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miércoles, 18 de febrero de 2015

DOMINACIÓN SIMBÓLICA Y COLONIZACIÓN INTERNA: EL FÚTBOL COMO DEPORTE ESPECTÁCULO

Dominación simbólica y colonización interna: el fútbol como deporte espectáculo

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología
Estudiante del doctorado en Ciencias Ambientales, Universidad del Valle

Me sigue llamando profundamente la atención, el modo como los dinamizadores del mercado (agentes globales de las principales marcas comerciales, gerentes de clubes deportivos, gobiernos nacionales, propietarios de medios masivos globales de comunicación), han llevado a la implementación de un conjunto de dispositivos sutiles de dominación simbólica cuyo efecto no se limita sólo al consumo del entretenimiento sino que profundiza una colonización interna.

Entiendo por colonización interna retomando algunos elementos del planteamiento de Pablo Gonzalez Casanova y Silvia Rivera, en el sentido de considerar el ejercicio de la dominación física y simbólica que se hace de las estructuras mentales y cognitivas en cada individuo y comunidad, imponiendo de modo sutil, su situación de  inferioridad, subalternidad, tanto del lugar que se ocupa como del sentido del ser latinoamericano que se es, con respecto a lo europeo.

Un colonialismo en su sentido de disciplinamiento (mantener mentes disciplinadas, más entretenidas y menos pensantes) y de despojo que lleva a la negación del valor de lo propio (lo extranjero es mejor que lo propio). Lugar y sentido del ser son caras de la misma moneda.

Y considero que entre las estrategias recientemente utilizadas se encuentra el fútbol como deporte espectáculo. Pero no me refiero al fútbol como juego y deporte, sino al uso social que se ha hecho de él, como un deporte espectáculo, especulativo, masivo y comercial, transmitido a través de los medios de comunicación masivos, todos los días en todos los momentos del día para promocionar las marcas globales patrocinadoras.

Deseo señalar algunos puntos que me parecen interesantes y que pueden dar una idea de qué es lo que deseo plantear relacionando la dominación simbólica y el colonialismo interno con el fútbol como deporte espectáculo para el caso colombiano:

  • El torneo de fútbol colombiano que por tradición se jugaba los días miércoles y domingos en épocas anteriores, hoy se encuentra distribuido en toda la semana. Todos los días hay partidos del rentado nacional tanto del torneo de la A como del torneo de la B (y no sé cuántos torneos más) que ahora cobran todos destacada importancia.
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  • A esto se suman otros torneos de divisiones menores o de talla internacional, latinoamericano y fútbol europeo. El mundial del fútbol, copa libertadores de América, Eurocopa, el mundial de la sub20, entre otros torneos internacionales.
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  • Muchas veces, algunos equipos logran participar en varios torneos al mismo momento, llevando a una explotación incesante (física) de sus jugadores.
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  • Las personas ahora se hacen hinchas de equipos europeos, (de modo muy particular, españoles), consumiendo no solo los partidos trasmitidos sino también los productos como camisetas, afiches, noticias y todo tipo de símbolos que los identifica con el equipo europeo. Más conocen de la vida de cada jugador que de los problemas del país. Dejando atrás el fervor que despertaban los equipos locales.
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  • Esto ha llevado a un detrimento del modo como se aprecia, se percibe y se valora el fútbol colombiano que para las personas no logra compararse con el juego europeo, que dicen, “es mejor” y de “mayor calidad”.
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  • El que un jugador colombiano se enfile en un equipo extranjero europeo no solo se convierte en una hazaña deportiva sino en un éxito de nación. Por ejemplo, durante los días previos al Mundial de Fútbol 2014 en Brasil, se difunde como noticia de interés nacional la visita que hace el Presidente de la República de Colombia al lesionado Falcao. Más recientemente, la lesión de J. Rodriguez, figura del Real Madrid, se convierte en preocupación nacional y así lo hacen ver los medios.
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  • Un juego de la selección Colombia con Brasil en el Mundial del fútbol llevó a decretar día cívico en Colombia y normas especiales para el control de alcohol de parte de las autoridades. Cosa que no sucede en otro contexto o en otras situaciones.
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  • Solo basta ver el tratamiento que los medios y los productores de la publicidad, incluso el gobierno nacional y organismos internacionales, han hecho de algunos jugadores, nombrados como embajadores simbólicos. Por ejemplo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito nombró a Falcao como el embajador de la Buena Voluntad. Llama la atención el caso de Nicolette Van Dam que siendo embajadora de la Buena Voluntad renuncio tras la polémica y la presión generada al realizar un montaje fotográfico en Internet de dos jugadores colombianos aspirando cocaína. los titulares marcan: repudio nacional contra la modelo y llamados de atención de la embajada colombiana a la ONU.
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  • El mismo día que operaban a J. Rodríguez de su pie, en un pueblo colombiano se habían asesinado a cinco niños de disparos en la cabeza. Creó conmoción y titularidad la noticia del pie de Rodríguez como preocupación Nacional (siendo la noticia más leída en todos los diarios del país) y poca atención se le prestó en su momento a la masacre de los niños en Caquetá. La noticia del asesinato de los niños tomó importancia mucho después cuando se presiona resultados de investigación de la policía por parte de la comunidad como del mismo Presidente.
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  • El discurso de los medios con respecto a la lesión de J. Rodríguez no va encaminado a establecer que el jugador se recupere porque es su salud, sino que se recupere para que vuelva a producir el espectáculo que el pueblo aclama prontamente. Una mercantilización y cosificación del cuerpo y de la salud de los jugadores.
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  • Los valores extraordinarios de los jugadores, sus transacciones al modo de una esclavitud donde las personas poseen un valor comercial de transacción por sus competencias que, en este caso, son deportivas. No importa el valor del ser humano, importa qué tan bueno es para desempeñarse como jugador del fútbol. La valoración de las nóminas de los equipos de fútbol, entre más alta, más posibilidad de éxito. En esa valoración que se hace, un jugador que se lesiona y que disminuye su nivel, pierde por consiguiente su valor simbólico como su valor comercial.
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  • La explotación comercial del nombre de cada jugador ya no como aquello que le da un reconocimiento ciudadano y de pertenencia a una nación sino como una marca comercial global. Del mismo modo sucede con su figura, su cuerpo y su rostro. Un despojo de su ser y de su identidad como ser humano para convertirse en objeto de transacción comercial y de vitrina de mercado.

Que no se entienda esto como la búsqueda o el señalamiento de los deportistas como culpables. Lo que deseo expresar es el modo como los agentes del capital y del poder, hacen uso del fútbol y de los futbolistas para impulsar procesos de dominación física y simbólica sobre la sociedad, de la que participan agentes (privados y del Estado) con intereses particulares, regularmente relacionados con el incremento de sus excedentes de capital y de poder simbólico.

Todo es posible porque existe una masa de públicos espectadores que consumen lo que estos agentes construyen, establecen e imponen como única verdad y como el camino correcto de vida y de felicidad. Desafortunadamente como sociedad caemos en la trampa y terminamos reproduciendo lo que más rechazamos y negamos.