Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

Hernando Uribe Castro, derechos reservados. Citar la fuente. Plantilla Simple. Imágenes de la plantilla degaffera. Tecnología de Blogger.


lunes, 7 de octubre de 2024

MENSAJE URGENTE A LOS GOBIERNOS DEL PLANETA ANTE LOS HECHOS DE TRANSGRESIÓN DE LOS LÍMITES PLANETARIOS

MENSAJE URGENTE A LOS GOBIERNOS DEL PLANETA ANTE LOS HECHOS DE TRANSGRESIÓN DE LOS LÍMITES PLANETARIOS

 
Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales

 
A casi un año de haberse conocido el reporte realizado por el Stockholm Resilience Centre (https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html) en el que se informó sobre la grave crisis ambiental y ecológica del planeta -dado su deterioro que supera más de un 40% de la capacidad de la Tierra, y de cómo a mediados del 2023 la humanidad había transgredido las fronteras de seis de los nueves límites planetarios (Planetary boundaries)-, la sociedad humana continúa en sus prácticas de locura destrucción.
 
La importancia de mantener estos límites dentro del área de seguridad es que, a este nivel, aún, pueden regular la estabilidad los procesos del sistema planetario conducentes a la posibilidad de la habitabilidad del planeta. Al pasar la línea de frontera estos límites fueron transgredidos, por lo que al 2023, seis de los nueve se consideraron de gran preocupación: 1) cambio climático, 2) deforestación, 3) pérdida de biodiversidad o destrucción de la biosfera, 4) productos químicos sintéticos, incluidos los plásticos, 5) agotamiento del agua dulce y 6) uso de nitrógeno. Los otros tres límites son: 7) Acidificación de los océanos, 8) agujero de ozono y 9) los aerosoles atmosféricos.
 
Aunque el informe plantea la situación de los nueve límites reconocidos por los científicos, aún se están realizando investigaciones con el propósito de poder detectar la existencia de otros posibles límites no catalogados y que pueden ser tan importantes como los nueve ya identificados. Algunos de estos otros límites podrían estar asociados, tanto a procesos relacionados con los comportamientos humanos como a los establecidos por el Stockholm Resilience Centre, como a aquellos que pueden estar relacionados tanto con dinámicas internas planetarias así como por dinámicas de condiciones cósmicas provenientes de fuera del planeta y que caracterizan el momento presente del movimiento galáctico como ha sido indicado por el grupo de científicos que apoyan el proyecto Sociedad Creativa (https://creativesociety.com/es).
 
A pesar de existir diferencias importantes entre el Stockholm Resilience Centre y el Proyecto Sociedad Creativa en explicar los elementos causantes que originan la difícil situación del planeta, lo cierto es que ambos frentes de trabajo concuerdan con el hecho de que, está en las manos de los ciudadanos y, en general de la sociedad humana, la urgente posibilidad para transformar este rumbo de destrucción con el fin de garantizar la habitabilidad del planeta y por tanto, sus condiciones de existencia.
 
Esto, en términos concretos, significa que al traspasarse fluida y aceleradamente las fronteras de aquellos factores que hacen parte del complejo sistema biofísico de la Tierra, la vida se encuentra frente a un altísimo riesgo de enfrentar cambios ambientales y ecológicos abruptos, extremos e irreversibles que pueden llegar a eliminarla y erradicarla del planeta. Muchos de estos efectos se están experimentando desde ya, en diferentes lugares y latitudes del planeta. Lo observado con la temporada de huracanes es desconcertante, no solo por su monumental tamaño, sino porque empiezan a formarse en lugares que era impensables, como efectivamente se puede observar en las aguas del Oceáno Pacífico frente a las costas del país mexicano. 
 
No ha bastado con los datos, los informes, los foros mundiales, así como tampoco ha sido suficientes los testimonios alarmantes y los llamados realizados por distintos agentes sociales entre los que se encuentran algunas organizaciones de ambientalistas, comunidades locales y gobiernos de Estado que reconocen la precaria salud planetaria y el estrecho límite de maniobra que aún queda para salvar a esta humanidad.
 
Recordar la preocupante imagen que compartió el Stockholm Resilience Centre sobre la evolución de este proceso de transgresión:

 

Fuente: https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html

 

A pesar de esta compleja y delicada situación y del llamado urgente que se hace desde el mundo científico y de los saberes ancestrales, persiste y se profundiza de modo perjudicial en el mundo, el escalamiento de la situación armamentista y guerrerista entre naciones, el acelerado deterioro por contaminación y explotación de ecosistemas estratégicos, el excesivo abuso a los territorios por la producción creciente e ilimitado de procesos industriales, empresariales y corporativos para acaparar mayor producción y más ganancias económicas, así como una persistente desidia y negligencia de una gran masa de ciudadanos que, entretenidos por los medios, los aparatos, la vida banal y las tecnologías, se encuentran ajenos, desinteresados y distantes de esta precaria realidad, porque logró esclavizar sus conciencias. 

