Capítulo 2 titulado Autopoiesis, el fenómeno de la vida, del libro "Pensando ambientalmente"de Hernando Uribe Castro. Cali, 2016. 39-46 pp.
CAPÍTULO 2
Autopoiesis, el fenómeno de la vida
“Todos sabemos
que es la vida, pero es imposible traducirlo en palabras”
F. Varela,
2000:21
Una
de las inquietudes que más ha rondado en mi cabeza durante mucho tiempo ha sido
precisamente la cuestión por la vida. En mis extensas conversaciones con mi
estudiante Andréx, empezamos a indagar-nos sobre estos asuntos. Las
indagaciones mutuas nos exigieron un mayor campo teórico del que teníamos, pues
nuestros fundamentos en ciencias sociales, si bien lograban darnos algo de
claridad y enfoque, quedaban desbordados cuando hacíamos la pregunta por la
vida como un sistema.
Este
descubrimiento fue bastante importante para los dos, porque entonces nos dimos
en la tarea de indagar bibliografía sobre este asunto. Encontramos textos
bastantes especializados y muy complejos para nuestro humilde y limitado
entendimiento, como por ejemplo, el documento de Erwin Schrödinger titulado ¿Qué es la vida?, pero encontramos
también un conjunto de lecturas que además de esclarecedoras y motivadoras para
nuevas discusiones, fueron libros más allegados a nuestra formación.
Tengo
como objetivo futuro dedicarme más a Schrödinger porque encuentro en él
elementos demasiado interesantes, pero mis limitaciones todavía en temas como
la química y la física me limitan a disfrutarlo, entenderlo, explicarlo y
sacarle el máximo provecho a tan interesante texto, citado por casi todas las
personas que han escrito sobre la vida y los sistemas complejos. El proceso de
construirnos y de construir conocimiento es lento, pausado y, por tanto,
tomarlo con calma.
Los
escritos a los que hago referencia como aquellos más allegados a mi campo o
que, por lo menos, los entendí con menos complicación fueron los escritos por
la pareja de Humberto Maturana y Francisco Varela. A él, mi estudiante Andréx, le
interesó el tema de las emociones de Maturana y a mí me interesó el tema de la autopoiesis, concepto que he considerado
clave para mi tesis doctoral sobre socioecosistemas en el Valle del Cauca en
Colombia.
Continué
indagando y tratando de comprender de modo más claro este concepto tan complejo
y sobre el que recaen muchas discusiones entre las que se encuentran por
ejemplo, la discusión de si sólo es posible aplicar a los fenómenos celulares o
si es posible aplicar a los fenómenos sociales; la discusión de si el universo
mismo es un sistema autopoiético o no. Y la verdad es que todavía existen
elementos de la autopoiesis que no
logro comprender pero que estimulan a seguir profundizando en ello.
No
obstante, me ha llamado profundamente la atención que tanto las perspectivas de
la teoría de la simbiogénesis, como la hipótesis Gaia y con la teoría de la autopoiesis, encuentran su conexión en
la explicación de la organización viviente en el planeta Tierra y se convierten
en elementos centrales para explicar mi idea de la necesidad de encaminarnos
hacia una explicación del sistema viviente como totalidad más allá de la
humanidad. En este sentido y tal como se observó con el planteamiento de Lynn
Margulis, la simbiogénesis permite comprender el modo como se da el paso del
mundo proctista al mundo de las eucariotas, y en este proceso cómo la
perspectiva Gaia permite comprender cómo estas dinámicas biológicas que se
corresponde con intercambios y procesos físicos, químicos y biológicos
estuvieron en permanente relación con ese mundo externo, el de la configuración
terrestre, que observó cómo se fue formando la atmósfera por millones de años
como respuesta a esa interrelación sistémica entre la dinámica microscópica y
las condiciones geológicas, climáticas y atmosféricas, por todo la esfera
terrestre.
Francisco
Varela hace anotaciones muy interesantes cuando trata de dar cuenta del cómo la
idea de autopoiesis generó
turbulencias en el mundo científico y permitió desarrollos sorprendentes para
campos como la biología celular. Expresa el propio Varela: “Más importante para
mí, fue que la idea empezó a suscitar interés entre los biólogos, muy
especialmente a través de Lynn Margulis, destacada investigadora del origen de
la vida y la evolución celular. A partir de comienzos de los años 80. Margulis
adopta la autopoiesis como el
criterio para definir el origen de los seres vivos y difundió la idea a muchos
otros científicos activos el área.” (Varela, 2000:439).
