Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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miércoles, 25 de marzo de 2015

DOS MITOS DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

Dos mitos de la sociedad de la información

Por
Hernando Uribe Castro[1]

La presente reseña hace referencia al documento elaborado por el profesor Oscar Carpintero titulado “Pautas de consumo, desmaterialización y nueva economía: entre la realidad y el deseo”

El texto trata de confrontar el discurso, según el cual, la sociedad posindustrial (centrada en las actividades de la tercerización de las economías como por ejemplo, la sociedad de la información y la tecnificación) no tiene severos impactos sobre el ambiente.

Para Carpintero, el capitalismo actual (a pesar de esta tercerización) ha seguido expandiendo la producción de bienes y servicios a  costa de recursos naturales tanto en términos absolutos como relativos. Desmonta así la idea que supone que una sustitución de materias primas de tipo tradicional por nuevas materias (sustancias) menos intensivas en cuanto al uso de energía y materiales pueden conllevar al desarrollo sostenible y a la desmaterialización. (Carpintero, 2003).

Los datos y el análisis al ciclo de vida, según Carpintero, demuestran que en esta sociedad de la información se ha dado un incremento de la intensidad energética y material utilizada para la producción de todo el equipamiento tecnológico como ordenadores, celulares, entre otros productos que la dinamizan y que se pueden ver tanto en los hogares como en las grandes corporaciones y en la sociedad global en general.

No se debe perder de pista, que si bien, existen unos impactos de estos productos per cápita, existen unos valores absolutos de estos impactos que son demasiado importantes y peligrosos de modo masivo y global.  

Oscar Carpintero va a confrontar dos mitos:

·         El mito de que el desarrollo económico inmerso en el capitalismo logre efectivamente ser un desarrollo sostenible.

·         El mito de que la sociedad de la información es altamente coherente con el desarrollo sostenible debido al proceso de desmaterialización, debido  a que se requiere poca presión y uso sobre los recursos de la naturaleza. 

a. El mito 1. El desarrollo sostenible

Con respecto al primero mito, Carpintero, considera que es casi imposible establecer que se logre un verdadero desarrollo sostenible cuando, esta idea de desarrollo sostenible nació como una propuesta del enfoque económico convencional.

Según el enfoque económico convencional tres serían los elementos relacionados que beneficiarían el desarrollo sostenible: a) un proceso de tercerización de las economías en donde el sector servicios alcanzaba un 60% del PIB, lo que supondría, una disminución en la demanda de extracción de recursos minerales y de energía lo que equivaldría menor presión sobre el ambiente; b) una sustitución de las materias primas en las sociedades industriales por otras materias resultado del proceso del desarrollo de la ciencia y la tecnología que se encargarían de producir nuevos productos sintéticos que los reemplazarían; c) y al hacer uso de menos materias primas de la naturaleza, entonces supondría una reducción en la emisión de residuos y contaminantes.

Para Carpintero, estos tres postulados no se plantearon con ingenuidad, muchos de ellos sustentados con datos en diferentes estudios en todo el mundo, pero sobre todo con datos de los países ricos, consideras como las principales economías sostenibles. El problema es que estos postulados implicaban un análisis más profundo con respecto a las implicaciones que tendría estos postulados sobre los países considerados de economías pobres.

Para Carpintero, los impactos de estos tres postulados tenían efectos diferentes para unos y otros países. Por ejemplo, consideraba que “mientras los países ricos presentaban problemas con la depreciación de su capital manufacturado debido a su grado de industrialización, en el caso de los países pobres el escollo procedía de la creciente extracción de recursos naturales que merman su capital natural” (4). Los graves efectos ambientales serían trasladados a los países pobres, demostrado con los impactos sobre la huella ecológica.

Una segunda crítica que hace Carpintero a estos postulados donde se establece que el sector servicios produce menos impactos ambientales, plantea que sectores de servicios como los transporte requieren de importante cantidad de materias para su funcionamiento, o como el turístico.

Finalmente una tercera crítica relacionada con la sustitución de materias naturales por materias sintéticas, queda demostrado que no solo se hace un uso intenso de estos materiales sintéticos por el aumento de la población y el consumo, sino también por los requerimientos de energía y materiales para la producción de algunos productos industriales nuevos como la fibra de carbono, el poliuretano y el aluminio, todos ellos, resultados de la extracción de recursos de la naturaleza, como por ejemplo la fibra de vidrío que comienza con la extracción de productos de cantera y minerales no metálicos como sulfatos, piedra caliza, arenas y gravas.

Y si esto sucede con los requerimientos de energía y materiales, también habría que hacerse con los requerimientos de agua para la fabricación de estos nuevos elementos. Por ejemplo, la fibra de carbono requiere de 2.411 toneladas de agua por producto, 758 para aluminio.

Todo esto demuestra que el desarrollo sostenible no es tan sostenible cuando se sigue pensando desde la perspectiva de la economía convencional.

b. Mito 2. La sociedad de la información y la desmaterialización

Con respecto al segundo, íntimamente ligado con el anterior, Oscar Carpintero parte su análisis demostrando la contradicción discursiva promulgada por los gobiernos entre el desarrollo sostenible (entendida como la protección del medio ambiente y la menor presión sobre sus recursos naturales) y la necesidad de ir en camino a la sociedad de la información, del progreso tecnológico caracterizada por el avance de la tercerización de sus sociedades.

Para Carpintero se ha establecido una discurso engañoso, a veces transformado en mito, según el cual, en la nueva sociedad, es decir la sociedad de la información, se va encamino hacia una sociedad de la desmaterialización debido a que en la sociedad de la información se hace menor uso de los recursos de la naturaleza. Y que por tanto, en esta sociedad, donde se privilegian las actividades económicas centradas en los servicios, la presión sobre el medio ambiente tendrá menos costes ambientales.

Carpintero desmonta el mito mostrando los niveles de consumo de energía primaria  en tasas de aumentos del 4,5%. Pone como ejemplo España en donde un habitante consumía en 1995, 2,57 tep y en el año 2000 había aumentado a 3,12 tep. Lo que la desmateralización energética no se habría dado, sino que por el contrario el consumo energético había incrementado en un 21%.

Buena parte de la explicación de esta dinámica se encuentra en el metabolismo de hogares, las empresas y las administraciones públicas. Esto pone en contacto dos elementos que casi no se pusieron en relación como lo es la producción y las pautas de consumo. Es claro que en las sociedades tercerizadas, el aumento de energía en los hogares aumenta como claramente Carpintero lo observó en países como Luxemburgo, Suecia, Irlanda, Bélgica y Finlandia.

La alimentación de una población en crecimiento también genera importantes impactos en la huella ecológica territorial. Por ejemplo, el consumo de carne. Entre 1955 y 1995 se dio un incremento de este producto a pasar de un 20% al 50%, teniendo en cuenta que hoy los hogares cuentan con importantes artefactos tecnológicos en la cocina y producción de comida industrial. Incluso en sociedades con escaso crecimiento económico la tendencia al aumento de la huella de la alimentación va en ascenso como cita Carpintero para el caso de la Gran Bretaña.

Para Carpintero, incluso se ha planteado el tema de la inmaterialización de la economía donde el mejor ejemplo está en las nuevas tecnologías, o, como por ejemplo, para el sector empresarial, las llamadas oficinas sin papeles, donde se pensó habría menos consumo de material y energía. La cuestión central no está en el consumo que se hace de estas nuevas tecnologías (ordenadores, celulares, Tablet) en la idea de disminuir los impactos sobre la naturaleza, sino que el mismo proceso de producción de estas tecnologías en una sociedad de consumo, parece tener grandes efectos, que incluso se van a expresar en la disposición final o de residuos. Sobre todo, porque son equipos y tecnologías que requieren de grandes cantidades de combustibles fósiles y minerales.

