Campo
ambiental
(Fragmento)
Para citar:
Uribe Castro, H. (2018). Sobre el campo ambiental. En: Cuaderno de doctorado 1. Cali:
Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente, pp. 33-35.
Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles
Este libro presenta algunas reflexiones sobre
el campo ambiental (o campo socioambiental)[1] desde la perspectiva teórico-metodológica de
Pierre Bourdieu denominada el Constructivismo
estructuralista. Una reflexión que reviste de una increíble complejidad
por los tropiezos y las dificultades que se enfrentan cuando se trata de
comprender la teoría analítico-metodológica de este autor. No obstante, es un esfuerzo
válido como ejercicio mental, actividad académica e investigativa y como
práctica reflexiva.
Para Bourdieu, la noción de “campo” alude a un espacio social de
confrontación entre agentes o instituciones por el monopolio de un capital
determinado: “En un campo, agentes e instituciones luchan según las
regulaciones y las reglas constitutivas de este espacio de juego […] quienes
dominan en un campo determinado están en condiciones de hacerlo funcionar en su
beneficio, pero deben contar siempre con la resistencia, la contestación, las
reivindicaciones, las aspiraciones políticas o no, de los dominados” (Bourdieu,
2014, p. 18).
Según este autor, existen distintos tipos de campos tales como el
político, el educativo, el religioso, el del sindicato, el científico, el del
Estado, entre otros, y cada uno posee sus particularidades aunque comparten elementos
comunes, es decir, unas leyes generales: todos poseen una estructura, cada uno
expresa diferentes competencias y existe además una confrontación por el
monopolio de un tipo de capital específico que es particular para cada campo.
En este caso concreto, la propuesta es desarrollar una reflexión sobre el campo
ambiental.
La crisis ambiental planetaria se considera una crisis
civilizatoria[2] o crisis civilizacional[3].
¿Cómo se produjo esta crisis? ¿Qué condiciones la hicieron posible? ¿Cómo se
relaciona la crisis ambiental con la producción del campo ambiental? ¿Qué se
entiende por campo ambiental? Para dar respuesta a estas preguntas se abordará
la construcción del campo ambiental como un producto histórico-social. Un
espacio de relaciones de confrontación, con propiedades particulares y autonomía
–pero siempre en interacción con otros campos– constata así como distintos
agentes y sus respectivas agencias, perciben, comprenden, actúan, realizan y
ejecutan acciones frente a los bienes de la naturaleza. Intervenciones sobre
los bienes que –al ser explotados desmedidamente– pueden provocar repercusiones
sobre los sistemas de vida local y sobre la dinámica ecosistémica global.
La situación del deterioro ambiental del planeta Tierra ha
promovido, por un lado, la unión, la cooperación y la solidaridad entre quienes
comparten, defienden y exigen un cuidado y respeto ecológico con el planeta
–como lo muestran el movimiento ambiental global, el ecofeminismo, los pueblos
ancestrales– frente a otros grupos de humanos que comparten, compiten,
defienden y ejercen acciones e influencias para imponer un sistema de valores
cultivados que benefician el modelo de desarrollo que percibe la Tierra como un
lugar abarrotado de riquezas que deben ser explotadas y usadas, es decir
monopolizadas, y de la cual depende tanto su existencia corporativa,
empresarialo estatal, así como también, el progreso humano (económico y social)
como sostienen algunos entes como la Organización Mundial del Comercio, el Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional.
Estos agentes, al ocultar los impactos y efectos ambientales, y al desmentir a
quienes los acusan de promover tales daños, consideran que toda afectación a
los ecosistemas en nombre del desarrollo, el progreso y la acumulación de
ganancias es inevitable y necesaria. Por tanto, los daños causados al ambiente
en nombre del progreso y el desarrollo son considerados “externalidades”; es
decir, hace referencia a que los costes de las afectaciones a la naturaleza no
se incorporan en el balance contable de los procesos productivos corporativos.
En otra gran mayoría de agentes existe desidia, desinterés y negligencia.
