Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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miércoles, 29 de enero de 2020

LAS INTERVENCIONES POLÍTICAS DE LAS CIENCIAS AMBIENTALES


Las intervenciones políticas de las ciencias ambientales[1]

Por
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles

El campo ambiental puede definirse como un espacio social de luchas y confrontaciones entre distintos tipos de agentes de Estado, corporativos y sociales que desde sus lugares, posiciones y jerarquías perciben, comprenden y actúan según sus visiones e intereses frente a los bienes existentes en la naturaleza.

Estos diversos intereses no solo se ubican en una dimensión económica sino también en una dimensión ética y política. Por tanto, las ciencias ambientales como uno de los componentes destacados del campo ambiental, es un espacio de formación académica e investigativa que está inserto tanto en el mundo científico como en el mundo de la sociedad ‒y sobre todo cuando su objeto de estudio y de investigación orbitan en la comprensión y entendimiento de las relaciones de inter-retro-conexión entre los grupos humanos y los ecosistemas‒ no puede quedar al margen de los verdaderos debates y discusiones que se producen en la sociedad con respecto a la dimensión ambiental de la existencia.

Unas ciencias ambientales distantes de la realidad social ‒desinteresadas, desconectadas y con expresiones de desidia ante un mundo que está siendo destruido ecosistémicamente por otros agentes interesados en sacar renta, provecho económico de los bienes existentes en la naturaleza‒, serán unas ciencias ambientales orientadas al fracaso.

Las ciencias ambientales no pueden ser de escritorio y de oficina. Por tanto, como estudiantes, profesores, egresados, y, en general, como una comunidad académica altamente “ambientalizada”, pensante y reflexiva, tenemos la obligación de integrarnos y con nuestras palabras ofrecer una visión crítica y propositiva que confronten aquellos poderes, decisiones, burocracias y tecnocracias que atentan con sus políticas contra la vida de los ecosistemas y la de todos sus bienes. Esa es la lucha que se produce en el campo ambiental.

Nuestra posición y nuestras posturas como autoridad científica que posee el criterio para plantear y dar verdaderos debates con respecto a la defensa, el cuidado y la protección son importantes y necesarios. Tenemos la eficacia de la argumentación y de la prueba científica pero también de la eficiencia del poder simbólico para influir decisivamente e incentivar un respeto y promover la dignidad por la trama de la vida. Las ciencias ambientales aportan en este sentido a la construcción de un “habitus ambiental”. Se requiere de unas ciencias ambientales que dialoguen con el mundo, con los agentes comunitarios y organizativos, con los movimientos políticos y sociales.

Quedarse callados y dormitar en los silencios profundos ‒siendo agentes que piensan y reflexionan sobre los efectos producen en la naturaleza los eventos como la gran minería, el monocultivo, la injusticia ambiental, la destrucción del bosque, del agua, del aire, de la biodiversidad, la nefasta actuación de la burocracia extractiva y destructora‒, es un acto de alta y significativa desidia e irresponsabilidad.

Especialmente cuando nuestras palabras, autorizadas por la ciencia y nutriéndose de esta fuente, y en nuestros actos investigativos (que son actos científicos y políticos), contamos con los dispositivos, los recursos argumentativos y demostrativos, para combatir el reduccionismo y la desproporción del interés económico que en función de la extracción a gran velocidad quiere extraer riqueza y acumular capital, y por ese camino, exterminar la vida en el planeta.

Incluso, quedarse callado para denunciar lo que está sucediendo en términos de la ciencia ambiental, aun conociendo y reconociendo los efectos nocivos y perversos de las políticas, de las acciones de Estado y de las consecuencias de las actividades empresariales y corporativas que afectan directa e indirectamente los ecosistemas, nos convierte en cómplices de esta destrucción.

Se debe tener la fuerza de la palabra y de la prueba científica para movilizar los movimientos sociales, en los escenarios de debate y en los espacios en donde se toman las decisiones a favor o en contra de la defensa de los bienes de la naturaleza para producir un efecto en aquellos que tienen la opción de transformar y cambiar el rumbo de esas políticas y decisiones destructivas, esta es parte de nuestra tarea, es nuestra lucha y más aún, es una obligación.  Se crea entonces, la imperiosa necesidad de pensar y de actuar.

