Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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martes, 19 de julio de 2022

CAÑA, TERRITORIO, DDHH, Y MEDIO AMBIENTE EN EL VALLE DEL CAUCA

CAÑA, TERRITORIO, DDHH, Y MEDIO AMBIENTE EN EL VALLE DEL CAUCA

29 de julio de 2022
9:00 a 12 y 2:00 a 6:00 pm
Auditorio Germán Colmenares
Universidad del Valle


 

viernes, 20 de mayo de 2022

CONOCIMIENTO TÉCNICO-CIENTÍFICO Y “DESTRUCCIÓN CREATIVA” DEL VALLE DEL RÍO CAUCA, SIGLOS XX-XXI

Artículo:

“Conocimiento técnico-científico y “destrucción creativa” del valle del río Cauca, siglos XX-XXI”


Link del artículo: "Conocimiento técnico-científico y "destrucción creativa" del valle del río Cauca, siglos XX-XXI"

Artículo publicado por la Revista Historia y Espacio

VOL. 18 NÚM. 58 (2022):

HISTORIA AMBIENTAL: TRANSFORMACIONES AMBIENTALES, DESASTRES NATURALES Y ENFERMEDADES TROPICALES E INFECCIOSAS.


jueves, 7 de abril de 2022

jueves, 26 de agosto de 2021

CAÑA DE AZÚCAR EN EL ESPLÉNDIDO VALLE DEL RÍO CAUCA, COLOMBIA

 Muy pronto 

saldrá publicado por el Programa editorial de la Universidad del Valle mi más reciente libro "Caña de azúcar en el espléndido valle del río Cauca, Colombia"

Portada del libro de Hernando Uribe Castro

Este libro es resultado del proceso de investigación llevado a cabo en el marco del Doctorado Interinstitucional en Ciencias Ambientales de la Universidad del Valle, Universidad del Cauca y Universidad Tecnológica de Pereira, realizado por el autor entre los años 2013 y 2017. Este proceso de investigación fue calificado como un trabajo meritorio, por el análisis crítico como por los aportes y los resultados que ofrece. La dirección del trabajo doctoral estuvo a cargo de la doctora Aceneth Perafán Cabrera, del Departamento de Historia de la Universidad del Valle.

La explotación de los elementos de la naturaleza (entendidos en el marco de la sociedad capitalista como "recursos naturales") durante la dinámica globalizadora contemporánea ha llevado a un desgaste y a un deterioro progresivo de los ecosistemas, debido al aprovechamiento intensivo que las corporaciones globales y las empresas locales, nacionales y transnacionales hacen de estos, y cuyo propósito principal está centrado en la acumulación de capital sin avizorar los efectos que estas prácticas tienen, tanto para el orden social como para el medio físico natural. Como se podrá observar a lo largo de este trabajo, el valle geográfico del río Cauca no es la excepción.



lunes, 10 de mayo de 2021

DISERTACIÓN TESIS DOCTORAL REGIONES SOSTENIBLES

DISERTACIÓNN TESIS DOCTORAL

"IMPACTOS SOCIOAMBIENTLAES Y ACCIONES COLECTIVAS OCASIONADAOS POR LA CONSTRUCCIÓN DE LA VÍA TADÓ-GUARATO, CHOCÓ 1987-2017.


 

lunes, 16 de marzo de 2020

CAMPO AMBIENTAL"


Campo ambiental
(Fragmento)

Para citar:
Uribe Castro, H. (2018). Sobre el campo ambiental. En: Cuaderno de doctorado 1. Cali: Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente, pp. 33-35.

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles

Este libro presenta algunas reflexiones sobre el campo ambiental (o campo socioambiental)[1] desde la perspectiva teórico-metodológica de Pierre Bourdieu denominada el Constructivismo estructuralista. Una reflexión que reviste de una increíble complejidad por los tropiezos y las dificultades que se enfrentan cuando se trata de comprender la teoría analítico-metodológica de este autor. No obstante, es un esfuerzo válido como ejercicio mental, actividad académica e investigativa y como práctica reflexiva.

Para Bourdieu, la noción de “campo” alude a un espacio social de confrontación entre agentes o instituciones por el monopolio de un capital determinado: “En un campo, agentes e instituciones luchan según las regulaciones y las reglas constitutivas de este espacio de juego […] quienes dominan en un campo determinado están en condiciones de hacerlo funcionar en su beneficio, pero deben contar siempre con la resistencia, la contestación, las reivindicaciones, las aspiraciones políticas o no, de los dominados” (Bourdieu, 2014, p. 18).

Según este autor, existen distintos tipos de campos tales como el político, el educativo, el religioso, el del sindicato, el científico, el del Estado, entre otros, y cada uno posee sus particularidades aunque comparten elementos comunes, es decir, unas leyes generales: todos poseen una estructura, cada uno expresa diferentes competencias y existe además una confrontación por el monopolio de un tipo de capital específico que es particular para cada campo. En este caso concreto, la propuesta es desarrollar una reflexión sobre el campo ambiental.