Mientras esta situación debería llamar a la unión de las fuerzas sociales, políticas y económicas, en la defensa de la vida, en nuestros países, como efectivamente sucede en la Colombia de hoy, experimentamos grandes divisiones por fundamentalismos políticos, arrogancia, corrupción y prestigios de unos sectores poderosos y privilegiados que ha pretendido incomodar, entorpecer, obstaculizar,  torpedear y atrancar (Incluso, con intentos de golpe de Estado), todas las estrategias de acción de un gobierno progresista que se comprometió con la defensa de la dignidad del pueblo, la defensa de la vida, de los ecosistemas y la justicia ambiental. 

Es urgente que, como humanidad, junto a nuestros gobiernos locales y estatales, afrontemos estos hechos y con responsabilidad le demos la cara en busca de soluciones urgentes y prácticas. Es una oportunidad planetaria para alcanzar la unión y el trabajo conjunto que promueva oportunidades y otorgue direcciones que produzcan virajes hacia la vida de un modo más responsables; de igual forma que potencien formas de gobernabilidad y fortalecimiento de las instituciones capaces de dirigir este cambio, asociadas a formas de gobernanza más participativas e incluyentes.

Esto implicaría acciones y procesos de gran trascendencia como, por ejemplo:

 

·     Un sistema global que permita democratizar un sistema de alerta temprana y participativas que pueda proveer de datos -en tiempo real- y que, mediante procesos pedagógicos muy claros, se informe a la humanidad de la situación catastrófica a la que nos enfrentamos. Los temas asociados a los límites planetarios utilizan todo un mercado lingüístico muy técnico y de gran altura que no llega, muchas veces, a la comprensión de todos los ciudadanos del mundo. Esto implicaría la construcción de todo un sistema de mensajes claros y contundentes que podrían llamar la atención y la comprensión de todos y todas.

 

·      Una transformación o revolución educativa con pedagógicas y didácticas, correctas, claras y reveladoras que potencien prácticas de reflexividad de conciencia para fomentar la sabiduría. Implicaría incorporar en los currículos escolares y de educación media el área Ciencias de la Sostenibilidad, conformada por la enseñanza-aprendizaje de disciplinas como la Ecología, la Geografía (física y humana), Filosofía ambiental e Ingeniería Sanitaria, entre otras de gran importancia para comprender la sostenibilidad. En pocos años, el país contaría con masas de ciudadanos mejor cultivados en estos temas, y pondrán alcanzar mejores niveles de sensibilidad con el sistema de vida planetaria e, incluso, estar mejor capacitados para comprender, desde estas primeras bases educativas y sin dificultad, los llamados y toda la información que se procesa en cuanto a los informes científicos.

 

·   Flexibilidad para la gobernanza sostenible. Esto significa que las viejas estructuras que conforman la institucionalidad estatal fueron creadas en un momento distinto al actual. Por ello, su incapacidad de actuar ante escenarios como el actual, a lo que se suma dificultad en la comprensión y marcos políticos-legales para la acción. Esta situación exige que los Estados requieren con urgencia ponerse al orden del día y a la altura que exige esta grave situación planetaria. Es urgente la reestructuración del esquema institucional Estatal que pueda afrontar política, legal y de modo práctico el escenario de crisis global y de transición hacia la salvación del planeta. Construir en sus territorios nacionales, sistemas eficaces de gobernanza en todos los niveles geográficos que conforman su estructura.

 

·  Igualmente, estas transformaciones deben involucrar aspectos asociados a los marcos jurídicos. Se hace urgente que se configure, lo que podría ser una Jurisdicción Especial para la Sostenibilidad (JES) donde se configuren jueces con conocimientos profundos en temas ambientales y ecológicos. La JES tendría la función de administrar justicia transicional y conocer de los delitos y daños ambientales cometidos en el marco de la crisis ambiental y ecológica en el país. Este ente debería enfocarse en los delitos más graves y representativos del conflicto socioambiental, de acuerdo con los criterios de selección y priorización que sean definidos por la ley y los magistrados. Atendería conflictos cometidos por: todos aquellos cometidos por las instituciones del mismo Estado, por los empresas y corporaciones privados y por otros, como los grupos ilegales, como los promotores y ejecutores del narcotráfico, la biopiratería, entre otros.

 

·    Del mismo modo, que estados y sociedad recuerden y asimilen la importancia de otorgar papel central a la flexibilidad ante las situaciones de incertidumbre que emergen dada la complejidad del funcionamiento del sistema planetario, así como de poder comprender estos nuevos escenarios para la toma de decisiones que permitan un actuar. En ello es clave, los dos puntos anteriores indicados como capacidad de maniobra: el sistema de alertas tempranas como la gobernanza sostenible. Todo esto deben funcionar de modo coherente y sintonizados.

