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viernes, 1 de marzo de 2024

LA "AUTOPISTA" SIMÓN BOLÍVAR EN SANTIAGO DE CALI

La “Autopista” Simón Bolívar en Santiago de Cali


Por: Hernando Uribe Castro, PhD.


Me llama profundamente la atención que, a pesar de las décadas transcurridas desde su apertura, la así denominada “Autopista” Simón Bolívar al oriente de la ciudad de Santiago de Cali en Colombia, continúe sin terminar en su diseño y estructura.

Esta es una vía considerada como una de las más importantes de esta región, porque conecta el norte del área metropolitana de Cali con la zona del sur, de un modo más directo y en un trayecto que acorta tiempo de desplazamiento.

Ella ha sido objeto de varias ampliaciones a lo largo de su historia -como sucedió hacia finales de la década de los años noventa con la construcción del segundo carril  en 1998- y las obras complementarias que se realizaron en la última década para incorporar las vías por donde transita el Sistema de Transporte Articulado. No obstante, esta importante ventaja con respecto a otras vías de la ciudad y de sus condiciones sociales de posibilidad de cumplir una función adecuada de movilidad, han sido deplorables por, el siempre, mal estado de su malla vial, de sus andenes, de la señalización y de la demarcación, que hacen de la Simón Bolívar, un lugar de tránsito de alto riesgo para la salud física y emocional de los ciudadanos.

No solo por lo que representa en términos de actos delictivos y criminales que sobre ella se presentan continuamente, sino porque su calidad y estado de vías -y de todos los elementos que la componen-, ponen en alto riesgo la vida de las personas que transitan como peatones y conductores.

Estamos ante un cinturón vial sin clara señalización y atestada de increíbles trampas mortales (como los gigantescos huecos) que sobresalen del pavimento, de sardineles, de los postes, de los cables y de los andenes. Transitar por sus cruces representa siempre un acto de valentía.

Por ejemplo, una persona con movilidad reducida tiene gran dificultad para desplazarse libremente por el espacio público peatonal, dados los desniveles en el piso, la ocupación con todo tipo de obstáculos sobre los angostos andenes mal ubicados y las constantes trampas que el caminante puede tener en su recorrido.

En ella existen “vías sin sentido” que, por arte de magia social -y a veces sin ningún tipo de advertencia-, pasan de 6 carriles a tan solo 2 y de tres carriles a tan solo uno. Posee una ruta para ciclistas que aparece en unos trayectos y, en otras, desaparece.

Esta ha sido una de las avenidas cuyo flujo se ve interrumpido por un creciente número de semáforos, dada la deficiente planeación de la red vial. Se han construido increíbles puentes a unos altos costos económicos que representan altos impuestos para los ciudadanos, pero que, una vez entrados en funcionamiento, se deterioran del modo más rápido.

Puentes vehiculares presentados por la publicidad de los políticos como las más grandes “Mega-obras” y cuya función ideal era permitir un mejor flujo urbano, han terminado bordeados y ocupados-obstaculizados –incluso sobre ellos mismos-, con semáforos que detienen y/o restringen el paso fluido. Inmensos puentes vehiculares con semáforos por debajo, por arriba y por los lados.

El caminante de a pie la tiene más difícil porque experimenta un alto riesgo, que potencia la probalidad de la pérdida de integridad física, sino porque tiene que enfrentar y experimentar los comportamientos de conductores irresponsables, quienes por sus afanes, transitan a unas altas velocidades sobre las vías, y lo peor, sobre los andenes. Esta avenida es un claro ejemplo de una anomia urbana.

Todo lo anterior ha alcanzado niveles de gran preocupación, dado que esta ciudad experimenta el incremento exponencial de autos y motocicletas que transitan por las calles, dadas las escasas exigencias en la normatividad a la hora de otorgar las licencias de conducción. El mercado de motos, por ejemplo, ha generado grandes dividendos a las compañías importadoras, ensambladores y productoras.

