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viernes, 13 de marzo de 2015

AUTOPOIESIS, EL FENÓMENO DE LA VIDA

Capítulo 2 titulado Autopoiesis, el fenómeno de la vida, del libro "Pensando ambientalmente"de Hernando Uribe Castro. Cali, 2016. 39-46 pp.

CAPÍTULO 2

Autopoiesis, el fenómeno de la vida

“Todos sabemos que es la vida, pero es imposible traducirlo en palabras”

F. Varela, 2000:21

Una de las inquietudes que más ha rondado en mi cabeza durante mucho tiempo ha sido precisamente la cuestión por la vida. En mis extensas conversaciones con mi estudiante Andréx, empezamos a indagar-nos sobre estos asuntos. Las indagaciones mutuas nos exigieron un mayor campo teórico del que teníamos, pues nuestros fundamentos en ciencias sociales, si bien lograban darnos algo de claridad y enfoque, quedaban desbordados cuando hacíamos la pregunta por la vida como un sistema.

Este descubrimiento fue bastante importante para los dos, porque entonces nos dimos en la tarea de indagar bibliografía sobre este asunto. Encontramos textos bastantes especializados y muy complejos para nuestro humilde y limitado entendimiento, como por ejemplo, el documento de Erwin Schrödinger titulado ¿Qué es la vida?, pero encontramos también un conjunto de lecturas que además de esclarecedoras y motivadoras para nuevas discusiones, fueron libros más allegados a nuestra formación.

Tengo como objetivo futuro dedicarme más a Schrödinger porque encuentro en él elementos demasiado interesantes, pero mis limitaciones todavía en temas como la química y la física me limitan a disfrutarlo, entenderlo, explicarlo y sacarle el máximo provecho a tan interesante texto, citado por casi todas las personas que han escrito sobre la vida y los sistemas complejos. El proceso de construirnos y de construir conocimiento es lento, pausado y, por tanto, tomarlo con calma.

Los escritos a los que hago referencia como aquellos más allegados a mi campo o que, por lo menos, los entendí con menos complicación fueron los escritos por la pareja de Humberto Maturana y Francisco Varela. A él, mi estudiante Andréx, le interesó el tema de las emociones de Maturana y a mí me interesó el tema de la autopoiesis, concepto que he considerado clave para mi tesis doctoral sobre socioecosistemas en el Valle del Cauca en Colombia.

Continué indagando y tratando de comprender de modo más claro este concepto tan complejo y sobre el que recaen muchas discusiones entre las que se encuentran por ejemplo, la discusión de si sólo es posible aplicar a los fenómenos celulares o si es posible aplicar a los fenómenos sociales; la discusión de si el universo mismo es un sistema autopoiético o no. Y la verdad es que todavía existen elementos de la autopoiesis que no logro comprender pero que estimulan a seguir profundizando en ello.

No obstante, me ha llamado profundamente la atención que tanto las perspectivas de la teoría de la simbiogénesis, como la hipótesis Gaia y con la teoría de la autopoiesis, encuentran su conexión en la explicación de la organización viviente en el planeta Tierra y se convierten en elementos centrales para explicar mi idea de la necesidad de encaminarnos hacia una explicación del sistema viviente como totalidad más allá de la humanidad. En este sentido y tal como se observó con el planteamiento de Lynn Margulis, la simbiogénesis permite comprender el modo como se da el paso del mundo proctista al mundo de las eucariotas, y en este proceso cómo la perspectiva Gaia permite comprender cómo estas dinámicas biológicas que se corresponde con intercambios y procesos físicos, químicos y biológicos estuvieron en permanente relación con ese mundo externo, el de la configuración terrestre, que observó cómo se fue formando la atmósfera por millones de años como respuesta a esa interrelación sistémica entre la dinámica microscópica y las condiciones geológicas, climáticas y atmosféricas, por todo la esfera terrestre.

Francisco Varela hace anotaciones muy interesantes cuando trata de dar cuenta del cómo la idea de autopoiesis generó turbulencias en el mundo científico y permitió desarrollos sorprendentes para campos como la biología celular. Expresa el propio Varela: “Más importante para mí, fue que la idea empezó a suscitar interés entre los biólogos, muy especialmente a través de Lynn Margulis, destacada investigadora del origen de la vida y la evolución celular. A partir de comienzos de los años 80. Margulis adopta la autopoiesis como el criterio para definir el origen de los seres vivos y difundió la idea a muchos otros científicos activos el área.” (Varela, 2000:439).