Pero
entonces, ¿Qué es eso que tanto impacto tuvo para la investigación científica y
que tanto logró movilizar las nuevas explicaciones sobre el origen de la vida y
el proceso evolutivo después de los aportes de Charles Darwin?
La
autopoiesis es definida como aquel
fenómeno de la vida que consiste en la capacidad que tiene una célula, que como
unidad, puede realizar un conjunto de funciones que le permiten su
autoproducción, automantención y distinción de otras.
“Un
sistema autopoiético está organizado (esto es, se define como una unidad) como
una red de procesos de producción (síntesis y destrucción) de componentes, en
forma tal que estos componentes: (i) se regeneran continuamente e integran la
red de trasformaciones que los produjo,
y (ii) constituyen el sistema como una unidad distinguible en su
dominio de existencia.” (2000:30)[1]
Una
unidad como un sistemas vivo posee un conjunto de componentes con funciones que
se interrelacionan y permiten el funcionamiento de la unidad como un todo
sistémico complejo, pero esto es solo comprensible no observando los
componentes sino la emergencia que todo complejo tiene el sistema. La unidad
produce su organización a partir de la dinámica de sus propios componentes que
no son compresibles solo como componentes sino como un todo como unidad.
Esta
unidad como sistema vivo, o como Maturana y Varela lo denominaron en su primera
versión máquina viviente[2]
tienen características.
Una
de estas características es la capacidad de producir relaciones que producen
regeneración de los elementos que la producen. “son unidades cuya organización
queda definida por una concatenación particular de procesos (relaciones) de
producción de componentes, la concatenación autopoiética, y no por los
componentes mismos o sus relaciones estáticas” (2003:69). Esto significa que en
la unidad viva, sus componentes producen funciones que en su conjunto regulan
el funcionamiento del sistema y este funcionamiento regular la función y
producción de cada componente.
Una
unidad autopoiética expresa una organización, no en el sentido banal del
término, sino en el sentido sistémico. Es decir, procesos concatenados de tal
manera que estos procesos producen “los componentes que constituyen y
especifican el sistema como una unidad” (2003:70)
Incluye
además su característica de ser un sistema homeostático donde la organización
mantiene el sistema. Para Maturana y Varela esta característica homeostática es
importante porque: Las máquinas autopoiéticas son autónomas, se produce así
mismas; poseen individualidad que hace conservar la identidad y que no dependen
de la existencia de un observador; se definen como unidades puesto que se
constituyen sus propios límites; no tiene entradas y salidas, pero pueden ser
perturbadas por el mundo externo. “Sin embargo, cualquier serie de cambios
internos que se produzca está siempre subordinada a la conservación de la
organización de la máquina, siendo esta condición definitoria de las máquinas
autopoiéticas.” (2003:71).
Estas
características son identificadas en los sistemas vivos, y más difícil aun en
los sistemas sociales. Para los autores de este concepto, “la autopoiesis como condición necesaria y
suficiente para que un sistema vivo sea vivo.” (2003:74).
Varela
ha planteado además que existen tres condiciones que se requieren tener en
cuenta para dar respuesta a la pregunta ¿Cuándo se puede decir que un sistema
es autopoiético?
-
Que
la unidad autopoiética o máquina viviente posea un borde semipermeable o que
posee un límite constituido por componentes que permiten establecer el espacio
interno como el externo. En la célula este borde es la membrana.
- Que la unidad
autopoiética posea una red de reacciones establecida en el interior de la
unidad.
-
Que
la unidad autopoiética o máquina viviente tenga interdependencia entre los
componentes que define el borde y la red de reacciones establecida en el
interior.
Quiero
señalar aquí la importancia del primer criterio porque considero que es
fundamental para comprender el momento exacto en que una unidad de vida se
complejiza para ingresar en el proceso evolutivo como ocurrió en el tránsito
preciso entre el mundo de las procariotas a las eucariotas o células nucleadas
y el papel que la membrana cumplió en ello.
