Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

Hernando Uribe Castro, derechos reservados. Citar la fuente. Plantilla Simple. Imágenes de la plantilla degaffera. Tecnología de Blogger.


jueves, 20 de agosto de 2020

LA INSUSTENTABILIDAD AMBIENTAL DEL VALLE GEOGRÁFICO DEL RÍO CAUCA

 La insustentabilidad ambiental del valle geográfico del río Cauca, Colombia

Conferencia, 20 de agosto.

Conferencia: Hernando Uribe Castro para el Colegio Mayor de Antioquia
20 de agosto de 2020, 4:00 pm


miércoles, 5 de agosto de 2020

HISTORIA AMBIENTAL DE LA AGROINDUSTRIA CAÑERA EN EL VALLE DEL RÍO CAUCA

HISTORIA AMBIENTAL DE LA AGROINDUSTRIA CAÑERA 
EN EL VALLE DEL RÍO CAUCA


Hernando Uribe Castro y Aceneth Perafán Cabrera

Tengo el gusto de informar que en pocos días estará disponible en librerías y plataformas de todo el mundo, mi más reciente libro titulado "Historia Ambiental de la agroindustria cañera en el valle del río Cauca" que realicé en coautoría con la Dra. Aceneth Perafán Cabrera, y que es una publicación conjunta entre el Programa Editorial de la Universidad del Valle y el Programa Editorial de la Universidad Autónoma de Occidente.

El libro aborda las transformaciones ecosistémicas producidas al valle geográfico del río Cauca por la ejecución del diseño territorial promovido por un grupo de la élite política y económica de la región del Valle del Cauca y del gobierno nacional colombiano. La presencia y expansión de la agricultura cañera convirtió todo un territorio biodiverso, abundante en agua y con comunidades campesinas, en un área especializada en la agricultura comercial para el mercado global, con un paisaje monótono cañero y desolado. Un diseño de territorio que modificó toda una dinámica natural ecosistémica en un socioecosistema para la rentabilidad del capital agrícola y agroindustrial. Una historia ambiental que devela y permite saborear el sabor amargo de los efectos ambientales producidos por la más dulce de las agroindustrias en Colombia.

jueves, 9 de julio de 2020

LA URGENTE NECESIDAD DE TRANSFORMARNOS


La urgente necesidad de transformarnos

Por
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales


Hernando Uribe Castro

La Organización de Naciones Unidas ha dado a conocer en los últimos meses varios datos interesantes, y altamente preocupantes, que ponen en evidencia cómo el rumbo hacia la extinción de la vida en el planeta sigue su curso. 

Los gobiernos no han tomado las medidas y los controles necesarios y contundentes para detener esta destrucción sistemática y continua de la naturaleza. Pareciera como si estuvieran no solo incentivando las actividades extractivas en los territorios locales, sino también las prácticas deforestadoras de selvas y bosques para transformarlos en zonas para ganadería extensiva, monocultivos agrícolas y comercio global de la biodiversidad. Su falta de acción por detener este daño manifiesta el desinterés por la vida, y la continuidad en la implementación de unas política del negocio económico, del flujo y la concentración del capital y la dominación.

Al mismo tiempo, gran parte de los habitantes en las ciudades -encantados por la magia de la modernidad y la racionalidad instrumental ´tecno-económica-informacional´-, continúan su vida cotidiana realizándola bajo comportamientos insustentables: pobres en entendimiento ambiental que se niegan a la reflexión; increíblemente egoístas, reducidos al economicismo y que se abren de puerta entera al consumismo agigantado y poco autocrítico de su estilo de vida. Según la ONU:

“En abril de 2020, la concentración promedio de CO2 en la atmósfera fue de 416,21 partes por millón (ppm), la más alta desde que comenzaron las mediciones en Hawái en 1958. Además, registros de hielo indican que dichos niveles son los más altos de los últimos 800.000 años […] Si bien es cierto que el tráfico vehicular y aéreo, así como la actividad industrial, se han reducido drásticamente en la mayoría de las partes del mundo desde enero de 2020, este no es el caso con nuestro suministro de electricidad: el 64% de la combinación global de energía eléctrica proviene de los combustibles fósiles (carbón 38%, gas 23%, petróleo 3%), según el informe Perspectivas de la energía en el mundo 2019 de la Agencia Internacional de Energía. Los sistemas de calefacción han seguido funcionando como antes de la COVID-19. Ninguno de los asuntos clave ha cambiado (como la transición hacia las energías renovables, el transporte público o la deforestación). Los incendios forestales, que han aumentado en probabilidad y gravedad debido al cambio climático, continúan afectando áreas de Brasil, Honduras, Myanmar, Tailandia y Venezuela, y cada uno de esos fuegos emite grandes cantidades de CO2 adicionales”[1] A la par con ésta realidad, sucede también que: “Con casi 100 millones de personas más que van cayendo en la pobreza extrema en 2020, 1.400 millones de niños afectados por el cierre de escuelas, y más de 400.000 muertes confirmadas por COVID-19 a principios de junio”[2] (2020, p. 3).