Pero entonces, ¿Qué es eso que tanto impacto tuvo para la investigación científica y que tanto logró movilizar las nuevas explicaciones sobre el origen de la vida y el proceso evolutivo después de los aportes de Charles Darwin?

La autopoiesis es definida como aquel fenómeno de la vida que consiste en la capacidad que tiene una célula, que como unidad, puede realizar un conjunto de funciones que le permiten su autoproducción, automantención y distinción de otras.

“Un sistema autopoiético está organizado (esto es, se define como una unidad) como una red de procesos de producción (síntesis y destrucción) de componentes, en forma tal que estos componentes: (i) se regeneran continuamente e integran la red de trasformaciones que los produjo,  y  (ii) constituyen  el sistema como una unidad distinguible en su dominio de existencia.” (2000:30)[1]

Una unidad como un sistemas vivo posee un conjunto de componentes con funciones que se interrelacionan y permiten el funcionamiento de la unidad como un todo sistémico complejo, pero esto es solo comprensible no observando los componentes sino la emergencia que todo complejo tiene el sistema. La unidad produce su organización a partir de la dinámica de sus propios componentes que no son compresibles solo como componentes sino como un todo como unidad.

Esta unidad como sistema vivo, o como Maturana y Varela lo denominaron en su primera versión máquina viviente[2] tienen características.

Una de estas características es la capacidad de producir relaciones que producen regeneración de los elementos que la producen. “son unidades cuya organización queda definida por una concatenación particular de procesos (relaciones) de producción de componentes, la concatenación autopoiética, y no por los componentes mismos o sus relaciones estáticas” (2003:69). Esto significa que en la unidad viva, sus componentes producen funciones que en su conjunto regulan el funcionamiento del sistema y este funcionamiento regular la función y producción de cada componente.

Una unidad autopoiética expresa una organización, no en el sentido banal del término, sino en el sentido sistémico. Es decir, procesos concatenados de tal manera que estos procesos producen “los componentes que constituyen y especifican el sistema como una unidad” (2003:70)

Incluye además su característica de ser un sistema homeostático donde la organización mantiene el sistema. Para Maturana y Varela esta característica homeostática es importante porque: Las máquinas autopoiéticas son autónomas, se produce así mismas; poseen individualidad que hace conservar la identidad y que no dependen de la existencia de un observador; se definen como unidades puesto que se constituyen sus propios límites; no tiene entradas y salidas, pero pueden ser perturbadas por el mundo externo. “Sin embargo, cualquier serie de cambios internos que se produzca está siempre subordinada a la conservación de la organización de la máquina, siendo esta condición definitoria de las máquinas autopoiéticas.” (2003:71).

Estas características son identificadas en los sistemas vivos, y más difícil aun en los sistemas sociales. Para los autores de este concepto, “la autopoiesis como condición necesaria y suficiente para que un sistema vivo sea vivo.” (2003:74).

Varela ha planteado además que existen tres condiciones que se requieren tener en cuenta para dar respuesta a la pregunta ¿Cuándo se puede decir que un sistema es autopoiético?

-      Que la unidad autopoiética o máquina viviente posea un borde semipermeable o que posee un límite constituido por componentes que permiten establecer el espacio interno como el externo. En la célula este borde es la membrana.
-      Que la unidad autopoiética posea una red de reacciones establecida en el interior de la unidad.
-      Que la unidad autopoiética o máquina viviente tenga interdependencia entre los componentes que define el borde y la red de reacciones establecida en el interior.

Quiero señalar aquí la importancia del primer criterio porque considero que es fundamental para comprender el momento exacto en que una unidad de vida se complejiza para ingresar en el proceso evolutivo como ocurrió en el tránsito preciso entre el mundo de las procariotas a las eucariotas o células nucleadas y el papel que la membrana cumplió en ello.