No es posible congelarse en la urna de cristal ni refugiarse en las fronteras rígidas de la “ciudad sabia” viendo desde la distancia cómo se destruye el mundo, la casa común, toda la existencia. Entre nuestras ideas, reflexiones, propuestas, investigaciones, posiblemente pueden encontrarse las posibles respuestas, e incluso, las posibles soluciones por una sociedad distinta y un buen vivir planetario.




[1] Esta reflexión hace parte del libro de Uribe Castro, Hernando (2018). “Sobre el campo ambiental”. En: Cuadernos del Doctorado No. 1, Universidad Autónoma de Occidente, pp. 133-135.  

martes, 17 de diciembre de 2019

EL ARTE DE LAS RUPTURAS


El “arte” de las rupturas

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles

Pienso que si por algo es reconocido el campo de la sociología – y especialmente la sociología de Pierre Bourdieu-, es por haber afinado los mecanismos y las herramientas académicas e intelectuales del “arte de la ruptura”  entendida como el conjunto de disposiciones, destrezas y habilidades para desvelar los hechos ocultos, decir a la sociedad lo que ella no quiere saber, desenmascarar las estructuras sociales más arraigadas en lo individuos, quitar los velos de los fenómenos sociales y comprender que la sociedad no es transparente.


El ejercicio de realizar rupturas permite activar capacidades comprensivas que ayudan a deconstruir realidades "naturalizadas" y fuertemente arraigadas como verdades absolutas. Un ejercicio que incluye además, el que se pueda acceder a los dispositivos analíticos con los cuales se pueda no solo deshacer "verdades" sino también se pueda diluir "veracidades" inmovibles y fijas que habitan en cada uno de nosotros. Descubrir los determinantes sociales que pesan sobre cada uno y que influyen tanto en este pensamiento rígido como en las formas como observamos el mundo. Se puede suponer que el arte de la ruptura, así como la sospecha, sirve para comprender mejor por qué somos como somos y por qué actuamos como actuamos. 

Unos ejercicios de reflexividad que deben proyectarse también hacia los otros escenarios de nuestra existencia social –por ejemplo la familia- y sobre todo en aquellos campos a los que confiamos nuestros procesos formativos -como seres sociales, profesionales-, como la escuela y los campos de conocimientos a los que nos adscribimos. Reconocer y poner en juicio (en suspenso), todos los determinantes sociales que pesan sobre nuestras formas de percibir, apreciar y actuar para neutralizarlos y, de este modo, captar mejor la vida social de la que hacemos parte.

Lo que es importante además es que el arte de la ruptura cae muy bien cuando enfrentamos el análisis de campos como el poder, el Estado, el científico, el religioso, el burocrático, el de las estructuras económicas, el de la industria cultural, entre otros. Las cosas no son como aparentar ser y nunca se presentan tal y cual son. Por ello es necesaria toda la imaginación posible para desenmascarar y para descubrir los mecanismos ocultos, las apariencias, las representaciones, los discursos y las argucias con las cuales se legitiman, se imponen y se validan.

La imaginación en el arte de la ruptura va acompañada de constantes quiebres y de instrumentos de pensamiento. Se construye, se estimula, se alimenta del ejercicio permanente de reflexividad, de la reflexión teórica, de las sospechas epistemológicas y de las ideas preconcebidas, de la mirada crítica al pasado, de la comparación de universos, de la búsqueda de nuevas formas de apreciar y de comprender, de medir y establecer los múltiples determinantes; también de dimensionar y de romper con “adhesiones y adherencias”. Rupturas y desenmascaramientos que también van dirigidas hacia las visiones parciales y falseadas que fueron construidas de antemano y de las falsas oposiciones o polarizaciones.

