Este es un espacio que propone reflexiones y debates sobre la inter-retro-conexión sociedad en la Naturaleza y la Naturaleza en la sociedad.

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sábado, 30 de julio de 2016

LAS LADERAS DE CALI: CONSTRUCCIÓN DE UN DESASTRE AMBIENTAL

Las laderas de Cali: construcción de un desastre ambiental

Por
Hernando Uribe Castro[1] y Luis Hernando Hidalgo[2]


Se trata de la ciudad de Santiago de Cali, capital del Departamento del Valle del Cauca en Colombia. Una ciudad cuyo crecimiento urbano se ha dado sobre las más distintas zonas de alta fragilidad ambiental, como zonas de inundación, antiguos cauces de ríos, rellenos de lagunas, fallas geológicas, entre otros lugares. Su expansión planificada actual hacia el sur, precisamente por la valorización que el Estado y las empresas inmobiliarias le han asignado a estas tierras, va incorporando áreas de antiguas zonas de amortiguamiento de bosques, cultivos y humedales.

En los últimos años, en esta ciudad, la discusión sobre el riesgo ambiental ha sido más álgida con respecto al caso del dique del río Cauca al oriente –un dique de protección que ha sido poblado por más de 30 años-, y poco se ha tratado el tema del proceso de poblamiento que se presenta sobre las zonas de laderas en el occidente. Muy seguramente por razones políticas y económicas más que socioambientales.

Un fenómeno de poblamiento que tiene origen desde principios del siglo XX con la construcción del Ferrocarril del Pacífico, cuando algunas comunidades  llegaron a la ciudad con el ánimo de mejorar sus condiciones de vida. Luego, las oleadas migratorias de población desplazadas por la violencia producto del conflicto armado y por los megaproyectos que se hicieron en nombre del desarrollo. Zonas que se convirtieron en única alternativa para acceder a un techo.

Sector Los Chorros, Cali.
Foto de Luis H. Hidalgo, 2016

Con el paso del tiempo, este crecimiento urbano ha logrado tomarse increíblemente las colinas, así como ha ido trepándose sobre las montañas, a tal punto, que hoy en día, logra asomarse en lo más alto de las faldas de los Farallones de Cali. Los diversos tonos de color verde de las colinas imperantes en tiempos anteriores, van diluyéndose entre las tonalidades de grises, cafés y de todo el multicolor producido por la dinámica de la ciudad. Las montañas que en tiempos anteriores se perdían bajo la oscuridad de la noche, hoy desde cualquier punto de la ciudad se perciben como universo cargado de estrellas que como constelaciones palpitan incesantes.

En el día, solo vasta llevar la mirada sobre el occidente de la ciudad, en donde el sol se pone cada tarde, para darse cuenta de este crecimiento urbano desmedido, pues la ciudad es como un gigante pulpo que va extendiendo, poco a poco, sus enormes tentáculos sobre las faldas de la cordillera Occidental.

Un proceso de urbanización que combina toda clase de población y de construcción. Hace presencia aquí los asentamientos legales e ilegales, barrios oficiales y barrios piratas, e incluso, edificios de apartamentos, conjuntos cerrados, urbanizaciones para familias de estratos socioeconómicos altos.

La ciudad ha enfrentado en los últimos años la “Ola de calor y sequía”, pero las agencias como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de ColombiaIDEAM- ya han empezado a considerar la posibilidad de la llegada de la “Ola de invierno”,una fuerte temporada de lluvias, que de darse en los niveles que se pronostican, puede producir afectaciones, deslizamientos y desprendimientos de las laderas como montañas que se escurren como lava hacia abajo, sobre todo porque su capa de protección vegetal ha sido afectada a lo largo del tiempo, y de modo especial, en esta temporada de sequía por la constante tala del bosque, deforestación e incendios.

Hasta el momento no se escucha nada de parte de las autoridades con respecto al planteamiento de planes y programas de mitigación de riesgo, o de preparación para los eventos a los que se expone la ciudadanía ante eventos posibles de catástrofe por sismos, derrumbes, lluvias incesantes, etc. Los pobladores de esta ciudad parecen estar desprotegidos y desinteresados del tema.

