Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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jueves, 9 de julio de 2020

LA URGENTE NECESIDAD DE TRANSFORMARNOS


La urgente necesidad de transformarnos

Por
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales


Hernando Uribe Castro

La Organización de Naciones Unidas ha dado a conocer en los últimos meses varios datos interesantes, y altamente preocupantes, que ponen en evidencia cómo el rumbo hacia la extinción de la vida en el planeta sigue su curso. 

Los gobiernos no han tomado las medidas y los controles necesarios y contundentes para detener esta destrucción sistemática y continua de la naturaleza. Pareciera como si estuvieran no solo incentivando las actividades extractivas en los territorios locales, sino también las prácticas deforestadoras de selvas y bosques para transformarlos en zonas para ganadería extensiva, monocultivos agrícolas y comercio global de la biodiversidad. Su falta de acción por detener este daño manifiesta el desinterés por la vida, y la continuidad en la implementación de unas política del negocio económico, del flujo y la concentración del capital y la dominación.

Al mismo tiempo, gran parte de los habitantes en las ciudades -encantados por la magia de la modernidad y la racionalidad instrumental ´tecno-económica-informacional´-, continúan su vida cotidiana realizándola bajo comportamientos insustentables: pobres en entendimiento ambiental que se niegan a la reflexión; increíblemente egoístas, reducidos al economicismo y que se abren de puerta entera al consumismo agigantado y poco autocrítico de su estilo de vida. Según la ONU:

“En abril de 2020, la concentración promedio de CO2 en la atmósfera fue de 416,21 partes por millón (ppm), la más alta desde que comenzaron las mediciones en Hawái en 1958. Además, registros de hielo indican que dichos niveles son los más altos de los últimos 800.000 años […] Si bien es cierto que el tráfico vehicular y aéreo, así como la actividad industrial, se han reducido drásticamente en la mayoría de las partes del mundo desde enero de 2020, este no es el caso con nuestro suministro de electricidad: el 64% de la combinación global de energía eléctrica proviene de los combustibles fósiles (carbón 38%, gas 23%, petróleo 3%), según el informe Perspectivas de la energía en el mundo 2019 de la Agencia Internacional de Energía. Los sistemas de calefacción han seguido funcionando como antes de la COVID-19. Ninguno de los asuntos clave ha cambiado (como la transición hacia las energías renovables, el transporte público o la deforestación). Los incendios forestales, que han aumentado en probabilidad y gravedad debido al cambio climático, continúan afectando áreas de Brasil, Honduras, Myanmar, Tailandia y Venezuela, y cada uno de esos fuegos emite grandes cantidades de CO2 adicionales”[1] A la par con ésta realidad, sucede también que: “Con casi 100 millones de personas más que van cayendo en la pobreza extrema en 2020, 1.400 millones de niños afectados por el cierre de escuelas, y más de 400.000 muertes confirmadas por COVID-19 a principios de junio”[2] (2020, p. 3).

Lo anterior permite evidenciar que la modernidad y su orden ´tecno-económico hegemónico dominante´, como lo enuncia Leff[3], han sido nocivas tanto para la dinámica natural del planeta, como para la mayor parte de la especie humana y las demás especies con quienes compartimos este sistema de vida en la Tierra. Del que solo un grupo muy reducido, selecto, se ha beneficiado de ello y continúa haciéndolo. Este grupo buscará por todos los medios de proseguir aplicando la anestesia colectiva y global, el entretenimiento fútil, el desencantamiento por el pensar y la proliferación de la vida de las formas banales y encantadas.

Como especie, estamos enfrentando, al mismo tiempo, en todos los lugares y con efectos similares, la insostenibilidad del modelo social, político y económico que hemos conocido y que nos ha sido impuesto. Pareciera como si, un hechizo poderoso atrapara y arropara, porque pocos -dominados por el miedo y el pánico-, se han alterado e interesado por sacudirse de ello para tratar de despertar de este largo letargo de conjuro, dominación y control, que ha hecho de los corazones humanos de muchas gentes, órganos biológicos pesados, duros, insensibles y blindados, que como rocas impiden el fluir y el discurrir por la sangre de la emoción, el amor y el respeto. Seres que no desean y no tienen el interés de darse el tiempo por comprender qué sucede en este transcurrir por la senda de la destrucción.

Vidas que transitan por oscuridad, a pesar de toda la luz poderosa del sol, la luna y los cúmulos estelares que ingresan cada día y con más fuerza a este maravilloso planeta, y que invitan a un despertar, a una reconexión con nuestras raíces naturales y ecosistémicas. Una luz que invita y estimula a incorporar nuevos pensamientos, sensaciones y emociones por la vida y para el fortalecimiento de nuestras conciencias. Una luz que pone antes nuestros ojos y que nos permite observar a todo momento la complejidad y belleza de todo un sistema planetario interconectado, donde el brillo de los seres, el agua, el aire, las plantas y los animales se conjugan como un todo, como un sistema. Una red de vida, interrelacional, multiestacalar y multidimensional. Vidas incluso invisibles a nuestros receptores biológicos, pero que por el hecho de no verles ni escucharles, no significa que no existan. El sistema viviente planetario nos invita a una apertura de la mente, del cuerpo y de la energía, hacia la comprensión y la emoción como un todo inter-retro-conectado.

Este despertar, ahora e inmediato, es una necesidad para transformar esta pesada realidad humana que ciega nuestro entendimiento y que afecta el corazón, los sentidos y las emociones, y que nos conduce a los cavernas más oscuras en nuestra existencia. El juego de luces estelares y cósmicas, así como las propias luces que están dentro de cada uno de los seres humanos, deben activarse para que nuestras conciencias y nuestros pensamientos activen otra realidad ambiental y ecológica. Respetuosa con la vida, amorosa de la verdad y la paz. Somos parte de este complejo entramado de vida que nos observa, que nos da el ejemplo de cómo vivir en las condiciones de vida que impone éste planeta. Unas condiciones que tienen sus límites físicos, biológicos, ecológicos, sociales (económicos y culturales). Una conciencia que transita hacia el encuentro colectivo, no solo con nuestros hermanos humanos, sino con todos los demás seres de este sistema viviente planetario y extraplanetario. Un encuentro que manifiesta la unión, la verdad y el amor en los territorios planetarios.





[1] ONU. (2020). El mundo registra concentración record de dióxido de carbono a pesar de la Covid 19. En Línea: https://www.unenvironment.org/es/noticias-y-reportajes/reportajes/el-mundo-registra-concentracion-record-de-dioxido-de-carbono-pesar
[2] PNUD. (2020). Más allá de la recuperación: con miras a 2030. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. p. 3.
[3] Leff, E. (2019). Ecología política. De la deconstrucción del capital a la territorialización de la vida. México: Siglo XXI Editores.