Pienso que en el campo ambiental, el arte de las rupturas cumple un papel central, sobre todo porque aporta a desvelar las argucias, los argumentos, los esquemas de imposición con los cuales, agentes de Estado y agentes corporativos legitiman y legalizan los actos con los cuales se lleva a cabo la destrucción del planeta. El arte de la ruptura y la sospecha, permite desenmascarar las falsas verdades con las cuales se impone el orden económico como orden natural sobre todos los territorios de la Tierra. Confronta las políticas, los planes y los programas que en nombre del "Desarrollo" y el "Progreso", así como del bien común y universal, se llevan a cabo y que conllevan a pletóricas afectaciones socioambientales que pueden llegar a ser irreparables e irreversibles. También para confrontar las argucias de aquellos que niegan el cambio climático y que defienden el incesante crecimiento económico como única vía posible de bienestar y felicidad.

Hacer rupturas no es fácil y sobre todo, hay que saber desvelar. Hay evidentemente que aplicar los instrumentos de pensamiento y reflexión para desenmascarar las trampas del sistema, las filosofías espontáneas, las legitimidades legitimadas, el conocimiento inmediato, la “naturalización” o el sustancialismo de los agentes sociales y de los fenómenos sociales, los testimonios biográficos, los conceptos y nociones, los trabajos anteriores, la aplicación de métodos que se transposicionan de un lugar a otro, los doxósofos, entre otros.

Pero también el arte de la ruptura (auto-ruptura) con una fuerte carga de reflexividad permite un mirarnos hacia adentro y comprender porque actuamos y pensamos como lo hacemos aun viendo que nuestras acciones provocan daños irreparables a los ecosistemas. O por qué ante las evidencias de destrucción continuamos siendo negligentes o desinteresados ante las injusticias y los daños ambientales. Por ello, el arte de la ruptura implica ejercitar no solo reflexividad sino también incorporar unos principios éticos basados en la responsabilidad, la precaución y el cuidado. Principios de justicia social y ambiental, de respeto por la diversidad, así como conciencia y emocionalidad ante la naturaleza.

El arte de la ruptura y la sospecha nos ayudan a escapar de las distorsiones, de los disimulos y de las deformaciones, de los falsos afanes interpretativos de la realidad y de los actos irresponsables que puedan provocarnos daños a nosotros, a nuestra especie y las demás especies y, por supuesto al planeta Tierra, nuestra casa común.  

miércoles, 11 de diciembre de 2019

APRENDIENDO A VIVIR EN LAS CONDICIONES DE LA VIDA. POR: ENRIQUE LEFF

APRENDIENDO A VIVIR EN LAS CONDICIONES DE LA VIDA
Conferencia Enrique Leff, 2019

Conferencia en el marco de la Cátedra Valle del Cauca
Doctorado en Regiones Sostenibles
Universidad Autónoma de Occidente
Mayo de 2019

DOCTORADO EN REGIONES SOSTENIBLES

Doctorado en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente

Entrevista a: Hernando Uribe Castro, Doctor en Ciencias Ambientales,
Director Doctorado en Regiones Sostenibles.

¿CÓMO PODEMOS CUIDAR EL AGUA?

¿Cómo podemos cuidar el agua?: una perspectiva desde el Doctorado en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.

Entrevista a Hernando Uribe Castro

Hernando Uribe Castro, Doctor en Ciencias Ambientales

martes, 3 de diciembre de 2019

ÉTICA-ESTÉTICA Y AMBIENTE-SOSTENIBILIDAD


ÉTICA-ESTÉTICA Y AMBIENTE-SOSTENIBILIDAD:
Reflexiones y estudios de caso

Por:
PhD. Hernando Uribe Castro
Director Doctorado en Regiones Sostenibles


Ética-Estética y Ambiente-Sostenibillidad: reflexiones y estudios de caso
Hernando Uribe Castro, Rodrigo Ocampo Eivar Vargas, Renata Moreno y Germán Ayala.
Tengo el gusto de presentar a todos ustedes mi nuevo libro titulado “Ética-estética y ambiente-sostenibilidad: reflexiones y estudios de caso” publicado por el Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente y en el que participan colegas profesores y estudiantes de dos doctorados: "Doctorado en Regiones Sostenibles" de la Universidad Autónoma de Occidente y "Doctorado en Educación y Cultura Ambiental" de la Universidad Surcolombiana. 

