Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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miércoles, 22 de marzo de 2017

DIVERSIDAD PLANETARIA VS. GLOBALIZACIÓN

Diversidad planetaria vs. Globalización

Por:
Hernando Uribe Castro
Ph.D. (c) en Ciencias Ambientales

La Tierra es un planeta con aproximadamente 4.600 millones de años. Luego de pasar por sucesivos periodos y procesos, logró establecer las condiciones exactas para la formación y difusión de la vida, cuya principal característica fue la presencia de una diversidad. La ciencia demuestra cómo el planeta se reinventó de modo constante en el camino de su evolución, pues presenció momentos de gran riqueza y diversidad así como momentos de increíbles extinciones. A pesar de ello, la Tierra se recuperó y volvió a consolidar la riqueza natural de su biosfera.

Pasó mucho tiempo entre los inicios de la Tierra y la aparición de las primeras especies que dieron como resultado la especie humana, hace tal vez doscientos mil años. La especie humana se distribuyó por distintas áreas, pobló distintas regiones adaptándose y adaptando diversos contextos geográficos. La difusión de esta especie, produjo una diversidad de entornos, así como la domesticación de animales y de plantas. Produjo a lo largo de su proceso civilizatorio una importante diversidad cultural (lenguajes, grupos y culturas) y una diversidad de paisajes. La humanidad transformó ecosistemas, plantó bosques, domesticó el fuego y buscó por todos los medios controlar el agua. En éste proceso civilizatorio el ingenio, el aprovechamiento y la constante creación fueron especiales. La producción de la diversidad expresó la proliferación de la experiencia de la vida y la capacidad creativa adaptativa a unas difíciles condiciones planetarias. Y así estuvo por mucho tiempo.

Con el pasar del tiempo y más recientemente, la actividad humana sobrepasó los límites del planeta. Con la globalización, esa diversidad entró en crisis, pues los agentes dinamizadores de las corporaciones globales, motores de esta globalización y principales beneficiados de las ganancias económicas producidas, pusieron en amenaza no solo la diversidad de la especie humana (imponiendo un lenguaje, destruyendo comunidades aborígenes e instaurando prácticas, gustos y productos globales a lo largo y ancho del planeta), sino también la diversidad de todas las especies y de la trama de la vida en general. Según datos de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza, muchas especies están desapareciendo por causa del modelo de sociedad global antes de que se pueda tan siquiera describir. En 2014, se consideraban algo más de 22.413 especies en vía de extinción por causa de la especie humana sobre la dinámica del planeta. Según Greenpeace por causa del aumento de la temperatura en el agua, los arrecifes se cocinan vivos; este incremento produjo la muerte de dos tercios de los corales en 2016. Y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó el 2016 como el año que batió records en aumento de temperatura global.

Los agentes en nombre de las corporaciones y los Estados, por afán de lucro, produjeron guerras, deforestaron bosques, desecaron lagos, intervinieron los ríos, bombardearon zonas de riqueza arqueológica y natural, aportaron en la construcción de urbes, perforaron el subsuelo y extrajeron su sangre, e incluso, controlaron la mente de los humanos bajo la idea del Desarrollo y el crecimiento económico. Con la expansión de grandes zonas de cultivos agroindustriales, transgénicos, urbanizaciones y destrucción de selvas, bosques y costas, impusieron un estilo de vida humano globalizante como único y posible sobre la faz de la Tierra. Una vida humana que, geológicamente, dejó huella como estrato en la corteza terrestre: el antropoceno.

La urbanización, las tecnologías, las redes de información no solo globalizaron cada punto en la tierra sino que además intensificaron el uso de recursos naturales: por ejemplo, Soroa (2014), explica que para producir "Un microchip de 2 gr requiere, para su fabricación, 72 gr de productos químicos, 20 litros de agua, y el equivalente a 1,2 kg de combustibles fósiles en consumo energético, además de generar 17 kg de aguas residuales y 7,8 kg de desechos sólidos, junto a toda una serie de emisiones tóxicas a la atmósfera. El análisis del ciclo de vida de un microchip sintetiza en definitiva un proceso a todas luces paradójico y a la vez revelador: mientras progreso tecnológico avanza hacia una miniaturización de los dispositivos electrónicos, el impacto ambiental de los mismos se acrecienta." (p. 5-6).

