Agua
Por
Hernando
Uribe Castro
Candidato
a doctor en Ciencias Ambientales y magíster en sociología
Miembro
del CIER y Prof. Universidad Autónoma de Occidente
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Hernando Uribe Castro en trabajo de campo en el Humedal Madre Vieja Videles. Foto: Jonathan Rodríguez, 2017. |
El
agua, así como el oxígeno y la tierra, es un elemento central de la compleja trama
de la vida en la biosfera; una sustancia cuyas características deslumbran, impactan y maravillan a quienes se dedican a su estudio. Sus propiedades son particulares y cada día la ciencia descubre nuevas.
La ciencia dice que el agua se concentró en la
superficie del planeta, aproximadamente 4.600 millones de años, debido a la
lluvia de meteoritos cuyas partículas poseían cristales de agua. También por el vapor que salía de los cráteres desde el interior.
Bellas historias y mitos existen en la memoria y en la tradición de los pueblos y grupos humanos al rededor de todo el mundo con respecto al origen del agua y de sus propiedades.
Ciencia y mitos coinciden al considerar el agua como un ingrediente
importante para el surgimiento de la vida. Ella ha repetido de forma natural e
incesante su ciclo a lo largo del tiempo geológico. Las distintas especies que
habitan esta casa común dependen de ella, no solo del agua que está por fuera de sus cuerpos sino también por la cantidad que los compone (70%). Desafortunadamente, las prácticas humanas han hecho un uso indebido,
intenso y desmedido al afectar su ciclo natural. Estos usos sociales
inadecuados del agua producen valores alarmantes de destrucción de las
fuentes y caudales. Lluvia, ríos, lagos, océanos y pozos son afectados por
la alta tasa de contaminantes utilizados para actividades
agrícolas, mineras, ganaderas, industriales y comerciales. Para descontaminarla
y volverla potable, algunas sociedades inyectan gran cantidad de químicos que
son nocivos para la compleja trama de la vida.
Las
estimaciones de agua existentes en la Tierra indican que ésta posee un volumen de
1.400 millones de kilómetros cúbicos (Km3). De estos, el 97,2% es agua salada y
el 2,8%, (35 millones de km3), es agua dulce (Duarte, 2006:36). El agua dulce se
distribuye así: glaciares (69.7%), subterránea (30%) y superficial (0.3%)
(Boggiano, 2013). A partir de la segunda mitad del siglo XX, el consumo de agua
en los países industrializados se multiplicó por cinco (5) y la Organización Meteorológica Mundial
calcula que hacia el 2025 dos tercios de la humanidad vivirá en “Estrés
hídrico” (Sempere y Riechman, 2004).
Según indica el Informe de las Naciones Unidas sobre los Recursos Hídricos en el Mundo “La demanda mundial de agua está muy condicionada por el crecimiento
demográfico, la urbanización, las políticas de seguridad alimentaria y
energética y los procesos macroeconómicos como la globalización del comercio,
los cambios en la alimentación y el aumento del consumo. Se prevé que la
demanda mundial de agua aumente un 55% en 2050, debido principalmente a las
crecientes necesidades de la industria, la producción térmica de electricidad y
el uso doméstico” (2015:3).
El 9 de febrero de 2017, el marcador de población mundial contabilizaba 7.496.306 500
personas. El Banco Mundial estimó que en el 2015, el 53,8% de la población era
urbana. El Word Economics señaló que entre 1960 a 2012, el producto interior
bruto mundial aumentó un promedio de un 3,5% (World Economics, 2014). La UNESCO
señaló que este crecimiento ha tenido un coste social y ambiental significativo
pero además implicó una mayor demanda de agua dulce. Por ello, esta entidad prevé
que “en 2030 el mundo tendrá que enfrentarse a un déficit mundial del 40% de
agua (2030 WRG, 2009). El Programa Mundial de Alimentos estima que alrededor
de 795 millones de personas en el
mundo no tienen suficientes alimentos.
Algunas
corporaciones globales y elites políticas que tienen la capacidad de decidir
sobre los pueblos, se han dado en la tarea de usufructuar el agua en beneficio
propio. Sacarle rentabilidad al convertirla en una mercancía para producir
acumulación de capital.