Los autos, la telefonía, el tvcable, los semiconductores, los ordenadores, son todos productos y artefactos con altos niveles de producción de materias primas minerales. Según lo expresa Carpintero, “Dado que los requerimientos energéticos son considerables, conviene recordar que sólo el monitor de un ordenador de mesa convencional supone la emisión de casi 700 kg de CO2 a la atmósfera, cifra que si la ponemos en relación con el valor añadido generado por la producción de un ordenador completo, se acerca a la mitad del impacto ambiental sobre el cambio climático que ejerce la fabricación de un automóvil.” (24).


Reflexión final

Una vez planteado lo anterior, deseo expresar que estoy de acuerdo con Carpintero en el sentido de que, existen discursos que se hacen pasar por ambientales cuando se presentan que por unidad o por uso per cápita (personal) se tiene poco impacto ambiental.

La dimensionalidad del asunto por tanto se encuentra tanto en el consumo per cápita de productos sino también en las cantidades absolutas que representa determinado bien o producto en términos de su consumo, porque es en lo absoluto donde se pueden observar los verdaderos efectos y presión sobre la naturaleza. Dicho de otro modo, la masificación del producto para su consumo.

José Bellever Soroa en un bello texto titulado “Lo pequeño no es tan hermoso: los costes ambientales del consumismo de aparatos electrónicos”  y publicado hace un par de años cita los siguientes datos:


Como se puede observar, es sustancial el incremento mundial en millones de unidades del consumo de aquellos productos que aparentan no tener impactos ambientales. Por ejemplo, la venta de ordenadores pasó de 308,3 en 2009 a 315,2 millones de unidades en 2013. Las tabletas (Tablets) que son una producto reciente en el mercado global pasó de 19,5 en 2010 pasó a 197,2 millones de unidades en 2013. Televisores de igual modo, pero es sorprendente los valores de teléfonos móviles que en 2009 se vendieron 1211,2 millones de unidades y en 2013 la cifra habías ascendido a 1875,8 millones de unidades.

En este caso, no es solo el producto físico, es decir, por ejemplo el teléfono móvil, sino que implica toda la plataforma (desde el cargador de celular hasta el satélite que gira sobre la Tierra) que se requiere para su uso, incluyendo, el flujo de energía que transporta la información (mensajes orales, escritos, imágenes) así como la energía almacenada (batería) para que pueda funcionar. Algunos datos para el 2009 aportados por Fundación Terra[2] de la huella ecológica de un teléfono móvil reciente serían:

·         La duración de uso de los terminales móviles no supera los 2 años
·         creciente miniaturización de los chips: si para un gramo de microchip se precisaban en el 2005 unos 34 kg de materiales diversos (la mitad de agua), hoy las nuevas prestaciones están exigiendo por gramo de microchip hasta 50 kg.
·         En 2009 se registraron 702.700 toneladas de residuos RAEE, más del 50% correspondiente a electrodomésticos, pero casi el 23% de aparatos informáticos y microelectrónica.
·         España sólo alcanzó una ratio de recogida de RAEE de 3,54 kg/habitante/año en proporción a su cuota de mercado (un 14% del total nacional).
·         En el año 2009 el volumen de RAEE por cada español era de 14,4 kg anuales.
·         El número total de líneas vinculadas a internet móvil alcanzó en 2009 las 21,5 líneas por cada 100 habitantes: líneas de banda ancha por redes fijas y móviles, el 16,7% de este total fueron de redes 3G/UMTS (para la telefonía móvil).
·         La telefonía móvil alcanzó en 2009 las 122 líneas por cada 100 habitantes. Se calcula que los terminales operativos son más de 50 millones de aparatos y las ventas anuales de nuevos terminales oscila entre 20 y 25 millones de unidades sólo en España.

Creo que al leer a Carpintero se pierde ese estado de inocencia en el que se nos había hecho caer al presentarnos las nuevas tecnologías y el sector de los servicios como sectores de bajo impacto ambiental, cuando lo que se demuestra es que en términos absolutos los efectos sobre el medio ambiente son desastrosos. Esto pone entre dicho el discurso de la desmaterialización de la economía que promueven algunos gobiernos sin establecer con claridad quiénes y en dónde están los que pagan por los efectos de esta desmaterialización, como efectivamente sucedió con los países ricos donde el pago ambiental lo dieron los países de economías pobreS.

Esto nos conduce a otro cuestionamiento altamente preocupante como lo es el comportamiento humano en una sociedad de alto nivel de consumo de productos que no son considerados básicos sino que satisfacen unas necesidades banales de lujo, imagen y estatus social. La sociedad del lujo, como lo expresaría Lipovetski, y/o la sociedad de la modernidad líquida, como lo expresaría Bauman, no solo tienen efectos para la banalidad del ser humano, sino que expresan, además, un entendimiento demasiado pobre de lo que significa este estilo de vida para la naturaleza.


Bibliografía

Bauman, Zygmunt. (2002). Modernidad Líquida. México: Fondo de Cultura Económica.

Bellver Soroa, José. Lo pequeño no es tan hermoso: los costes ambientales del consumismo de aparatos electrónicos. En, Boletinecos, Fuhen ecosocial, No. 25, diciembre 2013-febrero 2014.

Carpintero, Oscar. Pautas de consumo, desmaterialización y nueva economía: entre la realidad y el deseo. En, Joaquim Sempere (ed.), Necesidades, consumo y sostenibilidad, CCCB/BaKeaz, Barcelona, 2003.

Lipovetsky, Gilles; Roux, Elyette. (2004). El lujo eterno: de la era de lo sagrado al tiempo de las marcas. Barcelona: Anagrama.






[1] Magíster en Sociología, profesor del Departamento de Ciencias Sociales y director del grupo de Investigación en Conflictos y Organizaciones de la Universidad Autónoma de Occidente. huribe@uao.edu.co
[2] Impacto ambiental de móviles y microelectrónica. http://www.terra.org/categorias/articulos/impacto-ambiental-de-moviles-y-microelectronica

viernes, 13 de marzo de 2015

AUTOPOIESIS, EL FENÓMENO DE LA VIDA

Capítulo 2 titulado Autopoiesis, el fenómeno de la vida, del libro "Pensando ambientalmente"de Hernando Uribe Castro. Cali, 2016. 39-46 pp.

CAPÍTULO 2

Autopoiesis, el fenómeno de la vida

“Todos sabemos que es la vida, pero es imposible traducirlo en palabras”

F. Varela, 2000:21

Una de las inquietudes que más ha rondado en mi cabeza durante mucho tiempo ha sido precisamente la cuestión por la vida. En mis extensas conversaciones con mi estudiante Andréx, empezamos a indagar-nos sobre estos asuntos. Las indagaciones mutuas nos exigieron un mayor campo teórico del que teníamos, pues nuestros fundamentos en ciencias sociales, si bien lograban darnos algo de claridad y enfoque, quedaban desbordados cuando hacíamos la pregunta por la vida como un sistema.

Este descubrimiento fue bastante importante para los dos, porque entonces nos dimos en la tarea de indagar bibliografía sobre este asunto. Encontramos textos bastantes especializados y muy complejos para nuestro humilde y limitado entendimiento, como por ejemplo, el documento de Erwin Schrödinger titulado ¿Qué es la vida?, pero encontramos también un conjunto de lecturas que además de esclarecedoras y motivadoras para nuevas discusiones, fueron libros más allegados a nuestra formación.

Tengo como objetivo futuro dedicarme más a Schrödinger porque encuentro en él elementos demasiado interesantes, pero mis limitaciones todavía en temas como la química y la física me limitan a disfrutarlo, entenderlo, explicarlo y sacarle el máximo provecho a tan interesante texto, citado por casi todas las personas que han escrito sobre la vida y los sistemas complejos. El proceso de construirnos y de construir conocimiento es lento, pausado y, por tanto, tomarlo con calma.

Los escritos a los que hago referencia como aquellos más allegados a mi campo o que, por lo menos, los entendí con menos complicación fueron los escritos por la pareja de Humberto Maturana y Francisco Varela. A él, mi estudiante Andréx, le interesó el tema de las emociones de Maturana y a mí me interesó el tema de la autopoiesis, concepto que he considerado clave para mi tesis doctoral sobre socioecosistemas en el Valle del Cauca en Colombia.

