¿Por qué las personas no han
asumido un comportamiento ético – ambiental?:
el caso del río Pance en Santiago
de Cali.
Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
El sector de La Vorágine en el río Pance ha sido por muchos un
años, un lugar de gran significado social y de capital simbólico - cultural para
la sociedad caleña y del suroccidente colombiano. Es el espacio que por
tradición ha sido apropiado por los ciudadanos para el esparcimiento, el
descanso y el paseo de las familias en épocas de vacaciones o fines de semana. Es
uno de los pocos sitios que queda en ésta ciudad con estas características,
pues los otros ríos que conforman la plataforma territorial y ambiental de Cali,
han ido muriendo, despareciendo o eliminándose del paisaje, tal como sucedió con los ríos Cañaveralejo y Meléndez o con lo que acontece en el mismo río Cali.
Foto, paseo en olla en el río Pance. Tomada por: Hernando Uribe Castro, 2018 |
Este paraje se encuentra localizado al suroccidente de la ciudad de
Cali, desde donde el río Pance se descuelga de los Farallones de Cali hacia el
valle geográfico del río Cauca. Con el paso de los años, este se ha sido poblando por diferentes grupos sociales. En él se encuentran asentados
grupos sociales de todos los estratos socioeconómicos. Hoy en día, el avance
del proceso urbanizador -promovido por los agentes privados, inmobiliarios y la
banca-, amenaza este importante territorio. La Vorágine en Pance se conecta con la ciudad de Cali a través de
una vía que en los últimos años tuvo que ampliarse en su número de calzadas por
la fuerte presión de la dinámica social y urbanizadora.
Al ser un espacio de gran importancia histórica y cultural, el río
y su zona de influencia presenta una fuerte presión por el incremento en el
número de visitantes los fines de semana, en vacaciones y sobre todo, en
temporada de altas temperaturas. El agua fría que corre por el río, ofrece a
los caleños y visitantes una suave y refrescante brisa y temperatura cálida
propicia para disfrutar de un baño. Infortunadamente, la alta demanda de este
espacio para el esparcimiento ha ido afectando todas sus condiciones
ambientales y ecológicas. Poco a poco el área de las orillas del río se fue
cercando como propiedad privada y sus aguas se fueron contaminando por los
asentamientos, balnearios y negocios.
Foto, construcciones en el río Pance. Tomada por: Hernando Uribe Castro, 2018. |
Y no solo por los vertimientos producidos por los vecinos del
sector, sino por toda la carga de visitantes y turistas que llegan al sector y
que sin el más mínimo cuidado y responsabilidad, destruyen, contaminan y
afectan. El control de las autoridades para evitar estos impactos queda desbordado por la alta demanda que tiene el sector. Gentes venidas de diferentes partes de la ciudad y de la región que llegan, están durante el día disfrutando del río y que a su regreso a casa, dejan esparcido por todo el campo, el cauce y el lecho del río todo tipo de deshechos: frascos, plásticos, botellas, bolsas, papel, restos de comida, entre otras. Porquerías y más porquerías. No tienen la delicadeza y el cuidado de recoger las basuras producidas y ponerlas en lugares adecuados para ello o traerlas a casa para una mejor disposición. Esta es una acción, además de estúpida, ignorante y sobre todo mal
intencionada. Una muestra de que existe una escasa inteligencia ecológica. No
se ve una ética de la responsabilidad.
Foto, contaminación en sector río Pance. Tomada por: Hernando Uribe Castro, 2018. |
Estos hechos conllevaron a que se estableciera el colectivo de la
mesa ambiental y de cultura ciudadana del corregimiento de Pance. Líderes comunitarios
que luchan por preservar este ecosistema y por mantener sus rasgos distintivos
y su capital ecológico - ambiental. Colectivo que ha denunciado que se ha
llegado al caso de que en una jornada de limpieza se recolecten hasta 1.400
kilos de basura, como sucedió en la jornada del 26 de agosto de 2018[1]. Incremento
del turismo, ventas ambulantes, alto flujo vehicular afecta la flora y la
fauna, así como el agua en el lecho del río. En la festividad de Reyes en enero
de 2019, se presentó una congestión vehicular de gran complejidad que paralizó
la movilidad en toda la zona. A ello se sumó la alta carga de deshechos de todo
tipo que quedaron esparcidos por todo este vasto territorio.
Este hecho es un ejemplo de que una gran parte de la sociedad no
ha interiorizado el mensaje del cuidado y la protección de los ecosistemas.
Como si estas afectaciones producidas estuvieran distantes de la calidad de sus
propias vidas. Es lo que Gudynas denominaría la torpeza y estupidez sistémica y
altas dosis de ignorancia de cultura ambiental y, por supuesto, social y
política. Esto lleva a pensar del por qué no es raro que se catalogue esta
sociedad como una de las más felices, pero a su vez, una de las más ignorantes
del mundo. Felices esparciéndose en Pance, pero ignorantes, irresponsables y
torpes en su comportamiento ambiental y ecológico en un ecosistema estratégico
y de alta fragilidad. Desazón, perplejidad, impotencia y tristeza es la que produce
evidenciar estos increíbles hechos de la condición humana.
Importante que todavía existen personas, grupos, comunidades sensibles a esta grave situación, y desde sus lugares aportan, ayudan, colaboran, trabajan por el mejoramiento de la calidad de vida de los ecosistemas. Exigen a las autoridades y al gobierno tomar acciones concretas para evitar la destrucción de estos importantes parajes. A veces logran captar la atención de quienes toman las decisiones, pero otras veces no. En eso consiste la lucha y el trabajo diario por la defensa de la naturaleza y de sus elementos.
No es posible amar la naturaleza con solo intenciones, puesto que estas deben expresarse en acciones. La emoción y la acción están en interacción. Dar espacio a la emocionalidad y al maravillamiento con la naturaleza nos puede ayudar para ir generando acciones más responsables. Se requiere que la especie humana recupere su encantamiento con la grandeza y complejidad de la madre Tierra y de todos sus componentes. Un encantamiento que debe ser parte central de una pedagogía planetaria, para otros ecopedagogía, que sea capaz de reconstruir la percepción y la imagen del mundo que habitamos y del entramado complejo del sistema viviente al que pertenecemos.
No es posible amar la naturaleza con solo intenciones, puesto que estas deben expresarse en acciones. La emoción y la acción están en interacción. Dar espacio a la emocionalidad y al maravillamiento con la naturaleza nos puede ayudar para ir generando acciones más responsables. Se requiere que la especie humana recupere su encantamiento con la grandeza y complejidad de la madre Tierra y de todos sus componentes. Un encantamiento que debe ser parte central de una pedagogía planetaria, para otros ecopedagogía, que sea capaz de reconstruir la percepción y la imagen del mundo que habitamos y del entramado complejo del sistema viviente al que pertenecemos.
[1] El
Espectador. (2019). Preocupación por los altos niveles de contaminación en el
río Pance de Cali. Enero 4 de 2019.