y
todo tipo de maldad y brutalidad que niega la existencia de los otros y la
grandeza de la belleza del mundo.
Somos
parte de una especie en la que cada uno de los seres humanos dependemos del
agua, del aire, de la tierra, de los alimentos, de la belleza de este mundo que
nos ha dado la posibilidad de la vida. Ni el dinero, ni el oro, ni nada de eso
son tan importantes como los elementos de la vida para poder vivir y para poder
ser.
Convivimos
con otros seres también vivos que merecen no solo nuestro respeto sino la
posibilidad de vivir y de ser lo que son.