POBLADORES DEL DIQUE DEL RÍO CAUCA:
LOS SAMANES DEL CAUCA
Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología
Lo primero que deseo expresar es que los pobladores
del dique (técnicamente jarillón) del río Cauca no son homogéneos, pues sus procesos de ocupación
han sido diferentes en términos de tiempo, espacio y origen. Asentamientos que
tienen más de 30 años así como otros, mucho más recientes. No son los mismos
los pobladores de Samanes del Cauca que los habitantes que se ubicaron en el
sector de Villa Moscas. Son comunidades distintas. El origen de algunos de
estos sectores contó con la participación de los mismos organismos del estado,
de agentes y empleados estatales tanto nacional como local.
Lo segundo tiene relación con las viviendas y el
entorno. Sector fresco, tranquilo, amplio y arborizado, que le impregna una imagen de
vereda más que de barrio, donde las relaciones de la tradición campesina se
marcan todavía fuertemente y donde las personas desarrollan actividades
agrícolas, ganaderas integradas a la estructura física de la casa. Esto se contrasta
con lo que se puede ver a tan solo 200 metros, frente al asentamiento, con
urbanizaciones como Valle Grande o Talanga donde las viviendas no alcanzan los
60 metros cuadrados, unas montadas sobre otras y donde el espacio público es
reducido a pasajes peatonales y no calles. Casas que asfixian de calor, a altos
costos, con endeudamientos de hasta 15 y 20 años y sin posibilidad de
ampliación. Una casa lote en Samanes representa por lo menos la mitad de una
manzana de casas en Valle Grande.
Lo tercero y
tal vez la más importante es que frente a esa mirada estigmatizadora que
elaboran gobierno, periodistas y
políticos, que dicen que estos pobladores son miserables, uno se encuentra con
una realidad diferente. Una comunidad que viene tejiendo su red social, que
construye un conjunto de valores comunitarios y vecinales que les ayuda a
reforzar sus lazos de solidaridad, de amistad y cooperación. Valores indispensables
para la construcción de ciudad y comunidad, en Cali han ido desapareciendo,
diluyendo y quedándose en el olvido.
Mientras que
en Los Samanes del Cauca se percibe la unión de la comunidad, en algunos
barrios de Cali surge el egoísmo, la envidia y la fragmentación. Mientras que
en Los Samanes del Cauca la comunidad trabaja por la proximidad entre los
integrantes, en los nuevos barrios de Cali como las urbanizaciones y los
conjuntos cerrados producen integrantes des-unidos y lejanos, a pesar de su
proximidad. Pareciera ser que lo que se viene perdiendo en los barrios
tradicionales de Cali, se viene ganando en estos asentamientos humanos. Y esto parecer
ser un logro del trabajo en comunidad, de sus líderes y de la participación
ciudadana, que ha percibido el valor que tiene la solidaridad para reforzar el
espacio público y el encuentro. De los hechos interesantes es que mientras que
en otros sectores de la ciudad de Cali, las Juntas de Acción Comunal tienden a
perder su sentido para el habitante del barrio, en Los Samanes del Cauca, esta institución
al contrario se fortalece, se legitima y se alista a la resistencia y la
sostenibilidad de la existencia de la comunidad.
De igual forma, frente a la imagen perturbadora que
expresaba que los habitantes del jarillón son delincuentes, los propios
habitantes del sector expresan algo diferente. Para los pobladores de Samanes
del Cauca, su presencia genera un conjunto de ventajas de seguridad para los
sectores vecinos. Es decir, la presencia de estos actores sobre el dique impide
la presencia de actores criminales que han utilizado de modo regular los diques
para botar cadáveres, organizar pandillas y cometer actos delictivos sobre el
sector de las urbanizaciones. Para el poblador de Los Samanes del Cauca, éste se
convierte en un aislante que de alguna forma hace más seguro el sector, precisamente
por la red de protección y seguridad que posee
esta comunidad.
Finalmente, quiero expresar que me encuentro con
personas humildes, en su mayoría mujeres, que les ha tocado levantar sus
familias y ahora levantan la comunidad. Mujeres que en sus rostros reflejan el
trabajo arduo de enfrentar una sociedad llena de injusticia, impunidad,
corrupción y violencia. Una sociedad carente de institucionalidad seria que
tenga la capacidad de atenderles sus problemas, sus necesidades y que les
escuche. Instituciones del Estado, muchas de ellas manejadas con redes de
clientelismo y corrupción.
Estas hechos descritos, por ahora de modo superficial,
solo son posibles de expresar cuando se ha estado en el lugar, cuando se logran
ingresar en la comunidad y profundizar en sus acciones, en su vida cotidiana; como
lo expresa Clifford Geertz, ir a los sitios, estar con la comunidad para luego
volver con información sobre la gente que vive allí, y poner dicha información
a disposición de la comunidad profesional de un modo práctico. Y esto debe
verse también reflejado en la capacidad del científico social en fortalecer la
sociedad civil y la comunidad. Esto es trabajar por una forma distinta de
democracia.
26 de julio de 2012