En Cali arde un volcán
Por:
Hernando Uribe Castro, PhD
Director Doctorado en
Sostenibilidad
La fascinación por la historia ambiental
reside en que, además de ir tras las huellas del pasado con perspectiva
ecológica y ambiental, abre espacio a todas aquellas historias que, narradas
por los pobladores, han rondado en el imaginario colectivo como sucesos
extraños que se convierten en leyendas y, para las cuales, se construyen explicaciones
basadas en un realismo mágico.
Estudiando el fenómeno de la extracción
del carbón mineral en la ciudad de Santiago de Cali, encontré en un magazín que
circuló en este lugar durante la década de los años setenta del pasado siglo
llamado “Despertar Vallecaucano”, una nota que llevaba por título: “En Cali arde un volcán”. La nota relataba
el caso de una pequeña mina ardiente que, según los habitantes del lugar, había
estado en continuo incendio por más de cincuenta años.
Como soporte de verificación de esta fascinante
historia, el Magazín le tomó una fotografía a la mina “La Esneda”, escenario
donde ocurrieron los hechos. En la imagen, efectivamente, se observa el humo
que se levanta como fumarolas hacia el cielo desde la falda de la montaña.
Fuente: Despertar Vallecaucano No. 12, noviembre – diciembre de 1973
La nota del magazín expuso, entonces,
este caso ocurrido en el Corregimiento de Golondrinas, localizado a veinte
kilómetros de la ciudad de Cali y habitado, en ese entonces, por
aproximadamente unas trecientas personas cuya economía doméstica dependía de su
actividad como mineros, como campesinos y como pequeños comerciantes.
Es importante recordar que desde el
siglo XIX tanto la madera como el carbón mineral, había sido usados por los
pobladores rurales como fuentes de combustión por las familias para las labores
del hogar y la preparación de los alimentos. Con la llegada de los vientos de
los procesos modernizantes, con el ferrocarril y sus trenes a vapor, el carbón
mineral se convirtió en un producto básico de la economía regional y nacional. Lo
que tuvo como consecuencia un aumento progresivo en el número de minas construidas,
la llegada de migrantes para trabajar como mineros y en el movimiento sobre el
territorio para la extracción de carbón mineral. Gentes de todas partes del país
se asentaron sobre estas faldas de montañas con sus familias y ranchos. Poco a
poco, por el furor del carbón se configuró la denominada “Cuenca del carbón”,
que se extendió desde Yumbo en el norte, pasando por la capital vallecaucana y prolongándose
hacia el municipio de Jamundí al sur.
Golondrinas como sector rural se
caracterizaba en ese entonces por ser un área de importantes laderas y
pendientes con viviendas dispersas sobre el paisaje montañoso. En ellas, los
mineros con su fuerza física, picos y palas, abrieron profundos socavones para extraer
el carbón mineral, el cual, una vez extraído de la mina lo transportaban por
más de una hora hasta la ciudad mediante carros que eran jalonados por ellos
mismos. La dificultad para el transporte del carbón se debía a que Golondrinas
no contaba con línea férrea, ni con locomotora. De ese modo, tanto la
extracción como de transporte, se hacía de un modo más rudimentaria y artesanal.
Así, el paisaje social y geográfico de la región empezó su increíble
transformación al pasar de ser un sector de importantes bosques a zonas
despejadas y cada día más pobladas.
En este contexto social se fundó la mina
“La Esneda”, que era un yacimiento de aproximadamente unos 10 kilómetros de
profundidad y que, por razones para las autoridades desconocidas, sufrió un
incendio interno. El origen de esta conflagración no se pudo identificar del
todo, dada la profundidad de la mina y la imposibilidad de llegar al núcleo del
fuego. Decían los pobladores que no era posible ingresar a la mina por la
dificultad que esta representaba para poder respirar. Por lo visto, el incendio
en la mina había iniciado desde la década de los años veinte.
Aunque en distintas oportunidades los
mineros, autoridades y habitantes del sector trataron de detener el fuego, bien
abriendo socavones para sacar el humo o esperando las temporadas de lluvias,
este continuaba y nunca se pudo llegar al punto origen de la conflagración. Incluso,
pensaron en taponar y derrumbar la mina, pero de inmediato se percataron del
increíble riesgo que tal propuesta podría representar, dada la posibilidad de una
potencial explosión de la montaña por el gas carbónico concentrado sin poder
salir al exterior. Surgió así, la historia popular de la existencia de un volcán
sobre las laderas en esta ciudad.
