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miércoles, 20 de septiembre de 2023

EN CALI ARDE UN VOLCÁN

 En Cali arde un volcán
 
Por:
Hernando Uribe Castro, PhD
Director Doctorado en Sostenibilidad

 

La fascinación por la historia ambiental reside en que, además de ir tras las huellas del pasado con perspectiva ecológica y ambiental, abre espacio a todas aquellas historias que, narradas por los pobladores, han rondado en el imaginario colectivo como sucesos extraños que se convierten en leyendas y, para las cuales, se construyen explicaciones basadas en un realismo mágico.

Estudiando el fenómeno de la extracción del carbón mineral en la ciudad de Santiago de Cali, encontré en un magazín que circuló en este lugar durante la década de los años setenta del pasado siglo llamado “Despertar Vallecaucano”, una nota que llevaba por título: “En Cali arde un volcán”. La nota relataba el caso de una pequeña mina ardiente que, según los habitantes del lugar, había estado en continuo incendio por más de cincuenta años.

Como soporte de verificación de esta fascinante historia, el Magazín le tomó una fotografía a la mina “La Esneda”, escenario donde ocurrieron los hechos. En la imagen, efectivamente, se observa el humo que se levanta como fumarolas hacia el cielo desde la falda de la montaña.


Fuente: Despertar Vallecaucano No. 12, noviembre – diciembre de 1973

La nota del magazín expuso, entonces, este caso ocurrido en el Corregimiento de Golondrinas, localizado a veinte kilómetros de la ciudad de Cali y habitado, en ese entonces, por aproximadamente unas trecientas personas cuya economía doméstica dependía de su actividad como mineros, como campesinos y como pequeños comerciantes.

Es importante recordar que desde el siglo XIX tanto la madera como el carbón mineral, había sido usados por los pobladores rurales como fuentes de combustión por las familias para las labores del hogar y la preparación de los alimentos. Con la llegada de los vientos de los procesos modernizantes, con el ferrocarril y sus trenes a vapor, el carbón mineral se convirtió en un producto básico de la economía regional y nacional. Lo que tuvo como consecuencia un aumento progresivo en el número de minas construidas, la llegada de migrantes para trabajar como mineros y en el movimiento sobre el territorio para la extracción de carbón mineral. Gentes de todas partes del país se asentaron sobre estas faldas de montañas con sus familias y ranchos. Poco a poco, por el furor del carbón se configuró la denominada “Cuenca del carbón”, que se extendió desde Yumbo en el norte, pasando por la capital vallecaucana y prolongándose hacia el municipio de Jamundí al sur.

Golondrinas como sector rural se caracterizaba en ese entonces por ser un área de importantes laderas y pendientes con viviendas dispersas sobre el paisaje montañoso. En ellas, los mineros con su fuerza física, picos y palas, abrieron profundos socavones para extraer el carbón mineral, el cual, una vez extraído de la mina lo transportaban por más de una hora hasta la ciudad mediante carros que eran jalonados por ellos mismos. La dificultad para el transporte del carbón se debía a que Golondrinas no contaba con línea férrea, ni con locomotora. De ese modo, tanto la extracción como de transporte, se hacía de un modo más rudimentaria y artesanal. Así, el paisaje social y geográfico de la región empezó su increíble transformación al pasar de ser un sector de importantes bosques a zonas despejadas y cada día más pobladas.

En este contexto social se fundó la mina “La Esneda”, que era un yacimiento de aproximadamente unos 10 kilómetros de profundidad y que, por razones para las autoridades desconocidas, sufrió un incendio interno. El origen de esta conflagración no se pudo identificar del todo, dada la profundidad de la mina y la imposibilidad de llegar al núcleo del fuego. Decían los pobladores que no era posible ingresar a la mina por la dificultad que esta representaba para poder respirar. Por lo visto, el incendio en la mina había iniciado desde la década de los años veinte.

Aunque en distintas oportunidades los mineros, autoridades y habitantes del sector trataron de detener el fuego, bien abriendo socavones para sacar el humo o esperando las temporadas de lluvias, este continuaba y nunca se pudo llegar al punto origen de la conflagración. Incluso, pensaron en taponar y derrumbar la mina, pero de inmediato se percataron del increíble riesgo que tal propuesta podría representar, dada la posibilidad de una potencial explosión de la montaña por el gas carbónico concentrado sin poder salir al exterior. Surgió así, la historia popular de la existencia de un volcán sobre las laderas en esta ciudad.