En
Colombia (sin mencionar el caso de la Guajira, el Casanare u otras regiones), y de modo particular en
el valle geográfico del río Cauca, la situación del agua es crítica. El
documento CONPES 3624 señala que el río Cauca es la principal arteria fluvial
del occidente colombiano. Señala que en el Valle del Cauca “el 75 % del
consumo de agua se destina para uso agrícola, seguido por un 14 % para uso
industrial y un 9% para uso doméstico” (CONPES, 2009:9). A pesar de esta
inequidad, y cuando se presentan temporadas de sequía, las autoridades dirigen las políticas de
racionamiento hacia el uso doméstico.
El
Decreto número 1729 de 2002, artículo 4, punto 3, establece que “En la
utilización de los recursos hídricos, el consumo humano tendrá prioridad sobre
cualquier otro uso y deberá ser tenido en cuenta en la ordenación de la
respectiva cuenca hidrográfica.” Y en el punto 4 establece: “Prevención y
control de la degradación de la cuenca, cuando existan desequilibrios físicos o
químicos y ecológicos del medio natural que pongan en peligro la integridad de
la misma o cualquiera de sus recursos, especialmente el hídrico”.
En
la columna de opinión de F. Estrada “La pelea por el agua en el Valle del Cauca”
publicada en Razón pública (febrero de 2014) decía que: “En el caso del Valle,
el agua ha sido negocio para los ingenios azucareros. Considérese que para
producir un kilo de caña se necesitan 1,5 metros cúbicos de agua, más 10 megajulios
de energía, y los datos indican que la conversión de la agricultura tropical al
monocultivo de caña de azúcar tiende a aumentar la cantidad de agua requerida.”
Esta inequidad en la distribución y uso del agua ha conllevado a conflictos
ambientales en distintos lugares. Por ejemplo, por más de 50 años, el
corregimiento de Villagorgona en Candelaria presenció carestía de agua. Pero
también Florida, Pradera y recientemente el Distrito RUT. Terratenientes e
ingenios cultivadores de caña de azúcar afectaron el sistema de humedales en
este territorio. En 2016, la Laguna de Sonso fue fuertemente afectada por
propietarios privados.
Humedal Madre Vieja Videles en Guacarí, Valle del Cauca. Este humedal ha sido afectado por la presencia y expansión de los cultivos de la caña de azúcar. Foto: Hernando Uribe Castro, 2017. |
Por
su parte el Ph.D. Mario Pérez (2011) ha realizado un importante llamado, al señalar que: “En el caso particular del agua, la
Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), autoridad ambiental de
la región, señala un alto grado de concentración del uso del recurso en
actividades agrícolas, en donde se destaca el cultivo de la caña de azúcar. Esta dinámica de uso no solo ha afectado su función abastecedora, como también
la calidad del recurso, destacándose dentro de ello la contaminación dispersa
asociada a la actividad agrícola (herbicidas, abonos y otros vertimientos), la
contaminación de origen industrial, en donde vuelve a ser importante la
industria azucarera y de sus derivados (melazas y etanol), y la contaminación
por fuentes domésticas” (2011:154). Concluye el profesor Pérez diciendo que: “Se
hace evidente que la dinámica de uso del territorio, basado en el monocultivo
cañero en el valle del río Cauca, genera una importante presión sobre el
recurso hídrico, tanto en su función abastecedora como en la receptora, la cual
se incrementará con las políticas de apoyo y promoción de agrocombustibles.
(2011:172).
La Ph.D. Aceneth Perafán ha llevado a cabo estudios interesantes en el Valle del Cauca sobre las implicaciones de la caña de azúcar en los humedales de la región. foto: Hernando Uribe Castro |
A
pesar que en Colombia existe una fortalecida política de protección del
ambiente y sus ecosistemas, ésta parece quedar en “papel mojado” a la hora de
llevarse a la práctica. Son las comunidades, la academia y la sociedad civil las responsables de exigir y reclamar los derechos de la vida y del
ambiente, así como denunciar y demandar las acciones que conllevan a la
destrucción de los ecosistemas y la afectación a sus entornos.
No se puede olvidar que para la especie humana como para el conjunto de la
vida en el planeta, el agua hace parte de todas las dimensiones de la
existencia.