A medida que avanza la ciudad hacia las zonas altas de la ladera, se van produciendo un conjunto de problemáticas y conflictos ambientales. No solo por los procesos de deforestación sino de afectación de las cuencas hidrográficas existentes sobre este territorio, que son varias, y que se descuelgan buscando el río Cauca. Deforestar y afectar los ríos implica afectar también la fauna y la flora existente.

En casos como el río Pance, la urbanización no se detiene y avanza incesante hacia las zonas más altas y de protección, precisamente por el mercado de la tierra su valorización. Se está interviniendo esta cuenca en nombre del “desarrollo” y el “progreso”, así como en su momento se intervinieron otras como la del río Cali y Aguacatal, para hacer de ellas espacio de una geografía del turismo, espacios de vida para las clases medias altas por los beneficios ecosistémicos y paisajísticos que ofrece. En otras zonas como Siloé, los Chorros, Montebello, Terrón Colorado, entre otros, los beneficios de ocupar estar áreas están relacionadas con el atractivo ofrecimiento de servicios básicos a costos menores (agua, alcantarillado, energía, techo, entre otros,). 

De este modo, en las laderas de la ciudad de Cali, lo urbano se va adentrando hacia lo rural y lo rural empieza a configurarse con los rasgos urbanos. Construcciones, vías, viviendas, personas, extensión de redes de acueducto, alcantarillado, de energía, etc. Suelos, antes fértiles para la protección y conservación forestal, ahora cubiertos de cemento.

La gestión del recurso hídrico presenta graves problemas en tanto no solo se da una fragmentación de competencias de los entes administrativos y del Estado sino también que los distintos planes de desarrollo parecen ruedas sueltas de los Planes de Ordenamiento Territorial y estos, a su vez, de los Planes de Ordenación de las Cuencas Hidrográficas. Planes, planes y planes, que parecen estar escritos en papel mojado, sin coordinación, integración y eficiencia. Ruedas sueltas como sueltas las instituciones del Estado responsables del orden y control territorial.

Cada día, una nueva casa, una nueva urbanización, un nuevo barrio, una nueva obra y un bosque menos. Las colinas arrasadas por la urbanización, la extracción de materiales. Los ríos, fuentes vitales para la sustentabilidad del agua y de la alimentación, ahora urbanizados y privatizados. No existe una gestión integrada del territorio. Parece ser un evento incesante y sin posibilidad de control. Se va construyendo así, poco a poco, día a día, un desastre ambiental de magnitud impensable, ante la vista de todos, de la sociedad civil, de las autoridades y de los empresarios.

Se presencia entonces, todo un proceso de degradación ambiental urbana entendida como el resultado histórico de las constantes intervenciones y acciones humanas que someten el territorio a presiones y que van generando transformaciones y afectaciones a las condiciones propias de los ecosistemas, para dar paso a la configuración de estructuraciones urbanas.


Foto: Hernando Uribe Castro y Luis Hernando Hidalgo, 2016




[1] Magíster en Sociología. Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad del Valle. Profesor Departamento de Ciencias Ambientales, Universidad Autónoma de Occidente.
[2] Estudiante de Ciencias Sociales, Universidad del Valle.

miércoles, 27 de julio de 2016

EL PROCESO DE OCUPACIÓN DEL JARILLÓN DEL RIO CAUCA COMO CONFLICTO SOCIOAMBIENTAL

EL  PROCESO DE OCUPACIÓN DEL JARILLÓN DEL RÍO CAUCA COMO CONFLICTO SOCIOAMBIENTAL

Por
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología
Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales

El proceso de poblamiento del dique (jarillón) del río Cauca en la ciudad de Cali puede considerarse como un conflicto socioambiental que muestra el desarrollo histórico de crecimiento urbano descontrolado, de la segregación urbana, del racismo ambiental, de la debilidad del Estado y de la ineficacia de unas elites políticas y económicas de proyectar y garantizar una ciudad sustentable y resiliente.

La historia de este conflicto se tiene que buscar en el momento en que los agentes del capital agroindustrial y los del Estado-Nación colombiano empiezan, desde los primeros años del siglo XX, la intervención del ecosistema del valle geográfico del río Cauca a partir de un conjunto de obras como diques, canales y luego embalses para controlar las aguas del río Cauca con tres objetivos precisos: 1) el control de las inundaciones producidas por el río Cauca; 2) para integrar estas tierras a la siembra de cultivos de cultivos comerciales como la caña de azúcar; 2) y para el negocio de la producción de energía con la construcción del Embalse la Salvajina en la década del ochenta.