El objetivo central de todo ello sería retraer los datos de los límites planetarios a la región segura, donde exista capacidad de control, maniobra y manejo, garantizando así, las condiciones de vida en el planeta.


martes, 3 de septiembre de 2024

VALLE DEL RÍO CAUCA, PAISAJE COLONIZADO POR LA RED DE AGENTES POTENCIADORES DEL CAPITAL AGRÍCOLA Y AGROINDUSTRIAL

VALLE DEL RÍO CAUCA, PAISAJE COLONIZADO POR LA RED DE AGENTES POTENCIADORES DEL CAPITAL AGRÍCOLA Y AGROINDUSTRIAL

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales.
 
El actual paisaje del valle del río Cauca es producto de una intervención profunda de su espacio geográfico, realizada a lo largo del siglo XX por la intersección de intereses de grupos de poder político y económico regional, con la aprobación del Estado colombiano, la financiación de la Banca Internacional y la participación del gobierno de los Estados Unidos, entre otros socios globales. Esta región fue visitada y estudiada por diferentes grupos de expertos (franceses, ingleses, chinos, japoneses, etc.), todos ellos encargados de encontrar el mejor diseño de territorio, que se pudiera realizar en el menor tiempo y a menor costo económico.
 
En su momento, el Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento –BIRF- tomó al Departamento del Valle del Cauca como un ejemplo mundial, “Centro de Demostración del Desarrollo Regional”, para validar la perspectiva de que era posible llevar el desarrollo a los países de América Latina. El valle del río Cauca en Colombia era comparable con el valle del río Tennessee en EE.UU., lo que facilitaba implementar planes de diseño territorial exitosos, como efectivamente se había realizado en el país norteamericano.
 
Por ello, en el valle del río Cauca fue implementado el modelo del Plan Lilienthal, bajo la dirección de David Lilienthal, personaje que no solo se había encargado de constituir diseños en muchos otros países y en el suyo propio, sino que se encargó de estructurar una forma particular de territorio, al que además aportó con un modelo de gestión administrativa de los “recursos naturales”, bajo la figura de corporación autónoma regional. Lo anterior explica por qué, cuando se presentó la Revolución Cubana, el gobierno estadounidense decidió otorgar las cuotas azucareras en aquellas partes del mundo donde se estaban implementado estos diseños territoriales, y uno de esos lugares, el valle del río Cauca.
 
La ejecución de las obras del Plan Lilienthal transformaron radicalmente el espacio vallecaucano beneficiando y potenciando la agricultura comercial del Valle del Cauca. Esta agricultura comercial estaba siendo impulsada desde finales del siglo XIX y durante los primeros cincuenta años del siglo XX por grupos de linaje familiar-empresariales quienes apostaron, especialmente, por el negocio de la agricultura cañera. El cual se impuso como modelo territorial y tecno-económico. Estas familias-empresariales capitalizaron los buenos vientos que les fue dando la historia social y no dejaron escapar oportunidad alguna.
 
Los efectos del modelo territorial implementado fueron tan graves, que, en tan solo 30 años de ejecución del Plan, se había extinguido casi por completo el potencial natural del territorio. Información de la autoridad ambiental describe este efecto: en 1957 existían aproximadamente 10.049 ha de humedales y en 1986 tan solo quedaban 2.795 ha, una reducción del 72,0%; en cuanto a bosques, en 1957 existían 25.320 ha y en 1986 quedaban tan solo 8.668 ha, lo que indica una reducción de 66,0% (CVC, 1998). Muchos autores hemos demostrado cómo el modelo del diseño territorial vallecaucano produjo procesos de despojo de tierras campesinas, destrucción de ecosistemas estratégicos y dinámicas de acaparamiento de tierras. 
 
Además del monopolio, control y la incorporación casi sin límite de la tierra a la frontera cañera (geofagia), sucedió también con las fuentes de agua superficiales y geológicas (hidrofagia). Mediante fuerzas políticas y tecno-económicas, el valle del río Cauca presentó la configuración de un ordenamiento territorial mucho antes que se erigera toda la política de ordenamiento territorial. Por ello, los principios del ordenamiento territorial de la Ley 388 de 1997, va contravía al ordenamiento espacial ya existente y configurado décadas antes en esta región por el Plan Lilienthal: no aplican en la zona plana del valle del Cauca ni la función social y ecológica de la propiedad, ni la prevalencia del interés general sobre el particular, ni mucho menos, la distribución equitativa de las cargas y los beneficios. Nada de estos principios de Ley existen en lo que es el valle del río Cauca como territorio diseñado por el capital agrícola y agroindustrial.
 