La crisis ambiental planetaria se considera una crisis civilizatoria[2]  o crisis civilizacional[3]. ¿Cómo se produjo esta crisis? ¿Qué condiciones la hicieron posible? ¿Cómo se relaciona la crisis ambiental con la producción del campo ambiental? ¿Qué se entiende por campo ambiental? Para dar respuesta a estas preguntas se abordará la construcción del campo ambiental como un producto histórico-social. Un espacio de relaciones de confrontación, con propiedades particulares y autonomía –pero siempre en interacción con otros campos– constata así como distintos agentes y sus respectivas agencias, perciben, comprenden, actúan, realizan y ejecutan acciones frente a los bienes de la naturaleza. Intervenciones sobre los bienes que –al ser explotados desmedidamente– pueden provocar repercusiones sobre los sistemas de vida local y sobre la dinámica ecosistémica global.

La situación del deterioro ambiental del planeta Tierra ha promovido, por un lado, la unión, la cooperación y la solidaridad entre quienes comparten, defienden y exigen un cuidado y respeto ecológico con el planeta –como lo muestran el movimiento ambiental global, el ecofeminismo, los pueblos ancestrales– frente a otros grupos de humanos que comparten, compiten, defienden y ejercen acciones e influencias para imponer un sistema de valores cultivados que benefician el modelo de desarrollo que percibe la Tierra como un lugar abarrotado de riquezas que deben ser explotadas y usadas, es decir monopolizadas, y de la cual depende tanto su existencia corporativa, empresarialo estatal, así como también, el progreso humano (económico y social) como sostienen algunos entes como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional.

Estos agentes, al ocultar los impactos y efectos ambientales, y al desmentir a quienes los acusan de promover tales daños, consideran que toda afectación a los ecosistemas en nombre del desarrollo, el progreso y la acumulación de ganancias es inevitable y necesaria. Por tanto, los daños causados al ambiente en nombre del progreso y el desarrollo son considerados “externalidades”; es decir, hace referencia a que los costes de las afectaciones a la naturaleza no se incorporan en el balance contable de los procesos productivos corporativos. En otra gran mayoría de agentes existe desidia, desinterés y negligencia.

Estas divergencias entre los distintos agentes, se muestran como miradas irreconciliables, puntos de vista distintos y distantes, que combaten en la arena política (el de la política local, nacional o global), en la arena científica y en el espacio geográfico (de los distintos niveles de la escala espacial –local, regional, nacional y global–), “con medios y fines diferenciados según sus posiciones en la estructura del campo de fuerzas” (Bourdieu, 1997, p. 49), defendiendo no solo su modo de ver y comprender la vida, sino también, el modo de agenciar los bienes proporcionados por la Naturaleza. Tales luchas son físicas y simbólicas, y sus efectos pueden repercutir en todos los niveles del sistema planetario, tanto en el presente como en el futuro. El propósito de éste libro es reflexionar sobre el campo ambiental.

Con el fin de comprender dicho propósito, este libro se estructuró en tres partes: 1) Se presenta la perspectiva constructivista estructural de Pierre Bourdieu; 2) Se atiende la idea de la crisis ambiental como una crisis civilizatoria y cómo ésta emerge en el campo ambiental; 3) Se propone una lectura del campo ambiental, como lugar de la contienda a través de conflictos ambientales entre agentes que tratan de acceder al monopolio de los bienes de la naturaleza.

Finalmente, se presentan algunas reflexiones que más que conclusiones, tratan de plantearse preguntas y cuestionamientos en la idea de promover un debate académico con los diferentes agentes sociales con respecto al campo ambiental.


Referencias citadas en el fragmento:

· Boff, L. (2002). El cuidado esencial. Ética de lo humano. Juan Valverde [trad.] Madrid: Trotta.
·Bourdieu, P. (1997). Razones prácticas: sobre la teoría de la acción. Barcelona: Editorial Anagrama.
·Bourdieu, P. (2014). Sobre el Estado. Cursos en el Collège del France (1989-1992). Barcelona: Editorial Anagrama.
·Fontaine, G. (2004). Enfoques conceptuales y metodológicos para una sociología de los conflictos ambientales. En: Cárdenas, M. y Rodríguez B., Manuel. Guerra, sociedad y medio ambiente. Bogotá: Editorial Foro Nacional Ambiental.
·Tangencial, T. (2002). Manifiesto por la vida por una ética para la sustentabilidad. En: Ambiente & Sociedade, 5(10), pp. 1-14.


[1] Este documento comprende que lo ambiental emerge de la relación entre las dinámicas sociales sobre los ecosistemas y de los ecosistemas sobre la sociedad. Lo ambiental no es solo el ecosistema, y lo ambiental no es solo lo social. Lo ambiental emerge de ese proceso de inter-retro-conexión socioecosistémico. Por tanto, lo ambiental implica un componente social. De esta manera, el campo ambiental se entiende como sinónimo de campo socioambiental. En algunos casos, se hará un uso indistinto de ambos conceptos. Sobre este asunto ver a Fontaine, Guillaume. Enfoques conceptuales y metodológicos para una sociología de los conflictos ambientales. En: Cárdenas, Martha y Rodríguez, Manuel. Guerra, sociedad y medio ambiente. Bogotá: Editorial Foro Nacional Ambiental, 2004, p. 506.
[2] Concepto utilizado en el documento “Manifiesto por la vida” (Tangencial, 2002).
[3] Para Boff “El síntoma más doloroso, ya constatado hace décadas por serios analistas y pensadores contemporáneos, es un difuso malestar de la civilización. Aparece bajo el fenómeno del descuido, de la indiferencia y del abandono, en una palabra, de la falta de cuidado” (Boff, 2002, p. 18). Para David Harvey, por ejemplo, lo más llamativo de las crisis no es tanto la trasformación total de los espacios físicos, sino los cambios espectaculares que se producen en los modos de pensamiento y de comprensión, en las instituciones y en las ideologías dominantes, en las alianzas y en los procesos políticos, en las subjetividades políticas, en las tecnologías y las formas organizativas, en las relaciones sociales, en las costumbres y los gustos culturales que conforman la vida cotidiana. Las crisis sacuden hasta la médula nuestras concepciones mentales y nuestra posición en el mundo. Y todos nosotros, participantes inquietos y habitantes de este mundo nuevo que emerge, tenemos que adaptarnos al nuevo estado de cosas mediante la coerción o el consentimiento, aunque añadamos nuestro granito de arena al estado calamitoso del mundo por causa de lo que hacemos y de cómo pensamos y nos comportamos (Harvey, 2014, pp. 11-12).