Esta intervención sobre este importante río produce lo que he denominado en su momento el territorio diseñado por el capital agroindustrial y el Estado-Nación moderno (Uribe, 2014)*. La canalización del río Cauca conllevó a que muchas tierras que antes estaban ocupadas por humedales, madreviejas y ciénagas fueran desecadas e incorporadas, bien para procesos agrícolas, o, bien para sacarle renta a partir del proceso de urbanización.

En la ciudad de Cali, la construcción del jarillón permitió que la ciudad creciera y se expandiera hacia el oriente en donde se instaló un número singnificativo de población migrante. Aparecen en estas áreas distintos tipos de barrios entre legales, semilegales, informales, piratas e “invasiones”. Todo esto que empieza a manifestarse desde los años sesenta se alarga hasta el presente. Mientras que las zonas orientales eran tragadas por estos procesos de urbanización, en las zonas de laderas se presentaba también el incremento de barrios que, en estas mismas condiciones de legalidad e ilegalidad, iban trepándose sobre las montañas.

Las primeras ocupaciones que se presentaron en el dique del río Cauca se dieron en la zona de Floralia hacia finales de la década del setenta y principios del ochenta y poco a poco el proceso se extendió sobre otros sectores de este largo cinturón de protección de inundaciones. Los datos más recientes dados por la Procuraduría General de la Nación, dan cuenta de que hoy en día existen alrededor de 8.777 viviendas (algo más de 50.000 habitantes).

Los programas de reubicación promovidas por el Plan Jarillón no dan abasto puesto que son elaborados con gran deficiencia y porque se hacen sin contar con la participación de estas comunidades. En los periodos de alcaldes anteriores la solución planteada fue el uso de la fuerza pública para despejar el dique, que al poco tiempo volvían a ser ocupados.

Alternativas como la reubicación tampoco han logrado resolver este conflicto, pues la proporción reubicada es mínima con respecto a la proporción total de familias existentes y asentadas sobre este cinturón de protección del río Cauca. Muchas familias provenientes de contextos campesinos -victimizadas primero por el conflicto armado que los desplazó y luego re-victimizadas por las autoridades y medios de comunicación como “invasores”, “indeseables” y otros adjetivos-, se oponen a un traslado en casas de 28m2.

La situación se agrava en tanto, una ruptura del dique en aquellos lugares muy sensibles a los impactos de una creciente del río Cauca, traería consecuencias muy negativas para toda la ciudadanía, con altos costos, seguramente mayores a los valores de si se hiciera unos procesos de traslado, relocalización y/o reubicación con trato humano, participativo y digno para las familias re-victimizadas, que requieren de verdad, la atención de parte de las políticas públicas del Estado. En jarillón, por supuesto, que también existen oportunistas así como, probablemente, políticos que se benefician de esta situación de alto riesgo a la hora de los votos populares.

Algunas comunidades, como en el caso de Los Samanes del Cauca, han propuesto soluciones a la espera de ser atendidas por las autoridades competentes.

Este es un claro ejemplo de conflicto socioambiental donde se está a la espera de una justicia social y ambiental que favorezca a las familias protegidas por los marcos legales constitucionales, así como a toda la ciudadanía y la ciudad. Lo que antes había sido invisibilizado hoy hace parte de las discusiones, debates y preocupaciones como asunto público.
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*URIBE CASTRO, Hernando. (2014). De ecosistema a socioecosistema diseñado como territorio del capital agroindustrial y del Estado-nación moderno en el valle geográfico del río Cauca, Colombia. En: Colombia, Revista Colombiana de Sociología. Ed.: Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá v. 37, fasc.2 pp.121-157.



martes, 21 de junio de 2016

¿SOCIEDAD ANESTESIADA FRENTE A UN MUNDO EN DESTRUCCIÓN?

¿SOCIEDAD ANESTESIADA FRENTE A UN MUNDO EN DESTRUCCIÓN?

