El Plan Nacional de Desarrollo “Todos por un nuevo país” *
Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología
Estudiante del doctorado en Ciencias Ambientales
Prof. Universidad Autónoma de Occidente
Prof. Universidad Autónoma de Occidente
Uno
de los indicadores que mejor puede dar cuenta del tipo de Estado que se
construye por parte de los agentes interesados, es precisamente el Plan
Nacional de Desarrollo, que es el mecanismo mediante el cual se plasma la
gestión del Estado acorde al mandamiento constitucional y a los intereses de
los agentes políticos y económicos.
El
Plan Nacional de Desarrollo también se convierte, de este modo, en un
instrumento para la acción del Estado, proceso mediante el cual, agentes y
funcionarios administradores (públicos y privados) hacen posible de esa idea de
Estado (como abstracción, como idea) a algo concreto y real. Se entenderá por acción de Estado, al modo como lo define
Pierre Bourdieu (2014), como aquellas “acciones políticas con pretensión de
causar efecto en el mundo social (…) acciones autorizadas, dotadas de una
autoridad que gradualmente, por medio de una serie de delegaciones en cadena,
remite a un último lugar, como lo es el dios de Aristóteles, el Estado”
(2014:25).
Esas
acciones de Estado son llevadas a cabo por agentes, de carne y hueso, que
disponen de los medios y los mecanismos de autoridad -poder o dominación física
y simbólica- para realizarlas y hacerlas realizables, para delegarlas y
hacerlas delegables, para comisionarlas, para imponerlas -al hablar en nombre
de lo público-, por lo que son constructores continuos del espacio burocrático
que a su vez los construye a ellos.
Tres
elementos integran la acción de Estado:
lo oficial, lo público y lo universal. (Bourdieu, 2014): Una
dimensión oficial en el sentido de
que son acciones realizadas por agentes legitimados oficialmente por ser
representantes, comisionados o encargados por ocupar un puesto público en la
estructura burocrática y administrativa, cobijados bajo legitimidad y en nombre
del Estado, como por ejemplo, el Presidente de la República; una
dimensión pública en el sentido de
que son acciones que se hacen ver como de interés público y que son, además, conocidas
y aceptadas por todos; y, finalmente, una dimensión universal porque es de
interés general a toda la sociedad, algo así, como una decisión que compete a
todos, al universo de la población colombiana.
Con
lo anterior claro, entonces se puede comprender el sentido que el gobierno
nacional del presidente Juan Manuel Santos -como agentes centrales de la
administración del Estado-nación-, pretende dar con el Plan Nacional de
Desarrollo bajo el título “Todos por un nuevo país” como propuesta que integra
las tres dimensiones de la acción de Estado: lo oficial, lo público y lo
universal. Un nuevo país en el sentido de un contexto de transición hacia una
sociedad en posconflicto.
Un
contexto que implica transformaciones importantes, por una parte, en los
diferentes campos que componen el Estado: jurídico, administrativo y legal, es
decir en su sentido amplio, el campo burocrático o de la administración del
Estado; y, por otra parte, en las transformaciones que requiere la sociedad
para este nuevo contexto, en su sentido físico y simbólico cultural.
El
nuevo Plan de Desarrollo desplegará las estrategias de gestión encaminadas
tanto a: los
procesos de financiación del posconflicto
que ya han sido anunciados por el propio presidente -haciendo uso de los
recursos obtenidos por las actividades extractivas, como la minería-; los
procesos de orden y control, como
reestructuración de las fuerzas del orden público, transformación de las
entidades del control fiscal, estadístico e informacional; los
procesos de legitimación en la
sociedad a través de las transformaciones simbólicas y culturales requeridas,
tales como educación, comunicaciones y ritos de Estado. No es extraña, entonces,
la propuesta del gobierno de lograr la jornada única de estudio para todo el
sistema educativo en Colombia.
Pero
las preguntas más importantes son ¿qué es
lo que se legitima con este Plan Nacional de Desarrollo? ¿Quiénes están detrás
del nuevo proyecto de país? ¿Hacia dónde se encaminan los esfuerzos del
posconflicto?
Indudablemente,
el nuevo proyecto de país requiere de una Colombia en posconflicto no solo para
atraer las inversiones extranjeras sino también para legitimar la explotación
de los recursos de la naturaleza. El escenario de posconflicto alienta la implementación
de las políticas, ahora presentadas bajo el discurso de la tercera vía.
El
documento titulado Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018, expresa
que:
“Finalmente,
el sector minero energético jugará un papel clave en garantizar el desarrollo
económico sostenido e inclusivo. Su tarea será, por un lado, asegurar que la
economía tenga fuentes de energía competitivas que le permitan a la economía
crecer y generar empleo, mientras que al dar acceso a energía y combustibles
contribuirá de forma directa en la reducción de la pobreza. Por otro lado, el
sector generará importantes recursos para financiar las inversiones que van a
requerir la construcción de la paz, la educación y las políticas sociales en la
lucha contra de la desigualdad.” (BPND 2014-2018, 60)
Asistimos
a la entrega del territorio a las firmas extranjeras, el ingreso de capitales y
la extracción de modo más eficiente estos recursos. El resultado, finalmente,
es hacer del territorio nacional espacio de la economía globalizada,
focalizando el desarrollo en algunos sectores y dejando otros al margen. Esto fue
claramente planteado por el gobierno del presidente Santos en el Plan de
Desarrollo Nacional anterior “Prosperidad para todos”.
“Todos
por un nuevo país” (para el período 2014-2018) es la continuidad de
“Prosperidad para todos” (implementado en parte en el periodo 2010 – 2014). Un
ejemplo claro es la tendencia que desde el periodo anterior se tiene con la
reprimarización de la economía colombiana focalizada en el sector minero.
“El
sector minero energético continuará, como lo ha venido haciendo, consolidándose
como uno de los motores de desarrollo del país a través de su aporte al
crecimiento económico, al empleo rural a la inversión privada y de la
generación de recursos para la inversión social del Estado. Este sector se
destaca por su capacidad para generar recursos con los que se financia una
parte importante del presupuesto del Gobierno Nacional y de las entidades
territoriales. Así las cosas, la ejecución oportuna de crecientes inversiones
en el sector hará posible la financiación de los programas de gobierno
orientados a la construcción de un país en paz, con mayor equidad y mejor
educado.” (BPND 2014-2018, p. 175)
El
lema “Todos por un nuevo país” contiene en la frase misma, la expresión de una
dominación simbólica en el sentido de que el mensaje pretende dar la idea de
que todos están incluidos, de que es una decisión de todos, es decir,
universal.
Frase
que legitima y universaliza las intenciones particulares de unos agentes, ahora
transformadas (maquilladas y teatralizadas) como interés colectivos de la
nación. Frase que se pretende y se muestra falsamente incluyente y
desinteresada de todo interés particular.
Un
proyecto legitimador del orden de la economía global sobre el territorio local.
Referencias Bibliográficas
Bourdieu,
Pierre. Sobre el Estado. Cursos del collége de France (1989-1992). Barcelona:
Editorial Anagrama, 2014.
Presidencia
de la República de Colombia. Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018.
Todos por un nuevo país. Paz, equidad y Educación. Departamento Nacional de
Planeación. 2014.
* Documento publicado en el Boletín Ethos Regional, No. 12 del CIER