El paisaje actual cañero dominado por extensiones de frontera cañera de lado a lado de las cordilleras y que se extienden sobre la zona plana desde el sur (en el Cauca) hasta el norte (en Risaralda), no fue construida por los grupos culturales, campesinos o ancestrales existentes, sino por un linaje de gremio económico poderoso que logró capitalizar las ventajas que le ofrecieron los eventos de la historia social y que logró consolidarse en el transcurso del tiempo con un clúster empresarial (una red de empresas asociadas e interconectadas donde el foco es la extracción de riqueza a partir de una planta como la caña de azúcar), cuyas áreas de cultivo se han desplegado y hoy rompen la frontera departamental del suroccidente para saltar a los llanos orientales en el Departamento del Meta, especialmente, en el Municipio de Puerto López, donde en 2010 el área sembrada de caña de azúcar era de tan solo 998 has y en 2022 llegó a 20.766 (Agronet, IGAC, 2024).
 
Las mismas estrategias, iguales discursos y el mismo proceder, han sido el repertorio de argumentos implementados por estas fuerzas económicas y políticas para legitimar la transformación de territorios, tanto en el Valle del Cauca como en las nuevas áreas colonizadas, como efectivamente sucede en el Meta. Y, sobre todo, el despliegue de aquellas estrategias con las cuales adquieren el reconocimiento social para que el ciudadano del común no se cuestione, no se pregunte sobre los costos sociales y ecológicos que implica transformar áreas biodiversas de bosques, de variedad productiva, de diversidad étnica y campesina, de riquezas de tierras, humedales y agua, en campos desolados de caña de azúcar.
 
Queda comprobado así, por la tradición investigativa, que el éxito e imposición del paisaje rural cañero generó detrimento, así como una histórica deuda ecológica, social y ambiental. Este es un paisaje altamente artificializado que eliminó biodiversidad y diversidad ecológica y social. Si acumulamos las ganancias del sector agroindustrial estas no alcanzarían para pagar la increíble deuda ambiental producida por más de cien años de actividad incesante, de contaminación del agua y la tierra, de quemas a cañaduzales, así como de la desposesión de un territorio de su gente. El valle del río cauca se presenta hoy como un amplio paisaje agrícola monopolizado por cultivos de caña cuya área alcanza las 240.534 ha sembradas (Asocaña, 2024, p. 33), sin diversidad, y con altos indices de insustentabilidad. La diversidad es uno de los principales principios que posibilitan la reproducción de las complejas condiciones de la vida.

--------------------------------
AGRONET. (2024). Reporte: área, producción,m rendimiento y participación municipal en el departamento por cultivo. https://www.agronet.gov.co/estadistica/Paginas/home.aspx?cod=4
ASOCAÑA. (2024). Informe Anual 2023-2024. Sector agroindustrial de la caña de azúcar.
CVC. (1998). Cifras de tierra y vida. Cifras del Medio Ambiente en el Valle del Cauca 1995-1997. Santiago de Cali: Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca.

lunes, 15 de julio de 2024

REXISTENCIA DE COMUNIDADES AFRODESCENDIENTES NORTECAUCANAS

 REXISTENCIA DE COMUNIDADES AFRODESCENDIENTES NORTECAUCANAS

Por:

Hernando Uribe Castro, PhD.


El norte del departamento del Cauca, localizado sobre este valle geográfico en Colombia, ha sido espacio de luchas sociales entre grupos de unas élites burguesas blancas, racistas y clasistas, o como se les denomina “amo-descendientes”, interesadas en impulsar sobre esta subregión el capitalismo agrario, contra unas comunidades descendientes de personas esclavizadas y pueblos indígenas que han experimentado desde mediados del siglo XIX los efectos del despojo de la tierra y del territorio que heredaron ancestralmente. En estas confrontaciones está presente el interés por la tierra y el control del territorio como un hecho social que es una constante no solo en la historia de esta subregión sino en la historia general de Colombia.

martes, 9 de julio de 2024

Hacia un diálogo intergeneracional sobre el territorio nortecaucano

 

Hacia un diálogo intergeneracional sobre el territorio nortecaucano

Por: Hernando Uribe Castro, Carmen Jimena Holguín y Ana Milena Carvajal


Este texto es producto del esfuerzo de un grupo de personas vinculadas a la Unidad de Organizaciones Norte Afrocaucanas y a la Universidad Autónoma de Occidente que, en sentido de lo que es posible tejer como saberes, unieron sus cuerpos y su senti-pensar para dejar este legado. El propósito de la presente cartilla es compartir la representación que sobre el territorio hacen sus pobladores y quienes participan de las organizaciones sociales presentes en el norte del departamento del Cauca.

viernes, 17 de mayo de 2024

RÉCORD HISTÓRICO DE LLUVIAS EN SANTIAGO DE CALI, SEDE DE LA COP16

 Récord histórico de lluvias en Santiago de Cali, sede de la COP16
 
Por: 
Hernando Uribe Castro, PhD.
 

Los efectos producidos por el tempestuoso aguacero que cayó sobre Santiago de Cali, el pasado miércoles 15 de mayo del presente año, se ubican como un hecho histórico para esta ciudad que pronto será sede mundial del mega-evento COP16 sobre biodiversidad.