Por
Hernando Uribe Castro
MS.c en Sociología y Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales, Universidad del Valle
Miembro del CIER, Profesor Facultad de Humanidades

Las Corporaciones siguen con su ataque enérgico contra la naturaleza y los gobiernos continúan autorizando sin control alguno, o con deficiente control, la actividad extractiva en sus territorios. Las actividades mineras, los monopolios agrícolas, la extracción desmedida de peces del mar, la expansión ganadera sobre ecosistemas frágiles, la deforestación, tala y destrucción de bosques, selvas es incesante, la contaminación de fuentes de aguas superficiales y subterráneas no para. Los datos muestran que entre el 1 de enero y el 15 junio del 2016 se habían deforestado 2.371.006 has; 3.192.015 hectáreas de tierra se habían perdido por erosión de suelos; se tenían 16.935.358.647 emisiones de CO2; se habían desertificado 5.470.999 nuevas hectáreas y se habían liberado 4.464.507 químicos tóxicos en aire, suelo y agua por las industrias (http://www.worldometers.info/es/)

La sociedad en su conjunto está anestesiada y, en casos extremos indolente, metidas en sus mundos (fútbol, moda, videojuegos, solucionando problemas cotidianos, etc.) y en sus fantasías (famosos, héroes, farándula, espectáulos), muchas veces sin querer darse por enterada de esta realidad. El consumismo global sigue en aumento exponencial. Según proyecciones al 2030, en promedio, cada una de las personas de ese entonces, producirá 1,42 Kg de basura urbana al día, más del doble de lo producido hoy (0,64 Kg)” (Dinero, 29-08-2015).

Solamente los registros de la temperatura global han mostrado en los últimos años una marcada tendencia al incremento, tal como lo ha señalado en los últimos meses la Nasa y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Por ejemplo, la Agencia EFE informa que: “La temperatura global rompió nuevos récords en mayo (2016), lo que convirtió la primavera en el hemisferio norte en la más cálida que se haya registrado [...] La temperatura global en la superficie terrestre en mayo ha estado 0,95 grados centígrados por encima de la media correspondiente a este mes, un salto con relación al incremento de 0,2 grados que se reportó para el mismo mes del año pasado, según datos de la NASA, una de las fuentes de referencia para la OMM” (EFE, 20 de junio de 2016).

Según Agencia EFE, el director del Programa de Investigación de Clima Global de la OMM, David Carlsson, en una rueda de prensa dijo: el mundo lleva 370 meses consecutivos de temperaturas más y más calientes en la superficie terrestre. “Esto significa que cualquier persona que tenga ahora treinta años a menos nunca pasó un mes más frío que la media, sólo meses más y más calientes desde su nacimiento”, aseguró el experto. (EFEverde). Esto está relacionado con los datos proyectados sobre muertes prematuras por calentamiento global. Según el recientemente informe titulado Cambio climático y salud, actuando frente al cambio climático para mejorar la salud de las personas y del planeta, se dice que:el aumento de fenómenos meteorológicos extremos proyectado para 2030 podría causar 60.000 muertes prematuras anuales” (EFEverde).

Según lo ha expresado el Informe de Riesgos Globales 2016 del Foro Económico Mundial, los riesgos con el mayor impacto potencial en 2016 son en su orden: 1º. La falta de mitigación y adaptación al cambio climático; 2º. Las armas de destrucción masiva; 3º. La crisis del agua; 4º. Las migraciones involuntarias a gran escala; 5º. Shock en el precio de la energía. Por su parte, los riesgos en términos de probabilidad son: 1º. Las migraciones involuntarias a gran escala; 2º. Los fenómenos meteorológicos extremos; 3º. La falta de mitigación y adaptación al cambio climático; 4º. El conflicto interestatal con consecuencias regionales: 5º. Los grandes desastres naturales (ver el resumen ejecutivo aquí: http://www3.weforum.org/docs/Media/GRR16_ExecutiveSummary_ES.pdf)

Y lo más complicado es que quienes defienden la naturaleza y las comunidades se encuentran en una situación de peligro por sus vidas. El informe más reciente de la ONG Global Witness mostró algunas cifras: 185 defensores de la tierra y el medio ambiente fueron asesinados en 2015, en 16 países. 66 % de las víctimas son latinoamericanas […] Brasil (con 50 asesinatos), Filipinas (con 33), Colombia (con 26), y Perú y Nicaragua (con 12 cada uno) (El Espectador, 20-06-2016).

El mundo cuenta ya con suficientes pruebas para darse cuenta de que algo extremadamente grave está pasando con el planeta Tierra y que es la vida humana, y la de todas las especies, las que se encuentran en alto riesgo de desaparecer ¿por qué entonces no se actúa responsablemente con el planeta y con la trama de la vida?

