CALI: ¿CAPITAL DEPORTIVA?
Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología
En Colombia ha existido la
tendencia de dar algún título especial a las ciudades: Barranquilla (Puerta de
Oro de Colombia), Cartagena (ciudad heroica), Bucaramanga (ciudad de los
parques), Medellín (ciudad innovadora), Popayán (ciudad blanca), Ibagué (ciudad
musical) y Manizales (la ciudad de las puertas abiertas). Para Cali existen
varios títulos: “capital deportiva de América”, “capital de la salsa” y “la
sucursal del cielo”. De modo regular los medios de comunicación, los discursos
de los gobiernos y las canciones populares propagan estos adjetivos que
terminan constituyéndose como parte de la tradición y como si siempre hubiese
sido así. Se incrustan como parte de la idiosincrasia de la gente.
A propósito de los Juegos
Mundiales 2013, se ha repetido en varias ocasiones por parte del gobierno, los
organizadores y los medios masivos de comunicación, que este macro-evento
revive, refuerza y comprueba que Cali es la “Capital Deportiva de América”.
Dicen que no sólo es por la realización de The World Games, sino por los
otros eventos que desde tiempo atrás se han realizado como los Juegos
Panamericanos de 1971.
También porque en esta ciudad
existen dos de los equipos de fútbol más tradicionales del país, Deportivo Cali
y América, ampliamente reconocidos en el mundo de este deporte. También por las
medallas olímpicas logradas por algunos vallecaucanos y los buenos resultados
de sus deportistas en diferentes eventos en todo el mundo. Además porque cuenta
con la infraestructura necesaria para la realización de algunos evento de
carácter nacional o internacional. Pero ¿todo esto será suficiente para
declarar a Cali como ciudad deportiva de América?
Pienso que si bien estos son
elementos importantes que marcan la historia de la ciudad, una capital
verdaderamente deportiva debe ser mucho más que esto. Y creo que un indicador
importante es determinar la proporción de espacio público por habitante
existente en esta ciudad. Para Cali, el espacio público per cápita es de 2,46m²
por habitante, cifra muy por debajo de la meta nacional de 15 m² por habitante.
Creo que otro indicador es
establecer cuántos escenarios deportivos públicos se tienen no solo
en las áreas turísticas de la ciudad, sino de aquellos existentes en todos los
barrios, tanto de estratos socioeconómicos altos como los de estratos bajos. Y
no solo en términos de cantidad de parques y zonas recreativas, sino también de
su calidad, estado, estética y seguridad. Las personas sienten desconfianza de
hacer uso de las zonas verdes por los problemas de seguridad y de la falta de
una cultura del cuidado alrededor de lo público. En los barrios populares se
carecen de lugares con infraestructuras para que la población realice
actividades físicas y deportivas, y donde existen, la mano del Estado
brilla por su ausencia. En los pocos casos que logran estar en condiciones
dignas para su uso, es porque las mismas comunidades juegan un rol activo en su
mantenimiento.
Una ciudad deportiva privilegia
el andén para que el ciudadano que camina las calles no solo viva la ciudad de
otra forma, sino que además realice actividad física y el encuentro con otros
ciudadanos. Contrario a ello, los gobiernos le están dando prioridad a los
autos y a las grandes avenidas y puentes. El trazado del sistema de transporte
público MIO no incluyó las ciclorutas. El transeúnte cuenta con pocos espacios
para el goce de experiencias artísticas, el arte y la estética. Los pocos
existentes están en algunos lugares turísticos y hoteleros.
El estado de los parques es
lamentable, los juegos recreativos para los niños están en mal estado y la
población de la tercera edad se encuentra excluida. Los pocos parques
recreativos son privados.
El gobierno le ha prestado escaso
apoyo a los clubes, asociaciones y delegaciones deportivas, a tal punto,
que los deportistas para participar en los eventos deben buscar el dinero con
amigos, venta de empanadas o rifas, incluso, dependiendo del buen corazón de
alguien que haga alguna donación para la causa deportiva. Algunas personas
triunfadoras han visto cómo el gobierno incumple las promesas de apoyos y
reconocimientos económicos por sus logros. Nuestra medallista olímpica de pesas
tuvo que lanzarse a la política y llegar al Congreso para luchar y trabajar por
el apoyo al deporte y sus deportistas porque estaban en total abandono.
Una ciudad deportiva debe ser
para el goce de todo ciudadano sin discriminación. Una persona en silla de
ruedas requiere ser un buen atleta para atravesar las múltiples y dificultosas
trampas que le implica movilizarse por la ciudad porque la urbe lo margina y lo
excluye. Una persona anciana requiere buen estado físico para atravesar los
innumerables y largos puentes peatonales que están sobre las rápidas y
violentas avenidas, porque a los ingenieros y arquitectos se les olvidó construir
las rampas.
Una ciudad deportiva debe
respetar el medio ambiente y su entorno natural de tal modo que los
espacios abiertos, como sus ríos, no solo se encuentren en
excelentes condiciones, sino que además se integren de manera apropiada,
estética y sana, a la dinámica urbana para el disfrute de los ciudadanos. Aquí
en Cali existen 7 ríos a los que la planeación urbana les dio la espalda, a tal
punto que algunos de estos afluentes fueron convertidos en canales de aguas
servidas.
Una ciudad deportiva debe ser
para la gente, para el ciudadano que tiene el derecho, sin discriminación
alguna, de vivir la ciudad, respirarla sanamente y caminarla con tranquilidad.
Una ciudad deportiva no es para que las corporaciones financieras hagan
eventos globales para reproducir sus ganancias generando un tremendo
endeudamiento ciudadano que deberá pagar por las inversiones realizadas en
estadios, centros deportivos y toda la infraestructura construida con altos
impuestos e intereses.
Una ciudad deportiva no es
aquella que se maquilla para los turistas, sino que debe ser real para el
disfrute, sano esparcimiento de la gente independiente de su edad, orientación
sexual, género, religión, capacidades físicas y clase social.
Eventos globales como los Juegos
Mundiales 2013 realizados en Cali, es un claro ejemplo de cómo las ciudades son
un sumidero para la inversión y la búsqueda de los excedentes de capital de las
corporaciones globales y financieras. La construcción y reconstrucción de centros
deportivos, lugares de eventos y todo tipo de obra urbana implica importantes
ganancias para estos grupos. Los efectos de este proceso se dan de la siguiente
forma: primero, la remodelación o maquillaje constante de las formas espaciales
urbanas desde los centros de poder que no solucionan los problemas
estructurales de la ciudad; segundo, la realización de sobreinversiones en
aquellos lugares (estadios, centros culturales, etc.) que luego de los eventos
terminan abandonados y olvidados y, finalmente, la deuda pública y el pago de
más impuestos por parte de los ciudadanos. No todo es oro para la ciudad.
En este sentido, una ciudad
deportiva es para el pueblo que también la habita, no para las corporaciones
globales.