miércoles, 28 de agosto de 2019

DESTRUIR PARA ACUMULAR


Destruir para acumular: el caso del río Cauca

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Instituto de Estudios para la Sostenibilidad

Podemos considerar al río Cauca como un eje articulador de sociedades, economías, culturas y ecosistemas. No solo serpentea entre las cordilleras Occidental y Central sino que además ha estado presente en la vida de diversas especies y grupos culturales asociadas a él. Desde el pasado geológico, pasando por el mundo prehispánico hasta nuestros días, el río ha enfrentado las diversas dinámicas de cambio (natural como social) y formas de su apropiación humana: como escenario de vida, como canal de comunicación, como espacio productivo, entre otras.

Pero no cabe la menor duda que fue en el siglo XX, cuando la racionalidad moderna que se impuso en esta región, intensificó su uso por razones productivas y para la acumulación del capital: desde ese momento, el río y todos sus ecosistemas estratégicos enfrentaron una crisis sin igual y con efectos de gran complejidad socio-ambiental. La diversidad fue amenazada y llevada a casi la extinción. Por ejemplo, la pérdida del bosque seco, la desecación de lagos, ciénagas y madres viejas ponen en evidencia los daños producidos por una intensa actividad productiva y por unas plataformas de construcción antrópicas basadas en la búsqueda del beneficio económico y la acumulación del capital. Agentes agrícolas, agroindustriales, industriales y comerciales, sumados a una intensa urbanización por agentes inmobiliarios y de la construcción, produjeron el conjunto de afectaciones que se perciben hoy como irreversibles.

Bajo esta lógica de la modernidad y la racionalidad del capital, el río Cauca fue colonizado, despojado de su diversidad y transformado. De su cauce, tierras, bosques, cienagas y humedales se extraen las materias primas para la explotación económica intensiva y extractiva. Todo ello se ha hecho bajo las argucias del discurso del desarrollo y el progreso, que promovieron su “rectificación”, “mejoramiento” y mayor “aprovechamiento”. Como lo he expuesto en variadas oportunidades (Uribe, 2014; Uribe, 2016; Uribe, 2017; Uribe, 2018; Uribe 2019), el valle geografico del río Cauca pasó de ser un ecosistemas a un socioecosistema del capital agrícola y agroindustrial con el apoyo del Estado colombiano y la banca internacional.

La red hídrica se embalsó, canalizó, desecó y drenó para la irrigación y el riego que benefició a un gremio económico y especializado de la caña de azúcar. La diversidad de especies fue casi extinta. De este modo, el río Cauca pasó de tener aguas corrientosas y alegres, a aguas tranquilas y opacas por la contaminación y todo el daño producido. Todo ello relacionado también con el hecho de que los ecosistemas en las altas montañas, productores de agua, fueron afectados por la actividad ganadera de los terratenientes, la deforestación y la transformación del uso de suelo en casas de descanso para familias de clases altas que retienen el agua para sus piscinas. El río Cauca ya canalizado recorre paisajes homogéneos y monopolizados que ofrecen tristeza y amargura, como amarga es la historia de la dulce agroindustria de la caña de azúcar.

Hoy surgen nuevos discursos de agentes de Estado y corporativos del mercado (como ingenios azucareros y empresas) buscando apoyos para su recuperación, produciendo mensajes de responsabilidad ambiental empresarial y ocultado el hecho de que fueron ellos quienes por la búsqueda de la rentabilidad y los beneficios económicos ocasionaron todo este desastre ecológico y ambiental. El río Cauca vive una lenta agonía.

Bibliografía citada:

Uribe Castro, Hernando. (2014a). De ecosistema a socioecosistema diseñado como territorio del capital agroindustrial y del Estado-nación moderno en el valle geográfico del río Cauca, Colombia. En: Colombia, Revista Colombiana de Sociología. Ed.: Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá v. 37, fasc.2 pp.121-157.

Uribe Castro, Hernando y Perafán, Aceneth. (2016). La agroindustria azucarera y la producción de conflictos ambientales. Memorias 18 Convención científica de ingeniería y arquitectura. La Habana: Cuba.

Uribe Castro, Hernando. (2017). Transformaciones ambientales y acción colectiva en el valle geográfico del río Cauca frente a la agroindustria cañera 1960-2015. Tres estudios de casos. Tesis Doctoral: Doctorado Interinstitucional en Ciencias Ambientales. Universidad del Valle, Universidad Tecnológica de Pereira y Universidad del Cauca. Santiago de Cali.