Para
la vida fue muy importante que las unidades básicas de la vida en su
configuración como unidades marcaran su diferencia entre sus componentes y
elementos constitutivos y ese mundo exterior. La membrana al incorporarse,
incorpora la unidad y la diferencia de otros elementos del ambiente. Esto es,
la membrana le permitió configurar el entorno de la unidad o la máquina viva y
además su protección y diferencia de los elementos disueltos en el amiente en
donde se constituyó la unidad. Esto lo ha expuesto claramente John Postgate
cuando explicaba que:
“Las
células están rodeadas de unas membranas; tienen que estarlo, o su contenido se
escaparía. Pero estas membranas son muy especiales, en el sentido de que dejan
entrar en la célula aquellas cosas que ésta necesita (nutrientes y oxígeno, por
ejemplo), y también dejan salir materiales de desecho. Las membranas están
constituidas en parte por proteína, pero también son céreas: en su constitución
intervienen grasas.” (2009:24)
Regresando
a la pregunta planteada por Francisco Varela y los tres componentes necesarios
del sistema autopoiético, borde semipermeable, red de reacciones e
interdependencia, establece que los virus no pueden considerarse como un
sistema autopoiético por varios razones: si bien el virus tiene un borde, sus
componentes no son generados en el interior del virus sino en la célula donde
éste se aloja. Por tanto si cumple el primer criterio (borde semipermeable) no
cumple en segundo (red de reacciones) y en consecuencia no cumpliría ya el
tercero (interdependencia) que requiere del primer y el segundo criterio.
En
resumen, la autopoiesis se convierte
en eje central de la nueva teoría de la vida en la Tierra. Incluso para los
estudios sobre cibernética, este concepto será central por lo que implica el
funcionamiento de la vida. Y creo que dos autores como Heinz von Foersteer y
Lynn Margulis, logran sintetizar esta compleja idea: Para la bióloga
estadounidense “Los sistemas autopoyéticos metabolizan, mientras que los
sistemas que no son autopoyéticos no lo hacen. Las proteínas, los virus, los
plásmidos o los genes no pueden por sí mismos realizar ningún tipo de
metabolismo; aislados no son nunca autopoyéticos. El metabolismo incluye el
intercambio de gases y líquidos (por ejemplo, respirar, nutrirse y excretar);
es la manifestación detectable de la autopoyesis. Ésta requiere siempre una
fuente de energía. Las energías luminosa y química son esenciales para la autopoyesis,
es decir, para mantener la vida.” Para el físico austriaco y constructivista
Foerster, “Autopoiesis significa la hechura de uno mismo” (1998:640).
Uno
de los autores que mejor difusión hizo de la teoría de la autopoiesis hacia el
campo científico en general fue Heinz von Foerster, sobre todo en los estudios
de la cibernética. Foerster (1998), considera que si un sistema autopoiético
establece sus propias normas entonces es autónomo y si es autónomo, el sistema
es responsable de su propia acción y sostenimiento. Y si es responsable de su
propia acción entonces permite que todo funcione y si todo funciona de modo
autónomo y responsable entonces es ético.
-
¿Autopoiesis en
los sistemas sociales?
No
obstante, Maturana considera que existen diferentes órdenes de sistemas
autopoiéticos: los de primer orden serían las células, los de segundo orden son
los organismos porque son agregados celulares como sistemas autopoiéticos y los
de tercer orden que están relaciones con formas sociales de organización de
especies como las colmenas de las abejas, colonia, familias o un sistema
social. Maturana que en uno de sus más famosos libros, el Árbol del conocimiento, escrito también con Varela, señalaban que
los sistemas sociales no son sistemas autopoiéticos más allá de lo molecular:
“que los
seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, señalando que lo que nos
define como la clase particular de sistemas autopoiéticos que somos, esto es,
lo que nos define como seres vivos, es que somos sistemas autopoiéticos
moleculares, y que entre tantos sistemas moleculares diferentes, somos sistema
autopoiéticos (…) aunque es indudable que los sistemas sociales son sistemas
autopoiéticos de tercer orden por el solo hecho de ser sistemas compuestos por
organismos, lo que los define como lo que son en tanto sistemas sociales no es
la autopoiesis de sus componentes,
sino que la forma de relación entre organismos que los componen, y que
connotamos en la vida cotidiana en el preciso momento en que los distinguimos
en su singularidad como tales al usar la noción de sistema social (…) tampoco
los sistemas sociales son sistemas autopoiéticos en otro dominio que no es el
molecular” (2003:18-19)
En
la sociología, que debería ser más cercana a mí, encuentro que quien ha tratado
de abordar este asunto de la autopoiesis
en la sociedad ha sido Niklas Luckman en sus profundos estudios sobre la
sociedad como sistema social. El mismo Maturana, autor y cofundador de este
concepto critica la perspectiva de Luhmann:
“Tampoco
lo son, o podrían serlo, en un espacio de comunicaciones, como propone el
distinguido sociólogo alemán Niklas Luhmann, porque en tal espacio los
componentes de cualquier sistema serían o comunicaciones, no seres vivos, y los
fenómenos relacionales que implican el vivir de los seres vivos, que de hecho
connotamos en la vida cotidiana al hablar de lo social, quedarían excluidos. Yo
diría lo más que un sistema autopoiético
en un espacio de comunicaciones se parece a lo que distinguimos al hablar de
una cultura.” (2003:19)
Como
se puede apreciar en el estudio de sistemas complejos una de las
consideraciones es que se debe tener precaución con el uso de los conceptos que
desde estas teorías se surgen. No es tan sencillo aplicar un concepto y
ubicarlo de inmediato a una realidad particular.
