Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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lunes, 9 de febrero de 2015

EL MERCADO LINGÜÍSTICO DEL POSCONFLICTO EN COLOMBIA

El mercado lingüístico[1] del posconflicto en Colombia

Por:
Hernando Uribe Castro

Me ha llamado profundamente la atención en los últimos días, el modo como medios de comunicación (prensa, radio, televisión, Internet), agentes del gobierno, así como juristas y otros personajes, propagan, difunden y pronuncian un conjunto de palabras y frases relacionadas con el nuevo contexto colombiano en el marco de las negociaciones de la Habana. Palabras que vienen tanto de quienes están a favor como de quienes están en contra de los diálogos.

No lo había detallado hasta que el 27 de enero, visitando la página virtual El Tiempo leí el siguiente encabezado: “Se abre debate sobre posibilidad de que ex-Farc integren policía rural.” La noticia se sitúa a partir del anuncio que hizo el presidente Santos al dejar abierta la posibilidad para que desmovilizados de las Farc, una vez dejen las armas tras el proceso de paz, puedan hacer parte de la nueva policía rural, en el escenario del posconflicto en las áreas donde la guerra fue intensa. Por supuesto que no voy a entrar en la discusión de la policía rural, sino de los términos, palabras y frases que, poco a poco, se empiezan a propagar como realidad absoluta en la mente de las personas.

Son muchas, pero voy a señalar algunos: del lado de los defensores del proceso están (“ex-Farc”, “exguerrillero”, “fin del conflicto”, “enemigos del proceso”, “refrendar”, “acuerdos”, “posconflicto”, entre otros), del lado de los que rechazan los diálogos y el proceso (“castrochavismo”, “Izquierdismofariano” “microtráfico” “país de izquierda”). Sin duda, alguna de estas palabras no existen en la realidad, pues son meros artificios discursivos, como es el caso de “castrochavismo” eso no existe. Si se observa detenidamente cada una de estas palabras o frases, abarcan un campo conceptual tremendo

El problema radica en que se hace uso de ellas, incluso algunos  académicos e intelectuales, sin tener precaución, ni prestar atención a aspectos como: ¿Desde dónde proceden? ¿Quién o quiénes los produce? ¿Con qué interés? ¿Bajo qué marcos teóricos y epistemológicos? ¿Cuál es el sentido? ¿En qué contexto? ¿Cuál es el origen de producción? ¿Quiénes son los interesados en que se produzcan?

Es interesante preguntarse por el modo como ellas se instalan en los diferentes escenarios que van desde las conversaciones en la vida cotidiana de las personas del común -que a veces hacen uso de ellas sin comprenderlas o dimensionarlas-, hasta el modo como se instalan en los espacios académicos, institucionales, informacionales, jurídicos, religiosos políticos y económicos. Palabras que terminan naturalizándose (es decir, como si siempre hubieran existido) y aceptándose como absoluta verdad que dan cuenta de la realidad absoluta. 

Todo este mercado lingüístico se ve en los artículos de prensa, en los titulares, editoriales, en revistas, en periódicos, en noticias, en programas de televisión, en entrevistas, en debates, en imágenes, en mensajes de texto, en salones de clase, en artículos académicos y, muy seguramente, de juristas y abogados.

Frente a esto tenemos que decir que son palabras que no aparecen por arte de magia, que tienen un origen social, que emergen de parte unos agentes que las producen, con unos intereses, unas estrategias de fondo con las que pretenden construir ideologías sea de oposición, neutralidad o afiliación.

Son palabras que aparecen en un momento histórico particular, se producen en un lugar que puede identificarse. Son palabras, que convertidas en conceptos, expresan para nada ingenuidad y que por tanto están cargadas de sentido político y simbólico. Un ejemplo claro es la palabra “microtráfico”, construida desde el discurso de la fuerza armada, particularmente policial, para disminuir y hacer creer que el problema del tráfico de drogas es “chiquito” y de red local.” Nada más patético e ingenuo que esto.

