Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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lunes, 16 de marzo de 2020

CAMPO AMBIENTAL"


Campo ambiental
(Fragmento)

Para citar:
Uribe Castro, H. (2018). Sobre el campo ambiental. En: Cuaderno de doctorado 1. Cali: Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente, pp. 33-35.

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles

Este libro presenta algunas reflexiones sobre el campo ambiental (o campo socioambiental)[1] desde la perspectiva teórico-metodológica de Pierre Bourdieu denominada el Constructivismo estructuralista. Una reflexión que reviste de una increíble complejidad por los tropiezos y las dificultades que se enfrentan cuando se trata de comprender la teoría analítico-metodológica de este autor. No obstante, es un esfuerzo válido como ejercicio mental, actividad académica e investigativa y como práctica reflexiva.

Para Bourdieu, la noción de “campo” alude a un espacio social de confrontación entre agentes o instituciones por el monopolio de un capital determinado: “En un campo, agentes e instituciones luchan según las regulaciones y las reglas constitutivas de este espacio de juego […] quienes dominan en un campo determinado están en condiciones de hacerlo funcionar en su beneficio, pero deben contar siempre con la resistencia, la contestación, las reivindicaciones, las aspiraciones políticas o no, de los dominados” (Bourdieu, 2014, p. 18).

Según este autor, existen distintos tipos de campos tales como el político, el educativo, el religioso, el del sindicato, el científico, el del Estado, entre otros, y cada uno posee sus particularidades aunque comparten elementos comunes, es decir, unas leyes generales: todos poseen una estructura, cada uno expresa diferentes competencias y existe además una confrontación por el monopolio de un tipo de capital específico que es particular para cada campo. En este caso concreto, la propuesta es desarrollar una reflexión sobre el campo ambiental.

La crisis ambiental planetaria se considera una crisis civilizatoria[2]  o crisis civilizacional[3]. ¿Cómo se produjo esta crisis? ¿Qué condiciones la hicieron posible? ¿Cómo se relaciona la crisis ambiental con la producción del campo ambiental? ¿Qué se entiende por campo ambiental? Para dar respuesta a estas preguntas se abordará la construcción del campo ambiental como un producto histórico-social. Un espacio de relaciones de confrontación, con propiedades particulares y autonomía –pero siempre en interacción con otros campos– constata así como distintos agentes y sus respectivas agencias, perciben, comprenden, actúan, realizan y ejecutan acciones frente a los bienes de la naturaleza. Intervenciones sobre los bienes que –al ser explotados desmedidamente– pueden provocar repercusiones sobre los sistemas de vida local y sobre la dinámica ecosistémica global.

La situación del deterioro ambiental del planeta Tierra ha promovido, por un lado, la unión, la cooperación y la solidaridad entre quienes comparten, defienden y exigen un cuidado y respeto ecológico con el planeta –como lo muestran el movimiento ambiental global, el ecofeminismo, los pueblos ancestrales– frente a otros grupos de humanos que comparten, compiten, defienden y ejercen acciones e influencias para imponer un sistema de valores cultivados que benefician el modelo de desarrollo que percibe la Tierra como un lugar abarrotado de riquezas que deben ser explotadas y usadas, es decir monopolizadas, y de la cual depende tanto su existencia corporativa, empresarialo estatal, así como también, el progreso humano (económico y social) como sostienen algunos entes como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional.

Estos agentes, al ocultar los impactos y efectos ambientales, y al desmentir a quienes los acusan de promover tales daños, consideran que toda afectación a los ecosistemas en nombre del desarrollo, el progreso y la acumulación de ganancias es inevitable y necesaria. Por tanto, los daños causados al ambiente en nombre del progreso y el desarrollo son considerados “externalidades”; es decir, hace referencia a que los costes de las afectaciones a la naturaleza no se incorporan en el balance contable de los procesos productivos corporativos. En otra gran mayoría de agentes existe desidia, desinterés y negligencia.