La información oficial expone que el récord histórico de precipitación en Cali era de 82,4 milímetros, pero las lluvias del pasado 15 de mayo lo superaron con creces, con un valor de 105,1 milímetros (El País, 16 de mayo)[1]. Los efectos de tal torrencial, que se ubica en la escala de precipitación como advertencia naranja, no se hicieron esperar en una urbe cuyas políticas de desarrollo urbano le ha prestado poca atención a las características ambientales de la dimensión territorial, y de manera muy especial, a su plataforma ecológica. Los hechos actuales así lo refrendan.

Aunque Santiago de Cali se fundó en el siglo XVI, su proceso de modernización se configuró a lo largo del siglo XX y continuó extendiéndose en lo que va del siglo XXI sin la precaución y el cuidado que implica asentar una ciudad sobre un valle de inundación altamente intervenido y sobre unas zonas de ladera sin el control y la atención por parte de los entes de control territorial. Muchas fuentes de agua como cursos de quebradas y riachuelos que configuraban la entramada red hídrica que se desprendía de las altas montañas sobre los Farallones de Cali y bajaban por las colinas en busca de zona plana y el nivel de base sobre el río Cauca, fueron anuladas por los procesos modernizadores.

Sobre toda esta red de cauces y canales naturales de agua se puso cemento, construcciones y edificios. De este modo, el denominado desarrollo urbano borró por completo con sus edificaciones, sus vías y todo el complejo entramado urbano, alguna huella de esta impresionante red hídrica. Ejemplo de ello, se tiene con tres ríos (Cañaveralejo, Meléndez y Lili) intervenidos y convertidos en un solo canal interceptor que desemboca al sur de la ciudad en el río Cauca. Así como sucedió también con el cauce principal del río Cali que se desplaza por la zona norte, el río Cali, intervenido profundamente sin el cuidado y la precaución que tal tarea ameritaba. 

No se haga extraño, entonces, observar hoy en día, ante situaciones como las del 15 de mayo, imágenes de vídeo y fotografías de agrestes y corrientosos torrentes de agua desplazándose sobre vías, tumbando casas, inundando edificaciones, vías y demás zonas urbanas. El agua reclamando su espacio porque ella guarda su memoria. Suelo arcilloso escurriendo por las pendientes de las laderas y las calles de los barrios llevándose consigo todo lo que encontraba a su paso.

El hecho está en que, este tipo de sucesos serán más recurrentes en temporadas de lluvias. Y en temporadas de altas temperaturas, la situación será al contrario, con fuertes incendios porque el desarrollo urbano que negó las características de la plataforma ecológica de este territorio, eliminó casi por completo los bosques de protección de las montañas que rodean esta urbe. Los intensos calores serán insoportables para una ciudad que olvida el importante papel que debe cumplir el arbolado y la protección de los ecosistemas.

Infortunadamente, el ordenamiento territorial de Cali, así como el de otras ciudades en Colombia y en el mundo, está direccionado por intereses económicos asociados a sacar la mejor renta al suelo y al espacio urbano y rural, sin ningún tipo de reparo en cuanto al respeto por proteger las condiciones ecológicas y ambientales de estos territorios, y especialmente, de cumplir con el primer determinante de la Ley 388 de 1997.

Recordar que, Colombia cuenta con uno de los mejores marcos jurídicos asociados al ordenamiento territorial como la Ley 388 de 1997 y los planes de ordenamiento territorial que define el proceso del desarrollo del territorio y regula aspectos como la utilización, transformación y ocupación de los espacios con los cuales se orienta el devenir de los territorios, plantea como el primer y más importante determinante, normas de superior jerarquía nivel 1, las relaciones con “la conservación, la protección del ambiente y los ecosistemas, el ciclo del agua, los recursos naturales, la prevención de amenazas y riesgos de desastres, la gestión del cambio climático y la soberanía alimentaria”[2] (Ley 388 de 1997).

Este principio que es de primer nivel, es el más vulnerado, dada las lógicas del capital por el capital, con las cuales se llevan a cabo el desarrollo urbano y se pone en práctica el ordenamiento del territorio, generando así, uno de los problemas más estructurales que se exponen en las regiones: el problema de la lucha entre agentes territoriales por el monopolio del mercado del suelo urbano y rural.

El llamado desde el Plan Nacional de Desarrollo del actual gobierno es recuperar el sentido ecológico y ambiental de los territorios, y establecer un rencuentro, urgente, con el agua y el ordenamiento del territorio a partir de este bien natural; que los intereses políticos, de clase y económicos por el monopolio del mercado del suelo para sacar renta y acrecentar beneficios de capital privado, no sean los orientadores del desarrollo territorial, en escenarios donde la vida es la que se encuentra alta amenaza.

