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martes, 25 de abril de 2017

CALI, CIUDAD DE RETAZOS Y DE JARILLONES

Cali, ciudad de retazos y de jarillones

Por
Hernando Uribe Castro
Ph.D. en Ciencias Ambientales

Santiago de Cali se puede considerar una ciudad de retazos, así como una ciudad de jarillones.

Primero. Cali es, urbanísticamente, una ciudad de retazos. En ella, las huellas arquitectónicas de su pasado indígena, aldeano colonial y republicano fueron borradas casi por completo por la mano de los agentes de la inversión inmobiliaria y de los gobiernos locales, quienes desde las administraciones no le prestaron atención al inmenso valor del capital histórico y simbólico de los espacios legados de épocas anteriores.

La ciudad tradicional poco a poco se fue desvaneciendo ante la mirada de todos sus pobladores. La penetración de las lógicas territoriales del capitalismo, su financiarización y la sobreacumulación desenfrenada de los agentes que hicieron inversiones para aumentar su capital con el mercado del suelo, llevaron a un crecimiento urbano ilimitado que hizo alargar sus tentáculos hacia las zonas ejidales, de expansión y áreas no apropiadas para el crecimiento urbano.

La urbanización privada jalonó la ciudad hacia zonas altamente vulnerables por sismos e inundación. Además de ello, produjo segregación urbana, marginación y exclusión social. Incluso, la ciudad en la actualidad presenta una alta demanda de agua para abastecer a la creciente población que compra viviendas a altos costos financieros en el sur y en el occidente. Esta alta demanda conduce a que el agua se convierta en el foco de lucha entre los agentes privados (que ven en el agua un recurso capital que garantiza las ventas de su negocio) y los ciudadanos (que valoran el agua como un derecho humano fundamental y democrático).

A ello se suma que la plataforma natural sobre la que se construyó la ciudad fue intervenida definitivamente para abrir espacio al cemento, al ladrillo y al asfalto. Sus distintos ríos desaparecieron, sus bosques fueron talados, sus humedales desecados para dar paso a la dinámica urbanizadora moderna. Los tentáculos de la urbanización (legal e ilegal) se ramificaron por distintas áreas, tanto en la zona plana como en las zonas de ladera.

Los datos del documento "Cali en Cifras" de la Oficina de Planeación del 2015 expresan que en el área urbana de la ciudad existía un total de 288 barrios aprobados y 88 urbanizaciones y/o sectores. El número de barrios y urbanizaciones y/o sectores es desigual en las comunas. Por ejemplo, mientras que en las Comunas No. 19 y No. 2 existen 32 y 24 barrios respectivamente, otras Comunas como la No. 1 y la No. 22 tienen 4 y 5 barrios respectivamente.

A las Comunas localizadas en el oriente y en las zonas de ladera se les debe sumar los asentamientos informales existentes. Por ejemplo, según informe de la Alcaldía en toda la ciudad de Cali en 2010 se contabilizaban 66 asentamientos informales (informe de Alcaldía de Cali, 2010) y en 2015, en el "Informe Seguimiento al Plan Jarillón de Cali PJC", de la Procuraduría General de la Nación y de la Personería Municipal de Santiago de Cali, señala que sólo en el jarillón del río Cauca (sin contar con los existentes en la Laguna de Charco Azul y el Pondaje, ni los que existen en las zonas de ladera) existían por lo menos unos 26 asentamientos informales con aproximadamente 8.777 viviendas. Crecen las urbanizaciones legales en la ciudad y crecen también los asentamientos informales. A la par que la ciudad crece hacia el sur, también los asentamientos informales se van extendiendo hacia esta zona tanto en las zonas de ladera como en las zonas orientales planas.

Segundo. Hoy, Cali también es la ciudad de los jarillones: una ciudad, cuyos agentes de Estado (que provienen o pertenecen al mundo de los privados) construyeron por todos lados jarillones para canalizar los ríos: diques en el río Cauca, en el Cali, en Lilí, en el Cañaveralejo y en el Meléndez. Diques para que sus áreas de inundación fueran aprovechadas por los agentes privados e inmobiliarios e integradas como áreas para la construcción de viviendas.

Edificios de apartamentos junto al río Lili en Cali
Foto: Luis Hernando Hidalgo. Edición: Hernando Uribe Castro
Se permitió vivir a muchas familias en zonas de alto riesgo. De ese modo, se capitalizó el espacio de protección hídrica en beneficio del lucro con la construcción y venta de viviendas en barrios, urbanizaciones en conjuntos cerrados y edificios de apartamentos de 5 y más pisos. De este modo, se presentó y se continuará presentando, por lo tanto, una acumulación por despojo de los espacios de la naturaleza. 

Las entidades del Estado del control han quedado rezagadas y atadas a las fuerzas de incidencia política en los espacios de decisión de parte de los agentes privados inmobiliarios, quienes parecen tener una mayor fuerza a la hora de tomar cartas en cuanto a la planeación y el ordenamiento de la ciudad.

La sociedad civil, algunos entes del Estado y la academia se han visto desplazados de estos espacios. El poder de los agentes privados, cuya razón de ser es la acumulación incesante en beneficio propio, parecen haber eclipsado el actuar de los actores sociales comprometidos con la construcción de una ciudad que debe plasmar la democratización del espacio, de los elementos de la naturaleza y de la inclusión de sus ciudadanos. Se tiene y se hace de la ciudad del hoy, un espacio para agrandar y garantizar el negocio y no una ciudad para el derecho de vivir de sus pobladores en armonía con la naturaleza.


Como se puede observar, todos estos retazos y fragmentos de espacio y de historias, están relacionados con todo: agua, urbanización, infraestructuras, actores sociales, agentes privados y de Estado. Entender la ciudad es entenderla como un sistema, como un metabolismo social, como un campo de luchas y de intereses.