Para los mineros y habitantes de Golondrinas la montaña era una bomba activa, un volcán a punto de explotar. Incluso, se explicaba que, en algunos sectores de la montaña hubo derrumbes de grandes rocas. Dada la imposibilidad de conocer a ciencia cierta la realidad del asunto, emergió la capacidad imaginativa y especuladora de la fantasía de los mineros que llegaron a decir, que la profundidad de la mina, la enmarañada red de caminos y canales, así como la extensión de los túneles podía llegar subterráneamente a los barrios de Cali que se encontraban en la zona plana, tanto al barrio San Nicolás por uno de los brazos, como al barrio Versalles por el otro. Para los mineros Cali estaba asentada sobre una red de ramificaciones de las minas de Golondrinas y sobre un profundo volcán.

En la nota del magazín de 1973, se ofrece el testimonio de un hombre corpulento de 68 años, don Rafael Uribe G, minero de profesión que dijo haber llegado a vivir al corregimiento de Golondrinas cuando tenía 30 años, es decir en 1938 y, anotaba, que, a su llegada en su etapa de juventud, la mina ya ardía.

Las elucidaciones del imaginario social con respecto al origen del incendio al ser tan inciertas, dieron importante espacio para que los campesinos y mineros habitantes del sector crearan las historias más llamativas y con una especie de fascinación. Por ejemplo, algunas de estas historias múltiples, raras y asombrosas fueron:


“Dicen que un trabajador prendió un cigarrillo y lo arrojó a una veta. En ese momento se escuchó un gigante. Entonces los habitantes de la calle del cocodrilo, aquí en Golondrinas, salieron despavoridos. Después dizque se acostumbraron al ruido y la respiración violenta de este volcán. Otras especulaciones culpan del incendio a un rayo. Un día, un minero se metió solo a buscar carbón y se perdió. “Alguien se dio a su búsqueda con antorcha y se quedó allá. Después, dizque encontraron dos hombres muertos. Parece que se asfixiaron, pero según el terror que demostraban sus rostros padecieron lo increíble en su lenta agonía”. (Magazín Despertar Vallecaucano, 1973, p. 14).

A partir de esta historia emergió el mito del Volcán en los cerros de Cali. En el imaginario social de los pobladores de Golondrinas, el día que la mina quede taponada por alguna razón, explotará la mina y con ella, toda la montaña afectando enormemente a la ciudad de Cali. La representación social de la situación exponía toda una catástrofe: “Cali alcanzará a recibir inmensas corrientes de candela y aludes de rocas. Esto es lo que dicen los mineros. Y ellos, a veces, tienen más sentido común que los geólogos” (Magazín Despertar Vallecaucano, 1973, p. 14).

Pasado los años, finalmente, no se supo la realidad de los hechos. Lo cierto es, lo recurrente de estos casos relacionados con los incendios producidos en las minas de carbón. Desde 1956, entidades como el Servicio Geológico Nacional venía estudiando este fenómeno y, fue éste caso el de la mina “La Esneda”, el que condujo a que esta entidad del Estado diseñara estrategias y métodos aplicables para la extinción de incendios subterráneos. Uno de esos manuales claves fue el titulado “Causas de incendio en las minas de carbón “Las Golondrinas” en el departamento del Valle y métodos aplicables a su extinción / Servicio Geológico Nacional (SGNC) publicado en 1956.

Una de las posibles hipótesis barajadas por el Servicio Geológico Nacional de la época con respecto al incendio de Golondrinas en la mina “La Esneda” es que, se cree, fue de origen espontáneo, favorecido por la temperatura externa moderadamente alta, suficiente aire en las grietas y falta de corrientes de aire que hubieran removido el calor. También favoreció la naturaleza quebradiza del carbón que lo expone a la acción del oxígeno.

Hoy en día, aunque para una parte de los habitantes hubo una leyenda sobre la existencia de un volcán en los Farallones de Cali, casi nadie reconoce y conoce el origen de ésta.

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  • Magazín Despertar Vallecaucano No. 12., noviembre - diciembre de 1973.