Cuando ellas provienen desde las elites gubernamentales, su difusión se da en los discursos, en las entrevistas al Presidente o Ministros y funcionarios, en los documentos y eventos oficiales públicos, todo ellas pronunciadas a través de los distintos medios masivos de comunicación que terminan insertándose en las unidades familiares y en las estructuras mentales y cognitivas de las personas como única realidad, como verdad absoluta porque lo dice el Presidente. Como lo expresa Bourdieu, “la formalización es una propiedad muy importante de este discurso, ya que es a través de ella como lo indecible, lo inefable, a veces lo innombrable se convierte en nombrable; es el precio que se hay que pagar por hacer oficializable lo que no podía ser nombrado.” (2014:89)

De este modo, desde el lado del Gobierno, el papel de este mercado lingüístico tiene la función de legitimar y hacer legitimables, reconocidos y reconocibles, entendidos y entendibles, los puntos acordados en la Habana. Palabras concretas,  frases concretas, sencillas, claras, puntuales que son usadas por la gente, que pueden ser “entendidas” y “entendibles” por todos, conocidas por todos, reproducidas por todos. Palabras y frases que son usadas por todo el mundo: acuerdo, negociación, camino, paz, mesa, diálogo, progreso, desarrollo, prosperidad, entre otras. Como verán todas ellas, o neutrales o afirmativas.

Esto produce en los ciudadanos, lo que he denominado el efecto de “compresión del proceso”, que consiste en hacerles creer (a las personas, “opinión pública”) que están comprendiendo lo que sucede y que por tanto están informados, incluidos e integrados (tenidos en cuenta) a través de su opinión o puntos de vista. Un efecto que hace creer que los códigos que conoce la gente son los mismos códigos que usa el Gobierno.

Este mecanismo de universalización (generalización/homogenización) del mercado lingüístico del posconflicto mediante este lenguaje sencillo y claro, solo es posible por medio del despliegue del poder simbólico y la dominación simbólica que se hace, regularmente, a través de los distintos medios masivos de comunicación. Diría yo, lo que Ignacio Ramonet denomina como un lenguaje “infantilizante”, de los Acuerdos de Negociación en la Habana. Todo esto conlleva a una unificación de la opinión y del pensamiento.

Lo mismo ocurre del lado de los rechazadores del proceso, políticos, expresidentes y todos su equipamiento de agentes y agencias, que han desatado una guerra de palabrería para generar en el espacio social unas ideas que logren contraponerse al argumento del gobierno, tratando de mostrar que ese no es el camino, que se está en retroceso y que la opción es otra. Más que palabras la oposición construye frases tales como: “castrochavismo”, “Gobierno a favor de guerrillas”, “guerrilleros tomaran el poder”, “negociación con terroristas”, “entregar el país a los terroristas”, “las mentiras del Presidente”, entre otras.

Creo que la contienda electoral de este año, será el escenario perfecto para observar, poner atención y captar el modo cómo van apareciendo estas palabras, frases e ideas desde los distintos sectores, grupos y agentes de la sociedad.

Debemos estar en alerta para que este tipo de discurso no opere en nuestro pensamiento y en nuestra comprensión de lo que sucede en nuestro país, si ante no hemos hecho un trabajo de reflexión y comprensión del modo como se producen estas palabras y de quiénes la producen, para tratar de construir nuestro propio criterio y no dejarse manipular de unos sectores interesados en que creamos y aceptemos sus puntos de vista.

Para no terminar diciendo y pensando lo que ellos quieren que digamos y pensemos, y mucho menos para que terminemos como muñecos de ventrílocuo de circo.





[1]  Al modo como lo define Pierre Bourdieu. El lenguaje que opera en un campo como parte de su particularidad con respecto a otros lenguajes de otros campos. El científico y el cura usan discursos diferentes. El dominio del mercado lingüístico es parte de las luchas del campo. “Hay mercado lingüístico siempre que alguien produce un discurso dirigido a receptores capaces de evaluarlo, apreciarlo y recompensarlo” (Cuestiones de sociología, Bourdieu, 2011:122)

miércoles, 6 de noviembre de 2013

ACUMULACIÓN POR DESPOSESIÓN EN COLOMBIA

Acumulación por desposesión en Colombia

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología, estudiante del Doctorado en Ciencias Ambientales de la Universidad del Valle y profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente.

Para los agentes del capitalismo impulsores del modelo extractivista en América Latina y Colombia, los elementos de la naturaleza como el agua, la tierra, el subsuelo, el aire y el oxígeno, son recursos que poseen una valoración económica al ser convertidos en materia prima. Pero estos mismos agentes no realizan una valoración en términos de lo que significa hacer uso de estos elementos de la naturaleza y de los impactos que puedan ocasionar al cambio climático y a la variabilidad climática en los territorios locales. Existe, así, una paradoja en la relación capital y naturaleza.