A ello se debe sumar una ciudad en crecimiento cuyo cuerpo de agentes de tránsito queda limitado en realizar su trabajo porque perdió toda autoridad entre los ciudadanos por causa del comportamiento corruptos de algunos de ellos. Son cientas las situaciones que se presentan asociadas a los atropeyos que producen los ciudadanos a esta autoridad. Aunque se hacen controles viales, estos son insuficientes.

Las tecnologías urbanas incorporadas, como las cámaras de foto-multa o de vigilancia vial, con las que se pretendía mejorar el comportamiento de los ciudadanos en su transcurrir por las vías de la ciudad, terminaron mercantilizadas para asegurar recursos económicos para las agencias; su objetivo inicial de ser controladoras y promotoras de nuevos compartimientos más responsables, se diluyó.

Como ciudadano, se piensa dos veces, antes de tomar la iniciativa de transitar por los muchos kilómetros que posee la “Autopista” Simón Bolívar de Cali. Y si nos vemos obligados a movilizarnos por ella, el sentido de seguridad, de certidumbre y de salir victoriosos y con vida de ella, decrece sustancialmente.

Estamos ante una realidad espacial de increíble riesgo; como ciudad importante de Colombia, se posee una vía cuyas condiciones sociales de existencia deplorable, cobra la vida de muchas personas a lo largo del año. Nadie dice nada. Nadie hace nada.







viernes, 28 de julio de 2017

VIGILAR LA EXPANSIÓN URBANA EN CALI. COLOMBIA

Vigilar la expansión urbana en Cali, Colombia

Por
Hernando Uribe Castro
Ph.D. en Ciencias Ambientales y Magíster en Sociología
Prof. Universidad Autónoma de Occidente

Debido al aumento poblacional, comercial e industrial de Santiago de Cali, en 1969 surgió la necesidad de establecer un lugar que sirviera para el depósito de las basuras. Se dispuso así, un área de 12.000 m² y 20 m de profundidad en el Corregimiento de Navarro que posee suelo arcilloso y que se caracteriza por ser una zona de humedales (EJOLT)*. Este depósito de basuras a cielo abierto se convirtió con el paso de los años en una montaña a donde llegó todo tipo de residuos. Una montaña de tal altura, que podía ser vista desde distintos lugares de la ciudad.

Luego de largas discusiones y postergaciones, las autoridades ambientales del Valle del Cauca clausuraron el Basuro de Navarro en 2008. Al cierre, esta montaña había crecido en un área de 400.000 m².,  muy cercana al canal interceptor del sur que toma las aguas de los ríos Cañaveralejo,  Meléndez y Lili, y las lleva hacia el río Cauca. Sobre éste mismo río, más hacia el norte, se encuentra la Planta de Tratamiento de Agua Potable (P.T.A.R) que abastece de éste líquido a una proporción importante de población en la ciudad.

Las razones expuestas para clausurar el Basuro de Navarro fueron: a) había alcanzado su capacidad de carga, b) estaba colmatado y c) su contaminación por lixiviados producía efectos negativos en las aguas del río Cauca. Si bien, estas fueron las razones expuestas, ¿es posible que existieran otros motivos para el cierre?

Un par de años después del cierre del Basuro, la administración Municipal propuso construir una urbanización de apartamentos para población de escasos recursos en este sector. Incluso la urbanización se presentó como Ecociudad Navarro, luego denominada “Ciudadela CaliDa”. ¿No es raro, acaso, que todos los argumentos usados por la administración municipal para el cierre del basuro desaparecieron a la hora de promover y defender la urbanización en ese mismo sector?

Ante tal propuesta, expertos en temas ambientales y epidemiológicos se opusieron al proyecto urbanizador por las consecuencias que esto podría albergar para la población que ahí residiera. Actores sociales, agentes de control del Estado Colombiano (Contraloría General de la Nación) y personal académico e investigativo manifestaron su oposición al plan de urbanización en Navarro**.