Para los mineros y habitantes de
Golondrinas la montaña era una bomba activa, un volcán a punto de explotar.
Incluso, se explicaba que, en algunos sectores de la montaña hubo derrumbes de
grandes rocas. Dada la imposibilidad de conocer a ciencia cierta la realidad
del asunto, emergió la capacidad imaginativa y especuladora de la fantasía de
los mineros que llegaron a decir, que la profundidad de la mina, la enmarañada
red de caminos y canales, así como la extensión de los túneles podía llegar
subterráneamente a los barrios de Cali que se encontraban en la zona plana,
tanto al barrio San Nicolás por uno de los brazos, como al barrio Versalles por
el otro. Para los mineros Cali estaba asentada sobre una red de ramificaciones
de las minas de Golondrinas y sobre un profundo volcán.
En la nota del magazín de 1973, se
ofrece el testimonio de un hombre corpulento de 68 años, don Rafael Uribe G,
minero de profesión que dijo haber llegado a vivir al corregimiento de Golondrinas
cuando tenía 30 años, es decir en 1938 y, anotaba, que, a su llegada en su
etapa de juventud, la mina ya ardía.
Las elucidaciones del imaginario social con
respecto al origen del incendio al ser tan inciertas, dieron importante espacio
para que los campesinos y mineros habitantes del sector crearan las historias
más llamativas y con una especie de fascinación. Por ejemplo, algunas de estas
historias múltiples, raras y asombrosas fueron:
“Dicen
que un trabajador prendió un cigarrillo y lo arrojó a una veta. En ese momento
se escuchó un gigante. Entonces los habitantes de la calle del cocodrilo, aquí
en Golondrinas, salieron despavoridos. Después dizque se acostumbraron al ruido
y la respiración violenta de este volcán. Otras especulaciones culpan del
incendio a un rayo. Un día, un minero se metió solo a buscar carbón y se
perdió. “Alguien se dio a su búsqueda con antorcha y se quedó allá. Después,
dizque encontraron dos hombres muertos. Parece que se asfixiaron, pero según el
terror que demostraban sus rostros padecieron lo increíble en su lenta agonía”.
(Magazín Despertar Vallecaucano, 1973, p. 14).
A partir de esta historia emergió el
mito del Volcán en los cerros de Cali. En el imaginario social de los
pobladores de Golondrinas, el día que la mina quede taponada por alguna razón,
explotará la mina y con ella, toda la montaña afectando enormemente a la ciudad
de Cali. La representación social de la situación exponía toda una catástrofe: “Cali
alcanzará a recibir inmensas corrientes de candela y aludes de rocas. Esto es
lo que dicen los mineros. Y ellos, a veces, tienen más sentido común que los geólogos”
(Magazín Despertar Vallecaucano, 1973, p. 14).
Pasado los años, finalmente, no se supo
la realidad de los hechos. Lo cierto es, lo recurrente de estos casos
relacionados con los incendios producidos en las minas de carbón. Desde 1956,
entidades como el Servicio Geológico Nacional venía estudiando este fenómeno y,
fue éste caso el de la mina “La Esneda”, el que condujo a que esta entidad del
Estado diseñara estrategias y métodos aplicables para la extinción de incendios
subterráneos. Uno de esos manuales claves fue el titulado “Causas de incendio
en las minas de carbón “Las Golondrinas” en el departamento del Valle y métodos
aplicables a su extinción / Servicio Geológico Nacional (SGNC) publicado
en 1956.
Una de las posibles hipótesis barajadas por
el Servicio Geológico Nacional de la época con respecto al incendio de
Golondrinas en la mina “La Esneda” es que, se cree, fue de origen espontáneo,
favorecido por la temperatura externa moderadamente alta, suficiente aire en
las grietas y falta de corrientes de aire que hubieran removido el calor.
También favoreció la naturaleza quebradiza del carbón que lo expone a la acción
del oxígeno.
Hoy en día, aunque
para una parte de los habitantes hubo una leyenda sobre la existencia de un volcán
en los Farallones de Cali, casi nadie reconoce y conoce el origen de ésta.
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- Magazín Despertar Vallecaucano No. 12., noviembre - diciembre de 1973.