Lo anterior permite evidenciar que la modernidad y su orden ´tecno-económico hegemónico dominante´, como lo enuncia Leff[3], han sido nocivas tanto para la dinámica natural del planeta, como para la mayor parte de la especie humana y las demás especies con quienes compartimos este sistema de vida en la Tierra. Del que solo un grupo muy reducido, selecto, se ha beneficiado de ello y continúa haciéndolo. Este grupo buscará por todos los medios de proseguir aplicando la anestesia colectiva y global, el entretenimiento fútil, el desencantamiento por el pensar y la proliferación de la vida de las formas banales y encantadas.

Como especie, estamos enfrentando, al mismo tiempo, en todos los lugares y con efectos similares, la insostenibilidad del modelo social, político y económico que hemos conocido y que nos ha sido impuesto. Pareciera como si, un hechizo poderoso atrapara y arropara, porque pocos -dominados por el miedo y el pánico-, se han alterado e interesado por sacudirse de ello para tratar de despertar de este largo letargo de conjuro, dominación y control, que ha hecho de los corazones humanos de muchas gentes, órganos biológicos pesados, duros, insensibles y blindados, que como rocas impiden el fluir y el discurrir por la sangre de la emoción, el amor y el respeto. Seres que no desean y no tienen el interés de darse el tiempo por comprender qué sucede en este transcurrir por la senda de la destrucción.

Vidas que transitan por oscuridad, a pesar de toda la luz poderosa del sol, la luna y los cúmulos estelares que ingresan cada día y con más fuerza a este maravilloso planeta, y que invitan a un despertar, a una reconexión con nuestras raíces naturales y ecosistémicas. Una luz que invita y estimula a incorporar nuevos pensamientos, sensaciones y emociones por la vida y para el fortalecimiento de nuestras conciencias. Una luz que pone antes nuestros ojos y que nos permite observar a todo momento la complejidad y belleza de todo un sistema planetario interconectado, donde el brillo de los seres, el agua, el aire, las plantas y los animales se conjugan como un todo, como un sistema. Una red de vida, interrelacional, multiestacalar y multidimensional. Vidas incluso invisibles a nuestros receptores biológicos, pero que por el hecho de no verles ni escucharles, no significa que no existan. El sistema viviente planetario nos invita a una apertura de la mente, del cuerpo y de la energía, hacia la comprensión y la emoción como un todo inter-retro-conectado.

Este despertar, ahora e inmediato, es una necesidad para transformar esta pesada realidad humana que ciega nuestro entendimiento y que afecta el corazón, los sentidos y las emociones, y que nos conduce a los cavernas más oscuras en nuestra existencia. El juego de luces estelares y cósmicas, así como las propias luces que están dentro de cada uno de los seres humanos, deben activarse para que nuestras conciencias y nuestros pensamientos activen otra realidad ambiental y ecológica. Respetuosa con la vida, amorosa de la verdad y la paz. Somos parte de este complejo entramado de vida que nos observa, que nos da el ejemplo de cómo vivir en las condiciones de vida que impone éste planeta. Unas condiciones que tienen sus límites físicos, biológicos, ecológicos, sociales (económicos y culturales). Una conciencia que transita hacia el encuentro colectivo, no solo con nuestros hermanos humanos, sino con todos los demás seres de este sistema viviente planetario y extraplanetario. Un encuentro que manifiesta la unión, la verdad y el amor en los territorios planetarios.