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Publicado por el Periódico El Pueblo, 9 de Julio de 2016.





viernes, 13 de mayo de 2016

UN FUTURO AMBIENTALMENTE INSUSTENTABLE PARA EL MUNICIPIO DE CALI

Un futuro ambientalmente insustentable para el Municipio de Cali*

Por:
Magíster en sociología y Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales, Universidad del Valle
Miembro del CIER, Profesor Facultad de Humanidades

Los conflictos ambientales que se presentan en el Municipio de Cali, especialmente en temas como el agua, son producto de las decisiones políticas tomadas en el pasado. Y por lo visto, las que se toman en el presente, permiten avizorar un panorama aún más desalentador en el futuro. Esto quiere decir que a las problemáticas no resueltas de tiempo atrás, se le sumarán las que se están construyendo hoy en día por el egoísmo, la ceguera y los intereses privados que pesan sobre el bienestar ambiental colectivo.

Cali creció de la mano y bajo las decisiones que plasmaron los intereses de terratenientes, politiqueros, empresarios y una ausencia de los agentes del Estado, encargados del control y la planeación-ordenamiento del territorio. Esto produjo lo que el geógrafo Rodolfo Espinosa denominó “un crecer dándole la espalda a los siete ríos del Municipio”.

Desde una perspectiva de la ecología profunda, no se tuvo respeto alguno por estos cursos de agua que albergaban un equilibrio eco sistémico con su entorno circundante y una diversidad de especies que contenían en sí mismos, un entramado de vida que se había construido durante pasados tiempos geológicos, para llegar a ser lo que eran: espacios de múltiples expresiones de vida y abundantes nichos de flora y fauna.

Desde una perspectiva humana, esos ríos garantizaban una vida sustentable porque aclimataban los entornos a condiciones de vida favorables; proveían de alimento a todas las especies al irrigar las tierras mediante la inversión térmica y la escorrentía; producían una diversidad de bellezas paisajísticas; ayudaban a circular el aire limpio, puro y fresco que se deslizaba al ritmo de la danza del agua desde las altas montañas, hacia la zona plana y para todas las especies, incluyendo la humana.

Una acción inteligente y éticamente respetuosa con la naturaleza, hubiese sido hacer de estos siete ríos ejes centrales y articuladores del proceso de construcción territorial para garantizar a los corregimientos y al casco urbano, excelentes condiciones ambientales y hacer de Cali una urbe exitosa y resiliente frente a los fuertes estragos del cambio y la variabilidad climática global.

Pero la realidad fue otra, puesto que las acciones humanas hicieron de los ríos, canales fétidos de aguas servidas; se canalizaron y se colonizaron; se les deforestó y se les arrasó la tierra; se privatizaron, se enmugraron y, finalmente, se urbanizaron. Sobre sus lechos posa un desastre ambiental plasmado no solo en la existencia de urbanizaciones sobre sus antiguos cauces, sino también sobre sus humedales desecados y rellenados. Y sobre ellos se construyeron barrios como estrategia para sacarle renta a una tierra altamente vulnerable a los efectos sísmicos. Fueron, y son, más los polítiqueros y los terratenientes enceguecidos por el afán de lucro privado los que construyeron (y aún diseñan) este territorio y no tanto los planeadores, los arquitectos, los geógrafos y todos aquellos profesionales, de las mano de las comunidades ancestrales, conocedores de la importancia de la ordenación sustentable del territorio.

Estos importantes ejes hídricos, que son ejes de vida, fueron borrados del paisaje urbano para imponer sobre ellos el cemento, símbolo del “desarrollo” y la creatividad humana, que aportó exponencialmente al calentamiento urbano y global. Y con el cemento se redujo significativamente la arborización para construir carreteras, puentes, autopistas, edificios de apartamentos; también para reproducir el negocio, para hacer fluir las inversiones y los capitales, para construir centros comerciales que son ahora los espacios festivos para la promoción del consumismo y la vida banal. Hoy vivimos una intoxicación colectiva, producto de nuestras propias acciones.

