Plan Nacional de Desarrollo “Todos por un nuevo país”
¿Qué tipo de Estado se construye?
Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología
Estudiante del doctorado en Ciencias Ambientales, Universidad del Valle
Profesor Universidad Autónoma de Occidente
Uno
de los indicadores que mejor puede dar cuenta del tipo de Estado que se
construye por parte de los agentes interesados, es precisamente el Plan
Nacional de Desarrollo, que es el mecanismo mediante el cual se plasma la
gestión del Estado acorde al mandamiento constitucional y a los intereses de
los agentes acumuladores del capital (oficiales y privados).
El
Plan Nacional de Desarrollo también se convierte, de este modo, en un
instrumento para la acción del Estado, proceso mediante el cual, los agentes y
funcionarios administradores en colaboración con los agentes privados del
capital transforman de esa idea de Estado (como abstracción) a algo concreto y
real.
Tres
elementos integran la acción de Estado: lo oficial, lo público y lo universal.
(Bourdieu, 2014). Una dimensión oficial
en el sentido de que son acciones realizadas por agentes legitimados
oficialmente por ser representantes, comisionados o encargados por ocupar un
puesto público en la estructura burocrática y administrativa, cobijados bajo
legitimidad y en nombre del Estado, como por ejemplo, el Presidente de la
República. Una dimensión pública en
el sentido de que son acciones de interés público y de interés y conocidas por
todos. Y una dimensión universal
porque es de interés general a toda la sociedad, algo así, como una decisión
que compete a todos.
Con
todo esto claro, entonces se puede comprender el sentido que el gobierno
nacional del presidente Juan Manuel Santos pretende dar con el Plan Nacional de
Desarrollo bajo el título “Todos por un nuevo país” como propuesta que integra
las tres dimensiones de la acción de Estado: lo oficial, lo público y lo
universal.
Un
nuevo país en el sentido de un contexto de transición hacia una sociedad en
posconflicto. Un contexto que implica transformaciones importantes, por una
parte, en los diferentes campos que componen el Estado: jurídico,
administrativo y de lo legal, es decir en su sentido amplio, el campo
burocrático o de la administración del Estado. Y por otra parte, en las
transformaciones que requiere la sociedad para este nuevo contexto, en su
sentido físico y simbólico.
El
nuevo plan de desarrollo desplegará las estrategias de gestión encaminadas
tanto a los procesos de financiación
del posconflicto que ya han sido anunciados por el propio presidente -haciendo
uso de los recursos obtenidos por las actividades extractivas, como la minería-;
procesos de orden y control, como
reestructuración de las fuerzas del orden público, transformación de las
entidades del control fiscal, estadístico e informacional; como a los procesos de legitimación en la sociedad
a través de las transformaciones simbólicas y culturales requeridas, tales como
educación, comunicaciones y ritos de Estado. No es extraña, entonces, la
propuesta del gobierno de lograr la jornada única de estudio para todo el
sistema educativo en Colombia.
Pero
las preguntas más importantes son ¿qué
es lo que se legitima con este plan nacional de Desarrollo? ¿Quiénes están
detrás del nuevo proyecto de país? ¿Hacia dónde se encaminan los esfuerzos del
posconflicto?
Indudablemente,
el nuevo proyecto de país requiere de una Colombia en posconflicto no solo para
atraer las inversiones extranjeras sino también para legitimar la explotación
de los recursos de la naturaleza.
El
nuevo escenario de posconflicto alienta la implementación de las políticas
neoliberales, ahora presentadas bajo el discurso de la tercera vía.
Lo
que pretendió hacer el gobierno de Uribe en sus dos gobiernos a través de la
guerra y la confrontación armada haciendo uso de la entrega de los recursos y
del territorio a las firmas extranjeras, hoy lo hace Santos a través de sus dos
gobiernos, pacificando el país, para que una vez más pacificado se justifique
el ingreso de capitales y se extraigan de modo más eficiente estos recursos.
El
resultado finalmente es hacer del territorio nacional espacio de la economía globalizada,
focalizando el desarrollo en algunos sectores y dejando otros al margen.
Para
ello su Plan Nacional de Desarrollo con el lema “Todos por un país” que
contiene en la frase misma, la expresión de una dominación simbólica en el
sentido de que el mensaje pretende dar la idea de que todos están incluidos, de
que es una decisión de todos, es decir, universal. Frase que legitima y
universaliza las intenciones particulares de unos agentes, ahora transformadas
(maquilladas y teatralizadas) como interés colectivos de la nación.
A
pesar de ello, se requiere que se concrete el proceso de negociación en La
Habana. Que los acuerdos sean el puente hacia la reconstrucción de una Colombia
en convivencia: por el respeto a la vida y su dignidad, en toda su dimensión,
al planeta Tierra y a todos los seres vivos que habitamos en ella.