Oda al jardín de mi casa
Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
He
tenido la posibilidad de hacerme a una pequeña propiedad con una zona verde que estoy
transformando en un hermoso jardín. Espacio que a nuestra llegada contaba con algunas plantas como el maní forrajero, una palma de banano y dos
pinos. Todo ello sobre un tapiz verde de hierba que había crecido sin control y
cuya altura había alcanzado algunos importantes centímetros.
Cuando por primera vez vi esta casa con este espacio verde, pensé que
no solo éste sería mi lugar de vida, -aquella que aparecía en tantos sueños-, sino que lo primero que haría cuando fuera mía, sería transformar este espacio verde en un bello jardín.
Efectivamente, todo se dio para que la comprara y una vez instalado inicié
la transmutación de esta porción de edén al que denominé: “Rincón del Silencio”.
Ingresar
al jardín implicaba abrirse en medio de un matorral en donde cada pisada
provocaba el salto de los grillos y saltamontes. Había además un cactus
escondido entre el matorral, un naranjo que se erguía con firmeza y un árbol de
mandarino endeble. En pleno ángulo esquinero por el encuentro de dos paredes se levantaba firme una
planta trepadora, la "Trompeta de Flor Amarilla" de la familia de las Bignoniáceas. Esta planta necesita el pleno sol y gusta treparse por paredes y muros. Su particularidad son sus flores que se parecen a este instrumento musical. La observé y tomé la decisión de que éste sería el marco desde el cual se iniciaría el diseño del resto del jardín.
Enredadera Trompeta Amarilla. Foto: Hernando Uribe Castro |
A la sombra de esta enredadera, y sobre el piso, sembré los famosos Caladium (Caladio) de la familia de las Araceae, que requieren de sombra pero además se caracteriza por sus hermosas hojas en tonos diversos y matices hermosos. Resaltan los Caladium blancos, verdes, y con combinaciones de verde-rojo, o verde blanco. Pueden sembrarse tanto en la tierra como en macetas.
Caladium (tonos verdes-rojos). Foto: Hernando Uribe Castro |
Caladium (tono blanco y vetas verdes). Foto: Hernando Uribe Castro |
El Caladium se da muy bien, aunque es preferible sembrarlo directamente en la tierra. Lo importante es que requiere sombra y riego constante. Sus hojas pueden alcanzar un tamaño significativo. Junto a estas hermosas plantas sembré las reconocidas popularmente como Gitanas (Solenostemon) que son muy llamativas, pero que además se encuentran en variados tonos y matices. Estas hermosas plantas pueden crecer y agrandar sus hojas de colores.
En el jardín también encontramos una hermosa planta de color celeste, Agapanto (Agapanthus). Este es un arbusto de una belleza única. Atractiva por sus tonos azules que se perciben más intenso cuanto más parece exponerse al sol directo del medio día. Crece rápidamente y parece esparcirse sin inconveniente. Puede alcanzar más de un metro con cincuenta centímetros. Las personas lo conocen como azulina y así es como se nombran en los viveros. Este tono celeste combina muy bien con otros colores de plantas, especialmente los púrpuras.
Agapanto. Foto: Hernando Uribe Castro |
Es por tal motivo que junto a esta hermosa azulina sembré un conjunto plantas de la famosa Orquídea Spathoglottis Plicata (u orquídea púrpura de la familia Orchidaceae). Es tal vez la más vistosa del jardín y con la cual se topan los visitantes de la casa de primera vista. En el jardín dispuse de varias de ellas y sus flores de tonos vivos color púrpura amplían el horizonte del jardín. Su color produce un efecto muy extraño en los espacios, pues por algún motivo, los hace ver mucho más amplios. De sus hojas en forma de cinta verde salen una o dos varas largas y en su cúspide la flor. Lo interesante es que mantiene florecida casi todo el año. Esta vara va creciendo a medida que ella va floreciendo. Cuando las varas alcanzan varios centímetros, pareciera que sus flores quedaran suspendidas como en el aire. El efecto visual es definitivamente hermoso. A ella arriman mariposas, abejas y abejones.
