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viernes, 17 de mayo de 2024

RÉCORD HISTÓRICO DE LLUVIAS EN SANTIAGO DE CALI, SEDE DE LA COP16

 Récord histórico de lluvias en Santiago de Cali, sede de la COP16
 
Por: 
Hernando Uribe Castro, PhD.
 

Los efectos producidos por el tempestuoso aguacero que cayó sobre Santiago de Cali, el pasado miércoles 15 de mayo del presente año, se ubican como un hecho histórico para esta ciudad que pronto será sede mundial del mega-evento COP16 sobre biodiversidad.

La información oficial expone que el récord histórico de precipitación en Cali era de 82,4 milímetros, pero las lluvias del pasado 15 de mayo lo superaron con creces, con un valor de 105,1 milímetros (El País, 16 de mayo)[1]. Los efectos de tal torrencial, que se ubica en la escala de precipitación como advertencia naranja, no se hicieron esperar en una urbe cuyas políticas de desarrollo urbano le ha prestado poca atención a las características ambientales de la dimensión territorial, y de manera muy especial, a su plataforma ecológica. Los hechos actuales así lo refrendan.

Aunque Santiago de Cali se fundó en el siglo XVI, su proceso de modernización se configuró a lo largo del siglo XX y continuó extendiéndose en lo que va del siglo XXI sin la precaución y el cuidado que implica asentar una ciudad sobre un valle de inundación altamente intervenido y sobre unas zonas de ladera sin el control y la atención por parte de los entes de control territorial. Muchas fuentes de agua como cursos de quebradas y riachuelos que configuraban la entramada red hídrica que se desprendía de las altas montañas sobre los Farallones de Cali y bajaban por las colinas en busca de zona plana y el nivel de base sobre el río Cauca, fueron anuladas por los procesos modernizadores.

Sobre toda esta red de cauces y canales naturales de agua se puso cemento, construcciones y edificios. De este modo, el denominado desarrollo urbano borró por completo con sus edificaciones, sus vías y todo el complejo entramado urbano, alguna huella de esta impresionante red hídrica. Ejemplo de ello, se tiene con tres ríos (Cañaveralejo, Meléndez y Lili) intervenidos y convertidos en un solo canal interceptor que desemboca al sur de la ciudad en el río Cauca. Así como sucedió también con el cauce principal del río Cali que se desplaza por la zona norte, el río Cali, intervenido profundamente sin el cuidado y la precaución que tal tarea ameritaba. 

No se haga extraño, entonces, observar hoy en día, ante situaciones como las del 15 de mayo, imágenes de vídeo y fotografías de agrestes y corrientosos torrentes de agua desplazándose sobre vías, tumbando casas, inundando edificaciones, vías y demás zonas urbanas. El agua reclamando su espacio porque ella guarda su memoria. Suelo arcilloso escurriendo por las pendientes de las laderas y las calles de los barrios llevándose consigo todo lo que encontraba a su paso.

El hecho está en que, este tipo de sucesos serán más recurrentes en temporadas de lluvias. Y en temporadas de altas temperaturas, la situación será al contrario, con fuertes incendios porque el desarrollo urbano que negó las características de la plataforma ecológica de este territorio, eliminó casi por completo los bosques de protección de las montañas que rodean esta urbe. Los intensos calores serán insoportables para una ciudad que olvida el importante papel que debe cumplir el arbolado y la protección de los ecosistemas.

Infortunadamente, el ordenamiento territorial de Cali, así como el de otras ciudades en Colombia y en el mundo, está direccionado por intereses económicos asociados a sacar la mejor renta al suelo y al espacio urbano y rural, sin ningún tipo de reparo en cuanto al respeto por proteger las condiciones ecológicas y ambientales de estos territorios, y especialmente, de cumplir con el primer determinante de la Ley 388 de 1997.

Recordar que, Colombia cuenta con uno de los mejores marcos jurídicos asociados al ordenamiento territorial como la Ley 388 de 1997 y los planes de ordenamiento territorial que define el proceso del desarrollo del territorio y regula aspectos como la utilización, transformación y ocupación de los espacios con los cuales se orienta el devenir de los territorios, plantea como el primer y más importante determinante, normas de superior jerarquía nivel 1, las relaciones con “la conservación, la protección del ambiente y los ecosistemas, el ciclo del agua, los recursos naturales, la prevención de amenazas y riesgos de desastres, la gestión del cambio climático y la soberanía alimentaria”[2] (Ley 388 de 1997).

Este principio que es de primer nivel, es el más vulnerado, dada las lógicas del capital por el capital, con las cuales se llevan a cabo el desarrollo urbano y se pone en práctica el ordenamiento del territorio, generando así, uno de los problemas más estructurales que se exponen en las regiones: el problema de la lucha entre agentes territoriales por el monopolio del mercado del suelo urbano y rural.

El llamado desde el Plan Nacional de Desarrollo del actual gobierno es recuperar el sentido ecológico y ambiental de los territorios, y establecer un rencuentro, urgente, con el agua y el ordenamiento del territorio a partir de este bien natural; que los intereses políticos, de clase y económicos por el monopolio del mercado del suelo para sacar renta y acrecentar beneficios de capital privado, no sean los orientadores del desarrollo territorial, en escenarios donde la vida es la que se encuentra alta amenaza.

Recuerdo una frase de mi querido amigo Enrique Leff expuesta en uno de sus libros más importantes: “La cuestión más crítica yace en las posibilidades de deconstruir, tanto teórica como prácticamente, la racionalidad dominante del mundo actual y de construir una racionalidad ambiental fundada en las condiciones de la vida.”[3]



[1] El País. Cali vivió su diluvio: fuertes lluvias batieron registros históricos y afectaron a un centenar de hogares. Publicado el 16 de mayo de 2024. Consultado del 17 de mayo de 2024. https://www.elpais.com.co/cali/cali-vivio-su-diluvio-fuertes-lluvias-batieron-registros-historicos-y-afectaron-a-un-centenar-de-hogares-1646.html

[2] Ley 388 de julio 18 de 1997.

[3] Leff, E. (1999). Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad. México: Siglo XXI, p. 202.