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lunes, 20 de junio de 2011

EL LUGAR, EL MIEDO Y LA CIUDAD

EL LUGAR, EL MIEDO Y LA CIUDAD
La expresión socio-espacial del miedo urbano

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

Las ciudades se han convertido en centros de aglomeración de una gran cantidad de seres humanos. Y en esa relación entre seres humanos y ciudades surge una dimensión poco tenida en cuenta: el miedo. Éste hace parte de los elementos que configuran la dimensión socioespacial de las ciudades y puede ser percibido de manera clara en los espacios.

En el artículo publicado por la revista Geocrítica de la Universidad de Barcelona en un texto denominado El lugar: entre candados, rejas y miedos (2002), explicaba que el miedo puede ser comprendido como una construcción social que depende del contexto y del momento histórico y espacial; puede expresarse de múltiples formas. Por ejemplo, existen lugares que provocan miedo debido no sólo a sus condiciones y características de presentación, sino también a los códigos culturales y sociales que en un marco de sociedad en particular se le asigna al espacio. Las calles de algunos sectores marginales seguramente pueden provocar miedos, rechazos y desconfianza a muchas personas externas más que a sus propios habitantes. El centro de la ciudad en determinados horarios puede provocar miedos.

Pero también puede darse el caso de que los individuos, los grupos y la sociedad en general a través de sus construcciones y los elementos que disponen en ella puede ser una expresión del miedo que sienten del entorno y de quienes lo conforman en el lugar que habitan. Miedos que son confrontados por la propia sociedad a través de la disposición de elementos como rejas o barreras (ver foto) que aparentemente impiden el acceso de agentes extraños y que le permite a los individuos, grupos y sociedad en general sentirse protegidos de agresiones provenientes del entorno.


Foto. El miedo expuesto en el diseño, Barrio Nueva Floresta, Cali, 2010
Fuente: Hernando Uribe Castro, 2010.

Como se puede observar de manera clara en la foto, en el conjunto de casas de este sector de la ciudad, así como de la mayor parte de los sectores tanto populares como de estratos socioeconómicos altos, la reja ocupa un lugar central en el diseño de exteriores. Se incluye como parte de la estética de la casa, aparentando así, la idea de temor hacia un exterior agreste, peligroso y nada seguro. La reja ocupa todo el frente de las casas no solo en los pisos bajos sino que incluso en las partes más altas, aparece instalada. En muros, puertas, ventanas, terrazas, balcones y gradas. No es suficiente con una reja baja, ahora la tendencia es a rejas tan altas como se pueda. Obsérvese el tamaño del señor que camina por la calle y la altura de la reja de las casas.

El miedo urbano conllevó a que los individuos desarrollaran instrumentos para diezmar el miedo. Se decía que las rejas, los candados se habían convertido para muchos en los principales símbolos del resguardo y seguridad, así como lo fue en su momento la muralla, que al parecer todavía persiste en zonas de conflicto y tensión religiosa y política, zonas de tensión migratoria y áreas de exclusión social. Las murallas hoy se han diversificado en formas, tamaños, materiales y fuentes de inspiración en distintos lugares del mundo. Fuera de los muros históricos del pasado, La Gran Muralla China, el Muro de Adriano, las altas paredes de los castillos medievales y el Muro de Berlin, se tiene el muro que separa israelitas y palestinos, mexicanos y estadounidenses.

Como las rejas y los candados no son suficientes, las organizaciones requieren de sistemas y mecanismos más efectivos que les resguarden del mundo tentador y aterrador. Y de ello, muchas industrias de la tecnología de la seguridad, de las empresas de vigilancia tenían su nicho de acumulación de capital. Empresas que ya no sólo resguardan a las industrias y sector comercial, sino que cada vez cuentan con usuarios antes impensados: el ciudadano común y corriente que ante el miedo y el temor de ser violentado en su espacio más intimo, la casa, se vuelve un cliente más de estas empresas (en la lógica del sistema capitalista, el miedo como negocio rentable).

Toda persona es sospechosa: cámaras ocultas en medio de edificios, paredes, postes, bancos, comercios, industrias, plazas, almacenes y hasta en los más humildes negocios. Rejas eléctricas, puertas y ventanas operadas mediante computadoras, son parte de la cotidianidad. Detrás de cada ciudadano existen cámaras ocultas y ojos que no pierden detalle alguno de los movimientos. Los espacios públicos y privados son vigilados las 24 horas del día. Ahora sumado a lo anterior, en lugares como los bancos, todos como clientes somos sospechosos, por ello debemos someternos a una serie de requisas cuando acudimos a un servicio.

Los escenarios deportivos como los estadios en todo el mundo que por tradición tenían la función de ser nichos deportivos en donde se practicaba el fútbol y otros deportes, ahora se han convertido en lugares privilegiados para los eventos masivos, capaces de albergar muchas almas, todas en lo posible más controladas para vigilar el comportamiento de cada individuo. El control sobre los fanáticos son foco central y preocupación de estos nuevos templos masivos de la geografía del espectáculo. Los dispositivos de seguridad instalados en estos complejos deportivos adquieren unos valores incalculables cuando en ellos se celebran los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol o el concierto del famoso más influyente en el mundo. Esto hechos generan importantes inversiones y ganancias para las industrias del control del miedo.

El terrorismo, el vandalismo y la inseguridad se han vuelto en los principales aliados del capitalismo del terror y del miedo, controlado por pocas organizaciones en el mundo cuyas sedes están en los centros del poder mundial. Entonces, si con el miedo se logra rentabilidad; hoy más que nunca es fuente de grandes capitales. ¿Por qué entonces, querer desaparecer el miedo de la sociedad?

Los centros comerciales se han convertido en escenarios de vida urbana donde cada centímetro se encuentra vigilado no solo por cámaras y sistemas de seguridad, sino por un grupo amplio de vigilantes en uniforme y civil, perros, detectores, máquinas de lectura, entre otros. Así, el miedo es una de las características de esta sociedad a la que Zygmunt Bauman denomina líquida. Líquida por está llena de incertidumbres, preocupaciones y ninguna estabilidad. Algo así como lo que no se es capaz de controlar y manejar. Una vida que va desde las grandes estructuras de la sociedad hasta las relaciones más intimas de los individuos.

El miedo impide el encuentro en la calle, la plaza y la ciudad y los lugares se están diseñando pensando en la necesidad de controlar entradas y salidas. A pesar de que la expresión de la necesidad de controlar las acciones de los individuos se ha dado a lo largo del proceso de la historia humana, en la vida líquida, el miedo logró incorporarse como un elemento más de la configuración del espacio. Puede limitar dinámicas, desmovilizar o limitar intenciones de movilidad de los individuos y grupos, pero también es motor central de la dinámica del capital, de la acumulación y absorción de los excedentes de capital.


HERNANDO URIBE CASTRO
Magíster en Sociología
huribe@uao.edu.co

Más sobre el lugar y el miedo en este artículo
(http://www.ub.edu/geocrit/b3w-393.htm)