Recuerdo una frase de mi querido amigo Enrique Leff expuesta en uno de sus libros más importantes: “La cuestión más crítica yace en las posibilidades de deconstruir, tanto teórica como prácticamente, la racionalidad dominante del mundo actual y de construir una racionalidad ambiental fundada en las condiciones de la vida.”[3]



[1] El País. Cali vivió su diluvio: fuertes lluvias batieron registros históricos y afectaron a un centenar de hogares. Publicado el 16 de mayo de 2024. Consultado del 17 de mayo de 2024. https://www.elpais.com.co/cali/cali-vivio-su-diluvio-fuertes-lluvias-batieron-registros-historicos-y-afectaron-a-un-centenar-de-hogares-1646.html

[2] Ley 388 de julio 18 de 1997.

[3] Leff, E. (1999). Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad. México: Siglo XXI, p. 202.

viernes, 1 de marzo de 2024

LA "AUTOPISTA" SIMÓN BOLÍVAR EN SANTIAGO DE CALI

La “Autopista” Simón Bolívar en Santiago de Cali


Por: Hernando Uribe Castro, PhD.


Me llama profundamente la atención que, a pesar de las décadas transcurridas desde su apertura, la así denominada “Autopista” Simón Bolívar al oriente de la ciudad de Santiago de Cali en Colombia, continúe sin terminar en su diseño y estructura.

Esta es una vía considerada como una de las más importantes de esta región, porque conecta el norte del área metropolitana de Cali con la zona del sur, de un modo más directo y en un trayecto que acorta tiempo de desplazamiento.

Ella ha sido objeto de varias ampliaciones a lo largo de su historia -como sucedió hacia finales de la década de los años noventa con la construcción del segundo carril  en 1998- y las obras complementarias que se realizaron en la última década para incorporar las vías por donde transita el Sistema de Transporte Articulado. No obstante, esta importante ventaja con respecto a otras vías de la ciudad y de sus condiciones sociales de posibilidad de cumplir una función adecuada de movilidad, han sido deplorables por, el siempre, mal estado de su malla vial, de sus andenes, de la señalización y de la demarcación, que hacen de la Simón Bolívar, un lugar de tránsito de alto riesgo para la salud física y emocional de los ciudadanos.

No solo por lo que representa en términos de actos delictivos y criminales que sobre ella se presentan continuamente, sino porque su calidad y estado de vías -y de todos los elementos que la componen-, ponen en alto riesgo la vida de las personas que transitan como peatones y conductores.

Estamos ante un cinturón vial sin clara señalización y atestada de increíbles trampas mortales (como los gigantescos huecos) que sobresalen del pavimento, de sardineles, de los postes, de los cables y de los andenes. Transitar por sus cruces representa siempre un acto de valentía.

Por ejemplo, una persona con movilidad reducida tiene gran dificultad para desplazarse libremente por el espacio público peatonal, dados los desniveles en el piso, la ocupación con todo tipo de obstáculos sobre los angostos andenes mal ubicados y las constantes trampas que el caminante puede tener en su recorrido.

En ella existen “vías sin sentido” que, por arte de magia social -y a veces sin ningún tipo de advertencia-, pasan de 6 carriles a tan solo 2 y de tres carriles a tan solo uno. Posee una ruta para ciclistas que aparece en unos trayectos y, en otras, desaparece.

Esta ha sido una de las avenidas cuyo flujo se ve interrumpido por un creciente número de semáforos, dada la deficiente planeación de la red vial. Se han construido increíbles puentes a unos altos costos económicos que representan altos impuestos para los ciudadanos, pero que, una vez entrados en funcionamiento, se deterioran del modo más rápido.

Puentes vehiculares presentados por la publicidad de los políticos como las más grandes “Mega-obras” y cuya función ideal era permitir un mejor flujo urbano, han terminado bordeados y ocupados-obstaculizados –incluso sobre ellos mismos-, con semáforos que detienen y/o restringen el paso fluido. Inmensos puentes vehiculares con semáforos por debajo, por arriba y por los lados.

El caminante de a pie la tiene más difícil porque experimenta un alto riesgo, que potencia la probalidad de la pérdida de integridad física, sino porque tiene que enfrentar y experimentar los comportamientos de conductores irresponsables, quienes por sus afanes, transitan a unas altas velocidades sobre las vías, y lo peor, sobre los andenes. Esta avenida es un claro ejemplo de una anomia urbana.

Todo lo anterior ha alcanzado niveles de gran preocupación, dado que esta ciudad experimenta el incremento exponencial de autos y motocicletas que transitan por las calles, dadas las escasas exigencias en la normatividad a la hora de otorgar las licencias de conducción. El mercado de motos, por ejemplo, ha generado grandes dividendos a las compañías importadoras, ensambladores y productoras.