Estas divergencias entre los distintos agentes, se muestran como miradas irreconciliables, puntos de vista distintos y distantes, que combaten en la arena política (el de la política local, nacional o global), en la arena científica y en el espacio geográfico (de los distintos niveles de la escala espacial –local, regional, nacional y global–), “con medios y fines diferenciados según sus posiciones en la estructura del campo de fuerzas” (Bourdieu, 1997, p. 49), defendiendo no solo su modo de ver y comprender la vida, sino también, el modo de agenciar los bienes proporcionados por la Naturaleza. Tales luchas son físicas y simbólicas, y sus efectos pueden repercutir en todos los niveles del sistema planetario, tanto en el presente como en el futuro. El propósito de éste libro es reflexionar sobre el campo ambiental.

Con el fin de comprender dicho propósito, este libro se estructuró en tres partes: 1) Se presenta la perspectiva constructivista estructural de Pierre Bourdieu; 2) Se atiende la idea de la crisis ambiental como una crisis civilizatoria y cómo ésta emerge en el campo ambiental; 3) Se propone una lectura del campo ambiental, como lugar de la contienda a través de conflictos ambientales entre agentes que tratan de acceder al monopolio de los bienes de la naturaleza.

Finalmente, se presentan algunas reflexiones que más que conclusiones, tratan de plantearse preguntas y cuestionamientos en la idea de promover un debate académico con los diferentes agentes sociales con respecto al campo ambiental.


Referencias citadas en el fragmento:

· Boff, L. (2002). El cuidado esencial. Ética de lo humano. Juan Valverde [trad.] Madrid: Trotta.
·Bourdieu, P. (1997). Razones prácticas: sobre la teoría de la acción. Barcelona: Editorial Anagrama.
·Bourdieu, P. (2014). Sobre el Estado. Cursos en el Collège del France (1989-1992). Barcelona: Editorial Anagrama.
·Fontaine, G. (2004). Enfoques conceptuales y metodológicos para una sociología de los conflictos ambientales. En: Cárdenas, M. y Rodríguez B., Manuel. Guerra, sociedad y medio ambiente. Bogotá: Editorial Foro Nacional Ambiental.
·Tangencial, T. (2002). Manifiesto por la vida por una ética para la sustentabilidad. En: Ambiente & Sociedade, 5(10), pp. 1-14.


[1] Este documento comprende que lo ambiental emerge de la relación entre las dinámicas sociales sobre los ecosistemas y de los ecosistemas sobre la sociedad. Lo ambiental no es solo el ecosistema, y lo ambiental no es solo lo social. Lo ambiental emerge de ese proceso de inter-retro-conexión socioecosistémico. Por tanto, lo ambiental implica un componente social. De esta manera, el campo ambiental se entiende como sinónimo de campo socioambiental. En algunos casos, se hará un uso indistinto de ambos conceptos. Sobre este asunto ver a Fontaine, Guillaume. Enfoques conceptuales y metodológicos para una sociología de los conflictos ambientales. En: Cárdenas, Martha y Rodríguez, Manuel. Guerra, sociedad y medio ambiente. Bogotá: Editorial Foro Nacional Ambiental, 2004, p. 506.
[2] Concepto utilizado en el documento “Manifiesto por la vida” (Tangencial, 2002).
[3] Para Boff “El síntoma más doloroso, ya constatado hace décadas por serios analistas y pensadores contemporáneos, es un difuso malestar de la civilización. Aparece bajo el fenómeno del descuido, de la indiferencia y del abandono, en una palabra, de la falta de cuidado” (Boff, 2002, p. 18). Para David Harvey, por ejemplo, lo más llamativo de las crisis no es tanto la trasformación total de los espacios físicos, sino los cambios espectaculares que se producen en los modos de pensamiento y de comprensión, en las instituciones y en las ideologías dominantes, en las alianzas y en los procesos políticos, en las subjetividades políticas, en las tecnologías y las formas organizativas, en las relaciones sociales, en las costumbres y los gustos culturales que conforman la vida cotidiana. Las crisis sacuden hasta la médula nuestras concepciones mentales y nuestra posición en el mundo. Y todos nosotros, participantes inquietos y habitantes de este mundo nuevo que emerge, tenemos que adaptarnos al nuevo estado de cosas mediante la coerción o el consentimiento, aunque añadamos nuestro granito de arena al estado calamitoso del mundo por causa de lo que hacemos y de cómo pensamos y nos comportamos (Harvey, 2014, pp. 11-12).