Uribe Castro, Hernando. (2018). La laguna de agua grande. El conflicto socioambiental en la laguna de Sonso. Cali: Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente.

Uribe Castro, Hernando. (2019). Destruir la naturaleza para re-diseñar el territorio: El caso del valle geográfico del río Cauca, Colombia. Cali: Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente.

Uribe Castro, Hernando. (2019). Monocultivo cañero y diseño socioecosistémico del valle del río cauca, Colombia: Territorio-Ambiente y Ciencia-técnica. (En Imprenta). Cali: Universidad Autónoma de Occidente.



lunes, 5 de febrero de 2018

COMUNICACIÓN AMBIENTAL

Comunicación ambiental

Por: Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales

Las circunstancias de la sociedad moderna evidencian el rumbo que la humanidad ha tomado vía directa a la crisis civilizatoria. Una crisis motivada por una racionalidad que niega la diversidad de la vida como principio de existencia e impone y profundiza un antropocentrismo exacerbado, un capitalismo extractivo y un patriarcado como autoridad. Una sociedad moderna que -al privilegiar la instrumentalidad mercantilizada de la vida, la acumulación incesante del capital y la exagerada práctica del consumismo-, lleva a los límites la crisis de los ecosistemas, la transformación/destrucción de los biomas y la aceleración del calentamiento global como expresión del cambio climático producido por la acción humana.

En este contexto, la información y el conocimiento producido cae como torrentes y fluye como caudalosos ríos a través de los medios masivos de comunicación, las tecnologías y todos los dispositivos de comunicación y contacto con el mundo cada vez más individualizado pero masificado e interconectado. La velocidad con la que fluye y se difunde este torrente de información, y poco de conocimiento profundo, no logra y no permite que en las sociedades, los humanos alcancen a comprender las consecuencias de esta vida desbordada.

El vértigo que se experimenta al vivir en esta sociedad evita que se pueda producir una capacidad analítica de lo que acontece; evita la producción de una crítica y de la reflexión necesaria para hacerle frente a este modelo de sociedad y sobre todo impide que se puedan plantear unas posibilidades de cambio, de ese rumbo de desenfreno, ruta a la destrucción.

La comunicación como elemento constitutivo de la sociedad y socializador de conocimientos, fue transformada en artefacto instrumental, mediático y banalizado. Por el poder que se le confiere, quedó supeditada al ejercicio  dominio de los grupos que ejercen el poder hegemónico de la dominación social, física y simbólica, de las masas. Como estrategia corporativa que poco piensa en los problemas del planeta, de la sociedad, y más en sus necesidades de ganancia y beneficios.

De este modo, y como instrumento, el uso social de la comunicación se transformó en dispositivo que continúa beneficiando a unos en detrimento de otros. Con el dominio y su uso social, se continúan imponiendo formas hegemónicas y homogenizadoras de percibir, comprender y actuar en el mundo.  

Frente a este tipo de comunicación mercantilizada, instrumento corporativo por excelencia, se requiere contraponer otro tipo de comunicación de carácter crítica, emancipadora, liberadora del ejercicio del poder mediático y comprensiva de la delicada situación actual del planeta y de la civilidad. Una comunicación ambiental, que es también crítica, capaz de enfrentar la comunicación que trata de esconder, manipular, la verdad sobre la situación de los territorios, las comunidades y el planeta.

La comunicación ambiental es una de esas formas de la comunicación crítica, capaz de comprender la relación entre la sociedad y los ecosistemas. La sociedad como parte del planeta y de toda su dinámica natural. Una comunicación que -contrapuesta a la forma tradicional de aquella comunicación que sirve al ejercicio del poder de los amos del mundo-, pueda cumplir funciones de educación ambiental, de aportar en la construcción de un habitus ambiental y ambientalizado, ecologizado, de responsabilidad con la vida y su dignidad.

Una comunicación que con su capacidad transformadora e incidente en las formas de percibir, comprender y actuar de las personas, aporte a nuevos valores planetarios de la especie humana como una especie más en la trama de la vida de la Tierra. Planeta que tiene límites, que está en delicada situación por la acción irresponsable de lo que la humanidad ha hecho con él.

La comunicación ambiental estaría por encima de la comunicación que privilegia los contenidos mediáticos del tratamiento de asuntos ambientales al modo como se hace con la moda, el deporte, la farándula. La comunicación ambiental que se propone estaría enfocada en participar de procesos de educación ambiental, de construcción de un conocimiento científico a favor de la recuperación ecológica del planeta, de la investigación, de su participación en la construcción de un nuevo ciudadano capaz de reconocer su presencia en un planeta limitado y que requiere de protección, de cuidado y de amor. Una comunicación ambiental capaz de comprender y abordar los conflictos ambientales y de poner en evidencia los agentes que producen los problemas en el territorio, que reproducen la injusticia social y ambiental. 


Una comunicación cuya responsabilidad social y planetaria esté encaminada a participar en la construcción de un ciudadano comprometido con la vida y con el respeto por toda la diversidad. Una comunicación cuya función social estaría en cambiar el mundo del proceso de destrucción de la humanidad y de sus entornos de vida. 

miércoles, 15 de noviembre de 2017

PÁRAMO DE SANTURBÁN: UN CONFLICTO HISTÓRICO

Páramo de Santurbán: un conflicto histórico.