[1] ONU. (2020). El mundo registra concentración record de dióxido de carbono a pesar de la Covid 19. En Línea: https://www.unenvironment.org/es/noticias-y-reportajes/reportajes/el-mundo-registra-concentracion-record-de-dioxido-de-carbono-pesar
[2] PNUD. (2020). Más allá de la recuperación: con miras a 2030. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. p. 3.
[3] Leff, E. (2019). Ecología política. De la deconstrucción del capital a la territorialización de la vida. México: Siglo XXI Editores.

jueves, 2 de julio de 2020

RENACER DE LOS SAMANES DEL CAUCA

RENACER DE LOS SAMANES DEL CAUCA


Por
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales


Justo cuando enfrentamos como sociedad los estragos de esta pandemia Covid-19 -que ha puesto en riesgo la salud de millones de personas, que ha cobrado la vida de cientos de miles de ellas y que aportó a desenmascarar lo desalmados que son los gobiernos nacionales al privilegiar la dinámica económica por sobre la vida humana-, me llegó una grata noticia: Los Samanes del Cauca renacen.

Desde hace algunos años -primero solo para mi tesis de maestría en sociología en 2007 y luego con mi equipo de investigación en 2011-, vengo estudiando el complejo proceso de poblamiento que existe sobre la cima de un dique que se construyó para resguardar la ciudad, para ampliar las áreas de cultivo y protegerlos contra las inundaciones del río Cauca, aquí en Colombia. Un dique artificial de más de diecisiete (17) kilómetros de largo que va paralelo a éste río y sobre el cual, desde los años ochenta del siglo XX, se formaron asentamientos humanos por parte de distintos grupos, algunos de ellos huyendo del conflicto armado, otros desplazados de sus lugares de origen por los efectos negativos de los megaproyectos del Estado en distintos territorios del suroccidente colombiano y unos más que migraron del campo a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida.

Entre los asentamientos localizados sobre la cima del dique (también conocido como jarillón), existe uno en especial, que alcanzó a estructurar formas organizativas importantes y que logró ser reconocido legalmente por la institucionalidad municipal, al obtener su personería jurídica como Junta de Acción Comunal: Los Samanes del Cauca. Pasó algún tiempo desde que se fundó el asentamiento Samanes del Cauca hasta cuando se puso en marcha el "Plan Jarillón del Río Cauca y Obras Complementarias -PJAOC-", como resultado de la alianza entre el gobierno nacional y local.

Sede la Junta de Acción Comunal "Samanes del Cauca"
Foto: Hernando Uribe Castro, 2017.
Este Plan, una vez entró en funcionamiento, se convirtió en el terror de las comunidades. No solo porque atemorizó a la población de la sensación constante del desalojo sin negociación, sino también porque sus acciones implicaban actos violentos y a la fuerza. Según analistas, éste PJAOC actuó de modo inconstitucional y produjo desmanes y todo tipo de violencias que son conocidas  por la ciudad y los mismos entes de control del Estado colombiano: expulsó a grupos de familias de sus hogares; tumbó ranchos y casas; sacó a los abuelos enfermos y con sus tanques de oxígeno a la calle; echó y destechó a mujeres embarazadas, a niñas y niños; usó la fuerza policial (Esmad) para producir desalojos muy violentos, muchos de ellos evidentes en los titulares de los diarios locales y prensa nacional; hizo de la vida cotidiana de estas comunidades miserables al ponerlas en todo momento en la incertidumbre del despojo y el desalojo. Violencias físicas y simbólicas fueron el orden del día y de cada día durante estos largos años.

Los altos recursos asignados al PJAOC para resolver el fenómeno de poblamiento del dique terminaron enredados e investigados, como lo indican los informes de la Contraloría General de la República* y la Procuraduría. Pasó casi una década de implementación del PJAOC y tanto la sociedad caleña como los entes de control, no percibían los resultados esperados, puesto que cada año, los agentes al frente de éste plan sacaban todas las excusas para extender la fecha en la que la ciudad tendría un dique desocupado y despejado: primero dijeron que tendría todo solucionado en 2015, luego que en 2017, luego que en 2019. En general, bajo los alcaldes de turno entre el 2012 y el 2019, el Plan Jarillón no ofreció soluciones estructurales, pero si produjo la desazón de los actos violentos del Estado contra las comunidades. Por ejemplo, un caso muy conocido de desalojo violento se dio en el asentamiento Venecia-Las Vegas entre el 2015 y el 2016**. Nadie dormía tranquilo y la atmósfera de turbación constante que envolvía la vida en estos asentamientos, impedía que las gentes pudieran apreciar y disfrutar con tranquilidad del firmamento nocturno encapotado de estrellas, ni del cúmulo estelar de las Pléyades. 

