Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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martes, 24 de octubre de 2017

INTERDISCIPLINARIEDAD

"Interdisciplinariedad: un desafío para trasformar la universidad del siglo XXI"
Por: Hernando Uribe Castro, Enrique Leff, Carlos Vasco, Carlos A. Hernández, Yves Lenoir.
"Interdisciplinariedad: un desafío para transformar la universidad del siglo XXI" es un libro publicado por el Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente. El desarrollo del campo científico se puede considerar como un escenario siempre en construcción. A lo largo de este proceso constructivo, la ciencia ha presenciado dos procesos que a veces se perciben como distantes e irreconciliables y a veces como complementarios: por un lado, una tendencia a la profunda especialización disciplinaria, y por otro lado, una tendencia a la interdisciplinariedad. Los debates y las discusiones en torno a este doble proceso aun forman parte de la vida académica e intelectual. No existe campo alguno en el que no se hable de ello. Son discusiones que están en el orden del día. Esta característica del campo científico enriquece no solo la reflexión por la dinámica de la ciencia misma, sino también por el papel que ésta cumple en la sociedad. Sobre todo en aquellos espacios académicos y de formación, como las Universidades, en donde residen comunidades académicas que la animan y le dan vida. Este es un libro en el que participan Enrique Leff, Carlos Vasco, Carlos Augusto Hernández, Yves Lenoir y Hernando Uribe Castro.

viernes, 6 de octubre de 2017

AGENTES Y AGENCIAS "AMBIENTALISTAS" VERDADERAMENTE FALSAS

Agentes y agencias “ambientalistas” verdaderamente falsas!

Por
Hernando Uribe Castro
PhD. en Ciencias Ambientales
Magister en Sociología



Vivimos un momento de gran turbulencia ecológica y ambiental producida por una racionalidad humana, que reduce a valores de capital todo cuanto se pueda reducir. Una característica de este momento es la indolencia que produce en muchos corazones, cerebros y cuerpos la extinción, el dolor, el sufrimiento de otras especies, de otras vidas y la de muchos otros seres humanos.

Se perciben las plantas y los animales, incluso muchas almas humanas, como objetos, como artículos, como productos, muchas veces, como objetos de decoración. No se comprende, no se entiende y no se quiere ver que cada vida, por más grande o diminuta  que sea, es posible porque existe una compleja trama de inter– retro–conexiones físicas, biológicas, es decir, planetarias y cósmicas que lo permiten. Detrás de cada vida existe una compleja interacción que a veces escapa a los ciegos ojos humanos. La vida de una planta o de un animal vale por sí misma. Esa vida es en sí misma.

Los humanos tenemos gran dificultad para despojarnos de esa idea ingenua, parcial y egoísta según la cual, solo viven aquellas cosas que nos son productivas, que nos son útiles y que nos benefician. Los humanos cargamos con una suprema arrogancia de especie que ha producido el desastre de planeta en que nos hemos convertido. Ello conlleva a pensar que hace falta una reconexión con la vida, una visión del mundo distinta y en toda su complejidad y toda su trama. Una reconexión que permita experimentar no solo las múltiples dimensiones de la existencia sino también lo pequeños y diminutos que somos con respecto al tamaño de la incertidumbre cósmica.

De dientes para afuera, nuestras palabras parlotean sobre la crisis ambiental y la necesidad de encontrar soluciones, si es que la conciencia acepta verdad; pero de dientes para adentro, las intenciones, comprensiones, intereses y modos de entender la existencia producen comportamientos que expresan la total desconexión con la vida. Se podrían citar miles de ejemplos sobre este hecho, pero deseo referir uno que acontece en estos días en Cali. En diciembre se celebra solamente durante 4 días la Feria de Cali, evento que poco a poco se ha ido privatizando. Para este evento se construyen unas tarimas para que la gente pueda ver los desfiles. Para este 2017, el Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente y la alcaldía de Cali habían comunicado que podarían, trasladarían y erradicarían 43 árboles para construir la tarima. Una tarima que es provisional porque solo se construye en la fecha decembrina. Se echó más leña al fuego cuando a través de redes sociales se difundió un fragmento de una entrevista a una funcionaria que expresó: “Estamos en la ciudad, no en el campo, y como la ciudad se combinan otros tipos de derechos, entre esos cultura, entonces se justifica la tala; los ciudadanos no debemos generar polémica y debemos pensar en arborización donde nacen las cuencas y no en la ciudad" Comentarios que por cierto es desacertado, lamentable e inapropiado.

De inmediato tuvo que intervenir la Personería Municipal de Cali y los habitantes sensibles a la protección ambiental para denunciar estos hechos. Según el periódico El País “La Personería Municipal informó este viernes que las justificaciones del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente, Dagma, para intervenir 43 árboles sobre el separador de la Autopista Sur Oriental, no son válidas y recomiendan no otorgar permisos a Corfecali”[1]

Sorprende que entidades, que dicen estar enfrentado las consecuencias del cambio climático, que favorecen la protección de los bienes de la naturaleza, de su cuidado, incluso de su conservación, terminen reproduciendo acciones contrarias a todo ello que burdamente afectan en gran cantidad y dimensión. Acciones que se llevan a cabo con mensajes y “verdades” verdaderamente falsas. Con embustes y falacias. Utilizan y hacen uso de los conceptos ambientales como estrategia y argucia para hacer creer que están en la línea de la responsabilidad ambiental. Esta trampa es más peligrosa aún porque las acciones que llevan a cabo las realizan y las imponen mediante dispositivos y argucias que timan, engañan y mienten a la toda la comunidad.

Estos agentes -que dicen hablar y actuar en nombre de las instituciones más ambientalizadas del Estado y que además proclaman que velan por el cuidado de plantas y animales-, reproducen el falso ambientalismo: talan árboles con toda su diversidad de vida en ellos para construir tarimas, canalizan ríos para favorecer el negocio de la creciente segregación urbana, proponen urbanizaciones en antiguos basureros, autorizan la construcción de infraestructuras en zonas de humedal, permiten el despojo a las comunidades de su tierra para plantar los lucrativos monocultivos que amplían las arcas de la acumulación de capital privado. Todo ello se hace en nombre del "progreso" y del "desarrollo" que son más importantes, dicen ellos, que unos cuantos árboles talados, unas cuantas bosques extintos, unos cuantos humedales desecos, unos cuantos ríos transformados y contaminados. Ojo, cuando se tala un árbol no es solo la vida del árbol la que desaparece sino toda la trama de vida con la que está conectado ese árbol. Cuando se deseca un humedal se afecta todo el sistema de vida que habita en él y los otros ecosistemas que dependen de él.

Agentes que siendo cuotas políticas de intereses burocráticos de otros agentes de Estado, seguramente de más rango poder, van en contra de las evidencias de una humanidad al borde de la inexistencia planetaria. Mientras que con una mano sostienen el parlante con el que le vociferan al pueblo lo sostenible que son sus acciones “ambientales” llevadas a cabo, con la otra mano y sierra entre dedos, manipulando maquinaria y haciendo cuentas con el capital, arrasan y depredan con las formas de vida, los colores, los olores y los bienes de la naturaleza.




[1] El País. “Personería recomienda no intervenir árboles de la Autopista”. Octubre 5 de 2017.