A los ecosistemas se les asignó un valor económico y un papel para la producción de riqueza con la extracción de sus recursos para alimentar la dinámica de la agricultura, la industria, el comercio y el turismo. El mercado pone al consumidor productos que controlan comportamientos, gustos y pensamientos. Una estrategia que al entretener, homogeniza. Muere así la diversidad.

Las Corporaciones, sus agentes e instituciones, profundizaron las idea aquella que, proveniente del pasado, pretendían hacer de la especie humana el centro del universo. Una especie arrogante, ego y antropocentrista. Hicieron olvidar que como especie humana goza de los mismos derechos de las otras innumerables especies que habitan este planeta. Produjeron en la especie humana lo que se podría denominar como un alzhaimer colectivo y al parecer, han logrado “anestesiar” a cada individuo para no sentir el daño que se le produce a la naturaleza. La memoria biocultural (Toledo y Barrera-Bassols, 2014) de la especie se encuentra moribunda.

Frente a esta homogenización y accionar corporativo, resultan respuestas de comunidades en distintas partes del mundo por la defensa de la naturaleza, de la diversidad y por un mundo distinto. Comunidades localizadas en distintas geografías trabajan día a día por prácticas agroecológicas con el objetivo de recuperar la soberanía alimentaria. Defensoras de los territorios han dado su vida por confrontar los megaproyectos.

No obstante, muchos seres humanos, aun encantados, hipnotizados por el estilo de vida globalizador, niegan estos efectos, se sumergen cada vez más en los procesos homogeneizadores y no desean saber que además de ellos, el planeta Tierra cobija algo. Seres humanos que no tienen interés en conocer más sobre su mundo, pues siendo presas de las tecnologías y las redes informáticas, así como de la avaricia por el dinero y la seducción del entretenimiento, viven su día entero en un mundo virtual (como lejano) con sus ojos pegados a celulares y todo tipo de dispositivos, sin saber que el aire que respira, el agua que bebe y el piso que lo sostiene son dados por este gran Planeta.
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Bibliografía:
Soroa, J. B. (2014). Lo pequeño no es tan hermoso... ni tan ecológico. Boletín ECOS Nº 25 - Diciembre 2013- Febrero 2014 .
Toledo, V. M.,  Narciso Barrera-Bassols. (2014). La memoria biocultural. la importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Popayán: Universidad del Cauca.

viernes, 16 de septiembre de 2016

DE LA DIVERSIDAD AGRÍCOLA Y OTRAS RESISTENCIAS A LAS CORPORACIONES GLOBALES

De la diversidad agrícola y otras resistencias a las corporaciones globales

Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en sociología. Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales
Miembro del CIER

Las corporaciones globales han logrado imponer estilos de vida homogenizantes como por ejemplo sucede con el consumo de alimentos globales que tienen repercusiones directas en la nutrición de la población y la soberanía alimentaria de los pueblos. Todo ello promovido por medio de estrategias -como aquellas que en la década de los años setenta y ochenta del siglo XX difundieron la Revolución verde y más recientemente con los cultivos transgénicos (o segunda revolución verde)-, que generan importantes ganancias para los agentes corporativos.

Algunos productos agroindustriales fueron masificados con fuerza por las Multinacionales de la carne y el azúcar, e incluso expandieron cultivos para la producción de agrocombustibles,  integrados a una política de derechos de propiedad que conllevó a la pérdida de la soberanía campesina y el control-posesión-autoridad de las transnacionales sobre toda la cadena productiva de los alimentos, iniciando desde la posesión de las semillas.

Así, la alimentación de los seres humanos no sólo se vio afectada por los cambios climáticos globales sino también por el modelo económico que privilegió la producción corporativa-industrial de comida, la destrucción de la sociedad campesina y la tendencia creciente a la especialización económica de las áreas en donde se impone el extractivismo y la monoproducción. A ello se sumó un comercio global de alimentos industrializados, dinamizado por las ventajas que ofrece la publicidad para incitar al consumo.

Se está experimentando una estandarización de la dieta alimenticia que tiene como consecuencia el exterminio de la diversidad agrícola y alimentaria. Incluso una globalización de la dieta tiene efectos nocivos para la salud humana. El CIAT lo ha señalado: Más gente está consumiendo más calorías, proteínas y grasas en base a una lista cada vez más corta de los cultivos mayoritarios, como el trigo, el maíz y la soja, junto con la carne y los productos lácteos” (OEI, 2014). Esto implica grandes riesgos para la sustentabilidad en aquellas regiones donde su agricultura tradicional se ha transformado.