Continué indagando y tratando de comprender de modo más claro este concepto tan complejo y sobre el que recaen muchas discusiones entre las que se encuentran por ejemplo, la discusión de si sólo es posible aplicar a los fenómenos celulares o si es posible aplicar a los fenómenos sociales; la discusión de si el universo mismo es un sistema autopoiético o no. Y la verdad es que todavía existen elementos de la autopoiesis que no logro comprender pero que estimulan a seguir profundizando en ello.

No obstante, me ha llamado profundamente la atención que tanto las perspectivas de la teoría de la simbiogénesis, como la hipótesis Gaia y con la teoría de la autopoiesis, encuentran su conexión en la explicación de la organización viviente en el planeta Tierra y se convierten en elementos centrales para explicar mi idea de la necesidad de encaminarnos hacia una explicación del sistema viviente como totalidad más allá de la humanidad. En este sentido y tal como se observó con el planteamiento de Lynn Margulis, la simbiogénesis permite comprender el modo como se da el paso del mundo proctista al mundo de las eucariotas, y en este proceso cómo la perspectiva Gaia permite comprender cómo estas dinámicas biológicas que se corresponde con intercambios y procesos físicos, químicos y biológicos estuvieron en permanente relación con ese mundo externo, el de la configuración terrestre, que observó cómo se fue formando la atmósfera por millones de años como respuesta a esa interrelación sistémica entre la dinámica microscópica y las condiciones geológicas, climáticas y atmosféricas, por todo la esfera terrestre.

Francisco Varela hace anotaciones muy interesantes cuando trata de dar cuenta del cómo la idea de autopoiesis generó turbulencias en el mundo científico y permitió desarrollos sorprendentes para campos como la biología celular. Expresa el propio Varela: “Más importante para mí, fue que la idea empezó a suscitar interés entre los biólogos, muy especialmente a través de Lynn Margulis, destacada investigadora del origen de la vida y la evolución celular. A partir de comienzos de los años 80. Margulis adopta la autopoiesis como el criterio para definir el origen de los seres vivos y difundió la idea a muchos otros científicos activos el área.” (Varela, 2000:439).

Pero entonces, ¿Qué es eso que tanto impacto tuvo para la investigación científica y que tanto logró movilizar las nuevas explicaciones sobre el origen de la vida y el proceso evolutivo después de los aportes de Charles Darwin?

La autopoiesis es definida como aquel fenómeno de la vida que consiste en la capacidad que tiene una célula, que como unidad, puede realizar un conjunto de funciones que le permiten su autoproducción, automantención y distinción de otras.

“Un sistema autopoiético está organizado (esto es, se define como una unidad) como una red de procesos de producción (síntesis y destrucción) de componentes, en forma tal que estos componentes: (i) se regeneran continuamente e integran la red de trasformaciones que los produjo,  y  (ii) constituyen  el sistema como una unidad distinguible en su dominio de existencia.” (2000:30)[1]

Una unidad como un sistemas vivo posee un conjunto de componentes con funciones que se interrelacionan y permiten el funcionamiento de la unidad como un todo sistémico complejo, pero esto es solo comprensible no observando los componentes sino la emergencia que todo complejo tiene el sistema. La unidad produce su organización a partir de la dinámica de sus propios componentes que no son compresibles solo como componentes sino como un todo como unidad.

Esta unidad como sistema vivo, o como Maturana y Varela lo denominaron en su primera versión máquina viviente[2] tienen características.

Una de estas características es la capacidad de producir relaciones que producen regeneración de los elementos que la producen. “son unidades cuya organización queda definida por una concatenación particular de procesos (relaciones) de producción de componentes, la concatenación autopoiética, y no por los componentes mismos o sus relaciones estáticas” (2003:69). Esto significa que en la unidad viva, sus componentes producen funciones que en su conjunto regulan el funcionamiento del sistema y este funcionamiento regular la función y producción de cada componente.

Una unidad autopoiética expresa una organización, no en el sentido banal del término, sino en el sentido sistémico. Es decir, procesos concatenados de tal manera que estos procesos producen “los componentes que constituyen y especifican el sistema como una unidad” (2003:70)

Incluye además su característica de ser un sistema homeostático donde la organización mantiene el sistema. Para Maturana y Varela esta característica homeostática es importante porque: Las máquinas autopoiéticas son autónomas, se produce así mismas; poseen individualidad que hace conservar la identidad y que no dependen de la existencia de un observador; se definen como unidades puesto que se constituyen sus propios límites; no tiene entradas y salidas, pero pueden ser perturbadas por el mundo externo. “Sin embargo, cualquier serie de cambios internos que se produzca está siempre subordinada a la conservación de la organización de la máquina, siendo esta condición definitoria de las máquinas autopoiéticas.” (2003:71).

Estas características son identificadas en los sistemas vivos, y más difícil aun en los sistemas sociales. Para los autores de este concepto, “la autopoiesis como condición necesaria y suficiente para que un sistema vivo sea vivo.” (2003:74).

Varela ha planteado además que existen tres condiciones que se requieren tener en cuenta para dar respuesta a la pregunta ¿Cuándo se puede decir que un sistema es autopoiético?

-      Que la unidad autopoiética o máquina viviente posea un borde semipermeable o que posee un límite constituido por componentes que permiten establecer el espacio interno como el externo. En la célula este borde es la membrana.
-      Que la unidad autopoiética posea una red de reacciones establecida en el interior de la unidad.
-      Que la unidad autopoiética o máquina viviente tenga interdependencia entre los componentes que define el borde y la red de reacciones establecida en el interior.

Quiero señalar aquí la importancia del primer criterio porque considero que es fundamental para comprender el momento exacto en que una unidad de vida se complejiza para ingresar en el proceso evolutivo como ocurrió en el tránsito preciso entre el mundo de las procariotas a las eucariotas o células nucleadas y el papel que la membrana cumplió en ello.

Para la vida fue muy importante que las unidades básicas de la vida en su configuración como unidades marcaran su diferencia entre sus componentes y elementos constitutivos y ese mundo exterior. La membrana al incorporarse, incorpora la unidad y la diferencia de otros elementos del ambiente. Esto es, la membrana le permitió configurar el entorno de la unidad o la máquina viva y además su protección y diferencia de los elementos disueltos en el amiente en donde se constituyó la unidad. Esto lo ha expuesto claramente John Postgate cuando explicaba que:

“Las células están rodeadas de unas membranas; tienen que estarlo, o su contenido se escaparía. Pero estas membranas son muy especiales, en el sentido de que dejan entrar en la célula aquellas cosas que ésta necesita (nutrientes y oxígeno, por ejemplo), y también dejan salir materiales de desecho. Las membranas están constituidas en parte por proteína, pero también son céreas: en su constitución intervienen grasas.” (2009:24)

Regresando a la pregunta planteada por Francisco Varela y los tres componentes necesarios del sistema autopoiético, borde semipermeable, red de reacciones e interdependencia, establece que los virus no pueden considerarse como un sistema autopoiético por varios razones: si bien el virus tiene un borde, sus componentes no son generados en el interior del virus sino en la célula donde éste se aloja. Por tanto si cumple el primer criterio (borde semipermeable) no cumple en segundo (red de reacciones) y en consecuencia no cumpliría ya el tercero (interdependencia) que requiere del primer y el segundo criterio.

En resumen, la autopoiesis se convierte en eje central de la nueva teoría de la vida en la Tierra. Incluso para los estudios sobre cibernética, este concepto será central por lo que implica el funcionamiento de la vida. Y creo que dos autores como Heinz von Foersteer y Lynn Margulis, logran sintetizar esta compleja idea: Para la bióloga estadounidense “Los sistemas autopoyéticos metabolizan, mientras que los sistemas que no son autopoyéticos no lo hacen. Las proteínas, los virus, los plásmidos o los genes no pueden por sí mismos realizar ningún tipo de metabolismo; aislados no son nunca autopoyéticos. El metabolismo incluye el intercambio de gases y líquidos (por ejemplo, respirar, nutrirse y excretar); es la manifestación detectable de la autopoyesis. Ésta requiere siempre una fuente de energía. Las energías luminosa y química son esenciales para la autopoyesis, es decir, para mantener la vida.” Para el físico austriaco y constructivista Foerster, “Autopoiesis significa la hechura de uno mismo” (1998:640).