A ello se debe sumar una ciudad en crecimiento cuyo cuerpo de agentes de tránsito queda limitado en realizar su trabajo porque perdió toda autoridad entre los ciudadanos por causa del comportamiento corruptos de algunos de ellos. Son cientas las situaciones que se presentan asociadas a los atropeyos que producen los ciudadanos a esta autoridad. Aunque se hacen controles viales, estos son insuficientes.

Las tecnologías urbanas incorporadas, como las cámaras de foto-multa o de vigilancia vial, con las que se pretendía mejorar el comportamiento de los ciudadanos en su transcurrir por las vías de la ciudad, terminaron mercantilizadas para asegurar recursos económicos para las agencias; su objetivo inicial de ser controladoras y promotoras de nuevos compartimientos más responsables, se diluyó.

Como ciudadano, se piensa dos veces, antes de tomar la iniciativa de transitar por los muchos kilómetros que posee la “Autopista” Simón Bolívar de Cali. Y si nos vemos obligados a movilizarnos por ella, el sentido de seguridad, de certidumbre y de salir victoriosos y con vida de ella, decrece sustancialmente.

Estamos ante una realidad espacial de increíble riesgo; como ciudad importante de Colombia, se posee una vía cuyas condiciones sociales de existencia deplorable, cobra la vida de muchas personas a lo largo del año. Nadie dice nada. Nadie hace nada.







miércoles, 20 de septiembre de 2023

EN CALI ARDE UN VOLCÁN

 En Cali arde un volcán
 
Por:
Hernando Uribe Castro, PhD
Director Doctorado en Sostenibilidad

 

La fascinación por la historia ambiental reside en que, además de ir tras las huellas del pasado con perspectiva ecológica y ambiental, abre espacio a todas aquellas historias que, narradas por los pobladores, han rondado en el imaginario colectivo como sucesos extraños que se convierten en leyendas y, para las cuales, se construyen explicaciones basadas en un realismo mágico.

Estudiando el fenómeno de la extracción del carbón mineral en la ciudad de Santiago de Cali, encontré en un magazín que circuló en este lugar durante la década de los años setenta del pasado siglo llamado “Despertar Vallecaucano”, una nota que llevaba por título: “En Cali arde un volcán”. La nota relataba el caso de una pequeña mina ardiente que, según los habitantes del lugar, había estado en continuo incendio por más de cincuenta años.

Como soporte de verificación de esta fascinante historia, el Magazín le tomó una fotografía a la mina “La Esneda”, escenario donde ocurrieron los hechos. En la imagen, efectivamente, se observa el humo que se levanta como fumarolas hacia el cielo desde la falda de la montaña.


Fuente: Despertar Vallecaucano No. 12, noviembre – diciembre de 1973

La nota del magazín expuso, entonces, este caso ocurrido en el Corregimiento de Golondrinas, localizado a veinte kilómetros de la ciudad de Cali y habitado, en ese entonces, por aproximadamente unas trecientas personas cuya economía doméstica dependía de su actividad como mineros, como campesinos y como pequeños comerciantes.

Es importante recordar que desde el siglo XIX tanto la madera como el carbón mineral, había sido usados por los pobladores rurales como fuentes de combustión por las familias para las labores del hogar y la preparación de los alimentos. Con la llegada de los vientos de los procesos modernizantes, con el ferrocarril y sus trenes a vapor, el carbón mineral se convirtió en un producto básico de la economía regional y nacional. Lo que tuvo como consecuencia un aumento progresivo en el número de minas construidas, la llegada de migrantes para trabajar como mineros y en el movimiento sobre el territorio para la extracción de carbón mineral. Gentes de todas partes del país se asentaron sobre estas faldas de montañas con sus familias y ranchos. Poco a poco, por el furor del carbón se configuró la denominada “Cuenca del carbón”, que se extendió desde Yumbo en el norte, pasando por la capital vallecaucana y prolongándose hacia el municipio de Jamundí al sur.

Golondrinas como sector rural se caracterizaba en ese entonces por ser un área de importantes laderas y pendientes con viviendas dispersas sobre el paisaje montañoso. En ellas, los mineros con su fuerza física, picos y palas, abrieron profundos socavones para extraer el carbón mineral, el cual, una vez extraído de la mina lo transportaban por más de una hora hasta la ciudad mediante carros que eran jalonados por ellos mismos. La dificultad para el transporte del carbón se debía a que Golondrinas no contaba con línea férrea, ni con locomotora. De ese modo, tanto la extracción como de transporte, se hacía de un modo más rudimentaria y artesanal. Así, el paisaje social y geográfico de la región empezó su increíble transformación al pasar de ser un sector de importantes bosques a zonas despejadas y cada día más pobladas.

En este contexto social se fundó la mina “La Esneda”, que era un yacimiento de aproximadamente unos 10 kilómetros de profundidad y que, por razones para las autoridades desconocidas, sufrió un incendio interno. El origen de esta conflagración no se pudo identificar del todo, dada la profundidad de la mina y la imposibilidad de llegar al núcleo del fuego. Decían los pobladores que no era posible ingresar a la mina por la dificultad que esta representaba para poder respirar. Por lo visto, el incendio en la mina había iniciado desde la década de los años veinte.

