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sábado, 21 de mayo de 2011

El silencio de las organizaciones sociales ambientales en Colombia

El silencio de las organizaciones sociales ambientales en Colombia

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, Colombia presenció el desarrollo de un creciente interés de muchos sectores de la sociedad frente al medio ambiente. No sólo por lo que implicó la incidencia de los grandes eventos sobre esta cuestión en el mundo (Estocolmo y luego Río de Janeiro), sino por lo que en términos concretos de Leyes y normas se alcanzó a materializar. Desde el Código de Recursos Naturales durante los años setentas, hasta la aparición de un Ministerio del Medio Ambiente entre 1993/95 y con ello toda una normatividad. A ello se sumó el surgimiento de un conjunto importante de organizaciones sociales ambientales interesadas en defender, proteger y conservar. Y sobre todo, el surgimiento de carreras profesionales en medio ambiente en pregrados y posgrados en muchas Instituciones de Educación Superior en las distintas regiones del territorio. Luego, estos hechos alcanzados al cierre del siglo XX parece se fueron desvaneciendo y disolviendo durante la primera década del siglo XXI.

Hoy al 2011, para ningún colombiano(a) es un secreto, que la situación del medio ambiental del país es desastrosa, y en ello ha acertado de manera clara los aportes analíticos y reflexivos que Manuel Rodríguez Becerra ha realizado con respecto a la lectura de esta realidad. De los pocos intelectuales que en nuestro país se han pronunciado. Una década que observó cómo se mercantilizó sin ningún tipo de control todo tipo de recursos y minerales, de espacio biodiversos y, en general, la riqueza natural que del país, pero una riqueza que no puede (debe) ser valorada con ningún cálculo económico.

Lo escalofriante del asunto es captar cómo todavía se reproducen interpretaciones y lecturas erradas de esta situación que se emiten y que por supuesto le hacen creer a la mayor parte de población en estos errores. Frente a ello, son pocos los medios de comunicación que tratan de abordar la problemática desde otra perspectiva.

Un ejemplo de lecturas erradas está al orden del día con el fenómeno invernal. Es desprevenido y está cargado de ingenuidad el/la colombiano(a), sea del sector que sea, en mantener la idea que el responsable de los desajustes territoriales de lo largo de las cuencas del río Cauca y del Magdalena se deben a las intensas lluvias. El y la colombiana no deben perder de vista que en este país los desarrollos urbanos se realizaron por fuera de un ordenamiento territorial riguroso y de planeación del territorio y de control-protección del suelo, así como también obedecieron a otras lógicas como por ejemplo la mercantilización del suelo por metro cuadrado, liderado por grupos, caudillos y partidos políticos o la explotación de grandes áreas para cultivos intensivos. Solo basta echar un vistazo a la historia de construcción del Distrito de Aguablanca en Cali.

La respuesta de los gobiernos ha sido la más simple, construir jarillones paralelos a los ríos y no respuestas que impliquen Macro-planes integrantes de organización del territorio como espacio que solucionen el problema de raíz. Los resultados de esto ya son conocidos.

Si la respuesta del gobierno es débil y carente de una mejor comprensión de la dimensión espacio-temporal del fenómeno, pues las organizaciones sociales del medio ambiente no se quedan atrás.

Con mis colegas en la universidad nos preguntamos constantemente ¿y qué pasa con las organizaciones sociales ambientales? ¿A qué se debe su silencio abrumador? ¿Y el movimiento ambiental colombiano? ¿En qué anda? Por supuesto que las organizaciones sociales ambientales tienen una responsabilidad y su silencio no aporta ni construye.

Como integrantes de la sociedad civil, tienen la responsabilidad de presionar respuestas efectivas. Buscar explicaciones profundas a los hechos y velar/comprometer por el mejoramiento de las condiciones ambientales de los territorios y sus poblaciones y pobladores. Mientras que en el mundo el Movimiento ambiental enfrenta el sistema y lo confronta, en Colombia este hecho no se ve reflejado. Es importante que las organizaciones ambientales no sólo se pronuncien sino que aporten creativamente en la comprensión del fenómeno, y desarrollen propuestas que puedan convertirse en acciones políticas y sociales claras contenciosas.


Hernando Uribe Castro
Mayo 21 de 2010
huribe@uao.edu.co