Aunque los desalojos fueron increíblemente violentos, tal vez, uno de los hechos más significativos y donde no hubo confrontación y que produjo un quiebre en esta historia, se presentó en 2019, cuando por decisión de los agentes del Plan Jarillón y resultado de discusiones hasta altas horas de la madrugada, se dispuso llevar a cabo el desalojo con máquinaria y la destrucción de varias casas, entre ellas, la del presidente de la Junta de Acción Comunal de los Samanes del Cauca.

Por lo que me contó éste líder de comunidad, la tristeza y la indignación fue increíblemente inmensa al ver cómo su casa construida por largos años y con tanto esfuerzo, fue derribada, arruinada y vuelta añicos por una decisión arrogante del mandatario político local y de los agentes de turno del PJAOC. Esto no solo afectó a toda la comunidad de Los Samanes del Cauca, sino que produjo desazón de desconfianza, rabia e impotencia. Hasta su perro murió unos días después, de pena y tristeza, echado entre los escombros de la que era también su casa. Esta desgracia fue real, vivida en cuerpo y alma. Recordarlo, recupera lágrimas y dolor.

Casas como estas, fueron destruidas en 2019.
Foto: Hernando Uribe Castro, 2017.
Pero como el Ave Fénix, la fuerza de la comunidad es increíblemente grande cuando cree en sus líderes y cuando el líder ha demostrado voluntad de servicio social y de apoyo mutuo. A pesar de cualquier destrucción, del mal gobierno, de las nefastas decisiones, cuando los líderes son líderes, se levantan. Y esto fue lo que sucedió efectivamente. Como si la destrucción de su casa y las casas de toda su comunidad, dieran el valor y la claridad para actuar y salir fortalecido. Apoyado siempre por todo el grupo de lideresas que lo acompañan, mujeres que no han dejado de trabajar por ellas, por sus familias y por la comunidad.

Desde tiempo atrás, los habitantes de Los Samanes del Cauca venían trabajando en unas iniciativas para resolver la situación, pero nunca fueron atendidas ni tenidas en cuenta, ni escuchadas por los mandatarios de turno. Para superar esta indiferencia gubernamental, la comunidad estableció alianzas estratégicas con la academia, con líderes políticos, con periodistas, con grupos de ayuda, y con reconocidos estudiosos de los temas de tierra en esta región.

Y entre esas alianzas estuve yo con mi equipo de investigación (Grupo de Investigación en Conflictos y Organizaciones) de la Universidad Autónoma de Occidente, no solo reconstruyendo la historia y el proceso de poblamiento, sino demostrando con firmes argumentos las falencias, carencias e inconsistencias de la institucionalidad y el mal manejo que se venía ofreciendo como respuesta a los asentamientos informales en la ciudad, y especialmente en el jarillón.

Se publicó un libro titulado “Ciudad desbordada. Asentamientos informales en Santiago de Cali”, en donde consignamos los principales resultados de nuestra investigación. Resultados que tienen efectos reales cuando en mayo de 2020 me llegó una gran noticia: los líderes y lideresas de los Samanes del Cauca habían logrado incluir nuestras propuestas y sus propias iniciativas para resolver el conflicto del dique del río Cauca en el Plan de Desarrollo del actual gobierno municipal y en la política pública para el manejo de los asentamientos informales de la ciudad.

"Ciudad desbordada. Asentamientos informales en Santiago de Cali"
Hernando Uribe Castro, Germán Ayala y Carmen Jimena Holguín
Un gobierno municipal que, con voluntad política y sentido humano, cambió el personal del Plan Jarillón y transformó todo el discurso de guerra y arrogancia anterior. Ahora, al escuchar a los nuevos agentes al frente de este plan y de las secretarías municipales, se encuentra uno con otra forma de comprensión, otra manera de abordar el asunto, donde se percibe el respeto, la dignidad y la empatía con las comunidades. 

Un discurso que platea una solución estructural que, de concretarse, será sin duda alguna, no solo una solución para esta ciudad y para las familias, sino también un modelo interesante que puede ser compartido con otras realidades latinoamericanas. Un modelo de solución basado en la construcción de un sector rural donde el eje son las Viviendas Productivas Rurales Sustentables. Un modelo que beneficiará a más de seiscientas (600) familias.