Esta obra compila un conjunto de escritos relacionados con el ambiente, el ecologismo, la filosofía ambiental, las epistemologías del Sur y los conflictos ambientales, con el ánimo de provocar el debate, el diálogo, el disenso, el consenso y el encuentro con aquellas personas interesadas en los temas relacionados con el sistema viviente, con el papel que desempeña la humanidad en la vida planetaria y las tensiones y los conflictos resultado de ello.

Para el Instituto de Estudios para la Sostenibilidad y el Doctorado en Regiones Sostenibles es un placer compartir con todos ustedes -académicos, intelectuales, estudiantes, organizaciones sociales, tomadores de decisión política, entre otros públicos-, esta importante obra.

Link de books.google:

sábado, 9 de noviembre de 2019

DE LA SUSTENTABILIDAD A LA INMANENCIA DE LA VIDA


De la sustentabilidad a la inmanencia de la vida

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales

Conferencia presentada en el 4º Congreso Nacional de Ciencias Ambientales en Cali-Colombia por Hernando Uribe Castro en el marco del Conversatorio sobre la presentación del libro “Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad” de Enrique Leff. Comentaristas del libro: Arturo Escobar y Hernando Uribe Castro.

En octubre pasado Enrique Leff me invitó a que comentara su más reciente obra “Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad[1] en el 4º. Congreso Nacional de Ciencias Ambientales. Invitación que también se extendió a nuestro querido amigo Arturo Escobar. Desde ese momento, no hice más que danzar en las profundas, interesantes e inspiradoras ideas expuestas en cada una de las páginas de ese maravilloso libro.

Enrique Leff, Arturo Escobar y Hernando Uribe Castro

Agradezco al profesor Leff, la confianza que ha depositado en mí, no solo en cuanto a que yo comentara su obra públicamente, sino también, en cuanto a que compartiera conmigo un libro que aún no había salido a la luz mundo. Y sobre todo, que depositara la confianza y me ofreciera la oportunidad de sentarme en esta  mesa de este bello auditorio de la Universidad Autónoma de Occidente junto a él y Arturo Escobar (a quien admiro y respeto) y ante todos ustedes para ofrecer unas ideas (lluvia de ideas) sobre aquello que nos convoca y que nos preocupa: la cuestión por la vida en un planeta rumbo a la destrucción.

Me siento entonces honrado y autorizado, y sobre todo con la Autoridad Intelectual, para ofrecer unos comentarios que son mis puntos de vista, sobre estas cuestiones tan trascendentales y que se plasman en esta nueva obra que ve nacer el día de hoy el ambientalismo.

Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad” es un libro para la vida y hecho en el transcurso de la vida de Enrique Leff, porque pone en el centro del debate la discusión por las “condiciones de la vida en el planeta”; pero también es un libro que recoge los diferentes momentos de reflexión, de pensamiento y de producción de uno de los pensadores (sociólogos ambientalistas, ecomarxista, ambientalistas) más importantes del mundo en sus trayectos de vida personal y de materialidad corporal.

Lo que ha hecho Leff, no es solo un aporte al pensamiento ambiental latinoamericano sino un aporte a pensar la vida en el planeta Tierra. Involucra a todos y todas, en cada rincón y hemisferio de ésta, nuestra casa común. Una casa común que es descrita por Byung-Chul Han en su bello texto “Loa a la Tierra: un viaje al jardín” como “bella e incluso mágica. Deberíamos respetarla, tratarla con esmero, e incluso alabarla, en lugar de explotarla tan brutalmente. Lo bello nos obliga al respeto y al esmero” (p. 177)

En este libro -voluminoso de capítulos, conceptos, ideas y preguntas-, Leff hace varios llamados y comparte varios mensajes que trataré de comentar y resumir, aunque soy consciente de que lo expuesto pone el acento es unos aspectos pero deja por fuera otros que de seguro pueden ser mucho más importantes que los que mencionaré. Por tanto invito a todas y todos los presentes, a todos los lectores y a todos los ambientalistas y no ambientalistas, para que se den la oportunidad y el tiempo para leer esta joya del pensamiento, esta obra del ambientalismo mundial y vivan de modo real lo que ahí se dice y se expresa.