Uno de los autores que mejor difusión hizo de la teoría de la autopoiesis hacia el campo científico en general fue Heinz von Foerster, sobre todo en los estudios de la cibernética. Foerster (1998), considera que si un sistema autopoiético establece sus propias normas entonces es autónomo y si es autónomo, el sistema es responsable de su propia acción y sostenimiento. Y si es responsable de su propia acción entonces permite que todo funcione y si todo funciona de modo autónomo y responsable entonces es ético.


-      ¿Autopoiesis en los sistemas sociales?

No obstante, Maturana considera que existen diferentes órdenes de sistemas autopoiéticos: los de primer orden serían las células, los de segundo orden son los organismos porque son agregados celulares como sistemas autopoiéticos y los de tercer orden que están relaciones con formas sociales de organización de especies como las colmenas de las abejas, colonia, familias o un sistema social. Maturana que en uno de sus más famosos libros, el Árbol del conocimiento, escrito también con Varela, señalaban que los sistemas sociales no son sistemas autopoiéticos más allá de lo molecular:

“que los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, señalando que lo que nos define como la clase particular de sistemas autopoiéticos que somos, esto es, lo que nos define como seres vivos, es que somos sistemas autopoiéticos moleculares, y que entre tantos sistemas moleculares diferentes, somos sistema autopoiéticos (…) aunque es indudable que los sistemas sociales son sistemas autopoiéticos de tercer orden por el solo hecho de ser sistemas compuestos por organismos, lo que los define como lo que son en tanto sistemas sociales no es la autopoiesis de sus componentes, sino que la forma de relación entre organismos que los componen, y que connotamos en la vida cotidiana en el preciso momento en que los distinguimos en su singularidad como tales al usar la noción de sistema social (…) tampoco los sistemas sociales son sistemas autopoiéticos en otro dominio que no es el molecular” (2003:18-19)

En la sociología, que debería ser más cercana a mí, encuentro que quien ha tratado de abordar este asunto de la autopoiesis en la sociedad ha sido Niklas Luckman en sus profundos estudios sobre la sociedad como sistema social. El mismo Maturana, autor y cofundador de este concepto critica la perspectiva de Luhmann:

“Tampoco lo son, o podrían serlo, en un espacio de comunicaciones, como propone el distinguido sociólogo alemán Niklas Luhmann, porque en tal espacio los componentes de cualquier sistema serían o comunicaciones, no seres vivos, y los fenómenos relacionales que implican el vivir de los seres vivos, que de hecho connotamos en la vida cotidiana al hablar de lo social, quedarían excluidos. Yo diría  lo más que un sistema autopoiético en un espacio de comunicaciones se parece a lo que distinguimos al hablar de una cultura.” (2003:19)

Como se puede apreciar en el estudio de sistemas complejos una de las consideraciones es que se debe tener precaución con el uso de los conceptos que desde estas teorías se surgen. No es tan sencillo aplicar un concepto y ubicarlo de inmediato a una realidad particular.

Se ve en las conversaciones de pasillos y uno que otro artículo publicado, a veces en revistas no especializadas estos conceptos complejos. Se usan porque suenan bien, o están de moda, o sencillamente porque se considera son comprensibles de primera mano. Y este es precisamente uno de los inconvenientes a la hora de hacer uso de las nociones y sus traslados hacia otros campos.

Francisco Varela es bastante claro al presentar sus reticentes ideas frente al uso del concepto para explicar procesos que están más allá, como los sociales, como ha sucedido con el caso de la teoría jurídica, la sociología, la literatura y los estudios de familia en la psicología. Varela (2000), expresa que el concepto de autopoiesis surgió para explicar la organización de los sistemas vivos y no para extenderlo a otros procesos y fenómenos: “ha habido intentos repetidos de caracterizar, por ejemplo, una familia como un sistema autopoiético, de manera que la noción se aplique en esta caso estrictamente. Estos intentos se fundan, en mi opinión, en un abuso de lenguaje.” (Varela, 2000:441).

Sobre todo porque es un concepto que busca comprender cómo un proceso de individualización celular a partir de la configuración esta unidad como un sistema viviente, permitió dividir esa unidad en un externo y un interno y que por tanto ese interno se dispuso hacia todo el proceso evolutivo de la vida en el Planeta. Para Varela, el proceso evolutivo al que alude Darwin es resultado del proceso de autopoiético de individualización celular. (Varela, 2000:434)

No me atrevo todavía a ubicar el concepto de autopoiesis en el estudio de los sistemas socioecológicos porque todavía hay que ubicar el nivel al que pertenecen los ecosistemas en la jerarquía ofrecida por la teoría de la autopoiesis. Trato de comprender el llamado que le hace Humberto Maturana a Niklas Luhmann cuando pone en duda el concepto de autopoiesis para sistemas sociales. Maturana plantea que más que un sistema social sea un sistema autopoiético, no lo es el sentido estricto del concepto, si se podría expresar que la cultura tal como la plantea la antropología posee elementos similares a los esquemas autopoiéticos utilizados para comprender el sistema viviente.

Si bien la sociedad es un sistema viviente, lo es en otro orden diferente a la célula así la célula y el conjunto de ellas conformen cada uno de los individuos que pertenecemos a la sociedad. Pero la autopoiesis no se define por el agregado de células sino por una forma muy particular de producción de vida en el interior de unidades o máquinas vivientes.

Han pasado más de 40 años desde la aparición del concepto autopoiesis de Maturana y Varela. En 2013,  se celebró en Chile el Simposio 40 años de la Autopoiesis donde se discutió la actualidad del concepto de Autopoiesis en el marco de cinco ejes de análisis: la Vida, el Conocimiento, la Evolución, la Sociedad y el Medio Ambiente.

De este modo, la autopoiesis es ese otro discurso que pone en tela de juicio y que critica, de modo indirecto, la tendencia de la humanidad a autodefinirse como la especie escogida de poseer el derecho abarcante del ser el sistema viviente en su totalidad. La autopoiesis destruye el ego especie centrismo humano.





[1] En el libro “De máquinas y seres vivos” la definición de autopoiesis es la siguiente: “una máquina autopoiética es una máquina organizada como un sistema de procesos de producción de componentes concatenados de tal manera que producen componentes que: (i) generan procesos (relaciones) de producción que los produce a través de sus continuas interacciones y transformaciones, y (ii) constituyen a la máquina como una unidad en el espacio físico. (2003:68).
[2] Diferente a una máquina alopoiética que son “máquinas (que) producen con su funcionamiento algo distinto de ellas mimas – como en el caso del automóvil” (2003:135).

miércoles, 11 de marzo de 2015

LO INTERDISCIPLINAR DE Y EN LAS DISCIPLINAS

Lo interdisciplinar de y en las disciplinas

Por: Hernando Uribe Castro[1]

Introducción

Este es un documento reflexivo donde se plantea que en el proceso de interdisciplinariedad, no es la totalidad de los componentes de la disciplina los que participan, sino solo aquellos elementos que, desde la perspectiva y las consideraciones de los especialistas y agentes del campo disciplinar son posibles y pertinentes de llevar, compartir, aportar y acoplar a ese otro espacio y/o plano interdisciplinar para construir como equipo objetos de investigación.

Para abordar este asunto es necesario que hagamos una distinción entre comprender lo interdisciplinar, de las disciplinas y comprender lo interdisciplinar en las disciplinas. Por consiguiente, a la pregunta ¿qué es lo interdisciplinar de y en las disciplinas?, se procede con la necesaria precisión de tres procesos interdependientes: la interdisciplinarización, la interdisciplina y lo interdisciplinario.

La interdisciplinariedad será entendida aquí como un plano emergente de producción de nuevo conocimiento, de carácter complejo y sistémico, resultado de las intenciones, motivaciones o intereses de diversos agentes disciplinares, quienes a partir de una postura de actitud y apertura mental logran interactuar entre sí para articular científicamente algunos de los componentes disciplinares como teorías, conceptos y métodos, para estudiar e investigar de modo diferente -a como lo harían las disciplinas-, distintas problemáticas que como sistemas complejos se expresan en el mundo.

