Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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martes, 26 de febrero de 2013

CRISIS AMBIENTAL, MINA DE ORO PARA LA CORRUPCIÓN EN COLOMBIA


CRISIS AMBIENTAL, MINA DE ORO PARA LA CORRUPCIÓN EN COLOMBIA[1]

Por
Hernando Uribe Castro
Investigador CIER – Magíster en Sociología

Existe una relación entre crisis ambiental y corrupción. Los efectos tanto del periodo de lluvias intensas como el periodo de mucho calor en Colombia, nos invita a pensar dos cosas: primero, que tanto las fuertes lluvias como el intenso calor están afectando de manera clara el sistema de cuencas hidrográficas en donde está la población urbana y rural, pero que además, esto efectos también son producidos por el modelo de desarrollo económico y político que se instaló sobre estos lugares. Un modelo extractivo que acaba con bosques, cobertura vegetal protectora del suelo y que impulsa la expansión ganadera, la minería, la tala y quema de bosques, el desplazamiento de personas, entre otros.
           
Segundo, que esta crisis socio ambiental, producida por las actividades humanas, conlleva a un incremento en la producción de desastres como inundaciones en el campo y la ciudad, afectación de infraestructuras (carreteras, vías), así como también incendios forestales, sequía, envenenamiento del agua, la tierra y el aire. Frente a esto, el gobierno colombiano responde activando las alarmas por emergencia y  hace anuncios de importantes ayudas para atender estos eventos. El problema es que a la crisis socio ambiental se le suma una catástrofe que es perversa porque es intencionada y está arraigada en las prácticas políticas: la corrupción.

Ya lo anunciaba el periódico El País del viernes 11 de febrero: “Se hicieron ‘agua’ los dineros de ola invernal en el Valle del Cauca: El Valle del Cauca es el departamento que registra el mayor número de irregularidades por obras del programa Colombia Humanitaria que aún no inician o presentan grandes retrasos”. Solo un seguimiento atento a los medios periodísticos daría cuenta de los muchos anuncios de apoyos, recursos y dineros que se anuncian pero no tienen seguimiento. No se sabe si efectivamente esos recursos se concretan o llegan a quienes lo necesitan realmente. Por ejemplo, en el municipio de Roldanillo tumbaron un puente para hacer otro similar con el único propósito de contratar.[2]

El Informe Mundial de Corrupción 2011 señala que en los países donde precisamente existían dineros que se giraban a la atención de los problemas por riesgos por desastres naturales o medioambientales, se evidenciaba incremento de la corrupción[3]. Hoy en día los presupuestos nacionales incluyen recursos para atender desastres y eventos de calamidad, pero como estos eventos son procesos de largo plazo, los controles administrativos casi que son imposibles y muchos grupos de poder, líderes y gamonales, se están beneficiando de esta crisis socio ambiental. 

Debe el Gobierno de Santos, en representación del Estado, activar todos los dispositivos y equipamientos para atender, favorecer y defender a los ciudadanos que se encuentran dispersos a lo largo y ancho del territorio nacional afectados por las crisis socio ambientales, pero también llamar la atención de los organismos de control, Procuraduría y Contraloría, para vigilar la función pública, en especial lo que tiene que ver con la efectiva y eficiente administración de cuantiosos recursos fiscales, que deslegitiman al Estado y naturalizan la corrupción.

 






[1] Este artículo fue publicado por El Pueblo, sábado 23 de febrero de 2013.
[2] “Informe: los puentes ‘voladores’ que no han logrado convencer en Roldanillo.  El Valle del Cauca es el departamento que registra el mayor número de irregularidades por obras del programa Colombia Humanitaria que aún no inician o presentan grandes retrasos.” El País, 8 de febrero de 2013.
[3] Informe Mundial de Corrupción “Cambio Climático”. Estados Unidos: Transparency International, 2011.


lunes, 18 de febrero de 2013

LA INSEGURIDAD CIUDADANA NO SOLO ESTA EN LAS CALLES


LA INSEGURIDAD CIUDADANA NO SOLO ESTA EN LAS CALLES

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

Es necesario aclarar que la seguridad de los ciudadanos se ha enfocado a los problemas de la calle y del espacio público, como si la inseguridad fuera provocada solo por ladrones, bandas criminales y desadaptados. Para eso, las autoridades y los gobiernos enfocan esfuerzos y una gran cantidad de recursos para  el aumento de autoridad armada como militares, policías, tecnologías para la vigilancia y políticas de seguridad.

Pero se olvida que la inseguridad de los ciudadanos también está en algunos de los espacios públicos de las instituciones del Estado, donde la criminalidad, la corrupción, el clientelismo y la politiquería atentan contra la integridad de todos y todas.

Ejemplos sobran, tales como: la corrupción dada en el sistema de salud colombiano que produjo no solo la mercantilización de la salud, sino también, y de modo directo, la pésima e ineficiente atención de muchas personas que perdieron la vida esperando atención en una sala de espera de un hospital o clínica; agencias del Estado que debían realizar las obras necesarias para evitar que temporadas de invierno y/o sequía no afectaran la población de la forma como lo habían hecho, pero que al final de cada evento, fueron evidentes los estragos, el desastre y la muerte de muchas personas por la ineficiencia y la corrupción; inseguridad educativa; la parapolítica como expresión de esa inseguridad que vivió el país en tiempos recientes, así como las organizaciones criminales aliadas con políticos y gamonales regionales que hacían presencia en los espacios de decisión y de inteligencia más importantes del país; la inseguridad que produce un sistema financiero que clienteliza a toda una población. Las agencias del Estado encargadas del control del mismo Estado parecen insuficientes frente a tantos casos de delitos cometidos contra la misma nación por sus mismos agentes. Todo tipo de funcionario público operando en las instituciones del Estado desde la corrupción y la criminalidad.