Por: Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Magíster en Sociología

El Páramo de Santurbán es un ecosistema de alta montaña en el nororiente de Colombia. Éste lugar ha sido foco de atención y debate en los últimos años, sobre todo, por los problemas que se presentaron con respecto a su delimitación, los títulos mineros otorgados por el gobierno nacional y las autoridades ambientales en la zona a lo largo de los años y la insistencia de empresas globales mineras en la extracción del oro y de los bienes existentes en él.

Desde 1995, se configuró con mayor claridad el conflicto ambiental en este páramo. Entidades ambientales, ambientalistas, comunidades que habitan la zona y la Unidad de Parques Nacionales del recién creado Ministerio del Medio Ambiente, habían iniciado un proceso de lucha para lograr conservar las 12.000 hectáreas que conformaban el Parque Natural Regional Sisavita, en Santander del Norte como estrategia para preservar el ecosistema que se encontraba en alto riesgo por la presencia de las empresas mieneras [1]. A esta estrategia se sumó la acción del municipio de Cucutilla que declaró a Sisavita como "Area de Especial Significancia Ambiental"; figura ésta, con la que se pretendía restringir el uso de las tierras del Páramo a la protección y a la actividad científica [2].

No obstante, y a pesar de los logros alcanzados, la gran minería buscaba el modo de acceder a las autorizaciones de parte de las agencias del Estado para llevar a cabo la explotación de oro. Es así como durante el siglo XXI, y precisamente, en el periodo del gobierno de Uribe Vélez, Ingeominas había otorgado títulos mineros en 5.905 de sus 12.000 hectáreas con el fin de explorar y explotar oro y plata[3].

En 2004, por ejemplo, se decía que la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental - Corponor-, veía como alto riesgo para el Páramo la presencia de la multinacional Greystar Resources Ltd: 

sostuvo en el foro que la recuperación del páramo de Santurbán no será fácil, por la presencia de macroproyectos industriales en la zona (…) Sergio Niño, del área de Planeación de esa corporación autónoma, anotó que la explotación aurífera de la firma canadiense Grey Star, en California (Santander), es una amenaza ecológica porque implica un nivel muy alto de remoción de tierras a cielo abierto. Según él, esto podría tener un impacto muy negativo sobre las cuencas hidrográficas. Desde el año pasado (es decir 2003), la empresa norteamericana realiza trabajos para extraer entre 200 mil y 300 mil onzas de oro anuales[4].

Al cierre de la primera década del siglo XXI, en 2010, la Compañía del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga (AMB) había señalado que sus estudios sobre los recursos hídricos del páramo demostraban que la explotación de oro pondría en riesgo las fuentes de agua que surten a más de un millón de habitantes de la capital santandereana, de Floridablanca y de Girón.[5]

Siete años después, en noviembre de 2017, el gobierno nacional informó que Emiratos Árabes invertiría $1.000 millones de dólares para extraer oro desde el próximo año en el Páramo de Santurbán. Según El Tiempo la multinacional Minesa, empresa de propiedad cien por ciento de Mubadala, un fondo de inversión y desarrollo del gobierno de Abu Dhabi, tiene la intención de explotar oro en zonas vecinas del páramo[6]Unas semanas antes al anuncio de la Multinacional Minesa con respecto al realizar la multimillonaria inversión, en el mes de octubre de este año, los medios colombianos habían informado que la Corte Constitucional había fallado una acción de tutela con la que tumbó la delimitación que el Ministerio de Medio Ambiente había realizado del Páramo en 2014. La Corte Constitucional también otorgó hasta finales del 2018 para que se realizara una nueva demarcación del límite con participación de las comunidades.

Las redes de corrupción, clientelismo y politiquería deben estar felices con el anuncio de la inversión de parte de Emiratos Árabes. Muy seguramente están presionando para que se apruebe rápidamente la licencia ambiental por parte de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales –ANLA-, para llevar a cabo esta actividad que es desastrosa ecológica y ambientalmente para el Páramo y para las comunidades cuyas aguas dependen de él. En el Páramo nace una red de cuencas hidrográficas entre las que se encuentra: los ríos Lebrija, de Santander; Pamplonita y Zulia, de Norte de Santander, y varios de los afluentes que nutren el río Arauca.

Como se puede observar, después de treinta años de lucha, el conflicto por la defensa del Páramo de Santurbán continúa. Las comunidades mantienen firme la defensa del ecosistema y de los bienes de la naturaleza que en él existen. Los distintos gobiernos a lo largo de estos treinta años, al parecer, han favorecido más los intereses de las multinacionales mineras que a las exigencias de las comunidades en su defensa de los bienes de la naturaleza.