Con este nuevo libro que se publicó poco después del “Fuego de la vida” -donde Leff retoma a Heidegger ante la cuestión ambiental-, que recogen tantos y tantos años de reflexión, me doy cuenta que Enrique Leff ha abierto todo un grupo de términos y frases que amplían el glosario del ambientalismo y el ecologismo. Pienso que, al modo como se ha hecho con otros autores como Bourdieu y Foucault, es necesario abrir un libro de términos de Leff. La riqueza lingüística de sus obras es increíblemente amplia y de gran profundidad. Una riqueza epistémica y conceptual que danza entre la filosofía y las ciencias ambientales. Recuérdese que la autonomía del campo, como lo explica Bourdieu, se logra con los elementos particulares que se van produciendo en el campo y le van asignando esa personalidad. Leff y todos sus aportes, aportan a la construcción de ese campo ambiental como espacio social de luchas. Unas luchas entre diferentes agentes que tratan de acceder al monopolio de los sistemas de soporte de la vida y de sus enunciaciones y significaciones.

Ahora bien, inicio esta corta intervención de unos veinte minutos para plantear las primeras ideas de modo concreto, las cuales requerirían de una larguísima exposición:

El libro “Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad” puede considerarse como un texto que recupera más de 40 años de reflexión ambiental. Explica con maestría la sociogénesis de la crisis ambiental como una crisis civilizatoria y de conocimiento. La degradación ambiental y la descomposición del tejido ecológico en un planeta repleto de vida. El libro evidencia la forma como Leff fue construyendo, armando, estructurando sus conceptos, sus puntos de vista, sus ideas. Es un fluir en las ideas, las emociones y las preguntas. Es un libro que se pregunta y se auto-pregunta, en cada una de sus páginas. De los hechos más atractivos del libro, está en cuanto a que Leff nos muestra cómo logró transitar epistémicamente varios procesos. Por ejemplo:

  • De su desencantamiento con el “Desarrollo Sostenible” hacia un re-encantamiento con la inmanencia de la vida.
  • Desde la deconstrucción de la racionalidad económica, hacia la búsqueda de un paradigma económico alternativo.
  • Desde el ambiente como externalidad hacia el ambiente como un potencial para una nueva racionalidad.
  • Del conocimiento científico, hacia los saberes ambientales.
  • De la racionalidad económica, hacia la racionalidad ambiental.
  • De un régimen ontológico de la tecno-economía hacia una racionalidad ambiental fundado en una ontología de la vida.

Comprender cómo estas transiciones se dieron, es ejemplarizante para todos nosotros, pues demuestra que nuestras reflexiones siempre están en evolución, en transformación lenta. Que solo se logra esa madurez para reconocer estos cambios propios del pensamiento cuando se logra una reflexividad, al modo en que lo exige Pierre Bourdieu.

Unas segundas ideas giran en torno a lo siguiente:

En esta bella obra, donde la evolución de los conceptos está en relación con los trayectos de vida personal del autor, es posible detectar dispositivos analíticos muy poderosos, que de llegar a ser comprendidos, pueden activar en cada uno de nosotros ese fuego por la vida. No el fuego que destruye la vida, sino el fuego que la origina. Por ello, deseo poner además el acento en aspectos como:

  • La relación entre la racionalidad ambiental y el principio de diferencia: es decir, la racionalidad técnico económica vs. los modos alternativos.
  • Resistencias y las rexistencia.
  • Reapropiación social de la naturaleza y los principios de justicia ambiental. Es decir, el derecho a la vida.
  • La justicia ambiental que de-construye, enfrenta, confronta y subvierte la dominación.
  • La empropiación de la naturaleza en relación con la autodeterminación.
  • La reapropiación de la naturaleza en procesos ecológicos e identidades locales como posibles caminos para territorializar la sustentabilidad.