El resultado es un territorio municipal enfermo, con espacios desarticulados, segregados y fragmentados por la acción de agentes, politiqueros y empresarios irresponsables que sacaron, y aún continúan sacando, el mejor provecho del territorio y su naturaleza, exprimiéndolo para su propio beneficio. Quieren extender más y más la ciudad hacia las zonas de ladera, hacia el sur y sur oriente de la ciudad, destruyendo zonas de humedal, bosques y fuentes de agua como ocurre justamente con el río Pance y con el sector de los Farallones de Cali hacia el sector de Jamundí.

Lo preocupante es que no se avizoran para la ciudad ni Planes de Desarrollo, ni Planes de Ordenamiento de las Cuencas Hídricas (PONCH), ni mucho menos un Plan de Ordenamiento Territorial que proponga, nuevos enfoques y se dé en la tarea de, por una parte, detener este enérgico ataque contra la naturaleza y, por otra, recuperar con contundencia y decisión estas siete cuencas hidrográficas.

Infortunadamente, todo lo que se continúa planteando y haciendo con respecto a estos ecosistemas desde las agencias del Estado, son acciones superficiales, como paños de agua tibia, bajo un discurso ecologista y ambientalista fútil e inocuo que oculta los verdaderos intereses de quienes tienen la capacidad de ejercer el poder sobre estos entes de control y de decisión.

Como habitantes de estos espacios, no solo tenemos una obligación ética sino también política, para transformar esta triste y preocupante realidad. El cambio nunca vendrá desde arriba. Por tanto, estamos obligados a ser conocedores de la situación para ser creativos en la búsqueda de propuestas que se encaminen a transformar esta realidad.

Las comunidades estamos en la obligación de actuar, exigir y denunciar, cuestiones éstas que no dan espera para aminorar los efectos de lo que se nos viene como humanidad. Los cambios comienzan desde abajo, es decir, desde personas como Usted o yo.

* Publicado por el periódico El Pueblo, 21 de mayo de 2016.

miércoles, 11 de mayo de 2016

COMUNICADO PÚBLICO POR LA DEFENSA DE LA VIDA Y LOS TERRITORIOS

Comunicado público por la defensa de la vida y los territorios


Santiago de Cali, mayo 3 de 2016
El desarrollo extractivo en Colombia se viene imponiendo, a sangre y fuego, en territorios en donde caminan con fuerza organizativa y reivindicativa los Procesos de Comunidades Negras, Pueblos Indígenas y Comunidades Campesinas. Entre los días 25 al 27 de abril de 2016, algunas comunidades afrocolombianas del Norte el Cauca hicieron presencia en la carretera Panamericana a la altura de la vereda Quinamayó (Cauca), para protestar por el incumplimiento de acuerdos suscritos con el Gobierno central, con miras a solucionar problemas asociados a la titulación de tierras, consulta previa para el desarrollo de la mega minería y en particular, para evitar la explotación irracional del recurso hídrico, afectado por la explotación minera.
Celebramos la llegada de un nuevo acuerdo entre emisarios del Gobierno local, regional y nacional con los manifestantes, al tiempo que lamentamos los enfrentamientos con la fuerza pública y rechazamos enérgicamente las amenazas proferidas contra varios de los líderes y lideresas del movimiento afrocolombiano que orientó la protesta social. En particular, la amenaza de la que fue víctima la lideresa Francia Elena Márquez Mina, quien a pocas horas de logrado el acuerdo con el Gobierno, recibió en su celular un amenazante mensaje en el que su vida y la de sus familiares eran declarados como "objetivo militar por oponerse al desarrollo del país".
Como colombianos y en particular como miembros de la Academia, rechazamos las amenazas de muerte proferidas contra los defensores de derechos humanos, reclamantes de tierra y comunidades que se oponen al desarrollo extractivo en sus territorios. De igual manera, como ciudadanos exhortamos al Estado, en sus dimensiones nacional, regional y local, a que redoble los esfuerzos para controlar y someter a los mineros ilegales que con retroexcavadoras, están poniendo en riesgo la vida de comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas. Y en particular, lo instamos a que evite que las amenazas proferidas por parte de los ilegales contra líderes y lideresas, se cumplan.
Jesús Alfonso Flórez López, profesor universitario
Germán Ayala Osorio, profesor universitario
Elizabeth Gómez Etayo, profesora universitaria
Hernando Uribe Castro, profesor universitario
Enrique Leff, profesor universitario
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sábado, 30 de abril de 2016

UN CIELO LLENO DE ESTRELLAS

UN CIELO LLENO DE ESTRELLAS

Por:
Hernando Uribe Castro
Magíster en Sociología y Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales
Universidad del Valle
Profesor Universidad Autónoma de Occidente


Alzar nuestra tímida mirada al infinito firmamento y tener la posibilidad de ver un cielo cargado de estrellas es algo que, desafortunadamente, ya no podemos hacer quienes vivimos atrapados, presos y enjaulados de la dinámica y siempre cargada vida urbana. En ella predomina la intensa y enceguecedora luz que impide que nuestros ojos y todos los sentidos, tengan un contacto directo con las maravillas del cosmos.  