[1] El Tiempo. (2008). “Santurbán, amenazado: ¿minería en los páramos?. 18 de agosto de 2008.
[2] Ibidem.
[3] Ibidem.
[4] El Tiempo. (2004). “Santurbán, reserva en Peligro”. 30 de julio de 2004. La cursiva es mía.
[5] El Tiempo. (2010). “Debate en Santander por proyecto minero”. 14 de mayo de 2010.
[6] El Tiempo. (2017). “Ambientalistas rechazan anuncios de inversión árabe en minería”. 13 de noviembre de 2017

viernes, 10 de febrero de 2017

AGUA

Agua

Por
Hernando Uribe Castro
Candidato a doctor en Ciencias Ambientales y magíster en sociología
Miembro del CIER y Prof. Universidad Autónoma de Occidente

Hernando Uribe Castro en trabajo de campo en
el Humedal Madre Vieja Videles.
Foto: Jonathan Rodríguez, 2017.
El agua, así como el oxígeno y la tierra, es un elemento central de la compleja trama de la vida en la biosfera; una sustancia cuyas características deslumbran, impactan y maravillan a quienes se dedican a su estudio. Sus propiedades son particulares y cada día la ciencia descubre nuevas. 

La ciencia dice que el agua se concentró en la superficie del planeta, aproximadamente 4.600 millones de años, debido a la lluvia de meteoritos cuyas partículas poseían cristales de agua. También por el vapor que salía de los cráteres desde el interior. Bellas historias y mitos existen en la memoria y en la tradición de los pueblos y grupos humanos al rededor de todo el mundo con respecto al origen del agua y de sus propiedades.

Ciencia y mitos coinciden al considerar el agua como un ingrediente importante para el surgimiento de la vida. Ella ha repetido de forma natural e incesante su ciclo a lo largo del tiempo geológico. Las distintas especies que habitan esta casa común dependen de ella, no solo del agua que está por fuera de sus cuerpos sino también por la cantidad que los compone (70%).  Desafortunadamente, las prácticas humanas han hecho un uso indebido, intenso y desmedido al afectar su ciclo natural. Estos usos sociales inadecuados del agua producen valores alarmantes de destrucción de las fuentes y caudales. Lluvia, ríos, lagos, océanos y pozos son afectados por la alta tasa de contaminantes utilizados para actividades agrícolas, mineras, ganaderas, industriales y comerciales. Para descontaminarla y volverla potable, algunas sociedades inyectan gran cantidad de químicos que son nocivos para la compleja trama de la vida.

Las estimaciones de agua existentes en la Tierra indican que ésta posee un volumen de 1.400 millones de kilómetros cúbicos (Km3). De estos, el 97,2% es agua salada y el 2,8%, (35 millones de km3), es agua dulce (Duarte, 2006:36). El agua dulce se distribuye así: glaciares (69.7%), subterránea (30%) y superficial (0.3%) (Boggiano, 2013). A partir de la segunda mitad del siglo XX, el consumo de agua en los países industrializados se multiplicó por cinco (5) y la Organización Meteorológica Mundial calcula que hacia el 2025 dos tercios de la humanidad vivirá en “Estrés hídrico” (Sempere y Riechman, 2004).

Según indica el Informe de las Naciones Unidas sobre los Recursos Hídricos en el Mundo “La demanda mundial de agua está muy condicionada por el crecimiento demográfico, la urbanización, las políticas de seguridad alimentaria y energética y los procesos macroeconómicos como la globalización del comercio, los cambios en la alimentación y el aumento del consumo. Se prevé que la demanda mundial de agua aumente un 55% en 2050, debido principalmente a las crecientes necesidades de la industria, la producción térmica de electricidad y el uso doméstico” (2015:3).

El 9 de febrero de 2017, el marcador de población mundial contabilizaba 7.496.306 500 personas. El Banco Mundial estimó que en el 2015, el 53,8% de la población era urbana. El Word Economics señaló que entre 1960 a 2012, el producto interior bruto mundial aumentó un promedio de un 3,5% (World Economics, 2014). La UNESCO señaló que este crecimiento ha tenido un coste social y ambiental significativo pero además implicó una mayor demanda de agua dulce. Por ello, esta entidad prevé que “en 2030 el mundo tendrá que enfrentarse a un déficit mundial del 40% de agua (2030 WRG, 2009). El Programa Mundial de Alimentos estima que alrededor de 795​ millones de personas en el mundo no tienen suficientes alimentos.

Algunas corporaciones globales y elites políticas que tienen la capacidad de decidir sobre los pueblos, se han dado en la tarea de usufructuar el agua en beneficio propio. Sacarle rentabilidad al convertirla en una mercancía para producir acumulación de capital.

En Colombia (sin mencionar el caso de la Guajira, el Casanare u otras regiones), y de modo particular en el valle geográfico del río Cauca, la situación del agua es crítica. El documento CONPES 3624 señala que el río Cauca es la principal arteria fluvial del occidente colombiano. Señala que en el Valle del Cauca “el 75 % del consumo de agua se destina para uso agrícola, seguido por un 14 % para uso industrial y un 9% para uso doméstico” (CONPES, 2009:9). A pesar de esta inequidad, y cuando se presentan temporadas de sequía, las autoridades dirigen las políticas de racionamiento hacia el uso doméstico.

El Decreto número 1729 de 2002, artículo 4, punto 3, establece que “En la utilización de los recursos hídricos, el consumo humano tendrá prioridad sobre cualquier otro uso y deberá ser tenido en cuenta en la ordenación de la respectiva cuenca hidrográfica.” Y en el punto 4 establece: “Prevención y control de la degradación de la cuenca, cuando existan desequilibrios físicos o químicos y ecológicos del medio natural que pongan en peligro la integridad de la misma o cualquiera de sus recursos, especialmente el hídrico”.