Un tercer grupo de ideas pone en interacción el saber ambiental, los diálogos de saberes y la fuerza de los movimientos sociales. Con respecto al papel del saber ambiental, pongo el acento en las siguientes ideas de Leff:

  • Muy importante, los entretejidos culturales que pueden considerarse como la diversidad de cosmovisiones, formaciones simbólicas y sistemas taxonómicos.
  • El saber ambiental implica la necesaria reinvención del espacio y del lugar. Dimensiones donde se dan las resistencias y rexistencias de los pueblos.
  • El saber ambiental expresa que la sustentabilidad es el territorio en el que arraiga el ser y el tiempo de la vida, y no la tecno-economización de la naturaleza.
  • Para Leff, el lugar es el territorio de la sustentabilidad, donde la cultura y las identidades se enraízan en las bases ecológicas propias del lugar.
  • Es necesario romper con el tiempo del capitalismo como resistencia y rexistencia.
  • El saber ambiental se construye en los diálogos de saberes: saber la vida se vuelve condición para salvar la vida.

Con relación al papel de los diálogos de saberes, Leff nos invita a pensar en lo siguiente:

  • En los diálogos de saberes se funda un sentido categorial que refiere al encuentro entre diferentes seres culturales, a la diversidad de modos de comprensión del mundo y de modos de ser-en-el-mundo.
  • Otro modo de comprensión de la genera­ción de otras verdades históricas: de otros modos de producción de la existencia humana y de la construcción de otros mundos posibles.
  • El diálogo de saberes hace posible pensar la “tras­cendencia” del mundo.
  • Re-territorialización de la vida en la rempropiación[2] cultural de la naturaleza, a través de un diálogo de saberes –entendido como un encuentro de seres-saberes– en el campo de la ontología política.

Y con respecto al papel de los movimientos sociales, Leff nos recuerda que:

  • Los movimientos sociales y los pueblos, buscan alternativas al sistema. Por eso se han dado en el rechazo al neoliberalismo.
  • Los movimientos sociales reclaman un nuevo orden social y proponen un nuevo orden político. 
  • Expresan, exigen y promueven nuevos paradigmas productivos.
  • Están liberando no solo la “sustentabilidad” sino también la “democracia”. La sustentabilidad y la democracia han sido presas de las argucias de los agentes promotores del capitalismo, aquel que produce y reproduce las desigualdades, las inequidades y las pobrezas.
  • Leff se pregunta ¿Cómo superviven los pueblos originarios, campesinos, afrodescendientes e indígenas a pesar de las condiciones de injusticia, de crueldad de un sistema, de los gobiernos y las políticas?
  • Para Leff no es suficiente con el aporte intelectual que devela las trampas del capitalismo. Es necesaria la acción política de los movimientos sociales. El paradigma tecno-económico de producción puede ser refutado en el mundo académico y de seguro que se puede triunfar en la arena intelectual, pero solo los movimientos sociales podrán confrontar el orden económico mundial estable­cido. Los nuevos movimientos indígenas y campesinos socio-ambientales por la reapropiación de la naturaleza emergen a la luz de esta perspectiva post­marxista y postestructuralista. Los movimientos sociales se hacen más fuertes, más estratégicos, más recursivos. Sus reclamos de autonomía, territorio y dignidad de los pueblos cobran cada día mayor fuerza y presencia.

No pretendo terminar con la presentación de estas ideas, sin antes llamar la atención sobre dos aspectos que considero, son centrales en “Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad” y una idea tercera que es concreta:

1.   El asunto sobre la liberación de la sustentabilidad de las garras y de los usos y abusos sociales, políticos y económicos que ha hecho el mundo corporativo de esta noción. Una noción que surge como liberadora y esperanzadora para transitar hacia un mundo más conectado con la trama de la vida, pero que hoy se encuentra desgastada, maniatada, desvirtuada y manipulada. Una noción que ha caído en la trampa de la “modernidad ecológica” y que ha sido utilizada para continuar justificando la “destrucción creativa”, principios de la racionalidad económica basada en la acumulación de capital.

Una noción que ha mutado en otras nociones como “capitalismo verde”, “economía verde”, “desarrollo sostenible”. Leff apunta a proponer estrategias para liberar la sustentabilidad - exorcizarla- de este yugo, de este peso que la deja sin peso. Y tal vez la más importante alternativa es la deconstrucción de la economía, que es a su vez una deconstrucción de la racionalidad económica.

Una deconstrucción que involucra a los movimientos sociales, que son capaces de una apropiación de la naturaleza y de elaborar estrategias de aprovechamiento sustentable de los recursos. Diversidad, equidad social y diferencia política son nuevos presupuestos de la sustentabilidad.

