Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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miércoles, 7 de noviembre de 2012

RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL ESTADO Y ASENTAMIENTOS INFORMALES EN CALI


La responsabilidad social del Estado con los asentamientos informales en Cali

Hernando Uribe Castro[1],
Profesor, Universidad Autónoma de Occidente

La Universidad Autónoma de Occidente viene desarrollando la investigación “Asentamientos ilegales como luchas sociales en el marco de la ciudad capitalista colombiana”. El equipo de investigación logró evidenciar que el fenómeno de la ocupación del jarillón supera el caso particular del poblamiento del dique, para insertarse en un fenómeno más estructural relacionado con la producción de la ciudad colombiana de la que participan, hoy más que nunca, las dinámicas de las fuerzas del mercado, y por otro lado, las contradicciones, falta de institucionalidad y precarias condiciones del Estado.

Es notable que para la Administración municipal como para otros agentes del Estado y para amplios sectores de la ciudadanía, las familias asentadas sobre el jarillón son invasoras y por tanto es necesario intervenir desalojándolas y ubicándolas en proyectos de viviendas de 37m2. Sin embargo, algunos hallazgos de la investigación permiten poner en discusión al menos dos temas que tienen que ver con el Jarillón del río Cauca.

En primer lugar, no todas las familias asentadas sobre estos lugares pueden catalogarse como invasoras, pues algunas llegaron al dique con la anuencia de agencias del Estado mediante contratos. Esto significa que la gente no se ubicó en el lugar por la fuerza, sino que fueron instalados por las mismas entidades del Estado. Los habitantes del asentamiento Samanes del Cauca tienen pruebas de ello. Calificar a las familias del Jarillón como invasoras demuestra de modo claro que las decisiones tomadas  emanan de los escritorios de funcionarios públicos que desconocen realidades y sólo replican discursos manidos, construidos y divulgados por funcionarios de las entidades comprometidas y por la propia prensa. Desconocer este hecho, ya genera desinformación que puede ser nefasta a la hora de tomar decisiones. El Alcalde debe hablar con la gente, escuchar sus demandas, denuncias y propuestas. Algunas de estas familias pagan energía, agua, alumbrado público, catastro, y además integran Juntas de Acción Comunal y formas organizativas.

En segundo lugar, impacta sobremanera, los anuncios reiterados, durante varios años, de las distintas entidades estatales sobre la inversión de importantes sumas de dinero para solucionar el problema del Jarillón. Hasta el momento no se ven los resultados, como claramente sucedió con las pasadas temporadas de lluvias. Son inversiones sobre las que no se ejerce, al parecer, el control indispensable por parte de los organismos competentes. El reciente anuncio de 1.3 billones es una cuantía importante, pero no suficiente para cubrir el costo de eventuales traslados y reasentamientos en condiciones dignas de toda esta población llamada invasora. Los asentamientos están dispersos por toda el área urbana y rural de Cali.

Según los hallazgos de esta investigación, hasta el momento, se considera indispensable  pensar en soluciones que beneficien a la ciudad en su conjunto, especialmente a los más desfavorecidos, sin afectar los derechos adquiridos por quienes ocupan el jarillón con autorización de las propias entidades del Estado, tal y como sucede con varias comunidades que acreditan títulos de propiedad y que pagan servicios públicos. Lo anterior amerita que el Estado, en sus distintos ámbitos territoriales, trabaje articuladamente de mano con las comunidades en la agencia de políticas públicas, que más allá de un periodo de gobierno, permitan atender el fenómeno de manera estructural. Es decir, políticas públicas de desarrollo urbano, de vivienda y de servicios públicos, entre otros,  que garanticen en el mediano y largo plazo respuestas efectivas, más allá de los mismos repertorios que el administrador de turno y medios de comunicación vienen registrando sobre el fenómeno. No es suficiente con reasentar a estos pobladores, el Estado tiene que reconocer su responsabilidad en la creación de asentamientos humanos de desarrollo incompleto, como eufemísticamente se llaman, y escuchar las demandas de sus pobladores para generar condiciones de vida realmente dignas.

huribe@uao.edu.co


[1] Coordinador del Proyecto de Investigación, con la colaboración de los profesores Germán Ayala Osorio y Carmen Jimena Holguín. Cali.

