Páramo de Santurbán: un conflicto histórico.
Por: Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Magíster en Sociología
El Páramo de
Santurbán es un ecosistema de alta montaña en el nororiente de Colombia. Éste
lugar ha sido foco de atención y debate en los últimos años, sobre todo, por
los problemas que se presentaron con respecto a su delimitación, los títulos
mineros otorgados por el gobierno nacional y las autoridades ambientales en la
zona a lo largo de los años y la insistencia de empresas globales mineras en la
extracción del oro y de los bienes existentes en él.
Desde 1995, se
configuró con mayor claridad el conflicto ambiental en este páramo. Entidades
ambientales, ambientalistas, comunidades que habitan la zona y la Unidad de
Parques Nacionales del recién creado Ministerio del Medio Ambiente, habían iniciado un proceso de lucha para lograr conservar las 12.000 hectáreas que conformaban el Parque Natural Regional Sisavita, en Santander del Norte como estrategia para preservar el ecosistema que se encontraba en alto riesgo por la presencia de las empresas mieneras [1]. A esta estrategia se sumó la acción del municipio de Cucutilla que declaró a Sisavita como "Area de Especial Significancia Ambiental"; figura ésta, con la que se pretendía restringir el uso de las tierras del Páramo a la protección y a la actividad científica [2].
No obstante, y a
pesar de los logros alcanzados, la gran minería buscaba el modo de acceder a
las autorizaciones de parte de las agencias del Estado para llevar a cabo la
explotación de oro. Es así como durante el siglo XXI, y precisamente, en el
periodo del gobierno de Uribe Vélez, Ingeominas había otorgado títulos mineros
en 5.905 de sus 12.000 hectáreas con el fin de explorar y explotar oro y plata[3].
En 2004, por
ejemplo, se decía que la Corporación Autónoma Regional de la Frontera
Nororiental - Corponor-, veía como alto riesgo para el Páramo la presencia de la multinacional Greystar Resources Ltd:
sostuvo en el
foro que la recuperación del páramo de Santurbán no será fácil, por la
presencia de macroproyectos industriales en la zona (…) Sergio Niño, del área
de Planeación de esa corporación autónoma, anotó que la explotación aurífera de
la firma canadiense Grey Star, en California (Santander), es una amenaza
ecológica porque implica un nivel muy alto de remoción de tierras a cielo
abierto. Según él, esto podría tener un impacto muy negativo sobre las cuencas
hidrográficas. Desde el año pasado (es
decir 2003), la empresa norteamericana realiza trabajos para extraer entre
200 mil y 300 mil onzas de oro anuales[4].
Al cierre de la
primera década del siglo XXI, en 2010, la Compañía del Acueducto Metropolitano
de Bucaramanga (AMB) había señalado que sus estudios sobre los recursos
hídricos del páramo demostraban que la explotación de oro pondría en riesgo las
fuentes de agua que surten a más de un millón de habitantes de la capital
santandereana, de Floridablanca y de Girón.[5]
Siete años después, en noviembre de
2017, el gobierno nacional informó que Emiratos Árabes invertiría $1.000
millones de dólares para extraer oro desde el próximo año en el Páramo de Santurbán.
Según El Tiempo la multinacional Minesa, empresa de propiedad cien por ciento
de Mubadala, un fondo de inversión y desarrollo del gobierno de Abu Dhabi, tiene
la intención de explotar oro en zonas vecinas del páramo[6]. Unas semanas antes
al anuncio de la Multinacional Minesa con respecto al realizar la
multimillonaria inversión, en el mes de octubre de este año, los medios
colombianos habían informado que la Corte Constitucional había fallado una
acción de tutela con la que tumbó la delimitación que el Ministerio de Medio
Ambiente había realizado del Páramo en 2014. La Corte Constitucional también otorgó
hasta finales del 2018 para que se realizara una nueva demarcación del límite
con participación de las comunidades.
Las redes de
corrupción, clientelismo y politiquería deben estar felices con el anuncio de
la inversión de parte de Emiratos Árabes. Muy seguramente están presionando
para que se apruebe rápidamente la licencia ambiental por parte de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales –ANLA-, para llevar a cabo esta actividad que es
desastrosa ecológica y ambientalmente para el Páramo y para las comunidades
cuyas aguas dependen de él. En el Páramo nace una red de cuencas hidrográficas
entre las que se encuentra: los ríos Lebrija, de Santander; Pamplonita y Zulia,
de Norte de Santander, y varios de los afluentes que nutren el río Arauca.
Como se puede
observar, después de treinta años de lucha, el conflicto por la defensa del
Páramo de Santurbán continúa. Las comunidades mantienen firme la defensa del ecosistema
y de los bienes de la naturaleza que en él existen. Los distintos gobiernos a
lo largo de estos treinta años, al parecer, han favorecido más los intereses de
las multinacionales mineras que a las exigencias de las comunidades en su
defensa de los bienes de la naturaleza.