Este puede ser un claro ejemplo del renacer de una nueva humanidad basado en el diálogo, la colaboración, el apoyo, el respeto, el amor y la dignidad. Estamos para ver el “Renacer de los Samanes del Cauca”. Una comunidad de tradición campesina que ahora tiene una solución estructural acorde a su particularidad. Un renacer que marca la ruta de una lucha de larga data, de la Existencia, la Resistencia y la Rexistencia.

Un renacer de unos seres conectados entre sí y con la tierra. Una tierra nueva que liberará de los dolores del pasado, que sacará las rabias trancadas de los pechos, que dispensará de la indignación por la incertidumbre y la tragedia. Un renacer donde seguramente los árboles de Samán, los cultivos familiares, las flores, las rosas, las aves y demás especies darán la bienvenida a todos y todas que lleguen a esta nueva comunidad.

Un Renacer de Los Samanes del Cauca donde la tierra será vida, y la vida será vivida, por fin, con serenidad.  Un renacer donde se recuperará el sueño, la esperanza, la tranquilidad y la credibilidad por un buen vivir. Donde el cielo encapotado de estrellas y donde el cúmulo estelar de las Pléyades estará allí observando y vigilante desde la distancia, del renacer de la vida, del amor y el sosiego en esta porción de planeta Tierra, en esta porción de sistema viviente.


Adriana Quiceno, Gloria Quintero y Hernando Uribe Castro
Foto tomada en 2016
Yoider Gómez, presidente de la JAC y lideresas del sector
Foto: Hernando Uribe Castro, 2013.
________________
* Ver: https://www.cali.gov.co/documentos/1384/informes-contraloria/genPagDocs=3
También ver: https://90minutos.co/contraloria-cuestiona-presuntas-irregularidades-en-obras-del-jarillon/
** Ver noticia: https://www.youtube.com/watch?v=xI2TRdJ62Eg

viernes, 22 de mayo de 2020

ASÍ ESTAMOS EN EL MES DE MAYO DEL 2020


ASÍ ESTAMOS EN EL MES DE MAYO DEL 2020

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales


Hacemos parte de un mundo social donde una masa de seres humanos para poder existir, tiene que obedecer las reglas y los requerimientos impuestos por el capital y sus agentes dinamizadores. Cada individuo entrega su fuerza física, su capacidad intelectual y su práctica  al trabajo desempeñado en estas empresas, industrias y corporaciones para que estas puedan crecer y sostenerse económicamente; el sistema económico -“regulado” por el Estado- ofrece a cambio de ello, un salario valorado en pesos mínimos (según el oficio desempeñado): con este salario, los individuos tienen que sobrevivir, pero también tienen que adquirir del mercado los servicios que estos prestan mediante el sistema de compras (alimentos, servicios, productos, lujos, diversión...). Y en estas se la pasa la sociedad día a día. C. Marx, en su momento, describió muy bien las bases esenciales de este proceso.

Al llegar el Covid 19, esta maquinaria de sistema mundo capitalista casi se paralizó. Un virus que se expandió exponencialmente por todos los países y cuyo modo de contagio se producía de forma muy fácil. En pocos días, el número de enfermos y muertos aumentaron las tasas e indicadores de morbilidad y mortalidad: al 20 de mayo la situación era 4.6 millones de enfermos en todo el mundo, 323 mil muertos. Los gobiernos, por sugerencia de la Organización Mundial de la Salud, confinaron en aislamiento a casi la totalidad de la sociedad mundial, sin saber cómo proceder. Todo se paralizó por varias semanas. Entonces, para no detener el sistema y evitar su colapso y declive, se implementó el teletrabajo.

Millones de personas -con posibilidades de conexión a Internet y dispositivos- entraron en esta lógica y bajo cuarentena. Desde sus casas teletrabajaron, abrieron las puertas de la intimidad de su hogar a las corporaciones. Otros millones de seres humanos, sin esta posibilidad, tuvieron que encerrarse en casa (si tenían por supuesto casa) con la ansiedad, la preocupación y la incertidumbre, y sobre todo con la esperanza de recibir alguna ayuda, apoyo o acto de buen de corazón de parte de amigos, vecinos, familiares o del Estado. El mundo durmió temeroso y en silencio, mientras los animales se tomaban el lugar público de los humanos.