En Colombia, esta paradoja se evidencia de manera muy clara, cuando se plantea la necesidad de conservar y proteger los espacios biodiversos, pero al mismo tiempo, los planes de desarrollo nacional, como lo ha sido en Colombia el Plan “Prosperidad para todos” del gobierno del presidente Juan Manuel Santos, impulsan megaproyectos extractivos con impactos en las condiciones ambientales y sociales de muchos lugares del país con agricultura extensiva como la caña de azúcar, represas y proyectos hidroeléctricos (Urra 1, Anchicayá, Sogamoso, Quimbo, Pescadero Ituango, Salvajina), extracción de minería como lomitas en el Cesar (carbón), minería de oro en Marmato y Zaragoza, entre otros de los muchos casos existentes a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. Proyectos que vinculan al Estado que actúa como promotor y fiscalizador aportando dineros del presupuesto nacional y las Corporaciones globales con intereses privados, de la que también se benefician las organizaciones globales del sistema financiero. Repercusiones que van a expresarse en las condiciones de miseria y pobreza para millones de colombianos así como la destrucción del todo el ecosistema natural. Estas son las borrosas fronteras del Estado y los grupos privados.

Aquí es importante el concepto la acumulación por desposesión propuesto por David Harvey en su libro “El nuevo imperialismo” (2003) : “la mercantilización y privatización de las tierras y la expulsión por fuerza de las poblaciones campesinas; la conversión de varios tipos de derecho de propiedad (comunal, colectiva, estatal etc.) en derechos de propiedad privada exclusivos; la supresión del acceso a bienes comunales; la mercantilización de la fuerza de trabajo y la supresión de formas alternativas (indígenas) de producción y consumo; los procesos coloniales, neocoloniales e imperiales de apropiación de bienes (incluido los recursos naturales); la monetización del intercambio y los impuestos, en particular sobre la tierra; la trata de esclavos; y la usura, la deuda nacional y más recientemente el sistema de crédito.”

En Colombia esto se traduce en la ola de privatizaciones y todo tipo de megaobras como hidroeléctricas, embalses, autopistas, sobre los territorios locales y comunitarios, ahora convertidos en enclaves por parte de las empresas y corporaciones para su explotación, con impactos severos por las condiciones de despojo de comunidades y las dinámicas del desplazamiento promovidas, no solo por el conflicto armado, sino también promovido en nombre del “desarrollo”.

Frente a esta situación, existen reacciones sociales, en forma de protesta y movilización social motivada por organizaciones sociales, algunas de ellas, vinculadas a movimientos sociales. Protestas muy recientes contra la privatización de la educación, la salud, los servicios básicos (energía, acueducto, alcantarillado, entre otros), así como su oposición a la crisis de la seguridad alimentaria, a las hidroeléctricas, la extranjerización de tierras y a la monopolización de la tierra y la producción. Todas estas protestas realizadas por los campesinos, grupos indígenas, comunidades afrodescendientes, estudiantes, empleados del servicio de salud y profesores oficiales entre otros actores sociales, muchas veces son criminalizadas. Algunos líderes sociales han sido asesinados y otros amenazados o desterrados. 

La sociedad civil, la academia y la comunidad en general tenemos una obligación no solo de ser interlocutores ante el gobierno sino de seguir pensando alternativas y expresando nuestra inconformidad con estos gobiernos cuyas decisiones atentan contra el buen vivir de la gente y su ambiente.

      

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Columna de opinión publicada por EL PUEBLO, el 3 de noviembre de 2013

martes, 13 de diciembre de 2011

EL BANCO MUNDIAL EN EL PLAN DE DESARROLLO NACIONAL

El Banco Mundial en el Plan de Desarrollo Nacional

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología

A través de la Ley 1450 del 16 de junio de 2011, se expide el “Plan Nacional de Desarrollo, 2010-2014, Prosperidad para todos” que tiene como objetivo “consolidar la  seguridad  con  la meta  de  alcanzar  la  paz ,  dar   un  gran  salto  de  progreso  social,  lograr  un  dinamismo económico  regional  que  permita  desarrollo  sostenible  y  crecimiento  sostenido,  más empleo  formal  y  menor   pobreza  y,  en  definitiva,  mayor   prosperidad  para  toda  la población”. La estrategia de este Plan es abordar el territorio colombiano desde un enfoque regional que permite reconocer las diferencias regionales para alentar la formulación de políticas públicas y todo tipo de programas que sean acordes con las características, capacidades y particularidades de los diversos grupos humanos en cada una de ellas.

