Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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martes, 16 de abril de 2019

EL PATIO DE MI CASA, ERA UN MARAVILLOSO MICROCOSMOS


EL PATIO DE MI CASA, ERA UN MARAVILLOSO MICROCOSMOS

Por
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales

El patio de mi casa era todo un micro-ecosistema, un mundo maravilloso, un lugar que despertaba la fantasía, la creatividad y la aventura. Era un pequeño espacio (aproximadamente 73,5 metros cuadrados) que ocupaba la mitad de la casa, pero para mí -que era todavía un niño-, transitarlo era como adentrarme en una profunda e impenetrable jungla. Cada día encontraba algo nuevo, algo sorprendente. Todos sus elementos despertaban las más increíbles y maravillosas historias que podría crear en mi imaginación.

Había en este lugar en todo su centro dos gigantes árboles, uno de ellos era un guayabo al que me gustaba trepar y comer su fruta sin importarme si tenían gusanos, y otro árbol de cuyo fruto mis tías hacían el mate -que se usaba como vasija para empacar el dulce de manjar-blanco, receta propia de esta región. Rodeados estaban estos árboles con los rosales espinosos y las plantas de flores de pétalos con colores rosados y blancos. Revoloteaban entre ellas las mariposas de hermosos colores, las abejas, las avispas y los abejorros, y unos bichos brillantes que no sabría decir qué eran. Era común en casa tener las colmenas que colgaban en alguna parte.

Evoco entonces muy bien y claramente en mi memoria, los rosales, la fruta de pitahaya, las guayabas y las flores. La cocina de leña de mamá con sus ollas adornadas de tizne. Por las mañanas era cotidiano despertar con el canto y melodía de las aves y las palomas. Un gallo que canta en alguna casa vecina. En las tardes, después de la escuela, recuerdo estar acostado sobre la tierra jugando bajo la sombra y la frescura que producían sus frondosas ramas, así como también viene a mi mente el hecho de que me gustaba observar a los gusanos de cerca y a las abejas, libélulas y avispas desde lejos. A veces me topaba con sapos, ratones, babosas y lombrices de tierra. Ver el comportamiento de las hormigas y lagartijas era todo un entretenimiento.

En la noche podía ver volar a los murciélagos y las luciérnagas, así como escuchar el croar de las ranas y sapos que paseaban por la casa dando saltos sin miedo. Hasta este patio que era mi jungla, llegaba a veces el olor del paso de las vacas que pastaban en zonas abiertas muy cerca de la casa y podía ver el azul profundo del firmamento cuando entretenido veía pasar las nubes para encontrarles formas y figuras o los aviones que en la altura se veían como aves gigantes. Había tanta belleza, tanta vida, que se podía sentir la buena vibra de la naturaleza en este pequeño rincón del mundo.

Un día, alguien convenció a mis padres que tener este "monte" en la propiedad era síntomas de pobreza. Que se podía hacer un mejor uso de este inmenso solar, como por ejemplo ampliar la vivienda. Que había que ir hacia el desarrollo y el progreso con el cemento y el ladrillo. Que había que construir cada centímetro de la propiedad. Y convencidos, mis padres así lo hicieron.
  
Primero, cortaron los árboles; luego, arrancaron los rosales; después, se desyerbó cada centímetro del lugar. Se hicieron unos hoyos gigantes y se rellenaron de mezcla con cemento. Poco a poco y con el transcurrir de los años se construyeron columnas, se levantaron paredes, se puso la plancha como techo y se echó cemento y baldosas a todo el piso. De pronto todo quedó construido. Los fantasmas que habitaban este inmenso solar quedaron desubicados, ese ya no era su hogar. Como protesta, se dejan ver de vez en cuando.

Hoy, es un espacio frío, oscuro y gris, sus cuartos se alumbran incluso en el día con luz artificial y se siente la pesadez de la humedad. Nada quedó de este maravilloso mundo. Igual sucedió con las casas vecinas y con todo el barrio, pues desaparecieron las abejas y ya no volví a ver las luciérnagas. Las vacas dejaron de pasar y pastar, su aroma ya no se siente. Las aves ya no cantan, ya no se escuchan los gallos. El firmamento ya no se puede ver. El progreso llegó junto con la tristeza a este lugar.

De hecho, poco queda de lo que fue éste maravilloso lugar en las memorias de quienes los habitan hoy en día. Se han perdido por los afanes del día y por el inmisericorde y natural proceso de vejez de sus habitantes.

viernes, 24 de febrero de 2012

LAS TRAMPAS DEL CAPITALISMO, LA FALSA IDEA DE PROGRESO Y LA INGENUIDAD DEL CIUDADANO


LAS TRAMPAS DEL CAPITALISMO, LA FALSA IDEA DE PROGRESO Y
LA INGENUIDAD DEL  CIUDADANO

Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

El 19 febrero de 2012, el periódico EL PAIS publica una noticia bajo el titular “El MIO con nuevos recursos para obras”[1], formulando la pregunta ¿Qué hará Metrocali con los $189.000 millones del Banco Interamericano de Desarrollo? La respuesta es que “Los dineros serán destinados a la Troncal de Aguablanca y la Glorieta Estación, entre otros.”. Y por supuesto, estos anuncios se presentan como beneficios que son importantes para toda la comunidad caleña y para el desarrollo de la ciudad.