De este modo, la interdisciplinariedad se ha convertido en un reto epistemológico que genera tensiones en las disciplinas en tanto la interacción, interconexión y retroalimentación, como características del proceso de producción interdisciplinar, puede tener repercusiones e incidencias mutuas tanto en las disciplinas como en la interdisciplina.

Después de que los agentes armados de fortaleza y con algunos elementos disciplinares  se encaminan y participan en el plano interdisciplinar, agentes y disciplinas tienden a transformarse y actualizarse. Entre las repercusiones, seguramente, estará presentes los temas de las validaciones de los resultados obtenidos por la investigación interdisciplinar, las disputas por la confiabilidad de la información y de los hallazgos y, por supuesto, las discusiones por los impactos de la investigación para el mismo campo disciplinar como para la sociedad. Siempre será objeto de atención y discusión la construcción del objeto interdisciplinar.    

En este sentido, se pone todavía más en evidencia dos ideas que han sido ya señaladas por Pierre Bourdieu (2000), pero que a veces pasan todavía desapercibidas y como ideas ingenuas que parecen prevalecer en el sentido común de la comunidad científica: la primera es que frente a la imagen del sentido del orden y estabilidad al interior de las disciplinas, estas se encuentran de modo permanente en relaciones de caos, complejidad e incertidumbre. Y el segundo, que las luchas dadas al interior del campo científico y de los campos disciplinares transforma aquella imagen de ser escenarios pacíficos y pacificados (Bourdieu, 2000), por una imagen que pone en evidencia competencias, intereses y confrontaciones constantes y permanentes por validar o refutar los resultados investigativos, así como también, las posturas en las que se confronta la participación disciplinar en el espacio interdisciplinar.

La sola discusión por la interdisciplina en las disciplinas genera turbulencias y remezones que pueden ser divergentes y/o complementarias, unas a favor y otras en contra, unas que dicen que si es posible y otras que expresan que no lo es. Estas turbulencias, desde nuestra apreciación y comprensión son positivas porque exigen de los agentes, sea que están a favor o en contra de la interdisciplina, una vigilancia constante de su campo y una exploración más profunda de los estatutos epistemológicos, teóricos y metodológicos que han fundamentado y caracterizado sus campos disciplinares a lo largo del tiempo.

Incluso, el reto interdisciplinar lleva a una profunda reflexión epistémica sobre los límites, los alcances, las restricciones y las posibilidades disciplinarias. Vigilancia permanente que significa que las disciplinas no pueden considerarse como territorios que están definidos para “siempre”, que no son estáticos ni tampoco campos congelados en el tiempo, en los que pareciera que todo está resuelto de por vida, sino campos históricos en permanente transformación y revolución.


  • No toda la disciplina va para la interdisciplina


Se debe recordar que la existencia objetiva de la disciplina (su existencia material y simbólica) se logra cuando la producción científica (teórica, epistémica, metodológica, empírica) realizada a lo largo de la historia por toda la tradición de los pensadores, intelectuales, investigadores y especialistas son institucionalizadas (identificados, reunidos y etiquetados) en unidades e identidades académicas bajo rótulos o denominaciones que se han hecho universales en el espacio académico y científico tales como física, química, historia, sociología, geografía, biología, etc.  

Una vez institucionalizadas, estas unidades académicas son difundidas y dinamizadas por currículos académicos, revistas especializadas, congresos, textos escolares y universitarios, seminarios, asociaciones, sociedades de especialistas y mercado universitario. Las instituciones académicas y el sistema educativo de los Estados, integran estrategias para que desde los primeros años de vida escolar se alimente el conocimiento disciplinar para garantizar las generaciones futuros consumidores y especialistas. El conjunto de estos elementos es lo que Bourdieu denomina la producción y circulación de los bienes científicos:

“Al mismo tiempo que la circulación de productores  (o de los reproductores) y de los consumidores de esos bienes, es decir, el sistema de enseñanza, único capaz de asegurar a la ciencia oficial la permanencia y consagración inculcándola sistemáticamente (habitus científico) al conjunto de los destinatarios de la acción pedagógica, y en particular, a todos los recién llegados al campo de producción propiamente dicho” (Bourdieu, 2000:33)

Y es el conjunto de estos elementos como bienes simbólicos y materiales institucionalizados, los que le proporcionan la sostenibilidad y existencia disciplinar. Rolando García expresa que “las disciplinas (o ramas de la ciencia) se han  ido definiendo históricamente y han establecido fronteras arbitrarias, dejando de lado problemas que cubren dominios de dos o más disciplinas sin pertenecer íntegramente a ninguna de ellas. Esto ha conducido a establecer “puentes” entre las diversas disciplinas.” (1994) Pero también significa que por más que una disciplina considere que ha alcanzado una precisión en la definición de su objeto, estos objetos son porosos y difícilmente pueden blindarse frente a las misma exigencias de la ciencia y sus descubrimientos.

No obstante lo anterior, me parece percibir que una de las faltas que se ha venido cometiendo a la hora de plantear las cuestiones sobre la interdisciplinariedad, está relacionada con una visión ingenua de la conexión entre la disciplina con la interdisciplina.

Cuando se plantea que es necesario caminar hacia la búsqueda de la interdisciplinariedad, lo primero que imaginamos es una disciplina que tal y como es, con todo su campo material y simbólico, busca unirse con otras para resolver problemas de la vida real. Como si la interdisciplinariedad fuera un recipiente en el que se depositan el conjunto de disciplinas que como “monolitos” caen en el plato interdisciplinar. Considero que esta es una posición confusa, que desubica y que deforma el sentido de la interdisciplinariedad.

Primero diría que la interdisciplina no es un receptáculo físico que está dispuesto de antemano, sino un plano emergente que se construye con la participación de agentes o grupos diversos de especialistas que en conjunto definen sistemas complejos como objetos de estudio. Segundo, y en esto me apego a la expresión de Rolando García, “la realidad no es disciplinaria”. “la realidad no presenta sus problemas cuidadosamente clasificados en correspondencia con las disciplinas que han ido surgiendo en la historia de la ciencia (1994). La existencia de lo que se llama “la realidad” no existe sólo para servirle a la ciencia.

Por ello es necesario abordar un conjunto de preguntas: ¿La disciplina en su totalidad se interdisciplinariza? o más complejo aun, ¿qué es lo que de la disciplinas se puede interdisciplinar? Y sobre todo ¿de qué modo una disciplina se interdisciplina? Estas preguntas serían interesantes, pero antes se debe resolver un problema aún más profundo: ¿qué se interdisciplinariza, la disciplina o los dinamizadores de la disciplina, es decir, los agentes del campo disciplinar? ¿O acaso los componentes disciplinares como métodos, conceptos y teorías?

Esta últimas preguntas son importantes porque a veces percibo que cuando se habla de interdisciplinariedad, pareciese que este proceso fuera dinamizado por elementos abstractos y pocas veces se hace referencia a los agentes del campo que son los que dinamizan u obstaculizan la disciplina y son los que se deciden a participar en la interdisciplinariedad y son los que en conjunto con otros pueden construir sistemas complejos como objetos interdisciplinares.
Al fin y al cabo, teorías, conceptos y metodologías llevadas y realizadas por investigadores en investigaciones, reflexiones, eventos y textos, aportan a la materialización de la disciplina como campo científico.[2] Son los agentes los que conociendo ese mundo del campo disciplinar, estiman, valoran y deciden qué cuestiones son las que pondrán en juego en el momento de entrar en diálogo con otras disciplinas y saberes. Son estos agentes especialistas de sus campos y abiertos a ingresar a otros, los que determinan a partir de su experticia el reconocer que existen objetos complejos que superan sus posibilidades y capacidades y que en este sentido pueden ser abordarlos mediante encuentros colaborativos con otros colegas o expertos de campos distintos.