Orquídea Spathoglottis Plicata. Foto: Hernando Uribe Castro |
No podían faltar en mi "Rincón del Silencio" las veraneras o buganvilias (de la familia de las nictagináceas). Esta hermosa planta es tal vez una de las más conocidas y admirada por su belleza y colores vivos y variados. Ella son trepadores y engalanan cualquier espacio. En el jardín se tienen varias de ellas en tonos naranja, blanco, rosado, roja, amarilla y violeta. Gusta del sol directo y trepar por los muros y paredes. Algunas traen espinas, en otros casos sus hojas pueden combinar colores como blanco y verde.
Veranera (Bugambilia Naranja). Foto: Hernando Uribe Castro |
Veranera (Bugambilia blanca). Foto: Hernando Uribe Castro |
Veranera (Bugambilia Rosa). Foto: Hernando Uribe Castro |
Foto: Hernando Uribe Castro |
También se tiene las Ixoras (de la familia Rubiaceae) en tonos amarillo y naranja que hacen combinación perfecta con el púrpura de las orquídeas. Estas Ixoras son muy delicadas y gustan más del sol de que la lluvia. Cuando enfrentaron varios días de ellas, la planta se fue adormeciendo y perdiendo sus flores. En este caso toca podarla y esperar que llegue de nuevo el sol para que se recupere. En algunos casos se tiene éxito pero en otros no. Es una planta muy hermoso pero muy delicada.
Ixoras. Foto: Hernando Uribe Castro |
Además de las anteriores, el jardín llegaron los Geranios, Besitos (Impatiens Walleriana), las hermosas Begonias que se han adaptado muy bien a las condiciones de temperatura y sol del jardín; Contamos también Ravenala o como popularmente se conoce, la Palma del Viajero, El Jazmin de noche, el Habano (Nerium oleander), las Gardenias (Rubiaceae), varios Helechos y un árbol Júpiter entre muchas más plantas.
Foto: Hernando Uribe Castro
Foto: Hernando Uribe Castro |
Foto: Hernando Uribe Castro |
En el jardín existe un lugar que transformé radicalmente porqué sembré plantas de sombra, especialmente los Bores (Colocasia esculenta) que se caracterizan por sus hojas anchas y grandes en forma de corazón, y las heliconias (Heliconiaceae). Este espacio se convirtió en un hermoso sendero que poco a poco va ganando presencia y elegancia.
Heliconias. Foto: Hernando Uribe Castro |
Hoy en día, el jardín es habitado por una número importante de plantas y de animales que han encontrado en este, un lugar tranquilo como refugio de vida de la caótica ciudad No solo el canto de diversos tipos de aves se escucha en cada mañana y que se posan sobre tres majestuosos árboles, sino también el croar de ranas en la noche, entre grillos y chicharras. Tonos, texturas, colores, matices, aromas, sonidos son parte de este pequeño "Rincón del Silencio". Un rincón lleno de vida y majestuosidad.
Un espacio que invita a escribir, a leer, a pensar, a mirar el firmamento, a observar la trama de vida que se desenvuelve en él. Un lugar para estar y agradecer por la belleza que se posa ante todos los sentidos. Uno que invita a escribir sobre esta experiencia y a tratar de plasmar en palabras que se quedan cortas, el sentir de este contacto con la naturaleza.
La construcción de Rincón del Silencio continúa, pues apenas inició su proceso de trasmutación. En pocos años habrán crecido todas las plantas y las veraneras habrán tomado su lugar que representan las Pléyades. En el centro del jardín, el árbol Júpiter habrá crecido y expuesto todo su encanto con su llamativo color. Cada día llegarán más aves e insectos y demás animales para habitar este maravilloso lugar.