Para la vida fue muy importante que las unidades básicas de la vida en su configuración como unidades marcaran su diferencia entre sus componentes y elementos constitutivos y ese mundo exterior. La membrana al incorporarse, incorpora la unidad y la diferencia de otros elementos del ambiente. Esto es, la membrana le permitió configurar el entorno de la unidad o la máquina viva y además su protección y diferencia de los elementos disueltos en el amiente en donde se constituyó la unidad. Esto lo ha expuesto claramente John Postgate cuando explicaba que:

“Las células están rodeadas de unas membranas; tienen que estarlo, o su contenido se escaparía. Pero estas membranas son muy especiales, en el sentido de que dejan entrar en la célula aquellas cosas que ésta necesita (nutrientes y oxígeno, por ejemplo), y también dejan salir materiales de desecho. Las membranas están constituidas en parte por proteína, pero también son céreas: en su constitución intervienen grasas.” (2009:24)

Regresando a la pregunta planteada por Francisco Varela y los tres componentes necesarios del sistema autopoiético, borde semipermeable, red de reacciones e interdependencia, establece que los virus no pueden considerarse como un sistema autopoiético por varios razones: si bien el virus tiene un borde, sus componentes no son generados en el interior del virus sino en la célula donde éste se aloja. Por tanto si cumple el primer criterio (borde semipermeable) no cumple en segundo (red de reacciones) y en consecuencia no cumpliría ya el tercero (interdependencia) que requiere del primer y el segundo criterio.

En resumen, la autopoiesis se convierte en eje central de la nueva teoría de la vida en la Tierra. Incluso para los estudios sobre cibernética, este concepto será central por lo que implica el funcionamiento de la vida. Y creo que dos autores como Heinz von Foersteer y Lynn Margulis, logran sintetizar esta compleja idea: Para la bióloga estadounidense “Los sistemas autopoyéticos metabolizan, mientras que los sistemas que no son autopoyéticos no lo hacen. Las proteínas, los virus, los plásmidos o los genes no pueden por sí mismos realizar ningún tipo de metabolismo; aislados no son nunca autopoyéticos. El metabolismo incluye el intercambio de gases y líquidos (por ejemplo, respirar, nutrirse y excretar); es la manifestación detectable de la autopoyesis. Ésta requiere siempre una fuente de energía. Las energías luminosa y química son esenciales para la autopoyesis, es decir, para mantener la vida.” Para el físico austriaco y constructivista Foerster, “Autopoiesis significa la hechura de uno mismo” (1998:640).

Uno de los autores que mejor difusión hizo de la teoría de la autopoiesis hacia el campo científico en general fue Heinz von Foerster, sobre todo en los estudios de la cibernética. Foerster (1998), considera que si un sistema autopoiético establece sus propias normas entonces es autónomo y si es autónomo, el sistema es responsable de su propia acción y sostenimiento. Y si es responsable de su propia acción entonces permite que todo funcione y si todo funciona de modo autónomo y responsable entonces es ético.


-      ¿Autopoiesis en los sistemas sociales?

No obstante, Maturana considera que existen diferentes órdenes de sistemas autopoiéticos: los de primer orden serían las células, los de segundo orden son los organismos porque son agregados celulares como sistemas autopoiéticos y los de tercer orden que están relaciones con formas sociales de organización de especies como las colmenas de las abejas, colonia, familias o un sistema social. Maturana que en uno de sus más famosos libros, el Árbol del conocimiento, escrito también con Varela, señalaban que los sistemas sociales no son sistemas autopoiéticos más allá de lo molecular:

“que los seres vivos somos sistemas autopoiéticos moleculares, señalando que lo que nos define como la clase particular de sistemas autopoiéticos que somos, esto es, lo que nos define como seres vivos, es que somos sistemas autopoiéticos moleculares, y que entre tantos sistemas moleculares diferentes, somos sistema autopoiéticos (…) aunque es indudable que los sistemas sociales son sistemas autopoiéticos de tercer orden por el solo hecho de ser sistemas compuestos por organismos, lo que los define como lo que son en tanto sistemas sociales no es la autopoiesis de sus componentes, sino que la forma de relación entre organismos que los componen, y que connotamos en la vida cotidiana en el preciso momento en que los distinguimos en su singularidad como tales al usar la noción de sistema social (…) tampoco los sistemas sociales son sistemas autopoiéticos en otro dominio que no es el molecular” (2003:18-19)

En la sociología, que debería ser más cercana a mí, encuentro que quien ha tratado de abordar este asunto de la autopoiesis en la sociedad ha sido Niklas Luckman en sus profundos estudios sobre la sociedad como sistema social. El mismo Maturana, autor y cofundador de este concepto critica la perspectiva de Luhmann:

“Tampoco lo son, o podrían serlo, en un espacio de comunicaciones, como propone el distinguido sociólogo alemán Niklas Luhmann, porque en tal espacio los componentes de cualquier sistema serían o comunicaciones, no seres vivos, y los fenómenos relacionales que implican el vivir de los seres vivos, que de hecho connotamos en la vida cotidiana al hablar de lo social, quedarían excluidos. Yo diría  lo más que un sistema autopoiético en un espacio de comunicaciones se parece a lo que distinguimos al hablar de una cultura.” (2003:19)

Como se puede apreciar en el estudio de sistemas complejos una de las consideraciones es que se debe tener precaución con el uso de los conceptos que desde estas teorías se surgen. No es tan sencillo aplicar un concepto y ubicarlo de inmediato a una realidad particular.

Se ve en las conversaciones de pasillos y uno que otro artículo publicado, a veces en revistas no especializadas estos conceptos complejos. Se usan porque suenan bien, o están de moda, o sencillamente porque se considera son comprensibles de primera mano. Y este es precisamente uno de los inconvenientes a la hora de hacer uso de las nociones y sus traslados hacia otros campos.

Francisco Varela es bastante claro al presentar sus reticentes ideas frente al uso del concepto para explicar procesos que están más allá, como los sociales, como ha sucedido con el caso de la teoría jurídica, la sociología, la literatura y los estudios de familia en la psicología. Varela (2000), expresa que el concepto de autopoiesis surgió para explicar la organización de los sistemas vivos y no para extenderlo a otros procesos y fenómenos: “ha habido intentos repetidos de caracterizar, por ejemplo, una familia como un sistema autopoiético, de manera que la noción se aplique en esta caso estrictamente. Estos intentos se fundan, en mi opinión, en un abuso de lenguaje.” (Varela, 2000:441).

Sobre todo porque es un concepto que busca comprender cómo un proceso de individualización celular a partir de la configuración esta unidad como un sistema viviente, permitió dividir esa unidad en un externo y un interno y que por tanto ese interno se dispuso hacia todo el proceso evolutivo de la vida en el Planeta. Para Varela, el proceso evolutivo al que alude Darwin es resultado del proceso de autopoiético de individualización celular. (Varela, 2000:434)

No me atrevo todavía a ubicar el concepto de autopoiesis en el estudio de los sistemas socioecológicos porque todavía hay que ubicar el nivel al que pertenecen los ecosistemas en la jerarquía ofrecida por la teoría de la autopoiesis. Trato de comprender el llamado que le hace Humberto Maturana a Niklas Luhmann cuando pone en duda el concepto de autopoiesis para sistemas sociales. Maturana plantea que más que un sistema social sea un sistema autopoiético, no lo es el sentido estricto del concepto, si se podría expresar que la cultura tal como la plantea la antropología posee elementos similares a los esquemas autopoiéticos utilizados para comprender el sistema viviente.

Si bien la sociedad es un sistema viviente, lo es en otro orden diferente a la célula así la célula y el conjunto de ellas conformen cada uno de los individuos que pertenecemos a la sociedad. Pero la autopoiesis no se define por el agregado de células sino por una forma muy particular de producción de vida en el interior de unidades o máquinas vivientes.

Han pasado más de 40 años desde la aparición del concepto autopoiesis de Maturana y Varela. En 2013,  se celebró en Chile el Simposio 40 años de la Autopoiesis donde se discutió la actualidad del concepto de Autopoiesis en el marco de cinco ejes de análisis: la Vida, el Conocimiento, la Evolución, la Sociedad y el Medio Ambiente.

De este modo, la autopoiesis es ese otro discurso que pone en tela de juicio y que critica, de modo indirecto, la tendencia de la humanidad a autodefinirse como la especie escogida de poseer el derecho abarcante del ser el sistema viviente en su totalidad. La autopoiesis destruye el ego especie centrismo humano.





[1] En el libro “De máquinas y seres vivos” la definición de autopoiesis es la siguiente: “una máquina autopoiética es una máquina organizada como un sistema de procesos de producción de componentes concatenados de tal manera que producen componentes que: (i) generan procesos (relaciones) de producción que los produce a través de sus continuas interacciones y transformaciones, y (ii) constituyen a la máquina como una unidad en el espacio físico. (2003:68).
[2] Diferente a una máquina alopoiética que son “máquinas (que) producen con su funcionamiento algo distinto de ellas mimas – como en el caso del automóvil” (2003:135).