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miércoles, 8 de junio de 2011

LA INSEGURIDAD URBANA, UN HECHO ESTRUCTURAL QUE SUPERA LA CIUDAD

LA INSEGURIDAD URBANA, UN HECHO ESTRUCTURAL QUE SUPERA LA CIUDAD

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología


El gran problema con las estrategias para afrontar la situación de inseguridad en Cali es que todavía se pretende resolver con más pie de fuerza (1600 policías) y con algo de cultura ciudadana. Pero estas soluciones no son nada frente al verdadero tamaño del fenómeno que involucra desde el crimen organizado y no organizado que opera en la sociedad occidental, los efectos perversos de la corrupción en todas las esferas de la sociedad, el privilegio por la dinámica del Mercado y el consumo, y una desproporción en la distribución de la riqueza, de las oportunidades y de la justicia, todo ello, en el marco de la economía-mundo capitalista que ha privilegiado la acumulación de riqueza por encima de la dignidad y el valor del ser humano.

Hace una semana un grupo de personas de reconocimiento mundial declararon en un documento titulado “Drogas y democracia: un cambio de paradigma”, que la lucha contra el crimen, la violencia y el tráfico de drogas no ha producido los resultados esperados, pues los indicadores de la violencia y la criminalidad sorprendentemente siguen en aumento. Y no es un hecho de un solo Estado, sino de un sistema de Estados.

Después de casi una década de Política de Seguridad Democrática, todavía están los grupos ilegales en los campos y las ciudades, algunos de ellos operando mucho más fuerte y reprimiendo importantes áreas poblacionales. Lograron filtrar algunas de las ramas del Estado.

La justicia colombiana viene develando y colocando tras las rejas a los responsables de una pérdida enorme de recursos públicos en manos de grupos e individuos corruptos que hablan en nombre de los partidos y movimientos políticos, y que han llegado a ocupar una posición privilegiada en hitos de la democracia como el Senado, las gobernaciones, alcaldías y consejos municipales. Para muchos de estos(as) personajes la actividad pública se convirtió en el principal mecanismo de movilidad social y económica ascendente, por supuesto muy lamentable.

Y ni hablar de un sector financiero que atropella y abusa de los ciudadanos, la implementación de un modelo educativo neoliberal que pone en cuidados intensivos la estructura misma de la educación pública y privada, y de un sistema de seguridad social y de servicios de salud, que se convirtió rápidamente en un fortín de grupos criminales y corruptos para favorecer sus ansias de dinero en detrimento de la salud de los ciudadanos del país. Altas tasas de desempleo y pocas oportunidades para los jóvenes. Un medio ambiente entregado a los mejores inversionistas globales para su explotación y el desplazamiento continuo y permanente de campesinos y grupos indígenas. La transición del peligro que representaban las pandillas juveniles no es nada ahora frente al accionar de las Bandas criminales urbanas.

Entonces, lo que tenemos es que la inseguridad se vive no sólo en los escenarios del espacio urbano cotidiano sino en toda la estructura social, política y económica del Estado a lo largo ancho y de territorio y lo traspasa porque es un sistema que opera como red en todo el mundo.

En América latina la realidad de los fenómenos ha demostrado cómo el proceso de desarrollo tiene un costo des-regulado y descontrolado, y es que jalona increíbles procesos de violencia, muchos de ellos concentrados en las principales ciudades desde donde se toman decisiones.

Cuando las autoridades comprendan que están dando por respuesta a la inseguridad (hecho estructural), medidas pobres que sólo responden a la coyuntura, el problema central se acrecienta, se crece por las dinámicas que son globales. El aumento de policías no va a solucionar el problema del crimen global organizado. Justamente, las respuestas de ese corte, aseguran el funcionamiento del modelo represivo, tan importante para el control de la sociedad en el marco del capitalismo, que en relación con la llegada de más pie de fuerza, asegura el consumo de armas, de gasolina para mover motos y vehículos y los costos para formar más y más hombres en armas. La ecuación es perfecta. Se necesita la violencia, pues ella es una variable del mercado. ¿Cómo desgarrar la violencia de las lógicas impuestas por el mercado?

Soluciones parciales y fragmentadas no son suficientes para problemas del orden estructural, de cambio de modelo económico y de modificaciones de políticas que han permanecido rígidas por más de 30 años esperando que algún día tengan algún resultado.

Es necesario empezar a construir unas nuevas generaciones de ciudadanos más fuertes y menos presas de hechos corruptos, criminales y egoístas como estos. Un modelo de sociedad que privilegie otros procesos de formación, donde la justicia, el respeto por el medio ambiente sea efectivo, donde los medios de comunicación dejen de entretener para lograr un mayor lucro y se comprometan con apoyar procesos formativos de cultura ciudadana y política, y una sociedad civil vigorosa que sea capas de ejercer su derecho democrático de expresar y participar de manera concreta en procesos centrales de tomas de decisiones. Un Estado que proteja el ciudadano de los atropellos del Mercado y el consumo.

Algo así como la necesidad de un cambio social.

Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología
Junio 10 de 2011