Un claro ejemplo de esta dinámica nos lo aporta la bióloga Lynn Margulis, en su bello texto Planeta simbiótico de 2002. En este texto ella plantea que:

“En Berkeley no había ninguna relación entre los miembros del departamento de paleontología, donde estudiaba la evolución y los del departamento de genética, donde la evolución era escasamente mencionada. Puesto que yo buscaba una educación en todos los aspectos de la evolución, la paleontología y la genética que pudiera iluminar la historia evolutiva de las células, al principio me impresionó el rigor del apartheid académico. Cada departamento parecía ajeno a las personas y materias que estaban fuera de sus fronteras.” (2002:38)

Algunos conceptos centrales son compartidos en otros campos, usados a veces de modo similar o distinto, y del mismo modo sucede con las metodologías y las reflexiones. El que una teoría, un concepto o unas metodologías se lleven de lo disciplinar a lo interdisciplinar tiene que ver no solo con la decisión y capacidad del agente que se supone tiene absoluto conocimiento sobre el concepto, sus limitaciones y alcances, sino también del modo como logre justificar ese desplazamiento frente a sus competidores, colegas o especialistas para acoplarlo a las necesidades del sistema complejo como objeto de investigación interdisciplinar. García nos aclara este punto de modo preciso:

“En otros términos, no partimos de una definición de "interdisciplina" in-abstracto, que luego aplicamos a ese objeto de estudio particular que es un sistema complejo. Por el contrario, definimos primero el objeto de estudio, y luego nos planteamos la manera de estudiarlo. Este cambio del "punto de partida" tiene implicaciones importantes: las características de los sistemas complejos no sólo establecen la necesidad de estudiarlos con una metodología adecuada, de carácter interdisciplinario, sino que determinan en buena medida, cuáles son las condiciones que debe reunir dicha metodología. En este contexto, metodología "adecuada" significa que debe servir como instrumento de análisis de los procesos que tienen lugar en un sistema complejo y que explican su comportamiento y evolución como totalidad organizada […] Ningún análisis de tales sistemas puede prescindir de estudios especializados. Sin embargo, tan ricos y necesarios como pueden llegar a ser dichos estudios, la simple suma de ellos rara vez podría, por si sola, conducir a una interpretación de los procesos que determinan el funcionamiento del sistema como tal, es decir, como totalidad organizada […] Un estudio integrado de un sistema complejo, donde esté en juego el funcionamiento de la totalidad del sistema sólo puede ser obra de un equipo con marcos epistémicos, conceptuales y metodológicos compartidos.” (1994).


  • El “de” y el “en” se entienden distinto


De este modo, deseo expresar que es necesario diferenciar entonces dos sentidos:

a) Lo interdisciplinar de una disciplina refiere aquellos aspectos que como teorías, conceptos, metodologías pueden y se disponen a aportar a la construcción de explicaciones y conocimientos interdisciplinares. Es el paso anterior que existe en el momento de decidir y valorar si los elementos seleccionados por el actor pueden ingresar a aportar a la interdisciplinariedad. Es el momento de la valoración  determinación con que una disciplina puede aportar a la interdisciplina. De modo más sencillo, qué de aquí puede estar allá. El de es de pertenencia.

Existen aspectos de las disciplinas que solo son posibles de aplicar y entender en ella y que por fuera de ella pueden perder todo sentido y objetivo. O para matizar un poco esto, son aspectos que pueden presentar una mayor dificultad a la hora de ponerlos en contacto con el ambiente extra-disciplinar.

Incluso, sabemos que las disciplinas no son campos homogéneos y libres de batallas o confrontaciones.  Contrario a ello, en ellas habitan las luchas por la aceptación de ideas, de innovaciones, de competencias, de autoridad intelectual. Existen tendencias diversas y perspectivas diferentes. Esto implica que no todo lo disciplinar se puede interdisciplinar.

b) lo interdisciplinar en las disciplinas, refiere a aquellos elementos que ya se han integrado en el proceso interdisciplinar y que están aportando a la emergencia de lo interdisciplinar y que aportan tanto a la emergencia interdisciplinar como a la reflexividad disciplinar.

Para diferenciar más claramente el de, que es pertenencia, es decir, la reflexión sobre qué dé la disciplina puede ir al plano interdisciplinar; por su parte el en es la presencia interdisciplinar dentro de la disciplina, lo que de ella ya se interdisciplinarizó y aportó al plano interdisciplinar.

Por tanto, la disposición a transitar el espacio y plano interdisciplinar, y que parte de las disposiciones, intenciones, intereses de los agentes científicos, debe materializarse entonces en programas y proyectos de investigación, cuyos resultados alimentan la docencia, por una parte y por otra la extensión y la proyección social en las instituciones. Resultados que se manifiestan en la responsabilidad social de la universidad con su entorno inmediato, próximo y lejano.

De este modo, el que la interdisciplinariedad logre aportar con hechos materiales, verificables y concretos, permite avances importantes en la ciencia, puesto que la ciencia avanza en la medida en que aprende de los errores y los aciertos. Y las investigaciones interdisciplinarias no escapan a estas cuestiones, para no hablar de leyes.

La interdisciplinariedad debe marcar hitos importantes en términos del uso de metodologías alternativas a las tradicionales positivistas, porque al exigir apertura mental y nuevas disposiciones, seguramente y en cualquier momento emerge el conocimiento local o comunitario como gran aportante a la explicación y comprensión de los fenómenos. Las comunidades poseen conocimientos locales extremadamente importantes que para acceder a ellos se requieren mecanismos de comunicación e interacción con ellas.

Interacción y comunicación que debe tener como principio garantizar el respeto por la propiedad de esa conocimiento comunitario que pertenece a la comunidad y garantizar y velar para que ese conocimiento no caiga en manos criminales o malévolos que puede ser usado para fines que pongan en riesgo la integridad y existencia de la misma comunidad, de la humanidad y el sistema viviente en la naturaleza.

Pero surge otra inquietud importante ¿cómo saber que algo es interdisciplinar? ¿Cómo saber que el resultado de un trabajo de agentes e investigadores dispuestos a encontrar sus teorías, sus metodologías y sus conceptos aportó a la construcción de un todo interdisciplinar diferentes a las disciplinas? ¿Quién determina que un producto es interdisciplinar?

Estas preguntas desbordan este documento, no obstante por ahora sólo señalaré lo siguiente. Lo interdisciplinar es una emergencia de la interacción y articulación de investigadores y sus dispositivos teóricos, conceptuales, epistemológicos y metodológicos con los que participa en su encuentro con otros agentes e investigadores también armados con sus dispositivos disciplinares.

Este encuentro que se da a partir de los procesos comunicativos entre unos y otros, que pueden ser de disensos, consensos o divergencias o emergencias producen un nuevo producto que no se corresponde ni con los agentes ni con los elementos disciplinares que han participado, sino que emerge con un híbrido, como algo nuevo que contiene y que lo componen los aportes de cada agente y sus dispositivos disciplinares.

Por tanto la valoración de que ese producto es interdisciplinar proviene no solo de parte de los agentes que participaron en el proceso de construcción de ese nuevo conocimiento, sino también del grupo de pares y comunidad científica quienes validaran a partir de sus apreciaciones y conocimiento si efectivamente se corresponde con aportes que superan las barreras disciplinares.

Los criterios de la interdisciplina deben ser compartidos por la comunidad académica y científica con los cuales se valora cada nuevo producto. En la propuesta interdisciplinar deben participar equipos de trabajo. Equipos de trabajo deben poseer agentes o investigadores abiertos a nuevas experiencias intelectuales y académicas. Interés de aproximarse a otros campos distantes y diferentes a los de la formación inicial. Formulación de programas o proyectos de investigación que aborden problemáticas complejas y sistemáticas. Deben existir los apoyos institucionales y condiciones efectivas para los equipos de trabajo. En el proceso de investigación interdisciplinar debe tener apertura a la comunicación. El disenso y el consenso deben estar presentes.