En algún lugar del mundo, desde la Casa Presidencial, un hombre se vio obligado a tener colgada la banda de presidente, a tener que sentarse al lado de la banderita y pegarse a la espalda la pintura del General Bolívar todos los días para salir en televisión, y para que la sociedad le creyera que él, era el presiente. Frente a la pantalla anunció ayudas, mientras por fuera de ellas realizaba gastos suntuosos y compra en armamento: compró armas para enfrentar los futuros disturbios y paros sociales que se le venían encima por su ineptitud e incompetencia; gastó el dinero de la paz en publicidad para subir su rancia imagen en las encuestas; contrató funcionarios éticamente cuestionados y cuestionables por antecedentes criminales; favoreció con ayudas a los banqueros y grandes empresarios; liberó a peligrosos delincuentes que estaban en las cárceles; algunas ayudas que se suponían iban dirigidas a los más necesitados, quedaron atrapadas en redes de corrupción; unas más, se fueron a beneficiar a los ciudadanos muertos; Otras ni siquiera salieron de los fondos del Estado. 

Incluso, mantuvo abiertas y funcionando las empresas extractivas, deforestadoras y de monocultivos,  todas ellas destructoras de vida y de naturaleza. Por ello, mientras la sociedad civil y los defensores de derechos estaban en aislamiento obligatorio (indignados y exponiendo sus denuncias en Internet), los conflictos ambientales se profundizaron porque los crímenes ambientales no se detuvieron, así como tampoco se detuvieron los asesinatos selectivos a líderes sociales y ambientales.

Los pequeños comerciantes y grupos de familias buscaron por todos los medios para mantenerse vivos y a salvo. Se vieron obligados a no cumplir con la orden de aislamiento para resolver sus problemas económicos (personales y familiares) del día a día. Pero la enfermedad seguía su expansión, y los índices de enfermos y muertos empezaron a sumar exponencialmente.

El dólar trepó los valores más altos mientras el peso colombiano se devaluó. El valor del petróleo en el mundo estuvo por debajo con cifras históricas arrastradas por el suelo; las pérdidas económicas de muchas empresas de sectores como turismo, aerolíneas y comercio cayeron. Por ello, la presión de las corporaciones y empresas no se hizo esperar en la puerta y entrañas de la casa presidencial. Exigieron abrir la economía y terminar con la cuarentena de la sociedad. Para estos hombres de negocio, era más importante que la economía funcionara y que la gente trabajara y gastara, así se reportaran unos cientos de miles de muertos. Esos muertos, según ellos, no significaban nada para la economía. Para ellos, las pérdidas de vidas no eran más importante, que el declive del sistema.

Entonces, como medida "inteligente", con el virus en su mayor pico haciendo estragos en las calles, plazas y mercados, desde Casa Presidencial se dio la orden para abrir de plena puertas a los sectores económicos, y se mandó a la gente a la calle, al trabajo y a los espacios del comercio para que todo volviera a funcionar, tal y como siempre: efectivamente así sucedió. En pocos días, la curva de muertos y enfermos se tornó en línea recta-directa hacia el techo. Salvar la economía se volvió prioridad y en acto de efectividad. Jugar con la necesidad humana, fue parte de esa estrategia.

Esta es la humanidad que enfrentamos. Esta es la miseria de mundo social de la que hacemos parte. Para los dinamizadores y agentes del capital, la vida de un ser, de una planta y de un animal no valen nada. Lo que para ellos importa, es el fluido y la acumulación del capital. Un capital que ya no representa su valor en oro físico, sino un efecto de ilusión basado en cuantas posesiones y ceros acompaña el dígito en una bases de datos de las entidades financieras. Una economía que es ficticia y que produce magia social, capaz de imponer en la estructura mental su existencia.

¿Habremos aprendido algo?

  

lunes, 11 de mayo de 2020

RETOS QUE AFRONTA LA CIUDAD DE CALI DE CARA A LA CRISIS POR PANDEMIA

Retos que afronta la ciudad de Cali de cara a la crisis por pandemia

Por:
Hernando Uribe Castro
Doctor en Ciencias Ambientales


Habría que iniciar esta reflexión explicando que no existe un reto principal, sino un conjunto de retos principales que Cali -como ciudad región colombiana-, enfrenta en este escenario de Covid 19.