Se
ve en las conversaciones de pasillos y uno que otro artículo publicado, a veces
en revistas no especializadas estos conceptos complejos. Se usan porque suenan
bien, o están de moda, o sencillamente porque se considera son comprensibles de
primera mano. Y este es precisamente uno de los inconvenientes a la hora de
hacer uso de las nociones y sus traslados hacia otros campos.
Francisco
Varela es bastante claro al presentar sus reticentes ideas frente al uso del
concepto para explicar procesos que están más allá, como los sociales, como ha
sucedido con el caso de la teoría jurídica, la sociología, la literatura y los
estudios de familia en la psicología. Varela (2000), expresa que el concepto de
autopoiesis surgió para explicar la
organización de los sistemas vivos y no para extenderlo a otros procesos y
fenómenos: “ha habido intentos repetidos de caracterizar, por ejemplo, una
familia como un sistema autopoiético, de manera que la noción se aplique en
esta caso estrictamente. Estos intentos se fundan, en mi opinión, en un abuso
de lenguaje.” (Varela, 2000:441).
Sobre
todo porque es un concepto que busca comprender cómo un proceso de
individualización celular a partir de la configuración esta unidad como un
sistema viviente, permitió dividir esa unidad en un externo y un interno y que
por tanto ese interno se dispuso hacia todo el proceso evolutivo de la vida en
el Planeta. Para Varela, el proceso evolutivo al que alude Darwin es resultado
del proceso de autopoiético de individualización celular. (Varela, 2000:434)
No
me atrevo todavía a ubicar el concepto de autopoiesis
en el estudio de los sistemas socioecológicos porque todavía hay que ubicar el
nivel al que pertenecen los ecosistemas en la jerarquía ofrecida por la teoría
de la autopoiesis. Trato de
comprender el llamado que le hace Humberto Maturana a Niklas Luhmann cuando
pone en duda el concepto de autopoiesis
para sistemas sociales. Maturana plantea que más que un sistema social sea un
sistema autopoiético, no lo es el sentido estricto del concepto, si se podría
expresar que la cultura tal como la plantea la antropología posee elementos
similares a los esquemas autopoiéticos utilizados para comprender el sistema
viviente.
Si
bien la sociedad es un sistema viviente, lo es en otro orden diferente a la
célula así la célula y el conjunto de ellas conformen cada uno de los
individuos que pertenecemos a la sociedad. Pero la autopoiesis no se define por el agregado de células sino por una
forma muy particular de producción de vida en el interior de unidades o
máquinas vivientes.
Han
pasado más de 40 años desde la aparición del concepto autopoiesis de Maturana y
Varela. En 2013, se celebró en Chile el Simposio
40 años de la Autopoiesis donde se discutió la actualidad del concepto de
Autopoiesis en el marco de cinco ejes de análisis: la Vida, el Conocimiento, la
Evolución, la Sociedad y el Medio Ambiente.
De
este modo, la autopoiesis es ese otro
discurso que pone en tela de juicio y que critica, de modo indirecto, la
tendencia de la humanidad a autodefinirse como la especie escogida de poseer el
derecho abarcante del ser el sistema viviente en su totalidad. La autopoiesis destruye el ego especie
centrismo humano.
[1] En el libro “De máquinas y seres
vivos” la definición de autopoiesis es la siguiente: “una máquina autopoiética
es una máquina organizada como un sistema de procesos de producción de
componentes concatenados de tal manera que producen componentes que: (i)
generan procesos (relaciones) de producción que los produce a través de sus
continuas interacciones y transformaciones, y (ii) constituyen a la máquina
como una unidad en el espacio físico. (2003:68).
[2] Diferente a una máquina
alopoiética que son “máquinas (que) producen con su funcionamiento algo
distinto de ellas mimas – como en el caso del automóvil” (2003:135).