Liberar la sustentabilidad del yugo corporativo es no dejarse sucumbir de la inercia fatalista. La vida debe resistir. Una vida en donde se reconoce la Otredad y donde es posible el diálogo de saberes (que se ubica más allá de lo inter y trandisciplinar). En un diálogo entre humanos donde el foco son las condiciones de la vida.

2.      La sustentabilidad, dice Leff, es un llamado a la vida. Es una comprensión de los tiempos humanos y los tiempos de la naturaleza. La sustentabilidad más allá de la simple cuantificación (de energía, de masa, de intercambio), sino que también involucra valoraciones simbólicas como las percepciones culturales.

3.      Un comentario al capítulo 8 titulado “persistencia del campesino”. Es importante pensar la frase que nos propone Leff “Los campesinos e indígenas persisten porque viven dentro de otros mundos de vida”.

Finalmente, deseo expresar que es un placer, un honor, compartir en tiempo-espacio real (espacio que es a la vez, absoluto-relativo-relacional) con este hombre, con este ser, con este académico e intelectual que ha dicho lo que se tiene que decir para superar esta angustiosa estancia del ser humano en las condiciones posibles de la vida en nuestra casa común.

Un saludo fraternal a mis queridos amigos Enrique Leff y Arturo Escobar, con quienes la vida nos ha dado la posibilidad y nos ha permitido irnos aproximando, encontrando y re-encontrando. No solo soñamos sino que entresoñamos. Es un placer estar al lado de estos dos maestros, estos dos amigos y ante todas y todos ustedes.

Es mi deseo leer un pequeño párrafo del libro “Ecología política: de la desconstrucción del capital a la territorialización de la sustentabilidad” que considero es significativo para que nuestras mentes dancen, se muevan y se deleiten.

“No existe una estrategia única, verdadera y válida para construir la susten­tabilidad planetaria. Su posibilidad no puede fundarse en el optimismo triun­falista de que la resistencia indígena y la persistencia campesina prevalecerán y no serán absorbidas por la modernidad, o sucumbirán arrastradas por la inercia de la degradación entrópica inducida y alimentada por el orden eco­nómico mundial. El desafío que plantea la construcción de la sustentabilidad no consiste sólo en analizar la eficacia de estos movimientos de resistencia-re­xistencia desde el punto de vista de la ecología política y de la sociología am­biental. La cuestión más crítica yace en las posibilidades de deconstruir, tanto teórica como prácticamente, la racionalidad dominante del mundo actual y de construir una racionalidad ambiental fundada en las condiciones de la vida” (2019, p. 202).

Muchas gracias!

Enrique Leff, Arturo Escobar y Hernando Uribe Castro






[1] El libro es publicado por Editorial Siglo XXI en octubre de 2019. Consta de 14 capítulos. Cada capítulo se corresponde con textos escritos en momentos diferentes de la vida de Leff, quien los dejó tal y como fueron redactados en sus momento. El libro es una evolución del pensamiento de Leff y del movimiento ambiental.

[2] El término “empropiar” pone de manifiesto el hecho fundamental de que el Ser no se apropia a los entes de la manera que uno se apropia un objeto o extrae algo de alguna parte para hacerlo propio, como toda cultura se ha apropiado de la naturaleza convirtiéndolo en su patri­monio biocultural, o como el capitalismo expropia a la naturaleza. Empropiar significa hacer propio algo dentro de la inmanencia del ser empropiador, porque propiamente le pertenece o porque emerge de sí mismo, de la manera que la vida en su diversidad emergente y compleji­zante pertenece a la vida misma. La empropiación de la naturaleza adquiere en el campo de la ontología política el sentido de pensar los modos emergentes de reinvención de las identidades y la reinscripción de los imaginarios y prácticas de los Pueblos en la inmanencia de la Vida, de la autonomía en el manejo de su patrimonio biocultural dentro de las condiciones de la vida. Este modo de empropiación es una utopía, que sin pretender la reunificación entre lo Real y lo Sim­bólico –la fusión de la diferencia originaria en un monismo ontológico– permite distinguirlo de los modos tradicionales de apropiación cultural y de la expropiación capitalista de la naturaleza.