Y pienso que es necesario indicar que además de los desaciertos y de las prácticas de corrupción vistas en las esferas del gobierno nacional en cuanto al manejo de la situación de pandemia, así como de los problemas estructurales relacionados con las deficiencias del sistema de salud (falta de hospitales, escasa bio-seguridad, paupérrimos recursos económicos, carencia de equipamientos, escaso personal médico y malas remuneraciones salariales), la ciudad enfrenta otros retos que igualmente inciden en el hecho de que en ella se presente un número importante de personas contagiadas, aumento de enfermos en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y un alto índice de muertos. Datos que cambian todos los días, pero que además expresan una lucha entre quienes defienden la veracidad de los datos oficiales y quienes consideran que estos datos oficiales, a pesar de provenir de las instituciones del Estado, son datos parciales y que no ofrecen un conocimiento de las verdaderas dimensiones de la gravedad de la situación.

Ahora bien, he querido indicar primero que Santiago de Cali es una ciudad muy particular, pues carga consigo la marca del pasado de ser un nodo espacial (nodo regional) que conecta dinámicas y movilidades hacia distintos destinos del país. Esta urbe conecta el interior del país con Buenaventura (ciudad puerto que empieza a marcar un alza en nuevos contagiados) y toda la zona del Pacífico; con el Eje Cafetero y el centro del país donde se encuentra la capital, Bogotá; y con la zona sur, por la cadena de los Andes hacia países como Ecuador y Perú (lugares fuertemente afectados por la pandemia). Esta situación determina que cualquier flujo humano migratorio -con posibilidad de contagio- que venga desde el sur de Colombia y se dirija hacia el centro o el norte del país y del continente, tenga que pasar necesariamente por Cali. Un ejemplo de ello ha sido la migración de grupos de venezolanos que escaparon de la grave situación de salud en Ecuador por la pandemia y que hicieron de Cali, un sitio obligado de paso, porque habían decidido regresar a su lugar de origen. Muchos de estos viajeros se quedaron y pernoctaron aquí para continuar su marcha hacia el nororiente. Esto fue percibido por las autoridades como un gran riesgo de propagación del virus en la ciudad. Por ello se vio a la alcaldía de Cali contratando buses para repatriar a estas personas (lo que se dio a conocer como "Corredor humanitario"). Pero esto implica unos altos costos económicos para el municipio, que ninguna alcaldía podría soportar. A pesar de estos esfuerzos, es claro que no todas estas personas provenientes de un Ecuador bastante afectado, y que estuvieron expuestas a la posibilidad de contagio, fueron repatriadas.

Otro elemento que complicó la situación ha estado marcado por el comportamiento de algunos ciudadanos que viven en Cali y que perciben el virus como algo distante en sus vidas y no acatan las normas establecidas de salud, seguridad y protección (propia y colectiva). Esto es un efecto que se percibe en toda la ciudad y en todos los sectores. Reproducen el efecto del que trata la fábula de Rafael Pombo “El renacuajo paseador”: personas que a pesar de las advertencias de la letalidad del virus, no acatan las normas y exponen sus vidas a un alto riesgo: hacen fiestas clandestinas; salen a pasear los fines de semana a sus casas de campo; caminan por las calles sin protección; se citan en lugares ocultos para quebrantar la norma.

La pregunta de fondo frente a este tipo de comportamiento es ¿Cómo exige el Estado a una población que se comporte de tal manera (por ejemplo en cuarentena y aislamiento), si sus mismas instituciones han estado ausentes en la vida cotidiana de muchos ciudadanos? ¿qué se puede esperar de un Estado cuya debilidad y presencia se nota en buena parte del territorio nacional, y donde la ley no es la ley del Estado sino de los grupos que controlan territorios y población? Es notoria la desobediencia de determinados grupos por mantener el control de sus espacios y sus economías. Incluso, ha llamado la atención, especialmente, el tráfico de drogas que ven en las medidas de aislamiento las mejores oportunidades para garantizar la producción y distribución. Todos los días aparecen titulares en los medios de comunicación que dan cuenta de las detenciones a vehículos de carga, avionetas, autos particulares, bicicletas, ambulancias y hasta servicios de domicilios por el transporte de estupefacientes.

