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jueves, 23 de abril de 2020

COVID 19: DEL DESARROLLO SOSTENIBLE A LA SUSTENTABILIDAD DE LA VIDA

Covid 19: Del desarrollo sostenible a la sustentabilidad de la vida

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles


Como lo he señalado en varias oportunidades, como especie humana enfrentamos los efectos de la insustentabilidad de la vida, producto de la construcción de un modelo de civilidad basado en una racionalidad económica que constantemente buscó en el menor tiempo posible la acumulación incesante de capital. Un modelo que pone en funcionamiento todos los mecanismos -a la velocidad del vértigo- para alcanzar un mayor crecimiento económico y sin límite alguno.

El principio básico de este modelo es la destrucción creativa: destruye vida para volverla mercancía; cosifica humanos para transformarlos en objetos; degrada naturaleza para construir modernidad. El Covid 19 es expresión de esta insustentabilidad, que lleva a debatir a los gobiernos si la prioridad es prolongar la cuarentena para cuidar la vida, o terminar con ella para activar la economía.

De esta crisis de civilidad, que es una crisis de humanidad, es la que nos alertaban los autores, (Leff, Boff, Martínez Alier, Escobar, Noguera). Todos coinciden que para transitar hacia la sustentabilidad de la vida se requiere de una deconstrucción de la racionalidad económica y de la economía misma, la cual había logrado gobernar por largo periodo los senderos civilizatorios.

En ese marco de dominio económico por sobre toda la realidad social, apareció el desarrollo sostenible que había sido llamado en las últimas décadas -una y otra vez- para cumplir un papel esperanzador, práctico y pertinente para enfrentar este panorama de destrucción: “Para controlar la degradación entrópica del sistema de soporte de la vida en el planeta y contrabalancear los efectos destructivos generados por la inercia de la pulsión del proceso de globalización tecno-económica fue forjada una palabra maestra: sustentabilidad. La construcción de la sustentabilidad de la vida fue el llamado para salvar a la Tierra de una catástrofe tan no intencio­nada como impredecible” (Leff, 2019, p. 1).

La sostenibilidad como sinónimo del desarrollo sostenible no solo se "vulgarizó", sino que además se convirtió en algo difuso, confuso y poco comprensible, aunque todos creen comprender de qué trata. Esta sostenibilidad no solo está cargada de ambigüedad polisémica sino también de complejos intereses corporativos. Hoy todos dicen ser sostenibles y velar por ello, cuando sus acciones y procesos productivos demuestran lo contrario. El discurso fue cooptado por los argumentos geopolíticos de responsabilidad ambiental de las organizaciones globales, los Estados y las empresas.

Y fue cooptado por unos y otros como argucia que promueve un capitalismo más verde y responsable. Por ello, existen quienes plantean la necesidad de liberar la sustentabilidad (Leff, 2019). Y debe liberarse no solo del manejo que hacen de ella –agentes, gobiernos, modelo económico de los Estados-, sino también de la racionalidad de la modernidad que bajo la idea de la destrucción creativa, legitimó los daños ambientales y ecológicos en nombre del desarrollo y el progreso. ¿Pero cómo liberarla?

El Covid 19 emergió en este planeta en el peor escenario de cambio climático. Demostró que las medidas tomadas por los organismos internacionales basadas en la argucias del desarrollo sostenible fracasaron, porque fueron medidas que como “paños de agua tibia” no lograron solucionar los problemas estructurales ambientales para el que había sido llamado. Porque fueron medidas que, aunque buscaban soluciones, no atacaban las bases reales del problema del modelo económico y era detener la humanidad de su encanto por el capitalismo, el productivismo, el extractivismo y el consumismo. El desarrollo sostenible enmascaraba la economía y su racionalidad con una “careta verde”, para hacerla pasar como responsable con el planeta.

El Covid 19 hoy se suma a todas esas otras demostraciones que expresan que la humanidad es la causante del gran daño ambiental y ecológico, y que por tanto, para dar reverso a este escenario de destrucción, se requiere “apagar” el sistema económico tal y como opera hoy y deconstruir esa idea de economía neoliberal que domina el pensamiento de la humanidad. Detener la humanidad de su vértigo, del extractivismo, de la creciente productividad, de la incesante movilidad urbana y transcontinental, del consumismo incesante de petróleo y derivados, entre otros efectos. De este tamaño es la situación. Y para aquellos que decían que esto  era imposible, el Covid 19 demostró lo contrario: que sí es posible detener ese encantamiento. El mundo corporativo se puede "detener" para que el planeta respire. No es raro entonces que los gobiernos neoliberales -y de un modo descarado y abierto-, estén apresurados tomando medidas para proteger la economía y no la vida.

La sustentabilidad de la vida es entonces la capacidad de detener la agreste e incesante acción humana en el planeta. Y para sorpresa, lo que no logró el desarrollo sostenible por décadas, lo logró en tiempo record ese microscópico virus, el Covid 19. Paralizó el engranaje del modelo económico que mantiene en movimiento, continuo trabajo y en acción permanente, a toda la humanidad, que arrastró el valor del dólar a niveles de miseria y que condujo a una profunda crisis administrativa de lo privado y lo público. Esto es importante porque son los Estados, organismos internacionales y el sistema financiero global los garantes de que este modelo económico que promueve ese movimiento incesante de la actividad de cada ser humano.

La arrogancia humana de ser la especie reina del planeta ya no tiene justificación alguna y sus bases de legitimación desaparecen. La diversidad biológica, cultural y ecológica son dimensiones centrales de la sustentabilidad de la vida. La vida es un sistema que integra componentes físicos, biológicos, ecológicos, sociales (políticos y económicos), culturales y ambientales. Su centro no está en la economía, sino que está en las condiciones físico-naturales que permiten la posibilidad de cualquier existencia en el planeta.


La sustentabilidad de la vida requiere de otra comprensión del mundo, de un habitus ambiental y ecológico. De una disposición mental distinta a la racionalidad que dominó la sociedad del capitalismo, y que nos ubique nuevamente en la idea de que los humanos dependemos de los sistemas biológicos y geoquímicos del planeta. Transformar y trastornar estos procesos, tiene un alto efecto para las posibilidades de la vida. Como lo expresa Paul Ehrlich “al empujar a otras especies a la extinción, la humanidad se afana en cortar la rama que la sostiene”