En la columna de opinión de F. Estrada “La pelea por el agua en el Valle del Cauca” publicada en Razón pública (febrero de 2014) decía que: “En el caso del Valle, el agua ha sido negocio para los ingenios azucareros. Considérese que para producir un kilo de caña se necesitan 1,5 metros cúbicos de agua, más 10 megajulios de energía, y los datos indican que la conversión de la agricultura tropical al monocultivo de caña de azúcar tiende a aumentar la cantidad de agua requerida.” Esta inequidad en la distribución y uso del agua ha conllevado a conflictos ambientales en distintos lugares. Por ejemplo, por más de 50 años, el corregimiento de Villagorgona en Candelaria presenció carestía de agua. Pero también Florida, Pradera y recientemente el Distrito RUT. Terratenientes e ingenios cultivadores de caña de azúcar afectaron el sistema de humedales en este territorio. En 2016, la Laguna de Sonso fue fuertemente afectada por propietarios privados.

Humedal Madre Vieja Videles en Guacarí, Valle del Cauca.
Este humedal ha sido afectado por la presencia y 
expansión de los cultivos de la caña de azúcar.
Foto: Hernando Uribe Castro, 2017.
Por su parte el Ph.D. Mario Pérez (2011) ha realizado un importante llamado, al  señalar que: “En el caso particular del agua, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), autoridad ambiental de la región, señala un alto grado de concentración del uso del recurso en actividades agrícolas, en donde se destaca el cultivo de la caña de azúcar. Esta dinámica de uso no solo ha afectado su función abastecedora, como también la calidad del recurso, destacándose dentro de ello la contaminación dispersa asociada a la actividad agrícola (herbicidas, abonos y otros vertimientos), la contaminación de origen industrial, en donde vuelve a ser importante la industria azucarera y de sus derivados (melazas y etanol), y la contaminación por fuentes domésticas” (2011:154). Concluye el profesor Pérez diciendo que: “Se hace evidente que la dinámica de uso del territorio, basado en el monocultivo cañero en el valle del río Cauca, genera una importante presión sobre el recurso hídrico, tanto en su función abastecedora como en la receptora, la cual se incrementará con las políticas de apoyo y promoción de agrocombustibles. (2011:172).

La Ph.D. Aceneth Perafán ha llevado a cabo estudios
interesantes en el Valle del Cauca sobre las implicaciones de la
caña de azúcar en los humedales de la región.
foto: Hernando Uribe Castro
El panorama de la inequidad de distribución, uso y acceso al agua fue, son y serán parte de los conflictos ambientales presentes en esta región, mientras no se vea un cambio transcendental en el modo en cómo se lleve a cabo una política de equidad y derecho del agua. Una política que haga del agua, un elemento importante para la lograr la sustentabilidad de la vida. Son las comunidades más vulnerables y marginadas, así como los ecosistemas y su biodiversidad, los que pagan el alto costo de la destrucción y el usufructo de este importante líquido.

A pesar que en Colombia existe una fortalecida política de protección del ambiente y sus ecosistemas, ésta parece quedar en “papel mojado” a la hora de llevarse a la práctica. Son las comunidades, la academia y la sociedad civil las responsables de exigir y reclamar los derechos de la vida y del ambiente, así como denunciar y demandar las acciones que conllevan a la destrucción de los ecosistemas y la afectación a sus entornos.

No se puede olvidar que para la especie humana como para el conjunto de la vida en el planeta, el agua hace parte de todas las dimensiones de la existencia.

sábado, 30 de julio de 2016

LAS LADERAS DE CALI: CONSTRUCCIÓN DE UN DESASTRE AMBIENTAL

Las laderas de Cali: construcción de un desastre ambiental

Por
Hernando Uribe Castro[1] y Luis Hernando Hidalgo[2]


Se trata de la ciudad de Santiago de Cali, capital del Departamento del Valle del Cauca en Colombia. Una ciudad cuyo crecimiento urbano se ha dado sobre las más distintas zonas de alta fragilidad ambiental, como zonas de inundación, antiguos cauces de ríos, rellenos de lagunas, fallas geológicas, entre otros lugares. Su expansión planificada actual hacia el sur, precisamente por la valorización que el Estado y las empresas inmobiliarias le han asignado a estas tierras, va incorporando áreas de antiguas zonas de amortiguamiento de bosques, cultivos y humedales.

En los últimos años, en esta ciudad, la discusión sobre el riesgo ambiental ha sido más álgida con respecto al caso del dique del río Cauca al oriente –un dique de protección que ha sido poblado por más de 30 años-, y poco se ha tratado el tema del proceso de poblamiento que se presenta sobre las zonas de laderas en el occidente. Muy seguramente por razones políticas y económicas más que socioambientales.

Un fenómeno de poblamiento que tiene origen desde principios del siglo XX con la construcción del Ferrocarril del Pacífico, cuando algunas comunidades  llegaron a la ciudad con el ánimo de mejorar sus condiciones de vida. Luego, las oleadas migratorias de población desplazadas por la violencia producto del conflicto armado y por los megaproyectos que se hicieron en nombre del desarrollo. Zonas que se convirtieron en única alternativa para acceder a un techo.