Los grupos hegemónicos que jalonan la economía capitalista han demostrado que tienen un dominio sobre la estructura social así como la capacidad de insertarse en las estructuras mentales de los individuos y hacerles creer a estos que no existe ninguna otra forma de sociedad que esté por fuera de las relaciones que exige el capital a través del intercambio

monetario, los bienes materiales y el consumo. Es decir, el modelo capitalista construye los individuos que requiere y necesita para su sostenibilidad.

Al formar individuos bajo estos parámetros por medio de instituciones sociales como la familia, la escuela y los medios de comunicación, se impone la idea según la cual no hay otra posibilidad de sociedades diferentes a las del capitalismo. Los individuos en sociedad a través de sus acciones y el comportamiento cotidiano lo que hacen es reproducirlo de manera permanente y continua.

Formados en esta dirección, el ciudadano no logra comprender que detrás de todas aquellas obras e infraestructuras que se presentan como parte del progreso de la ciudad, el beneficio real será para los gremios económicos y no tanto para el ciudadano común y corriente; no es fácil llegar a esta conjetura porque la ciudadanía considera que justamente este tipo de obras son realizadas por gobiernos locales en beneficio de la ciudad.  Lo que no alcanzan a percibir los individuos es que justamente son este tipo de expresiones de desarrollo las que conllevan a que se reproduzca el capital a través dela reinversión de sus excedentes, pues sólo las clases hegemónicas están en la capacidad de hacer tales inversiones con cantidades considerables de dinero en una ciudad; y de esta forma sus inversiones  duplican sus ganancias y así, logran mayor acumulación de riqueza y poder. Este es el planteamiento central del geógrafo y teórico social David Harvey.

Las ciudades de hoy construyen importantes infraestructuras, remodelan edificios tumbando los antiguos y construyen nuevos, construyen estadios deportivos, se eliminan los centros históricos y sobre estos se construyen otros más modernos que se presentan como parte del progreso de la ciudad. Esto significa que la ciudad se convierte, también, en espacio de la obsolescencia programada. No es raro encontrar permanentemente reparaciones de vías y construcciones de obras que después terminan por ser inservibles y desarrollos urbanísticos que pasan de moda y que después de un tiempo se convierten en áreas olvidadas y que por lo tanto requieren ser renovadas o reubicadas. Esto beneficia, por supuesto, a las pocas firmas inversionistas que están interesadas en que sus capitales entren en circulación y por tanto, se reproduzcan los excedentes de capital. El crecimiento de las ciudades se convierte en aliado importante de las fuerzas del capital porque las ciudades no paran de crecer, aglomeran grandes cantidades de población y son espacios que siempre requerirán mantenimiento y desarrollo bajo la idea de progreso. ¿Por qué en las ciudades se construyen obras que con el paso del tiempo se vuelven obsoletas, o no cumplen una función importante? ¿Por qué se remodelan estadios y por qué se construyen grandes complejos comerciales? Ejemplo de ello, es lo que acontecerá en XXX Juegos Olímpicos que se celebrarán entre el 27 de julio y el 12 de agosto de 2012 en la ciudad de Londres, Reino Unido. Para responder a las exigencias que demandará tal evento, se vienen construyendo imponentes escenarios, algunos de los cuales se demolerán cuando las justas deportivas culminen. Pero ¿por qué ocurre ello? ¿Será acaso producto de las fuerzas del mercado, que requieren movilizar de manera permanente su capital? ¿A qué costos sociales, ambientales y económicos ocurre ello? Respuestas a los anteriores interrogantes, sólo pueden ser entendidas si el ciudadano común y corriente tuviera la capacidad de develar las lógicas del capital, su idea de beneficio y progreso para las sociedades.

Hoy sabemos que estas obras están encaminadas a fortalecer especialmente las fuerzas del mercado, pretenden reproducir y movilizar excedentes de capital que van a beneficiar a estos grupos poderosos con mayores niveles de acumulación, y así se van generando mayores desigualdades, injusticias sociales e inequidad social.

Por eso no es raro encontrar que en las principales ciudades colombianas y en general en las ciudades latinoamericanas y en el mundo capitalista, aparecen  firmas internacionales y emporios  globales interesados en desarrollar proyectos de infraestructura urbana. En esta medida, a través de estas infraestructuras urbanas se pretenden procesos de integración entre puntos locales desde donde se extraen una serie de recursos hacia puntos de transformación de estos recursos en circulación del plus valor como medida para garantizar la producción del sistema.

Se tiene así, una relación entre la ciudad, la forma cómo se reproducen los capitales y justamente, el modelo de sociedad moderna; una sociedad moderna llena de apariencias que conllevan a ocultar lo que verdaderamente hay detrás de esos procesos de progreso y de desarrollo.


huribe @uao.edu.co
24 de febrero de 2012



[1] MIO es el Sistema Integrado de Transporte Masivo de Cali