Esa es la otra inseguridad que viven los colombianos. En este sentido, es necesario repensar la sociedad colombiana desde otros ángulos. Exigir la seguridad producida tanto por las instituciones del Estado en ellas mismas, así como la seguridad en el espacio público tanto urbano como rural. Limpiar las instituciones del Estado de criminales y corruptos es necesario para transformar la institucionalidad del país y para lograr la garantía de la responsabilidad  del Estado con sus ciudadanos.

Parece que en Colombia se administra la inseguridad y no la seguridad pues algunos funcionarios públicos enfocados a procurar el bienestar y la integridad de los colombianos son quienes en realidad están fomentando todo tipo de daños y perjuicios, que, en vez de prometer un camino hacia al bien común, donde tomen medidas profundas y maticen de raíz, terminan aportando soluciones a problemas más triviales, que ante el público, parecen ser más efectivas como la captura de un gran delincuente, o un  plan antirrobos, o la investigación de grupos criminales.

Lo que es extraño, es que, por más capturas que hagan, por más inversión que se promueva y por más discurso que demuestre que lo que se está haciendo, los hechos evidencian que todo ha sido, es, y sigue por el mismo camino, y que los colombianos tanto en los espacios institucionales como en el escenario público y de la vida cotidiana siguen experimentando la reproducción de la inseguridad.

18 de febrero de 2013



jueves, 14 de febrero de 2013

PRODUCCIÓN SOCIOESPACIAL DEL MIEDO URBANO EN CALI


PRODUCCIÓN SOCIOESPACIAL DEL MIEDO URBANO EN CALI[1]

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología

Las ciudades colombianas se han convertido en escenarios que materializan las diferentes estrategias de sus pobladores para enfrentar los múltiples sentimientos de miedo que se producen al vivir en estos contextos de sociedad: estrategias que van desde los diseños de viviendas, urbanísticos, industriales y comerciales, hasta los diferentes mecanismos de control sobre los mismos espacios y escenarios públicos. Estas expresiones se pueden comprender como formas de resistencia para aminorar, manejar, mitigar y disminuir el miedo urbano.

Hoy en día, los sistemas modernos de seguridad y vigilancia se encuentran en las grandes organizaciones así como también se pueden apreciar en algunos barrios, conjuntos cerrados o sectores populares. Las rejas y las cámaras de seguridad instaladas en muros, postes de alumbrado, puertas, ventanas, terrazas, ascensores, balcones y gradas, con sistemas de alto voltaje, son herramientas que se utilizan para enfrentar y apaciguar el miedo.

En calles, plazas y parques existen algunos anuncios hechos por las autoridades o por la misma comunidad con contenidos preventivos y/o amenazantes para que la población se abstenga de cometer actos delictivos.

Foto. Anuncio sobre la Avenida 6ª en Cali.
Foto: Hernando Uribe Castro, 2012.

En esta sociedad de control cada individuo es sospechoso(a). A espaldas de cada ciudadana(os) existen mecanismos de vigilancia que no pierden detalle alguno de los movimientos. Los espacios públicos y privados (como en centros comerciales, teatros, museos, galerías, supermercados, estadios, gimnasios) son vigilados las 24 horas del día, donde se disponen carteles que expresan con cierto eufemismo: siéntase tranquilo, este lugar está siendo monitoreado.

La ciudad y sus autoridades se esmeran por demostrar que se trabaja por la seguridad de los habitantes, de los turistas y de las instituciones públicas y privadas. Para ello incrementan de manera permanente el número de policías y sistemas de alta tecnología en seguridad, y todo tipo de equipamiento relacionado con ello. Esto hechos generan importantes inversiones y ganancias para las industrias del control del miedo. Así se tienen espacios vigilantes y vigilados, que controlan y son controlados.

En la ciudad marca, el miedo es un importante aliado para la reproducción de los excedentes de capital, en tanto obliga a realizar grandes inversiones para aminorarlo e imponer el sentido de seguridad. Así como también se ha incorporado como un aspecto más de la configuración del espacio público y sus lugares, y como mecanismo de control de la vida pública y democrática.

Detrás de los discursos políticos parece potenciarse la idea de la necesidad de deslizar el ciudadano del espacio público -es decir del espacio del encuentro-, hacia los lugares del consumo, el que dice dar seguridad, tranquilidad, comodidad y gusto, aquel espacio, el privado, el del centro comercial. Se asiste, entonces, a la reproducción socioespacial del miedo como mecanismo de control social del comportamiento urbano, así como también de reproducción de excedentes de capital.








[1] Artículo publicado en el Boletín Ethos Regional del Centro Interdisciplinario de Estudios de la Región Pacífico Colombiana, CIER, número 5, octubre – diciembre de 2012.