Relevancia actual de la Geografía Histórica y
Ambiental de Carl Sauer
Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
En
un mundo marcado por crisis ambientales, transformaciones territoriales
aceleradas y conflictos socioespaciales, la geografía histórica se potencia como un campo de conocimiento fundamental para comprender las dinámicas
entre las sociedades y sus entornos a lo largo del tiempo.
Inspirado
en los postulados de Carl O. Sauer —quien defendió una geografía humana
genética y retrospectiva—, este artículo explora la vigencia contemporánea de
su enfoque, su metodología y sus aportes frente a desafíos como el cambio
climático, la justicia ambiental y la planificación territorial.
Sauer
(1980) planteó que la geografía debía estudiar los paisajes culturales como
"acumulaciones de experiencia práctica" (p. 42), donde el hábitat y
la cultura interactúan en procesos históricos. Para este autor, la geografía
histórica tenía como objeto "el estudio comparativo de culturas
localizadas en áreas, llamemos o no paisaje cultural a su contenido
descriptivo" (p. 42). Esta visión, por un lado, rechaza el determinismo
ambiental —como el climático o geológico— y, por otro, enfatiza la agencia
humana en la transformación del espacio, integrando tiempo y espacio para
analizar cómo las sociedades reinterpretan y readaptan su entorno.
En
la actualidad, esta perspectiva es crucial para entender tanto los
desequilibrios territoriales como las desigualdades socioambientales. Por
ejemplo, ¿por qué ciertos grupos humanos enfrentan con mayor rigor los efectos
del capitalismo en sus entornos? La geografía histórica revela procesos de
colonización, extractivismo o abandono estatal que explican vulnerabilidades
actuales. Además, resulta esencial para planificar ciudades más sostenibles,
estudiar la evolución de los usos del suelo —como humedales urbanizados que
mitigan inundaciones o islas de calor— y conservar patrimonios bioculturales al
rescatar prácticas ancestrales, como la agricultura en terrazas, que pueden
inspirar modelos de resiliencia ecológica.
La
geografía histórica demuestra que las sociedades han alterado
ecosistemas durante siglos —como la deforestación prehispánica en Mesoamérica o
la erosión en el Mediterráneo antiguo—, pero también han desarrollado sistemas
de manejo adaptativo. Desde esta perspectiva, los "desastres
naturales" rara vez son exclusivamente naturales, ya que inundaciones o
sequías suelen agravarse por decisiones históricas inadecuadas, como la
canalización de ríos para monocultivos.
La
propuesta metodológica de Sauer (1980), basada en trabajo de campo, análisis
documental e interdisciplinariedad, se enriquece hoy con herramientas modernas
como los Sistemas de Información Geográfica (SIG), que permiten cartografiar
cambios en coberturas vegetales o usos del suelo. También incorpora enfoques
como la paleoecología —mediante el análisis de polen o sedimentos para
reconstruir paisajes pretéritos— y estrategias como la etnogeografía, que
integra saberes locales al estudiar comunidades campesinas o indígenas.
Un
aspecto central del pensamiento de Sauer es el análisis regional: "El
geógrafo histórico debe ser, por lo tanto, un especialista regional, porque no
solamente debe conocer la región tal como es hoy; debe conocer tanto sus
lineamientos como ser capaz de encontrar en ella rastros del pasado, debe saber
tanto de sus cualidades como poder verla tal como fue en situaciones
pasadas" (p. 44).
La
geografía histórica enfrenta retos significativos, como la
fragmentación de fuentes —debido a archivos dispersos o destruidos— y el
negacionismo ambiental, que ignora el impacto humano acumulado, como sucede con
los discursos que niegan el cambio climático. Sin embargo, también ofrece
oportunidades, como la educación ambiental crítica, que enseña que los paisajes
son resultado de procesos sociohistóricos, y la formulación de políticas públicas
basadas en evidencia histórica para planes de ordenamiento territorial que
consideren riesgos y prácticas tradicionales.
En
conclusión, la geografía histórica es un cuerpo intelectual del pasado,
sino una herramienta clave para navegar las crisis socioecológicas actuales.
Como advirtió Sauer, entender el espacio requiere mirar "todo el tiempo
humano", desde las primeras modificaciones antrópicas hasta los conflictos
contemporáneos. En América Latina —donde convergen biodiversidad, injusticias
históricas y saberes ancestrales—, este enfoque es vital para construir futuros
más justos y sostenibles.
Referencias clave:
Sauer,
C. O. (1980). Introducción a la geografía histórica [1940]. Cuadernos de Geografía: Revista Colombiana
de Geografía, 2 (1), 35-56.