martes, 10 de marzo de 2020

LA DEFENSA DE LA VIDA: CONMEMORACIÓN DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

LA DEFENSA DE LA VIDA:
Conmemoración día internacional de la mujer

Elizabeth Gómez Etayo, Francia Márquez (Premio Goldman para el medio ambiente 2018) y 
Hernando Uribe Castro

Lideresas del norte del Cauca y profesoras de la Universidad Autónoma de Occidente con Hernando Uribe Castro

miércoles, 29 de enero de 2020

LAS INTERVENCIONES POLÍTICAS DE LAS CIENCIAS AMBIENTALES


Las intervenciones políticas de las ciencias ambientales[1]

Por
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles

El campo ambiental puede definirse como un espacio social de luchas y confrontaciones entre distintos tipos de agentes de Estado, corporativos y sociales que desde sus lugares, posiciones y jerarquías perciben, comprenden y actúan según sus visiones e intereses frente a los bienes existentes en la naturaleza.

Estos diversos intereses no solo se ubican en una dimensión económica sino también en una dimensión ética y política. Por tanto, las ciencias ambientales como uno de los componentes destacados del campo ambiental, es un espacio de formación académica e investigativa que está inserto tanto en el mundo científico como en el mundo de la sociedad ‒y sobre todo cuando su objeto de estudio y de investigación orbitan en la comprensión y entendimiento de las relaciones de inter-retro-conexión entre los grupos humanos y los ecosistemas‒ no puede quedar al margen de los verdaderos debates y discusiones que se producen en la sociedad con respecto a la dimensión ambiental de la existencia.

Unas ciencias ambientales distantes de la realidad social ‒desinteresadas, desconectadas y con expresiones de desidia ante un mundo que está siendo destruido ecosistémicamente por otros agentes interesados en sacar renta, provecho económico de los bienes existentes en la naturaleza‒, serán unas ciencias ambientales orientadas al fracaso.

Las ciencias ambientales no pueden ser de escritorio y de oficina. Por tanto, como estudiantes, profesores, egresados, y, en general, como una comunidad académica altamente “ambientalizada”, pensante y reflexiva, tenemos la obligación de integrarnos y con nuestras palabras ofrecer una visión crítica y propositiva que confronten aquellos poderes, decisiones, burocracias y tecnocracias que atentan con sus políticas contra la vida de los ecosistemas y la de todos sus bienes. Esa es la lucha que se produce en el campo ambiental.

Nuestra posición y nuestras posturas como autoridad científica que posee el criterio para plantear y dar verdaderos debates con respecto a la defensa, el cuidado y la protección son importantes y necesarios. Tenemos la eficacia de la argumentación y de la prueba científica pero también de la eficiencia del poder simbólico para influir decisivamente e incentivar un respeto y promover la dignidad por la trama de la vida. Las ciencias ambientales aportan en este sentido a la construcción de un “habitus ambiental”. Se requiere de unas ciencias ambientales que dialoguen con el mundo, con los agentes comunitarios y organizativos, con los movimientos políticos y sociales.

Quedarse callados y dormitar en los silencios profundos ‒siendo agentes que piensan y reflexionan sobre los efectos producen en la naturaleza los eventos como la gran minería, el monocultivo, la injusticia ambiental, la destrucción del bosque, del agua, del aire, de la biodiversidad, la nefasta actuación de la burocracia extractiva y destructora‒, es un acto de alta y significativa desidia e irresponsabilidad.

Especialmente cuando nuestras palabras, autorizadas por la ciencia y nutriéndose de esta fuente, y en nuestros actos investigativos (que son actos científicos y políticos), contamos con los dispositivos, los recursos argumentativos y demostrativos, para combatir el reduccionismo y la desproporción del interés económico que en función de la extracción a gran velocidad quiere extraer riqueza y acumular capital, y por ese camino, exterminar la vida en el planeta.

