¿Y quién construye hoy el
Estado colombiano?
Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología
“El Estado hasta donde sea
posible y el mercado hasta donde sea necesario” (PND, 2011), es la proclama
de trabajo en la cual se escudan muchos de los poderes mundiales. Proclama que
sin duda muestra claramente la concepción que los últimos gobiernos, como los latinoamericanos,
tienen respecto al papel del Estado en las sociedades contemporáneas. El Estado
que se construye y opera hoy está distante del ideal de Estado que requiere el
conjunto de la sociedad. El caso colombiano pareciese ser uno de los más
críticos en el contexto de la región, dadas las dinámicas de violencia,
corrupción, necesidades insatisfechas, entre otras, que distancian y polarizan al
ciudadano del y con respecto Estado.
Para aquellos(as) que consideran que el Estado moría en la lógica de
la globalización, es necesario advertir que éste no está agonizando, ni mucho
menos en estado de coma. Han sido los ideólogos dueños del poder y el imperio
del mercado en la economía-mundo capitalista, quienes han incidido en su
proceso de construcción, mutándolo y transformándolo a partir de sus propias
necesidades a través de agentes globales como el Banco Mundial, la Organización
Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional en un actor decisivo
para el funcionamiento del sistema. Según lo explican las ciencias sociales, sin
Estado, la economía-mundo capitalista no hubiese sido posible.
Los gobiernos nacionales, regionales y locales, administradores del
Estado, en sus diferentes niveles territoriales no les queda más que
convertirse en buenos gerentes y especialistas negociadores de lo que implica
hacer del Estado y todos sus elementos, importantes atractivos para la
explotación de recursos, la atracción de inversiones y, por consiguiente, para
la reproducción de excedentes de capital de las fuerzas hegemónicas del
mercado.
No es raro, entonces, escuchar que en muchos de los pueblos
latinoamericanos se levanten protestas contra la privatización de la educación,
la precariedad de las instituciones del estado y su responsabilidad con la
sociedad, la presencia de multinacionales que extraen importantes recursos de
la naturaleza, que construyen todo tipo de mega y macro proyectos como represas
e hidroeléctricas para negociar con las energías y los recursos hídricos,
ampliar la minería para la obtención de metales preciosos y la extensión de
pueblos enteros para garantizar el libre uso de los territorios rurales. Hablar
de los efectos ambientales, sociales y culturales de grandes obras.
Un Estado que muestra una cara a la población de defensa, progreso,
comprensión y seguridad para problemas cotidianos y otra cara a las fuerzas del
mercado. Convirtiéndose en un actor dual sin intención de defender los
intereses generales, antes que los intereses del mercado. Un claro ejemplo de
ello se tiene con lo que sucedió a lo largo de la primera década del siglo XXI
con respecto al desmonte del Ministerio del Medio Ambiente para poder potenciar
sin ningún tipo de tropiezos las actividades productivas altamente rentables
como la minería y la extracción de biodiversidad que generaban impactos negativos socioambientales a lo largo del todo
el territorio nacional.
Este Estado, si bien puede gozar de niveles de legalidad, no goza del
mismo nivel de legitimidad en las capas sociales menos favorecidas. Ejemplo de
ello, es lo que ha venido ocurriendo en Colombia, donde asistimos a un Estado
administrado por órganos de gobierno con altos índices de corrupción, que de
forma tramposa utilizan su poder en espacios como el congreso, los ministerios
y hasta las casas presidenciales para beneficiarse de todo este andamiaje
perverso y arrasador. Es ejemplar, por su carácter absurdo y tramposo, el caso
reciente del proyecto de Ley de reforma a la justicia en Colombia que demuestra
claramente los altos niveles de corrupción.
Unos gobiernos que desmantelan el Estado para la gente y le proveen de
herramientas y dispositivos de un Estado para el mercado, y por supuesto para sus
intereses personales y particulares.
¿En manos de quién está nuestro Estado colombiano?
10 de julio de 2012