Nos dejamos atrapar por un estilo de vida de consumo impuesto por el sistema que agarra nuestras miradas y las pone fijas en las pantallas de los aparatos celulares, los PC y los televisores. Esas pantallas que absorben la mirada y cada segundo de nuestras cortas vidas. Olvidamos por completo que nuestra casa común, esa a la que llamamos Tierra, flota sobre esa sorprendente espesura cósmica, llena de misterios y bellezas.

El estilo de vida consumista y lleno de las mil y una banalidad, hace que pasemos más tiempo esclavizados del trabajo, el empleo y las actividades “productivas” cotidianas para hacernos a ellas, y que no “tengamos el tiempo” necesario para hacer, ni siquiera, una pausa. Una pausa que nos recupere la propiedad de controlar nuestro tiempo y que nos conduzca a volver a sorprendernos por los maravillosos y despampanantes espectáculos que existen en el cielo y en cada uno de los elementos que conforman la Naturaleza.

Ya no se escuchan los grillos, los chapules y las ranas, pues fueron desplazadas por el cemento y por el sonido aturdidor de los autos, los teclados y los televisores. Mantenemos nuestra mirada y nuestra vida siempre pegada al piso y olvidamos que podemos volar hacia los confines y los más inimaginables horizontes.

Se nos olvidó la grandeza de mundo y de todos los fenómenos que a simple vista nos ofrece nuestro entorno. El atardecer, el amanecer, la estructura del árbol, el sonido de las aves, el correr de las aguas, el volar de las nubes, el caer de las gotas de lluvia, la caída de las hojas y las mil tonalidades del cielo, del mar y del planeta.

Nuestra sensibilidad por las cosas simples, por lo encantador que es vivir, por la simetría-asimétrica de la “realidad” parece estar perdiéndose. La felicidad no está en los centros comerciales, tampoco está en los objetos. La felicidad está en la posibilidad y la oportunidad que nos damos de vivir en inter-retro-conexión con nosotros mismos, con los seres a quienes amamos y con el planeta de que se hace parte; con las verdaderas grandezas del mundo que, sencillamente, siempre han estado ahí. Estamos perdiendo el brillo del sol, el encantador esplendor de la luna, el fascinante titilar de los astros, así como también nos hemos vueltos sordos ante el silencioso silbido del viento.

Como lo dice la frase Zen  “Todo está ligado. Todo se une en universo”. Nosotros somos parte de eses universo y por tanto, hacemos parte de ese todo, juntos, integrados, complementados. Por más nubosidad que haya, siempre tendremos un cielo lleno de estrellas.


viernes, 22 de abril de 2016

CONTRA LOS ALBAÑILES DE UN PLANETA INSUSTENTABLE

Contra los albañiles de un planeta insustentable

Por:
Hernando Uribe Castro
MSc. en Sociología y Candidato a Doctor en Ciencias Ambientales, Universidad del Valle
Prof. Universidad Autónoma de Occidente

Pareciera que uno de los objetivos que se han propuesto las Corporaciones Globales es la de imponer la idea aquella de que la humanidad no forma parte de la compleja y sistémica red o trama de la vida planetaria. Incluso, se perciben intentos de convencernos, por todos los medios, de que los seres humanos no hacemos parte de la naturaleza y que ni siquiera necesitamos de ella porque con nuestros avances técnicos y tecnológicos es suficiente para alcanzar el desarrollo humano y para lograr la realización total de la vida.