Incluso, quedarse callado para denunciar lo que está sucediendo en términos de la ciencia ambiental, aun conociendo y reconociendo los efectos nocivos y perversos de las políticas, de las acciones de Estado y de las consecuencias de las actividades empresariales y corporativas que afectan directa e indirectamente los ecosistemas, nos convierte en cómplices de esta destrucción.

Se debe tener la fuerza de la palabra y de la prueba científica para movilizar los movimientos sociales, en los escenarios de debate y en los espacios en donde se toman las decisiones a favor o en contra de la defensa de los bienes de la naturaleza para producir un efecto en aquellos que tienen la opción de transformar y cambiar el rumbo de esas políticas y decisiones destructivas, esta es parte de nuestra tarea, es nuestra lucha y más aún, es una obligación.  Se crea entonces, la imperiosa necesidad de pensar y de actuar.

No es posible congelarse en la urna de cristal ni refugiarse en las fronteras rígidas de la “ciudad sabia” viendo desde la distancia cómo se destruye el mundo, la casa común, toda la existencia. Entre nuestras ideas, reflexiones, propuestas, investigaciones, posiblemente pueden encontrarse las posibles respuestas, e incluso, las posibles soluciones por una sociedad distinta y un buen vivir planetario.




[1] Esta reflexión hace parte del libro de Uribe Castro, Hernando (2018). “Sobre el campo ambiental”. En: Cuadernos del Doctorado No. 1, Universidad Autónoma de Occidente, pp. 133-135.  

martes, 17 de diciembre de 2019

EL ARTE DE LAS RUPTURAS


El “arte” de las rupturas

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales
Director Doctorado en Regiones Sostenibles

Pienso que si por algo es reconocido el campo de la sociología – y especialmente la sociología de Pierre Bourdieu-, es por haber afinado los mecanismos y las herramientas académicas e intelectuales del “arte de la ruptura”  entendida como el conjunto de disposiciones, destrezas y habilidades para desvelar los hechos ocultos, decir a la sociedad lo que ella no quiere saber, desenmascarar las estructuras sociales más arraigadas en lo individuos, quitar los velos de los fenómenos sociales y comprender que la sociedad no es transparente.


El ejercicio de realizar rupturas permite activar capacidades comprensivas que ayudan a deconstruir realidades "naturalizadas" y fuertemente arraigadas como verdades absolutas. Un ejercicio que incluye además, el que se pueda acceder a los dispositivos analíticos con los cuales se pueda no solo deshacer "verdades" sino también se pueda diluir "veracidades" inmovibles y fijas que habitan en cada uno de nosotros. Descubrir los determinantes sociales que pesan sobre cada uno y que influyen tanto en este pensamiento rígido como en las formas como observamos el mundo. Se puede suponer que el arte de la ruptura, así como la sospecha, sirve para comprender mejor por qué somos como somos y por qué actuamos como actuamos. 

Unos ejercicios de reflexividad que deben proyectarse también hacia los otros escenarios de nuestra existencia social –por ejemplo la familia- y sobre todo en aquellos campos a los que confiamos nuestros procesos formativos -como seres sociales, profesionales-, como la escuela y los campos de conocimientos a los que nos adscribimos. Reconocer y poner en juicio (en suspenso), todos los determinantes sociales que pesan sobre nuestras formas de percibir, apreciar y actuar para neutralizarlos y, de este modo, captar mejor la vida social de la que hacemos parte.

Lo que es importante además es que el arte de la ruptura cae muy bien cuando enfrentamos el análisis de campos como el poder, el Estado, el científico, el religioso, el burocrático, el de las estructuras económicas, el de la industria cultural, entre otros. Las cosas no son como aparentar ser y nunca se presentan tal y cual son. Por ello es necesaria toda la imaginación posible para desenmascarar y para descubrir los mecanismos ocultos, las apariencias, las representaciones, los discursos y las argucias con las cuales se legitiman, se imponen y se validan.

