La Granja
de Mamá Lulú: la vida como totalidad
Por
Hernando Uribe Castro
Magíster
en sociología, estudiante del doctorado en Ciencias Ambientales
Nada más
esperanzador, motivante y emocionante que conocer el caso concreto de una
familia campesina en Quimbaya (Quindío - Colombia) que se ha dado en la tarea de construir,
en el largo plazo, una granja diferente en la que se desarrollan estrategias alternativas
de vida frente a las impuestas por el capitalismo. Una familia cuya experiencia
sería para los universitarios e intelectuales un excelente ejemplo de
aplicación real de los conocimientos transdisciplinarios.
La Granja de Mamá
Lulú es un lugar en donde la complejidad y lo sistémico emergen como parte de
una filosofía de pensamiento puesto en práctica. Pueden verse, sentirse,
respirarse y tocarse. Aquí, se hace realidad el sentido sistémico de entender y
hacer posible la vida. Un proyecto de autosuficiencia familiar que, a partir
del ensayo y error a lo largo de los años, es liderado por el señor Hernando
Hincapié. En este proyecto se integra las distintas generaciones entre los abuelos,
padres, hijos y nietos en un mismo objetivo, y que por más de tres décadas trabajan
en conjunto desde una concepción filosófica y estética de la ecología profunda.
Foto: Hernando Uribe Castro. Granja de Mamá Lulú. Mayo 2014 |
Es un hermoso modelo
de granja auotopoiésica, y por tanto, un lugar distinto a todo su
entorno veredal que en el pasado fue monopolizado por cultivos de café.
En ella habitan no solo los integrantes de la familia sino también toda una
diversidad de plantas, animales y microrganismos que además de tener la
posibilidad de existir, encuentran protección y nicho de vida.
Como expresión autopoiesica,
la granja se integra como sistema en un proceso de auto-organización donde se interrelacionan quienes la
habitan y los elementos de la naturaleza. En ella se produce alimento orgánico,
agua y aire para todos. No se utilizan químicos para fumigación, porque para
ello, el conocimiento que tienen de la misma naturaleza les ha dado la solución
para el control y protección natural de plantas, suelos y animales. No produce
deshechos porque como sistema todo se convierte en nutrientes y alimento para
otros en la cadena de vida. Incluso, los desechos orgánicos humanos y de los
animales son integrados y tratados para convertirlos en nutrientes para abono y
para nueva vida.
Alimento para todos. Foto: Hernando Uribe Castro. Granja de Mamá Lulú. Mayo 2014 |
En la granja existe
la vivienda de tres pisos en forma piramidal escalonada con 4 extremos en
perfecta dirección cardinal, el recinto de alcarrazas, pozos sépticos,
lavadero, cocina restaurante, la torre de suministro de agua, el tanque de
reserva de bioabono, el biodigestor, el procesamiento del café y el cacao, las
porquerizas, las conejeras, el taller de materiales, el corral de piscos, los
estanques piscícolas, la maloka de los cusumbos y un sendero aterrazado que baja
hasta la fuente manantial en medio del bosque recuperado. Todo ello en perfecto
equilibrio con la diversidad de plantas y animales. Un entorno donde se
implementan tecnologías humanas (ancestrales y modernas) y los propios sistemas
naturales para la producción y el consumo de todos los seres vivientes en ese
lugar.
Humedal construido. Foto: Hernando Uribe Castro. Granja de Mamá Lulú. Mayo de 2014 |
La estética del
lugar y su diseño es una bella expresión arquitectónica campesina en donde
predomina la guadua. El terreno que pertenece ahora a la dinámica del bosque
recuperado se estructura al modo de terrazas y sus linderos son protegidos por
una barrera natural con distintas plantas que ayudan a purificar el aire y la
invasión de tóxicos suspendidos en el aire provenientes del exterior.
El lugar integra el
diálogo de saberes entre el conocimiento popular ancestral y la ciencia para la
comprensión de los sistemas socioecológicos; por tanto, la granja es una
inspiración, por un lado, la educación ambiental como escenario de enseñanzas y
aprendizajes de lo que es la vida como totalidad, y por otro lado, un modelo de
gobernanza del territorio y la democratización del derecho a la diversidad de
la vida.
Bosque Recuperado. Foto: Hernando Uribe Castro. Granja de Mamá Lulú. Mayo de 2014 |
Finalmente, aparece
el Estado. Se supone que estos proyectos autosuficientes y sostenibles deben
convertirse en ejemplo de vida para todo la sociedad y que el Estado debería
estar apoyando, promocionando e incentivando estas experiencias. No obstante,
es precisamente el mismo Estado quien ha puesto los obstáculos a este hermoso
proyecto familiar. Cámara y comercio, impuestos, ministerio de turismo y todo
tipo de burocracia ataca la granja.
Visitar la granja es
recargarse de nuevas esperanzas. Es recuperar la credibilidad en que es posible
un cambio social en la medida en que se transforme el modo de concebir el mundo
en el sistema. Implica una reestructuración mental y de comportamiento. Se debe
cambiar la concepción antropocéntrica por una que logre integrar la vida en su
conjunto, biocéntrico. Reconocer la totalidad de la vida (plantas, animales,
microorganismo y megaorganismos) como parte del sistema cósmico.
Por el derecho a la
diversidad de la vida, la autosufiencia y la sostenibilidad.