Estas divergencias entre los distintos agentes, se muestran como miradas
irreconciliables, puntos de vista distintos y distantes, que combaten en la
arena política (el de la política local, nacional o global), en la arena
científica y en el espacio geográfico (de los distintos niveles de la escala
espacial –local, regional, nacional y global–), “con medios y fines
diferenciados según sus posiciones en la estructura del campo de fuerzas”
(Bourdieu, 1997, p. 49), defendiendo no solo su modo de ver y comprender la
vida, sino también, el modo de agenciar los bienes proporcionados por la
Naturaleza. Tales luchas son físicas y simbólicas, y sus efectos pueden
repercutir en todos los niveles del sistema planetario, tanto en el presente
como en el futuro. El propósito de éste libro es reflexionar sobre el campo
ambiental.
Con el fin de comprender dicho propósito, este libro se estructuró
en tres partes: 1) Se presenta la perspectiva constructivista estructural de
Pierre Bourdieu; 2) Se atiende la idea de la crisis ambiental como una crisis
civilizatoria y cómo ésta emerge en el campo ambiental; 3) Se propone una
lectura del campo ambiental, como lugar de la contienda a través de conflictos
ambientales entre agentes que tratan de acceder al monopolio de los bienes de
la naturaleza.
Finalmente, se presentan algunas reflexiones que más que
conclusiones, tratan de plantearse preguntas y cuestionamientos en la idea de promover
un debate académico con los diferentes agentes sociales con respecto al campo
ambiental.
Referencias citadas en el
fragmento:
· Boff, L.
(2002). El cuidado esencial. Ética de lo humano. Juan Valverde [trad.] Madrid:
Trotta.
·Bourdieu,
P. (1997). Razones prácticas: sobre la teoría de la acción. Barcelona:
Editorial Anagrama.
·Bourdieu,
P. (2014). Sobre el Estado. Cursos en el Collège del France (1989-1992). Barcelona:
Editorial Anagrama.
·Fontaine,
G. (2004). Enfoques conceptuales y metodológicos para una sociología de los
conflictos ambientales. En: Cárdenas, M. y Rodríguez B., Manuel. Guerra,
sociedad y medio ambiente. Bogotá: Editorial Foro Nacional Ambiental.
·Tangencial,
T. (2002). Manifiesto por la vida por una ética para la sustentabilidad. En: Ambiente
& Sociedade, 5(10), pp. 1-14.
[1] Este
documento comprende que lo ambiental emerge de la relación entre las dinámicas
sociales sobre los ecosistemas y de los ecosistemas sobre la sociedad. Lo
ambiental no es solo el ecosistema, y lo ambiental no es solo lo social. Lo
ambiental emerge de ese proceso de inter-retro-conexión socioecosistémico. Por
tanto, lo ambiental implica un componente social. De esta manera, el campo
ambiental se entiende como sinónimo de campo socioambiental. En algunos casos,
se hará un uso indistinto de ambos conceptos. Sobre este asunto ver a Fontaine,
Guillaume. Enfoques conceptuales y metodológicos para una sociología de los
conflictos ambientales. En: Cárdenas, Martha y Rodríguez, Manuel. Guerra,
sociedad y medio ambiente. Bogotá: Editorial Foro Nacional Ambiental, 2004,
p. 506.
[2] Concepto
utilizado en el documento “Manifiesto por la vida” (Tangencial, 2002).
[3] Para
Boff “El síntoma más doloroso, ya constatado hace décadas por serios analistas y
pensadores contemporáneos, es un difuso malestar de la civilización. Aparece
bajo el fenómeno del descuido, de la indiferencia y del abandono, en una
palabra, de la falta de cuidado” (Boff, 2002, p. 18). Para David Harvey, por
ejemplo, lo más llamativo de las crisis no es tanto la trasformación total de
los espacios físicos, sino los cambios espectaculares que se producen en los
modos de pensamiento y de comprensión, en las instituciones y en las ideologías
dominantes, en las alianzas y en los procesos políticos, en las subjetividades políticas,
en las tecnologías y las formas organizativas, en las relaciones sociales, en las
costumbres y los gustos culturales que conforman la vida cotidiana. Las crisis
sacuden hasta la médula nuestras concepciones mentales y nuestra posición en el
mundo. Y todos nosotros, participantes inquietos y habitantes de este mundo
nuevo que emerge, tenemos que adaptarnos al nuevo estado de cosas mediante la
coerción o el consentimiento, aunque añadamos nuestro granito de arena al estado
calamitoso del mundo por causa de lo que hacemos y de cómo pensamos y nos
comportamos (Harvey, 2014, pp. 11-12).