La imaginación en el arte de la ruptura va acompañada de constantes quiebres y de instrumentos de pensamiento. Se construye, se estimula, se alimenta del ejercicio permanente de reflexividad, de la reflexión teórica, de las sospechas epistemológicas y de las ideas preconcebidas, de la mirada crítica al pasado, de la comparación de universos, de la búsqueda de nuevas formas de apreciar y de comprender, de medir y establecer los múltiples determinantes; también de dimensionar y de romper con “adhesiones y adherencias”. Rupturas y desenmascaramientos que también van dirigidas hacia las visiones parciales y falseadas que fueron construidas de antemano y de las falsas oposiciones o polarizaciones.

Pienso que en el campo ambiental, el arte de las rupturas cumple un papel central, sobre todo porque aporta a desvelar las argucias, los argumentos, los esquemas de imposición con los cuales, agentes de Estado y agentes corporativos legitiman y legalizan los actos con los cuales se lleva a cabo la destrucción del planeta. El arte de la ruptura y la sospecha, permite desenmascarar las falsas verdades con las cuales se impone el orden económico como orden natural sobre todos los territorios de la Tierra. Confronta las políticas, los planes y los programas que en nombre del "Desarrollo" y el "Progreso", así como del bien común y universal, se llevan a cabo y que conllevan a pletóricas afectaciones socioambientales que pueden llegar a ser irreparables e irreversibles. También para confrontar las argucias de aquellos que niegan el cambio climático y que defienden el incesante crecimiento económico como única vía posible de bienestar y felicidad.

Hacer rupturas no es fácil y sobre todo, hay que saber desvelar. Hay evidentemente que aplicar los instrumentos de pensamiento y reflexión para desenmascarar las trampas del sistema, las filosofías espontáneas, las legitimidades legitimadas, el conocimiento inmediato, la “naturalización” o el sustancialismo de los agentes sociales y de los fenómenos sociales, los testimonios biográficos, los conceptos y nociones, los trabajos anteriores, la aplicación de métodos que se transposicionan de un lugar a otro, los doxósofos, entre otros.

Pero también el arte de la ruptura (auto-ruptura) con una fuerte carga de reflexividad permite un mirarnos hacia adentro y comprender porque actuamos y pensamos como lo hacemos aun viendo que nuestras acciones provocan daños irreparables a los ecosistemas. O por qué ante las evidencias de destrucción continuamos siendo negligentes o desinteresados ante las injusticias y los daños ambientales. Por ello, el arte de la ruptura implica ejercitar no solo reflexividad sino también incorporar unos principios éticos basados en la responsabilidad, la precaución y el cuidado. Principios de justicia social y ambiental, de respeto por la diversidad, así como conciencia y emocionalidad ante la naturaleza.

El arte de la ruptura y la sospecha nos ayudan a escapar de las distorsiones, de los disimulos y de las deformaciones, de los falsos afanes interpretativos de la realidad y de los actos irresponsables que puedan provocarnos daños a nosotros, a nuestra especie y las demás especies y, por supuesto al planeta Tierra, nuestra casa común.  

miércoles, 11 de diciembre de 2019

APRENDIENDO A VIVIR EN LAS CONDICIONES DE LA VIDA. POR: ENRIQUE LEFF

APRENDIENDO A VIVIR EN LAS CONDICIONES DE LA VIDA
Conferencia Enrique Leff, 2019

Conferencia en el marco de la Cátedra Valle del Cauca
Doctorado en Regiones Sostenibles
Universidad Autónoma de Occidente
Mayo de 2019

DOCTORADO EN REGIONES SOSTENIBLES

Doctorado en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente

Entrevista a: Hernando Uribe Castro, Doctor en Ciencias Ambientales,
Director Doctorado en Regiones Sostenibles.

¿CÓMO PODEMOS CUIDAR EL AGUA?

¿Cómo podemos cuidar el agua?: una perspectiva desde el Doctorado en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.

Entrevista a Hernando Uribe Castro

Hernando Uribe Castro, Doctor en Ciencias Ambientales