Aunque en distintas oportunidades los mineros, autoridades y habitantes del sector trataron de detener el fuego, bien abriendo socavones para sacar el humo o esperando las temporadas de lluvias, este continuaba y nunca se pudo llegar al punto origen de la conflagración. Incluso, pensaron en taponar y derrumbar la mina, pero de inmediato se percataron del increíble riesgo que tal propuesta podría representar, dada la posibilidad de una potencial explosión de la montaña por el gas carbónico concentrado sin poder salir al exterior. Surgió así, la historia popular de la existencia de un volcán sobre las laderas en esta ciudad.

Para los mineros y habitantes de Golondrinas la montaña era una bomba activa, un volcán a punto de explotar. Incluso, se explicaba que, en algunos sectores de la montaña hubo derrumbes de grandes rocas. Dada la imposibilidad de conocer a ciencia cierta la realidad del asunto, emergió la capacidad imaginativa y especuladora de la fantasía de los mineros que llegaron a decir, que la profundidad de la mina, la enmarañada red de caminos y canales, así como la extensión de los túneles podía llegar subterráneamente a los barrios de Cali que se encontraban en la zona plana, tanto al barrio San Nicolás por uno de los brazos, como al barrio Versalles por el otro. Para los mineros Cali estaba asentada sobre una red de ramificaciones de las minas de Golondrinas y sobre un profundo volcán.

En la nota del magazín de 1973, se ofrece el testimonio de un hombre corpulento de 68 años, don Rafael Uribe G, minero de profesión que dijo haber llegado a vivir al corregimiento de Golondrinas cuando tenía 30 años, es decir en 1938 y, anotaba, que, a su llegada en su etapa de juventud, la mina ya ardía.

Las elucidaciones del imaginario social con respecto al origen del incendio al ser tan inciertas, dieron importante espacio para que los campesinos y mineros habitantes del sector crearan las historias más llamativas y con una especie de fascinación. Por ejemplo, algunas de estas historias múltiples, raras y asombrosas fueron:


“Dicen que un trabajador prendió un cigarrillo y lo arrojó a una veta. En ese momento se escuchó un gigante. Entonces los habitantes de la calle del cocodrilo, aquí en Golondrinas, salieron despavoridos. Después dizque se acostumbraron al ruido y la respiración violenta de este volcán. Otras especulaciones culpan del incendio a un rayo. Un día, un minero se metió solo a buscar carbón y se perdió. “Alguien se dio a su búsqueda con antorcha y se quedó allá. Después, dizque encontraron dos hombres muertos. Parece que se asfixiaron, pero según el terror que demostraban sus rostros padecieron lo increíble en su lenta agonía”. (Magazín Despertar Vallecaucano, 1973, p. 14).

A partir de esta historia emergió el mito del Volcán en los cerros de Cali. En el imaginario social de los pobladores de Golondrinas, el día que la mina quede taponada por alguna razón, explotará la mina y con ella, toda la montaña afectando enormemente a la ciudad de Cali. La representación social de la situación exponía toda una catástrofe: “Cali alcanzará a recibir inmensas corrientes de candela y aludes de rocas. Esto es lo que dicen los mineros. Y ellos, a veces, tienen más sentido común que los geólogos” (Magazín Despertar Vallecaucano, 1973, p. 14).

Pasado los años, finalmente, no se supo la realidad de los hechos. Lo cierto es, lo recurrente de estos casos relacionados con los incendios producidos en las minas de carbón. Desde 1956, entidades como el Servicio Geológico Nacional venía estudiando este fenómeno y, fue éste caso el de la mina “La Esneda”, el que condujo a que esta entidad del Estado diseñara estrategias y métodos aplicables para la extinción de incendios subterráneos. Uno de esos manuales claves fue el titulado “Causas de incendio en las minas de carbón “Las Golondrinas” en el departamento del Valle y métodos aplicables a su extinción / Servicio Geológico Nacional (SGNC) publicado en 1956.

Una de las posibles hipótesis barajadas por el Servicio Geológico Nacional de la época con respecto al incendio de Golondrinas en la mina “La Esneda” es que, se cree, fue de origen espontáneo, favorecido por la temperatura externa moderadamente alta, suficiente aire en las grietas y falta de corrientes de aire que hubieran removido el calor. También favoreció la naturaleza quebradiza del carbón que lo expone a la acción del oxígeno.

Hoy en día, aunque para una parte de los habitantes hubo una leyenda sobre la existencia de un volcán en los Farallones de Cali, casi nadie reconoce y conoce el origen de ésta.

---------------

  • Magazín Despertar Vallecaucano No. 12., noviembre - diciembre de 1973.