En Colombia por ejemplo, existen regiones superespecializadas en la extracción bien sea de petróleo, de oro, el monopolio de la caña de azúcar y la palma de cera: el valle geográfico del río Cauca y, más recientemente, en los Llanos Orientales, se han transformado áreas megadiversas en espacios especializados en caña de azúcar para agrocombustibles. Las ganancias de esta monoproducción quedan concentradas en los agentes del capital agroindustrial, pero los estragos ambientales como la contaminación de las aguas, del aire y la destrucción de los humedales, los ríos y las cuencas hidrográficas sí se distribuyen sobre la población. El Plan Frutícola promovido por el gobierno departamental del Valle no ha logrado despegar y los cultivos como el maíz, el plátano, el arroz, la soya, el sorgo, el frijol entre otros poco a poco han desaparecido del contexto espacial de la zona plana. Solo basta hacer unos cuantos cálculos con los datos que ofrece el Anuario Estadístico del Valle del Cauca para darse cuenta de ello. Es decir, de cómo la diversidad agrícola en la zona plana representa hoy tan solo el 35% frente a un 75% de la tierra cultivada en caña de azúcar.

Obsérvese cómo la explotación de la tierra en el valle geográfico del río Cauca la hacen unos agentes agroindustriales de monopolio cañero y no los campesinos: se tiene una extensa agricultura comercial sin campesinos.

Frente a esta tendencia homogenizadora, existen razones para la esperanza y un cambio de mentalidad por cuanto las comunidades vienen resistiendo de distintas maneras: trabajando por la soberanía de la producción propia de semillas y alimentos; otros por el derecho de comerciar sus productos y poder habitar sus territorios. En algunas zonas como el norte del Cauca, las comunidades continúan promoviendo los huertos caseros y comunitarios; poco a poco la agricultura urbana hace presencia en la ciudad; algunas personas resisten a partir de la “revolución de la cuchara” transitando hacia las prácticas vegetarianas y veganas; comunidades urbanas trabajan por el reverdecimiento de la selva de cemento; otros, como las comunidades indígenas, luchan por la liberación de la Madre Tierra. Poco a poco se forman más jóvenes en carreras ambientales y afines al trabajo comunitario, participando políticamente en organizaciones y movimientos políticos. La defensa y el amor por los animales se toman todos los espacios juvenes y las redes. Toda una comunidad exige al Estado más protección a la vida y la naturaleza.


viernes, 22 de abril de 2016

CONTRA LOS ALBAÑILES DE UN PLANETA INSUSTENTABLE

Contra los albañiles de un planeta insustentable

Por:
Hernando Uribe Castro
MSc. en Sociología y Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales, Universidad del Valle
Prof. Universidad Autónoma de Occidente

Pareciera que uno de los objetivos que se han propuesto las Corporaciones Globales es la de imponer la idea aquella de que la humanidad no forma parte de la compleja y sistémica red o trama de la vida planetaria. Incluso, se perciben intentos de convencernos, por todos los medios, de que los seres humanos no hacemos parte de la naturaleza y que ni siquiera necesitamos de ella porque con nuestros avances técnicos y tecnológicos es suficiente para alcanzar el desarrollo humano y para lograr la realización total de la vida.

Nos hacen creer también que nuestro planeta Tierra es ilimitado y que por tanto, se tiene que explotar sin ningún tipo de obstáculo, porque de esa explotación incesante y continua depende el bienestar, el progreso y el desarrollo civilizatorio. Que éste es el único camino para encontrar la tan anhelada felicidad, expresión máxima de que somos una especie inteligente. Por ello, no es raro que los gobiernos que son los administradores del Estado, autoricen en sus territorios prácticas como el “fracking”, la exploración petrolera en zonas de reserva y conservación forestal, la minería a cielo abierto, la explotación maderera, la construcción de hidroeléctricas, la ganadería extensiva y la pesca industrial, entre otras actividades nocivas para el equilibrio ecológico del planeta.

Nos enseñan a creer que una vida exitosa es aquella que está llena de bienes materiales, lujos, acumulación de dinero, estatus y prestigio social. No poseer esto es reflejo del fracaso, la desdicha, el atraso y la pobreza. Por ello, la construcción de nuevos estereotipos a seguir como los  actores del espectáculo, del deporte, los famosos, las estrellas y las divas.