Sector Los Chorros, Cali.
Foto de Luis H. Hidalgo, 2016

Con el paso del tiempo, este crecimiento urbano ha logrado tomarse increíblemente las colinas, así como ha ido trepándose sobre las montañas, a tal punto, que hoy en día, logra asomarse en lo más alto de las faldas de los Farallones de Cali. Los diversos tonos de color verde de las colinas imperantes en tiempos anteriores, van diluyéndose entre las tonalidades de grises, cafés y de todo el multicolor producido por la dinámica de la ciudad. Las montañas que en tiempos anteriores se perdían bajo la oscuridad de la noche, hoy desde cualquier punto de la ciudad se perciben como universo cargado de estrellas que como constelaciones palpitan incesantes.

En el día, solo vasta llevar la mirada sobre el occidente de la ciudad, en donde el sol se pone cada tarde, para darse cuenta de este crecimiento urbano desmedido, pues la ciudad es como un gigante pulpo que va extendiendo, poco a poco, sus enormes tentáculos sobre las faldas de la cordillera Occidental.

Un proceso de urbanización que combina toda clase de población y de construcción. Hace presencia aquí los asentamientos legales e ilegales, barrios oficiales y barrios piratas, e incluso, edificios de apartamentos, conjuntos cerrados, urbanizaciones para familias de estratos socioeconómicos altos.

La ciudad ha enfrentado en los últimos años la “Ola de calor y sequía”, pero las agencias como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de ColombiaIDEAM- ya han empezado a considerar la posibilidad de la llegada de la “Ola de invierno”,una fuerte temporada de lluvias, que de darse en los niveles que se pronostican, puede producir afectaciones, deslizamientos y desprendimientos de las laderas como montañas que se escurren como lava hacia abajo, sobre todo porque su capa de protección vegetal ha sido afectada a lo largo del tiempo, y de modo especial, en esta temporada de sequía por la constante tala del bosque, deforestación e incendios.

Hasta el momento no se escucha nada de parte de las autoridades con respecto al planteamiento de planes y programas de mitigación de riesgo, o de preparación para los eventos a los que se expone la ciudadanía ante eventos posibles de catástrofe por sismos, derrumbes, lluvias incesantes, etc. Los pobladores de esta ciudad parecen estar desprotegidos y desinteresados del tema.

A medida que avanza la ciudad hacia las zonas altas de la ladera, se van produciendo un conjunto de problemáticas y conflictos ambientales. No solo por los procesos de deforestación sino de afectación de las cuencas hidrográficas existentes sobre este territorio, que son varias, y que se descuelgan buscando el río Cauca. Deforestar y afectar los ríos implica afectar también la fauna y la flora existente.

En casos como el río Pance, la urbanización no se detiene y avanza incesante hacia las zonas más altas y de protección, precisamente por el mercado de la tierra su valorización. Se está interviniendo esta cuenca en nombre del “desarrollo” y el “progreso”, así como en su momento se intervinieron otras como la del río Cali y Aguacatal, para hacer de ellas espacio de una geografía del turismo, espacios de vida para las clases medias altas por los beneficios ecosistémicos y paisajísticos que ofrece. En otras zonas como Siloé, los Chorros, Montebello, Terrón Colorado, entre otros, los beneficios de ocupar estar áreas están relacionadas con el atractivo ofrecimiento de servicios básicos a costos menores (agua, alcantarillado, energía, techo, entre otros,). 

De este modo, en las laderas de la ciudad de Cali, lo urbano se va adentrando hacia lo rural y lo rural empieza a configurarse con los rasgos urbanos. Construcciones, vías, viviendas, personas, extensión de redes de acueducto, alcantarillado, de energía, etc. Suelos, antes fértiles para la protección y conservación forestal, ahora cubiertos de cemento.

La gestión del recurso hídrico presenta graves problemas en tanto no solo se da una fragmentación de competencias de los entes administrativos y del Estado sino también que los distintos planes de desarrollo parecen ruedas sueltas de los Planes de Ordenamiento Territorial y estos, a su vez, de los Planes de Ordenación de las Cuencas Hidrográficas. Planes, planes y planes, que parecen estar escritos en papel mojado, sin coordinación, integración y eficiencia. Ruedas sueltas como sueltas las instituciones del Estado responsables del orden y control territorial.

Cada día, una nueva casa, una nueva urbanización, un nuevo barrio, una nueva obra y un bosque menos. Las colinas arrasadas por la urbanización, la extracción de materiales. Los ríos, fuentes vitales para la sustentabilidad del agua y de la alimentación, ahora urbanizados y privatizados. No existe una gestión integrada del territorio. Parece ser un evento incesante y sin posibilidad de control. Se va construyendo así, poco a poco, día a día, un desastre ambiental de magnitud impensable, ante la vista de todos, de la sociedad civil, de las autoridades y de los empresarios.

Se presencia entonces, todo un proceso de degradación ambiental urbana entendida como el resultado histórico de las constantes intervenciones y acciones humanas que someten el territorio a presiones y que van generando transformaciones y afectaciones a las condiciones propias de los ecosistemas, para dar paso a la configuración de estructuraciones urbanas.


Foto: Hernando Uribe Castro y Luis Hernando Hidalgo, 2016




[1] Magíster en Sociología. Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad del Valle. Profesor Departamento de Ciencias Ambientales, Universidad Autónoma de Occidente.
[2] Estudiante de Ciencias Sociales, Universidad del Valle.