En términos concretos, la comunidad científica está coincidiendo en acuerdo básico para que algo sea considerado interdisciplinar:

-   Cumplir con los requisitos de la formulación científica, como cualquier otro proyecto o programa de investigación, cuyos objetos sean sistemas complejos que implique la participación de equipos de especialistas y que incluya además los alcances y limitaciones de la producción interdisciplinar.
-   Los objetos interdisciplinares son sistemas complejos.
-   El nuevo conocimiento o producto construido no debe ser disciplinar y que no se haya quedado anclado al presupuesto, epistemología y metodología disciplinaria.  
-   Que logre combinar de modo coherente, riguroso y sistémico, teorías, conceptos y  metodologías, en donde se logre evidenciar un acuerdo epistémico sobre estos asuntos por parte del equipo de investigación.  
-   Las metodologías tienen que evidenciar cierta combinación de enfoques, de sus métodos y de sus técnicas de recolección de información del tal modo que pueden ser verificables y validables.

La triangulación y los cruces para el análisis de los datos es parte central, así como la confiabilidad y validación de la información; que el proceso de investigación y sus productos produzcan nuevos conocimientos más complejos que tengan la capacidad de jalonar el desarrollo de los futuros estudios interdisciplinarios, así como también el de jalonar los desarrollos en las propias disciplinas. Los productos resultantes y su proceso de difusión deben poseer el poder de convocar a disímiles agentes especializados y no especializados, y que produzca cierta motivación hacia la interdisciplina.

Finalmente, que los criterios de llevar a cabo investigaciones interdisciplinarias deben contener, rigurosidad y flexibilidad. La rigurosidad de los marcos de producción de conocimiento exigidos por la ciencia, así como la flexibilidad de aceptar otras teorías, conceptos, métodos, mediciones y técnicas alternativas.


  • La necesaria aclaración conceptual: la interdisciplinarización, la interdisciplinariedad y lo interdisciplinario


Me parece que aún es necesario seguir abordando discusiones de conceptos como la interdisciplinariedad, la interdisciplinarización y lo interdisciplinario, y no tomarlo como algo dado y aclarado, porque todos estos conceptos, si bien están relacionados, son procesos diferentes puesto que cada uno refiere a diversos aspectos del trabajo intelectual y académico. Recuerde que se consideran como tres procesos interdependientes.

No tengo respuestas a estas preguntas solo algunos comentarios generales porque considero que estas deben ser respuesta colectivas que atañen al conjunto de la ciencia, tanto normal (hegemónica) como posnormal (alternativa). Además, porque esta debe ser una discusión que debe arrancar por los mismos bloques disciplinares en la idea de reconocer hasta dónde es posible llegar y qué tanto de la disciplina se puede interdisciplinar.

Por lo pronto, diremos que la interdisciplinarización es el proceso de disposición y/o disposiciones de un actor o grupo de actores en establecer y decidir, interesada o desinteresadamente, ampliar las bases de su conocimiento construidos e incorporados hasta ahora a partir de la aproximación que hacen la producción de los otros campos de conocimientos ajenos, próximos o lejanos, en la idea de comprender más ampliamente las cuestiones y problemáticas que le son de su interés o que hacen parte de los fenómenos del mundo.

Es este actor o grupo de actores quienes, percibiendo las limitaciones, obstáculos o fronteras de su campo, se dan cuenta que requieren de otras bases para afrontar las problemáticas que le son de su interés. En general es el camino hacia la interdisciplinariedad de parte de actores que buscan complejizar el conocimiento.

La interdisciplinariedad es el proceso mediante el cual, a partir del encuentro entre los distintos actores, emergen explicaciones, reflexiones, críticas distintas en ese otro espacio y plano desde el que se pretende dar respuestas de modo complejo, sistémico, integral y holístico a las problemáticas atendidas, a partir de los usos de teorías, epistemologías y metodologías, dispuestas para tal fin. Aquí retomo nuevamente el párrafo de la introducción de este documento: un plano emergente de producción de nuevo conocimiento, de carácter complejo y sistémico, resultado de las intenciones, motivaciones o intereses de diversos agentes disciplinares, quienes a partir de una postura de actitud y apertura mental logran interactuar entre sí para articular científicamente algunos de los componentes disciplinares como teorías, conceptos y métodos, para estudiar e investigar de modo diferente -a como lo harían las disciplinas-, distintas problemáticas que como sistemas complejos se expresan en el mundo.

Lo interdisciplinario es el proceso de la interdisciplinariedad, lo que le da desde la emergencia interdisciplinaria, la identidad y personalidad de ser lo que es a ese otro espacio y plano que se ubica por fuera de la disciplina pero en potencial relación con ellas. Lo interdisciplinario es ese producto emergente que ya no son las disciplinas, sino que es un todo explicativo distinto, novedoso, innovador de los fenómenos y de los hechos.

En mi caso particular, hasta ahí llego. La discusión me desborda por las limitaciones que tengo frente al campo de conocimiento al que me adscribí y me formé, las ciencias sociales y humanas, aunque hago esfuerzos sobrehumanos no solo para aprender más sobre ello sino también para llegar a las ciencias básicas y de la naturaleza.

En esta perspectiva, me asombran grandes intelectuales que buscaron superar estas fronteras rígidas de su pensamiento para darse la posibilidad de ampliar el espectro de conocimiento del mundo, integrándose a otros campos diferentes a los de su tradición. Por ejemplo Ilya Prigogine, Leví Strauss y Sigmund Freud. Por ejemplo, Prigogine plantea al respecto que:

“La verdad es que yo mismo me siento un ser híbrido, interesado por las dos culturas: las ciencias humanísticas y las letras por un lado, y las ciencias llamadas exactas por el otro. Advertí efectivamente este conflicto entre las dos culturas de un modo muy intenso en el curso de mis estudios y también en las lecturas que hacía. Se ha dicho que la división entre las dos culturas era debido al hecho de que los no científicos no leían a Einstein, y que los que se ocupaban de ciencias carecían de cultura literaria. Pienso que esta es una manera muy superficial de ver las cosas.” (2012:36).

De hecho, observando el sentido en que expresa Prigogine su experiencia de formación intelectual, el camino hacia la interdisciplinariedad y lo que inicialmente se interdisciplinariza es la mente a partir de la disposición y/o disposiciones del agente que está en el campo o campos de conocimiento. La búsqueda de esa hibridación mental es tal vez el primer paso abrirse hacia la interdisciplinariedad.

Cuando E. Morin (2005), plantea las diferentes formas posibles de lograr la interdisciplinariedad, recae en señalar personas aportando a la apertura disciplinar sea mediante la usurpación, la migración o trasladando conceptos, teorías, epistemologías y metodologías que fueron elaborados por otras mentes o por ellos, y que esos productos, ahora aportan en una dimensión más compleja de construcción de conocimiento como lo es la interdisciplinariedad.

De este modo, Morin (2005) define: Darwin como un ejemplo claro de apertura de “un amateur esclarecido” que no había tenido formación universitaria especialista; a Schorodinjer como ejemplo de usurpación, contacto y transferencia entre disciplinas porque logró proyectar “sobre el organismo biológico los problemas de la organización física”; Claude Levi Strauss quien logro migrar esquemas cognitivos de la lingüística a la antropología estructural.

Seres humanos que, cargados y armados de la tradición y el peso del conocimiento amateur (de la experiencia) o disciplinar como epistemes, teorías, metodologías, etc., se disponen a integrarse y ser integrados con otros para afrontar los obstáculos que imponen la construcción y deconstrucción de las explicaciones existentes en el mundo. Pero no todas las teorías, metodologías y conceptos son posibles de llevar a ese otro plano interdisciplinar. Ahí está la complejidad del ejercicio de integración de agentes en la búsqueda del diálogo de saberes y de disciplinas en el espacio interdisciplinar.


  • La inter y Transdisciplinariedad: posibilidades y limitaciones


Para Enrique Leff, las respuestas a la crisis del conocimiento no se pueden ubicar solo en la interdisciplinariedad. Aunque sin ella, el panorama para la construcción de un conocimiento institucional no lograría trascender, de todas maneras, la interdisciplina no puede resolver esta crisis. Las Universidades tienen la libertad o no de abrirse el camino a este proceso pero siendo conscientes de las posibilidades o restricciones que ello puede implicar.