Las Corporaciones propugnan por el valor económico del individuo y el valor del individuo en su estrategia económica acumulativa. Entre más individuos masificados, más dinámica será la economía. Por ello, hacen del individuo una unidad productiva, rentable y consumista. Desligan al individuo del entretejido y de su interdependencia con respecto a todos los fenómenos naturales para encadenarlo al sistema y los flujos del Mercado. Individualizan al individuo, para homogenizarlo y masificarlo como código de compra- venta en la sociedad del consumismo.

Al tiempo que hacen esto con el individuo, acrecientan las divisiones del mundo en partes nacionales, Estados, grupos y guetos. El poder de fragmentar social, académica, religiosa y étnicamente es el poder para confundirnos y hacernos olvidar de que somos una especie humana planetaria y diversa. Nos ocultan la compleja trama de la vida para encadenarnos al sistema del mercado: este es el gran y rentable negocio de las Corporaciones.

Son las Corporaciones las que tienen el poder de hacer de algunos países pobres, paraísos de las transnacionales, en donde intervienen sin ningún tipo de control porque lograron cooptar a los agentes que hacen parte de los gobiernos corruptos que administran estos Estados. Una vez en el territorio, imponen su lógica extractivista bajo lemas de seguridad, de progreso y de bienestar para las comunidades.

Y el hecho de que Corporaciones, en colaboración con el Estado, se propongan llevar a cabo este enérgico ataque contra los lazos que nos unen al planeta, está en el hecho de que una sociedad desligada de sus raíces, es una sociedad desinteresada por lo que pueda suceder al sistema de la vida. Una sociedad desinteresada es una sociedad que se considerará altamente artificializada. Y una sociedad artificiosa es una sociedad que termina creyendo que su verdadero nicho de vida es la plataforma de vida material y construida que le ofrecen las Corporaciones. Y que la máxima expresión de esa plataforma es la ciudad como expresión de desarrollo y de civilización. La ciudad como el templo del prometedor capitalismo global. La ciudad como el lugar para la realización de la vida.

Frente a este fuerte discurso que ha logrado penetrar la estructura social, la estructura mental  y las estructuras cognitivas de los individuos, no se puede esperar que sean los Estados, las Corporaciones y los organismos globales -como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio- los albañiles y diseñadores del mundo sustentable pues de entrada sabremos que estos construirán sobre cimientos de cal y de arena. Harán un ecologismo-ambientalismo superficial y mentiroso, cuyos discursos los sitúan en las principales y más sensibles instituciones de la sociedad, como la familia, la religión, la escuela y los medios de comunicación.

Ese es el peligro del ambientalismo corporativo que aún, hablando en nombre de la importancia de lo ambiental, despliega todas las fuerzas para imponer el orden del Mercado como un imperativo categórico para una exitosa vida humana. Un éxito que, además de hacer fortuna y tener abundancia, desplegará la admiración y la envidia de los otros seres humanos.

De este modo, difícilmente podremos construir respeto por la Naturaleza, con una sociedad profundamente consumista y esclavizada a recibir órdenes de las Corporaciones. El impulso hacia una sociedad responsable con la Naturaleza se logra cuando lo individual, lo colectivo y lo global no se vean como escalas opuestas, sino contenidas y complementarias. Y cuando las estrategias para difundir un discurso ambiental y saludable deben ser tan efectivas en sus mensajes por la imperiosa necesidad de cambiar los estilos de vida, como agrestes y efectivas son las estrategias publicitarias corporativas que incitan a los individuos a lanzarse de lleno a adquirir banalidades.

La lucha de quienes somos sensibles por una Ética de la Tierra, de la Responsabilidad y del Respeto por la Naturaleza y de una Ecología Profunda, tenemos la imperiosa tarea de continuar demostrando que es urgente: romper con los discursos manipuladores, amañados y falsos que hacen ver la vida como campo de entretenimiento; comprender cómo es que funciona el discurso y las estrategias que hacen del desarrollo, un motor de vida, para salir, justamente de ese desarrollo; encauzarnos con nuestras acciones cotidianas hacia un mundo distinto con menos consumismo; y, no desechar de entrada, aquella idea de que un mundo  diferente es posible, para recuperar la creatividad y la iniciativa hacia una sociedad con prácticas sustentables. Y la más importante, la necesidad imperiosa de ser insumisos ante las demandas de las Corporaciones globales, para recuperar el control de nuestras vidas comunitarias locales.

Los individuos somos una unidad armoniosa, que como parte de un Todo se inter-retro-conecta con esa otra totalidad que es el sistema viviente y el mundo natural del sistema cósmico.