El gobierno pretende reducir así desequilibrios sociales, mejorar la calidad de vida y movilizar las capacidades de desarrollo endógeno, aprovechando los efectos de vecindad y sus externalidades positivas para alcanzar mayor crecimiento y competitividad regional.

Lo interesante de esto es que el enfoque regional cuya estrategia es el desarrollo endógeno no es una idea original del actual gobierno, sino que, como claramente lo señala el mismo Plan de Desarrollo, parte del direccionamiento que desde el 2009 formuló el Banco Mundial en un informe titulado La Nueva Geografía Económica, fuertemente criticado por geógrafos y especialistas del desarrollo en todo el mundo. (Plan de Desarrollo, 2011, p. 40)

El informe del Banco Mundial considera que la urbanización y la integración económica al interior del país y de éste con los otros en el mundo, puede promover el crecimiento a largo plazo y, por tanto, los gobiernos deben tomar medidas para alentar estos procesos. La estrategia es dinamizar las áreas de menor desarrollo relativo determinados por una serie de indicadores que en Colombia, interesantemente, se corresponden con zonas de alto valor en diversidad natural y recursos como Chocó y Amazonas para que se articulen a los centros de mayor capacidad funcional (zonas urbanas, espacios funcionales y dinámicas urbanas, áreas estratégicas).

Para el Banco Mundial, este crecimiento sólo es posible en la medida en que las fuerzas del Mercado se inserten en estos espacios a través de estas Políticas de Desarrollo, como aquellas que pueden garantizar las transformaciones hacia la prosperidad:

“El desafío que se presenta a los gobiernos es permitir —e incluso alentar— un crecimiento económico “desequilibrado” y, al mismo tiempo, garantizar un desarrollo incluyente. Pueden hacerlo gracias a la integración económica, promoviendo una mayor aproximación, en términos económicos, entre los lugares avanzados y rezagados. La mejor manera de conseguir esta integración es abrir las puertas a las fuerzas de mercado de la aglomeración, la migración y la especialización, en vez de combatirlas u oponerse a ellas. El acierto con que los mercados y los gobiernos colaboran mutuamente determina la velocidad y sostenibilidad de las transformaciones geográficas. (Banco Mundial, 2009, p. 20-21).

El mismo informe del Banco Mundial reconoce que el aumento de la densidad y la reducción de la distancia y de las divisiones continuarán siendo esenciales para el éxito económico en el futuro previsible y que por tanto, los gobiernos deberían de alentarlas a pesar que estas transformaciones generen un crecimiento desequilibrado. Y que para evitar estos impactos negativos, la estrategia debe acompañarse de políticas de integración ajustadas a la realidad de cada país a la espera de que se produzca un  desarrollo incluyente a futuro.

¿Pero, éxito económico para quién? ¿Crecimiento económico para quién? ¿Movilización de población de zonas apartadas hacia zonas urbanas para garantizar la aglomeración y la urbanización? ¿no es esto los desplazamientos que han sucedido en Colombia con altos costos sociales? ¿no suena esto al “vaciamiento” de áreas para dejarlas a los inversores que pueden hacer mejor cosas con ellas que los campesinos? ¿No es extraño entonces que el Plan de Desarrollo Nacional, tenga como presentación la idea aquella de la “Prosperidad para Todos”? pero además ¿cuáles son los riesgos que pueda representar la expresión “el mercado hasta donde sea posible y el Estado hasta donde sea necesario” en Colombia?.

Por supuesto que toda estrategia que desde el gobierno aliente la fuerza del Mercado sin ningún control, debe ser objeto de atención y revisión y es en esta tarea donde será central e importante la comunidad intelectual y universitaria colombiana.

Publicado por el Ethos Regional, Boletín del Centro Interdisplinario de Estudios de la Región Pacífico Colombiana. UAO, 2011.