Cali y el
cambio climático
Por
Hernando
Uribe Castro
Ph.D. en
Ciencias Ambientales
Es evidente
que Santiago de Cali no está preparada para afrontar las fuerzas que imponen los
efectos del cambio y la variabilidad climática. Se suma a ello, el hecho de que
Cali es una ciudad planeada más desde los escritorios de los tecnócratas y
desde los intereses de una elite económica y política que se interesó
profundamente en cómo hacer riqueza con el mercado de tierra y la expansión
urbana, y muy poco en cómo aportar a la construcción de una ciudad acorde a las
características propias del territorio y sus ecosistemas.
La ciudad
fue construida sobre zonas de humedales, lagos y ciénagas que fueron
intervenidas con obras llevadas a cabo por las instituciones en nombre del Estado
para sacar una renta y beneficio económico a la tierra. Por ejemplo, la línea
del jarillón se construyó junto a la orilla del río canalizando de este modo el
caudal del río Cauca e interviniendo la comunicación entre ésta y su zona de
inundación. El papel que cumplían los humedales, lagos y ciénagas era
precisamente el de ser espacios de control del desbordamiento del afluente y de
sus tributarios.
Toda la parte
de Cali, desde la línea del ferrocarril (entre las calles 25 y 26) hacia el
oriente debió ser una zona de amortiguamiento para la dinámica de inundación
del río Cauca y no un área de expansión urbana. Esto había quedado muy claro en
la formulación del Plan Piloto de los años 40. Plan que por supuesto no fue
llevado a cabo en su totalidad porque primaron más los intereses por fomentar y ejecutar el Plan Lilienthal que
diseñó el valle geográfico del río Cauca a imagen y semejanza del Plan Teneesse
en Estados Unidos con el que se pretendía beneficiar un sector agrícola y
agroindustrial. En el marco de este Plan Lilienthal, se ejecutó el Plan
Aguablanca para la ciudad de Cali. Con el Plan Aguablanca, las áreas de
inundación, aquellas en donde estaba el gran sistema del sector, se incorporaron
como tierras para la expansión urbana desecando y rellenando este inmenso sistema
de humedales.
A esto se
debe agregar que las elites, al negociar el valor de la tierra, no prestaron tampoco
una atención a las cuencas hidrográficas que bajaban desde los Farallones de
Cali en la Cordillera Occidental hacia el río Cauca. Muchos de estos ríos
fueron canalizados (como Cañaveralejo, Meléndez y Lilí). El Cañaveralejo llevó
la peor parte pues fue convertido en canal de aguas residuales y unido a los
otros dos ríos (Meléndez y Lilí) mediante un canal de intercepción en el sur.
No es raro pues, que ahora estos afluentes puedan recobrar su memoria y
producir los estragos sociales que se han venido construyendo por largos años
debido a que sus áreas de inundación fueron urbanizadas.
Las
autoridades nunca controlaron el proceso expansivo de urbanizaciones legales e
ilegales hacia las zonas de ladera, así como en el oriente, incluso en la línea
del jarillón. Hoy en las zonas de ladera habitan innumerables familias (de estratos
socioeconómicos altos, medios y bajos) que corren gran peligro ante posibles
deslizamientos por las intensas lluvias producidas por los efectos del fenómeno
de La Niña, así como por la pérdida del bosque, el aumento de la erosión y los
incendios forestales. Se construyó así la posibilidad inminente de un riesgo
social de gran envergadura ante un cambio climático cuyos efectos se van
haciendo más fuertes con el pasar del tiempo. Lo que se ha visto de estos
efectos en la ciudad de Cali todavía es poco para lo que en términos de
variabilidad y cambio se prevee, viene para el futuro.
Lo que se
observa es que las acciones del gobierno local y nacional actúan sobre los
acontecimientos ya producidos y no sobre la capacidad de evitarlos y/o prevenirlos.
Los recursos que se asignan para la atención por desastres en Colombia es inmensa
y esto se convierte en un botín muy importante para agentes y funcionarios
corruptos que se aprovechan de que las cosas sigan así.
Los lugares
de la ciudad y sus zonas adyacentes que desde tiempo atrás venían presentando
problemas por inundaciones (en temporadas de fuertes lluvias) o de incendios
(en temporadas de fuerte sequía) continúan presentando estos problemas a pesar
de que se han detectado desde hace mucho tiempo. El caso de las inundaciones en
Juanchito sobre el río Cauca se repite cada vez que aparecen las famosas “Olas
invernales”. La población ha vivido inundaciones desde hace mucho tiempo, y se
hacen más fuertes en el presente. Lo peor de esta situación, es que estos
lugares se verán cada día más afectados por la fuerza del cambio climático.
Otros lugares en donde no se vislumbraban problemas relacionados con estos
impactos, hoy ya se están viendo afectados. Por ejemplo, las inundaciones en sectores como El Templete, El Panamericano y la Autopista Suroriental.
Falta mucho
para que Cali sea una ciudad adaptada al cambio climático. Falta mucho para que
los políticos que toman decisiones se den cuenta de la prioridad que implica el
cambio y la variabilidad climática en la agenda pública. Los políticos y
tomadores de decisión todavía creen que los estragos que se presentan en las
ciudades y en diferentes zonas del país son hechos aislados, porque no ven (o
no quieren ver) que todo esto hace parte de la dinámica del sistema natural. El
crecimiento agigantado de Cali no respetó las condiciones de la Naturaleza y esta
misma Naturaleza le está pasando cuenta de cobro ya a la ciudad.
Infortunadamente,
ante este panorama desolador, la población termina dolida por las víctimas
humanas y las pérdidas materiales. Población que regularmente se corresponde
con los grupos sociales que han sido empobrecidos y marginalizados. Pero ya se
está observando que los efectos se empiezan a sentir en toda la población,
indistintamente de su clase social.
En términos
concretos: la generación de los desastres por inundación en el valle geográfico
del río Cauca, y en Cali en especial, obedecen al pésimo diseño y ordenamiento
del territorio que desde las primeras décadas del siglo XX, hasta el presente,
han llevado a cabo los agentes privados del capital agrícola y agroindustrial,
así como los agentes del Estado sobre este territorio. El agua del río Cauca
recupera su memoria. La acción humana irresponsable ha participado también de
la producción acelerada del cambio climático
Ante este panorama,
las comunidades locales, la academia y los movimientos sociales, así como la
sociedad civil en general, tienen un importante papel por desempeñar. No solo
como dinamizadores de las discusiones. También como demandantes de políticas públicas
claras y transparentes antes las instituciones de los organismos competentes. Del
mismo modo, como diseñadores que participan y proponen en la toma de decisiones
de los futuros escenarios y de las posibles soluciones a tan agigantado
problema.