lunes, 12 de marzo de 2012

GOBIERNOS LOCALES EN CIUDADES NEOLIBERALES


Gobiernos locales en ciudades neoliberales

Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

Las ciudades colombianas recientemente se han venido construyendo en el escenario de la sociedad dominada por el modelo neoliberal capitalista. En este modelo, el papel de la ciudad es convertirse en un sumidero para la inversión y la reproducción de los excedentes de capital. Los esfuerzos están encaminados a hacer de ellas, importantes centros urbanos atractivos, de modo tal que se les construye una infraestructura y una imagen “apropiada” para cautivar a viajeros, grupos de inversionistas y monopolios globales. 

Para que esto funcione, se les ha delegado a los gobiernos locales un papel central en estas ciudades neoliberales. Un papel que tiene como principal característica el que el gobierno local sea “buen negociador y administrador”.

Así, los gobiernos locales, en línea con el gobierno nacional, se ubican entre los grupos económicos y financieros, el Estado y la ciudad, y se encargan de buscar los mecanismos para captar recursos económicos (créditos de bancos nacionales o globales y de los recursos del Estado), para construir las ciudades como una mercancía, una marca, que tenga la posibilidad de competir con otras en el país y en el mundo. Un ejemplo de ello es el préstamo por $189000 millones del Banco Interamericano de Desarrollo para mejoras en el proyecto del Transporte masivo –MIO- en Cali.

Muchas de estas macro-obras construidas  son presentadas como importantes para el progreso y el desarrollo de toda la comunidad. Para ello, los gobiernos locales, los grupos financieros y los inversionistas, utilizan los medios masivos de comunicación como herramientas ideológicas para convencer al ciudadano del común de las “buenas intenciones” del gobierno en pro de su desarrollo y progreso. Los gobiernos locales deben responder, entonces, a estas exigencias del mercado, independiente de que los efectos de esta respuesta vayan en contra del conjunto de la sociedad y del ejercicio ciudadano.

Para geógrafos como David Harvey, “Los gobiernos locales se han visto obligados en diverso grado a asumir iniciativas más propias de empresas privadas –en particular, por lo que toca a la creación de un entorno favorable para el capital privado a costa, si es necesario, de la población urbana–, un proceso que fomenta la competencia entre las regiones metropolitanas.” (2007, p. 132).

Al centrarse en desarrollar sólo una parte de la ciudad exigida por las fuerzas del mercado, el gobierno local deja otros espacios de la ciudad al margen y al abandono, es decir un problema de marginalidad. Espacios estos que pueden ser aprovechados por todo tipo de actores que pueden hacer con estos lugares, diversos usos urbanos tanto de carácter legal como ilegal o incluso semilegal.

Lo complejo, incoherente y perverso de todo este asunto es que los gobiernos locales destinan la inversión pública en infraestructuras y todo tipo de mejoras para que los actores del mercado posean un mejor clima para los negocios, porque lo que sucede en el fondo es que se está subsidiando el capital y fortaleciendo los privilegios de clase. Es decir, los recursos públicos invertidos terminan beneficiando los capitales privados.

Esto es un proceso contradictorio porque al focalizar el desarrollo sólo en algunos aspectos y espacios de la ciudad, se desmejoran las condiciones de la calidad de vida de muchas comunidades, debilitando la confianza en la acción pública porque quienes lideran parte del gobierno recibieron el voto y la aceptación de un número importante de electores con la esperanza de que se les de solución a sus problemas.

Si los gobiernos son elegidos por voto popular, es porque deben representar y responder al conjunto de la comunidad, más que ser un gobierno interesado en favorecer el capital privado.

¿Es posible hallar formas para poder responder al desafío de lograr un gobierno local más interesado por el bienestar de sus ciudadanos en estas ciudades neoliberales? ¿Podría hacer algo los movimientos sociales y la sociedad civil? ¿Qué tipo de desarrollo tienen en mente estos agentes de los gobiernos locales?

9 de marzo de 2012.

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Entrevista a David Harvey. Las grietas de la ciudad capitalista. Entrevista archipiélago. Por: Carolina del Olmo / César Rendueles. CUADERNOS DEL CENDES,  AÑO 24. N° 65. Tercera época, mayo-agosto 2007. pp. 131-138.