Cali y la entropía urbana
En las últimas décadas se ha venido incrementado la producción académica asociada a la entropía urbana como una medida que nos posibilita entender el desorden inherente a las ciudades. Lo interesante de estos estudios es que consideran necesario asumir la ciudad como un sistema complejo en el que todo ocurre simultáneamente: el movimiento de objetos y personas, el tránsito vehicular, la actividad económica, el empleo, el consumo de bienes y servicios, la generación de residuos, el crimen, entre otros aspectos. Este dinamismo constante crea un ambiente caótico en un escenario que ha pretendido, mediante el diseño y la planeación, un cierto orden, donde la energía y los recursos frecuentemente se malgastan, incrementando la desorganización.
Cuando reflexiono sobre la entropía urbana la identifico en múltiples manifestaciones, algunas de ellas, en la producción continua de desechos que no se reciclan; del mismo modo, en la capa de contaminación que se posa sobre la ciudad por el constante tráfico y las actividades económicas que no cesan; también, en la producción continua de ruido urbano que proviene de diferentes actividades humanas; incluso, en el movimiento estratégico y subrepticio del crimen que mantiene su dinámica sigilosamente y en espacios ocultos, y entre otros elementos de la vida diaria. Todos estos son indicios de un sistema que no funciona de manera óptima.
Estas capas de caos interactuantes se materializa en problemas cotidianos como sucede con la congestión vehicular, los servicios públicos deficientes y el deterioro de la infraestructura. Cada uno de estos factores reduce la calidad de vida y hace que la ciudad sea un espacio menos agradable para vivir. En esencia, la entropía urbana funciona como un termómetro que mide el nivel de desorganización en un sistema urbano cuando no se gestionan adecuadamente sus recursos y flujos de energía.
Al aplicar esta categoría a Santiago de Cali, observo una ciudad que, como muchas otras en América Latina, ha experimentado un crecimiento acelerado sin una planificación suficientemente robusta. El aumento en la demanda de recursos, la saturación del tránsito, la acumulación de residuos, el deterioro de la vida de los sectores más empobrecidos, el desgaste de los espacios públicos, el deterioro de las infraestructuras y servicios básico y el incremento en los niveles de contaminación del agua, la tierra, el aire y la afectación a la diversidad ecológica, son síntomas claros de este fenómeno. Si no se toman medidas para gestionar estos aspectos del vivir, el caos urbano -la entropía-, seguirá en aumento, consumiendo grandes cantidades de energía social y urbana libres.
Uno de los factores críticos que expone la entropía urbana es el sistema de movilidad. Un transporte público ineficiente y una infraestructura vial insuficiente y deteriorada, exacerban el problema. La congestión no solo genera más contaminación, sino que también representa pérdidas de tiempo y un desperdicio de energía social y fósil. Por ello, implementar sistemas de transporte eficientes y sustentables, como un metro eficiente o una red integrada de ciclorrutas, podría ayudar a reducir esta entropía, mejorando significativamente la fluidez de la ciudad.
Otro aspecto determinante es la gestión de residuos. La acumulación de basuras en zonas públicas como calles, parque y plazas, así como las bajas tasas de reciclaje, son señales evidentes de entropía. Cuando los residuos no se recolectan y se procesan adecuadamente, contaminan el ambiente urbano y afectan la salud pública, agregando incluso en términos de percepción, el paisaje social que es referente de la baja calidad de vida en los espacios habitados colectivamente. Introducir políticas efectivas de manejo de residuos y de reciclaje, así como promover medios y sistemas económicos eficientes y apropiados, serían pasos fundamentales para restablecer el orden en el sistema.
Los espacios verdes también juegan un papel crucial. Aunque Cali cuenta con valiosos escenarios naturales como sus ríos y zonas boscosas, dada su localización asociada a los Farallones de Cali, la expansión urbana descontrolada ha puesto en riesgo los ecosistemas estratégicos existentes. Preservar y ampliar estas áreas no solo mejora la calidad y el flujo del aire, sino que también ayuda a mitigar el efecto de isla de calor y restablece parte del equilibrio perdido. Infortunadamente, el desarrollo urbano de Cali se realizó desconociendo el papel crucial de las cuencas hidrográficas de los ríos tributarios del río Cauca. Este desconocimiento conllevó a la muerte de muchos cursos de agua y la transmutación de importantes ríos como canales de aguas servidas. La ciudad tiene una deuda ecológica y ambiental con las fuentes de agua.
Un aspecto crucial que aumenta la entropía urbana es la inseguridad, pues esta puede entenderse como un factor de inestabilidad del tejido social. Cuando una población se expone a alta incertidumbre, de inmediato se afecta la confianza colectiva. Es importante recordar que Cali, ha sido considerada en varias oportunidades como una de las urbes más violentas del mundo, no solo por lo que se encuentra asociado a los temas del narcotráfico, sino también de las redes de crimen organizado. La población experimenta ciclos de violencias por distintas causas, y para dar cuenta de ello, solo basta con atender las tasas de homicidios de los últimos años.
Dado este contexto, es claro que, las soluciones no sólo dependen de las autoridades. La participación ciudadana es igualmente importante. La colaboración entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil puede marcar la diferencia. Campañas de educación planetaria, ecopedagógicas, políticas públicas claras y una activa participación comunitaria son elementos clave para transformar la gestión urbana y reducir el caos.
La adaptación al cambio climático emerge como un factor indispensable. Las ciudades adaptadas están mejor preparadas para manejar la entropía. Invertir en infraestructura resistente, prevenir inundaciones y promover el uso de energías limpias son acciones que disminuyen la vulnerabilidad frente a los fenómenos climáticos y, al mismo tiempo, reducen el desorden urbano.
Con una planificación adecuada, innovación tecnológica y voluntad política, es posible transformar a Cali hacia niveles más bajos de entropía. El objetivo no es eliminar por completo el caos -algo imposible en un sistema tan dinámico como una ciudad-, sino aprender a gestionarlo de manera que se optimice el uso de la energía, se reintegren los recursos y, sobre todo, se mejore la calidad de vida de todos sus habitantes. Para una ciudad como Cali, es importante que se reflexione y proponga estrategias para potenciar la energía social en función de un cambio estructural que mejora las condiciones de vida de sus pobladores y de los ecosistemas que hacen parte del sistema de plataforma ecológica de este vasto territorio vallecaucano.