Incluso, un informe periodístico (El País del 15 de enero de 2016), explicaba que el Departamento Administrativo de Gestión Ambiental (Dagma), entidad que en un principio había estado de acuerdo con los proyectos urbanísticos en estas áreas, había expresado sus preocupaciones con la urbanización en este sector. Dice la nota periodística así:  “El proyecto para construir 6.000 apartamentos en lo que ha sido conocido como ‘Ecociudad Navarro’ y que la pasada alcaldía de Cali, con el ministerio de Vivienda, lo jalonó como el macroproyecto ‘Ciudadela CaliDA’, con recursos de la Nación, tiene ahora reparos de la autoridad ambiental del mismo municipio. El director del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma), (…)  tiene dudas frente a esta iniciativa, haciendo aclaración que el proyecto no es de su competencia. Pero sus observaciones coincidieron con las de diversos sectores que las han realizado desde hace tres años, debido a la cercanía a Navarro, que por medio siglo funcionó a cielo abierto como el depósito de basuras de Cali, afectando el río Cauca, y al tipo de terreno para estas viviendas. (…) teme contaminación de suelos, como lo han recalcado investigadores de la Universidad del Valle que insisten desde hace más de un año en ese mismo temor de licuefacción de esa área, con respaldo a su postura de la Contraloría General de la Nación.” (El País, “El Dagma hace reparos hoy a 'Ecociudad Navarro', en el sur de Cali”, 15 de enero de 2016).

Si bien, el proyecto de intervención urbanística de la zona se detuvo (o quedó pendiente, eso aún no se sabe), es claro también que una visita en el día de hoy por sectores como Valle del Lilí o El Caney permite evidenciar cómo el proceso expansivo de la ciudad de Cali se extiende en zonas muy próximas al antiguo basuro de Navarro. Como se puede observar en la fotografía, se ven los edificios de apartamentos y en el fondo la montaña de lo que fue el Basuro de Navarro.


Urbanización en Valle del Lili y la montaña del Basurero de Navarro.
Foto: Luis Hernando Hidalgo, julio de 2017.

Ante este hecho, las autoridades ambientales y de control tienen la obligación de estar muy pendientes que las empresas constructoras e inmobiliarias no vayan más allá del perímetro permitido para expandir barrios y conjuntos cerrados en esta zona de alto riesgo. Una visita de las autoridades y una vigilancia permanente, es importante para verificar y garantizar que en la expansión de Cali hacia Navarro no se usurpe. En el sector del Valle del Lili, el proceso de construcción es increíblemente alto, alto como el ruido y toda la contaminación acústica y de polvo*** que producen las actividades de construcción. Lo mismo sucede a lo largo de toda la zona de expansión en el sur que se encuentra en el recorrido entre Cali y Jamundí.

La recomendación dada por los expertos es no construir viviendas en un área de por lo menos 3 kilómetros de distancia al antiguo depósito de basuras. Ojalá, la visita y la vigilancia que hagan las autoridades demuestren que todavía se respeta la zona límite para la construcción y que no se ha puesto en riesgo la vida de muchas familias que, inocentes e ingenuas, viven en zonas próximas a lo que en años anteriores fue una inmensa montaña de basura y que representa un alto riesgo para la salud. 

Que el proceso expansivo de Cali no continúe deteriorando los diferentes ecosistemas de humedal que existen al sur y oriente de la ciudad, así como el hecho de que se detenga el proceso expansivo de la ciudad en zonas de alta fragilidad como el sector de Pance y las laderas de la cordillera cuyos ecosistemas de bosque se ven fuertemente afectados por la dinámica humana. También sectores frágiles como en Jamundí sobre las faldas de las montañas están siendo amenazados por el proceso  agreste y altamente rentable negocio de las urbanizaciones.

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https://ejatlas.org/conflict/basuro-de-navarro-cali-colombia
** El Tiempo. "Se aviva el debate por edificios en Navarro". Nota del 12 de septiembre de 2014. En línea: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-14522369
*** Sobre contaminación por actividad constructora ver el siguiente link: http://blog.360gradosenconcreto.com/caracterizacion-de-impactos-ambientales-en-la-industria-de-la-construccion/