Protesta social,
seguridad alimentaria y modelo neoliberal
Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología
En la carretera que va de Bogotá a Tunja algunas comunidades campesinas realizaban en horas de la noche, del 8 de mayo, una protesta con bloqueos de vías y enfrentamientos con las autoridades de policía. La vía en el kilómetros 77 fue bloqueada por los campesinos con neumáticos encendidos, piedras y árboles. A estas protestas se suman otros colombianos, de sectores como el de transporte, mineros, arroceros, paneleros y lecheros en diferentes partes del país.
Si
bien las protestas se dirigen contra las consecuencias que vienen dejando la
firma de varios tratados de libre comercio (TLC), la indignación es más
estructural y tiene que ver con un rechazo contra el modelo de apertura
económica impulsada por los gobiernos neoliberales de las últimas décadas. Uno de
los líderes de las protestas expresaba en mayo de 2013 que “estamos solicitando
el cese de las importaciones de papa, que el gobierno establezca precios de
sustentación".[1] Luego, en agosto, otro
líder expresaba: “Dos veces les hemos creído (al Gobierno). El primer paro lo hicimos
el 16 de noviembre de 2011 y el segundo fue ahorita el 7 y 8 de mayo, cuando
nos dijeron: levanten los bloqueos y negociamos. Les hicimos caso y levantamos
los bloqueos. Y qué nos han hecho: simplemente unas actas y debaten el tema.
Pueden pasar años y no va a haber resultados”[2].
El
reciente panorama nacional es una expresión más de los embates de un modelo
económico neoliberal que viene incidiendo en el desmantelamiento de la
seguridad alimentaria local campesina, para imponer el mercado de alimentos de consumo
global. Esto implica de inmediato retirar al campesino de la cadena de
producción de alimentos y su expulsión física de las áreas rurales del país,
mediante mecanismos de desplazamiento.
Las
protestas de paperos, cafeteros, cacaoteros, lecheros y arroceros y sus
reivindicaciones y exigencias, son importantes para comprender el riesgo en el
que se encuentra la seguridad alimentaria nacional. Frente a esto, la respuesta
del gobierno de Santos, como la de otros gobiernos anteriores, ha sido, por una
parte, la falta de atención, escucha y reacción tardía para entablar diálogos y
negociaciones certeras y de impacto inmediato y, por otra parte, la represión y
criminalización de los campesinos.
A
esto se suma la apatía que el ciudadano del común citadino tiene con respecto a
estos acontecimientos. Apatía que se corresponde a esa fractura construida
entre lo urbano y lo rural. El escenario principal de estas protestas
campesinas es el espacio rural y sus vías principales que conectan centros urbanos
del país. Estas vías son espacios de encuentro para las diferentes comunidades
y veredas cercanas. No es una protesta que tenga como principal escenario la
ciudad. Por lo que para el citadino esta situación no tiene afectación sobre su
vida diaria, postura de indiferencia por supuesta errónea, puesto que esto
hechos inciden en aspectos como alza en la canasta familiar, combustibles,
desabastecimiento de productos básicos en plazas de mercado, entre otros
aspectos. Apatía que también se traduce
en los otros escenarios como gobiernos locales, municipales y autoridades
civiles, militares y eclesiásticas.
[2]
“No
vamos a ceder con el bloqueo de vías: vocero dignidad papera.” El Tiempo, 23 de Agosto del 2013