Otro de los retos que enfrenta esta ciudad de cara a la pandemia está en que ésta posee grandes desigualdades sociales e inequidades económicas. Cali, además de ser una ciudad segregada, es una urbe cuyos bordes urbanos y algunas zonas marginales expresan formas de ocupación informal que muchas veces quedan por fuera de los apoyos y las ayudas. Algunos de estos sectores no aparecen en las cartografías oficiales del Estado. La informalidad barrial en Cali es significativamente alta. Por ejemplo en 2018 se decía que: "En las 133 invasiones que hay actualmente en Cali habitan 150.000 personas, de las cuales al menos un 40% se encuentra en zonas de alto riesgo no mitigable, es decir, cerca de 62.000 personas"(1). En algunas urbanizaciones construidas recientemente para resolver el problema de los asentamientos informales, se hicieron casas o apartamentos entre 28 y 35 m² donde habitan por lo menos, tres y cuatro personas. Santiago de Cali no es una ciudad homogénea (continua), sino una urbe de retazos (discontinua), jalonada y alargada espacialmente por el juego de intereses económicos de grupos privados que luchan por el monopolio del mercado del suelo.

Conviene reflexionar un momento sobre cómo la situación de pandemia ha dejado ver -con mayor claridad-, los problemas estructurales que enfrenta el planeamiento urbano. Este es un hecho estructural que afecta y que tiene que ver con la forma histórica de la distribución espacial de la ciudad, así como de su morfología urbana. Estamos ante un excelente ejemplo de una urbe desigualmente ocupada. Pequeñas zonas con alta densidad de población y grandes zonas con muy baja densidad de población. Inequidades socioespaciales que ponen en evidencia además, la inequidad en la distribución de las condiciones y beneficios ambientales. Las zonas densamente pobladas (especialmente en el oriente) carecen de espacios públicos, parques, espacios arborizados y amplias áreas para el esparcimiento. Los habitantes viven "arrumados", casa tras casa, y por tanto se exponen fácilmente al contagio. Existe muy poco espacio público por habitante. Así mismo, existen sectores populares cuyas condiciones de vida enfrentan graves problemas ambientales y de salubridad. No es raro que esta ciudad sea una con los mayores índices de enfermedad por Dengue. Distinto es lo que sucede en otras zonas (como por ejemplo en el sur de la ciudad) donde hay más espacio público, más parques, amplias zonas verdes y lugares de esparcimiento. La proporción de espacio público por habitantes es mucho mayor.

              
Sector oriente de Cali
Sector sur de Cali

Hace algunos años, hablo de 2013, en un artículo que publiqué con Franco(2), hacíamos cuentas del espacio público por habitante, según los datos obtenidos de los informes de la Oficina de Planeación Municipal, y observábamos que al 92% de los caleños le correspondía en ese entonces 2,6m² por persona y al 8% le correspondía el 20,64 por persona (Uribe y Franco, 2013, p. 86). Imagino que estos valores de alta inequidad espacial en el presente no han variado, teniendo en cuenta lo que ha sucedido con la expansión urbana en los últimos años.

En este sentido, todo sucede como si la segregación socioespacial de la ciudad de Cali se correspondiera con la segregación de la calidad ambiental y la salubridad. Cali, como ciudad región, tiene problemas de insustentabilidad y, por su puesto, para muchos ciudadanos del derecho de vivir la ciudad en condiciones de dignidad y de salud.

Querría insistir en la idea aquella que he venido planteando y que establece que el Covid 19 dejó ver que la enfermedad y su propagación también dependen tanto de las condiciones sociales como de las ambientales. Y que en este sentido, aquella población que se encuentran en situación de mejor localización y de entorno urbano-ambiental, tiene mayores posibilidades de protección contra la pandemia.

Una pandemia, cuyos escenarios futuros de propagación para esta ciudad -de no manejarse del modo correcto, honesto y decidido-, alcanzará unos niveles de increíble gravedad(3).


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1El País, (2018). 62 mil personas que viven en invasiones de Cali están en alto riesgo. Junio 12 de 2018.
2. Uribe Castro, H. & Franco, L. (2013). Espacio público, resignificación y neoliberalización en Cali. En: Revista geográfica No. 154, julio-diciembre de 2013. 
3. El País, (2020). Seis posibles escenarios sobre el avance del Covid 19 en los próximos meses en Cali.  En línea:https://www.elpais.com.co/cali/seis-posibles-escenarios-sobre-el-avance-del-covid-19-en-los-proximos-meses-en.html?fbclid=IwAR0RHP2o48E6-l2XIQmFwzdepubiY-63V6u03MZaPQhqwmDY2fF4OCQZvXY