La cuestión de fondo es que cuando se piensa en interdisciplinariedad, este pensamiento no logra romper con las estructuras institucionales de construir conocimiento, pues todavía se están en el juego del encuentro y del diálogo disciplinar. Para expresarlo mejor, se está todavía en el espacio de dominio del homus académicus, un dominio que como campo no logró resolver la cuestión del conocimiento y la crisis civilizatoria. Lo interdisciplinar tiene dificultades para desbordar las rígidas estructuras institucionales que reposan sobre los hombros de quienes intentan abrirse en estas aguas, por el peso de la tradición científica que reposa en las bases de disciplinares de los agentes, así como en las restricciones o posibilidades que puede brindar las instituciones que financian estos tipos de investigaciones.

La propuesta que se enmarca en el diálogo de saberes como lo ha afirmado Enrique Leff es entonces superar incluso esta interdisciplinariedad, para abrir el paso al diálogo de saberes que fractura el espacio institucional, universitario y hegemónico para despejar el camino a esas otras voces de la otredad no institucionalizada y que se ubican por fuera del campo académico del homus académico, como por ejemplo el conocimiento que se encuentra y se produce en los espacios ubicados por fuera de la instituciones educativas, como por ejemplo, el comunitario, el popular, el gremial o de los grupos étnicos.

En el diálogo de saberes no fluyen como si fueran suyos los paradigmas hegemónicos de la ciencia como únicos espacios que razonan y piensan sobre la realidad y la verdad. El diálogo de saberes de Leff, se enfoca el encuentro entre seres culturales diferenciados política, ontológica, y no estrictamente epistemológica. Por ello, no es sólo articular conocimientos o saberes, sino que es un proceso de afirmación  del ser cultural hecho de sus saberes. Un sujeto que como “otro” posee conocimiento, tiene una historia y fue formado, transformado por su espacio de producción cultural. Sujetos que están por fuera del espacio institucional porque habitan el espacio de sus territorios.

Por esta razón, el diálogo de saberes no es un diálogo interdisciplinario, sino un diálogo que escapa a la lógica hegemónica del homus académico. Como escapa a este espacio, en el diálogo de saberes se comprende que ese otro tiene un modo de ser en el mundo. Como claramente lo expresa Leff, el saber ambiental reafirma el ser, respeta las identidades en los territorios, y en ello la diversidad cultural y todo su conocimiento.

Por tanto, una verdadera revolución del conocimiento capaz de transformar el papel que desempeña la misma ciencia puede estar en transcender lo que hoy en nuestros espacios institucionales se entiende por producción de conocimiento y por diálogo, no solo como diálogo disciplinar.

Al ubicarse el diálogo de saberes por fuera del espacio institucional se reta entonces la racionalidad científica orientada siempre en el rígido esquema de ciencia normal en términos de sus teorías, epistemologías y metodologías. Leff considera que el saber ambiental “ha puesto en comunicación al estructuralismo con el postestructuralismo; a la modernidad con la posmodernidad; al método científico y la racionalidad económica con los saberes populares; a la ética con el conocimiento” (2006:15). Para Leff, el saber ambiental “nace en el campo de la externalidad de las ciencias, y se cuela por los intersticios de los paradigmas del conocimiento. (2006:16)


  • Finalmente, una confrontación que aparece oculta


La integración de los agentes disciplinares en procesos interdisciplinarios es de algún modo, una expresión de confrontación que hacen estos agentes con la rígida tradición ortodoxa de la disciplina a su encerramiento y blindaje, lo que supone un cambio, una movilidad y un movimiento, manifiesto o latente, al interior de las luchas del campo con respecto a los reconocimientos socialmente construidos de autoridad científica o competencia científica.

De este modo, en el campo científico, lo interdisciplinar produce una complejidad más a las complejidades ya existentes en el campo. Como espacio de confrontación, encuentro y de lucha, lo interdisciplinar lleva a reflexionar sobre ¿quién valida la producción interdisciplinar? y también ¿Cómo se construye la autoridad intelectual en un plano donde el modo de construir, producir y evaluar el conocimiento difiere, en cierto sentido, al modo como se hace en las disciplinas?

Por ejemplo, la comunidad académica ha reconocido como autoridades intelectuales del pensamiento interdisciplinar y complejo a importantes intelectuales como Edgar Morin y Manfred Max-Neff. Estos autores no solo aportan en la construcción epistemológica y, en general filosófica, de la interdisciplina, sino que en algunos casos la han llevado a ejercicios prácticos como sucede con la propuesta de la Multiversidad de Morin.

Lo que deseo expresar es que las relaciones interdisciplinarias conllevan a que la valoración de lo que es una autoridad científica se transforme. Los agentes ya no serán autoridad científica por la erudición en el campo propio, sino por la capacidad de producir de modo articulado y con importantes aportaciones en campos y tierras que no son propios. El agente interdisciplinario, integral o híbrido transforma su habitus disciplinar por uno interdisciplinar.

Son estos dispositivos incorporados y reincorporados por cada actor, mediante el habitus en términos de Bourdieu, los que le permiten y le dan autoridad y pase (pasaporte) para integrar estos grupos interdisciplinarios. El habitus es la incorporación del oficio del campo de conocimiento y ese habitus es el que entra a jugar un papel central a la hora del encuentro de saberes y disciplinas.

Por esta razón, considero que una de las bases fundamentales que dinamiza los procesos interdisciplinarios es el diálogo de saberes y el diálogo disciplinar (Serna 2007), porque es el encuentro de mentes diversas pensando problemáticas comunes y compartidas. Que ha tenido como previa el diálogo que en sí mismo, debe tener cada actor para tomar la decisión de dar el paso hacia espacios más complejos.
  


Referencias bibliográficas

  1. Bourdieu, Pierre. Los usos sociales de la ciencia. Buenos Aires: ediciones nueva visión, 2000.
  2. García, Rolando. Interdisciplinariedad y sistemas complejos. En: Leff, Enrique (comp.), “Ciencias Sociales y Formación Ambiental”, Ed. Gedisa, UNAM, 1994, Barcelona, España.
  3. Leff, Enrique. (2006). Complejidad, racionalidad ambiental y diálogo de saberes. Ponencia  presentada en el I Congreso internacional interdisciplinar de participación, animación e intervención socioeducativa. Barcelona, España. Noviembre.
  4. Leff, Enrique. (2006). Aventuras de la epistemología ambiental: de la articulación de ciencias al diálogo de saberes. México: Siglo XXI.
  5. Margulis, Lynn.  Planeta simbiótico. Un nuevo punto de vista sobre la evolución. Madrid: Editorial Debate, 2002.
  6. Morin, Edgar.   (2005).  Sobre la interdisciplinariedad. Centre International de Recherches et Études transdisciplinaires. (CIRET).
  7. Prigogine, Ilya. El nacimiento del tiempo. Buenos Aires: Tusquets Editores, 2012.
  8. Serna Dimas, Adrián. Hacia una caracterización de la interdisciplina. sobre las formas de articulación de las ciencias humanas y sociales. En: La cuestión interdisciplinaria. De las cuestiones epistemológicas a los imperativos estratégicos para la investigación social. Fernando Bravo León, et al. Bogotá: Universidad Francisco José de Caldas, 2007.





[1] Profesor del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Occidente. Estudiante del Doctorado Interinstitucional en Ciencias Ambientales. huribe@uao.edu.co
[2] Para Bourdieu, “El campo científico, como sistema de relaciones objetivas entre posiciones adquiridas (en las luchas anteriores), es el lugar (es decir, el espacio de juego) de una lucha competitiva que tiene por desafío específico el monopolio de la autoridad científica, inseparablemente definida como capacidad técnica y como poder social, o si se prefiere, el monopolio de la competencia científica que es socialmente reconocida a un agente determinado, entendida en el sentido de capacidad de hablar e intervenir legítimamente (es decir, de manera autorizada y con autoridad) en materia de ciencia” (2000:12)