Nos hacen creer también que nuestro planeta Tierra es ilimitado y que por tanto, se tiene que explotar sin ningún tipo de obstáculo, porque de esa explotación incesante y continua depende el bienestar, el progreso y el desarrollo civilizatorio. Que éste es el único camino para encontrar la tan anhelada felicidad, expresión máxima de que somos una especie inteligente. Por ello, no es raro que los gobiernos que son los administradores del Estado, autoricen en sus territorios prácticas como el “fracking”, la exploración petrolera en zonas de reserva y conservación forestal, la minería a cielo abierto, la explotación maderera, la construcción de hidroeléctricas, la ganadería extensiva y la pesca industrial, entre otras actividades nocivas para el equilibrio ecológico del planeta.

Nos enseñan a creer que una vida exitosa es aquella que está llena de bienes materiales, lujos, acumulación de dinero, estatus y prestigio social. No poseer esto es reflejo del fracaso, la desdicha, el atraso y la pobreza. Por ello, la construcción de nuevos estereotipos a seguir como los  actores del espectáculo, del deporte, los famosos, las estrellas y las divas.

Las Corporaciones propugnan por el valor económico del individuo y el valor del individuo en su estrategia económica acumulativa. Entre más individuos masificados, más dinámica será la economía. Por ello, hacen del individuo una unidad productiva, rentable y consumista. Desligan al individuo del entretejido y de su interdependencia con respecto a todos los fenómenos naturales para encadenarlo al sistema y los flujos del Mercado. Individualizan al individuo, para homogenizarlo y masificarlo como código de compra- venta en la sociedad del consumismo.

Al tiempo que hacen esto con el individuo, acrecientan las divisiones del mundo en partes nacionales, Estados, grupos y guetos. El poder de fragmentar social, académica, religiosa y étnicamente es el poder para confundirnos y hacernos olvidar de que somos una especie humana planetaria y diversa. Nos ocultan la compleja trama de la vida para encadenarnos al sistema del mercado: este es el gran y rentable negocio de las Corporaciones.

Son las Corporaciones las que tienen el poder de hacer de algunos países pobres, paraísos de las transnacionales, en donde intervienen sin ningún tipo de control porque lograron cooptar a los agentes que hacen parte de los gobiernos corruptos que administran estos Estados. Una vez en el territorio, imponen su lógica extractivista bajo lemas de seguridad, de progreso y de bienestar para las comunidades.

Y el hecho de que Corporaciones, en colaboración con el Estado, se propongan llevar a cabo este enérgico ataque contra los lazos que nos unen al planeta, está en el hecho de que una sociedad desligada de sus raíces, es una sociedad desinteresada por lo que pueda suceder al sistema de la vida. Una sociedad desinteresada es una sociedad que se considerará altamente artificializada. Y una sociedad artificiosa es una sociedad que termina creyendo que su verdadero nicho de vida es la plataforma de vida material y construida que le ofrecen las Corporaciones. Y que la máxima expresión de esa plataforma es la ciudad como expresión de desarrollo y de civilización. La ciudad como el templo del prometedor capitalismo global. La ciudad como el lugar para la realización de la vida.

Frente a este fuerte discurso que ha logrado penetrar la estructura social, la estructura mental  y las estructuras cognitivas de los individuos, no se puede esperar que sean los Estados, las Corporaciones y los organismos globales -como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio- los albañiles y diseñadores del mundo sustentable pues de entrada sabremos que estos construirán sobre cimientos de cal y de arena. Harán un ecologismo-ambientalismo superficial y mentiroso, cuyos discursos los sitúan en las principales y más sensibles instituciones de la sociedad, como la familia, la religión, la escuela y los medios de comunicación.

Ese es el peligro del ambientalismo corporativo que aún, hablando en nombre de la importancia de lo ambiental, despliega todas las fuerzas para imponer el orden del Mercado como un imperativo categórico para una exitosa vida humana. Un éxito que, además de hacer fortuna y tener abundancia, desplegará la admiración y la envidia de los otros seres humanos.

De este modo, difícilmente podremos construir respeto por la Naturaleza, con una sociedad profundamente consumista y esclavizada a recibir órdenes de las Corporaciones. El impulso hacia una sociedad responsable con la Naturaleza se logra cuando lo individual, lo colectivo y lo global no se vean como escalas opuestas, sino contenidas y complementarias. Y cuando las estrategias para difundir un discurso ambiental y saludable deben ser tan efectivas en sus mensajes por la imperiosa necesidad de cambiar los estilos de vida, como agrestes y efectivas son las estrategias publicitarias corporativas que incitan a los individuos a lanzarse de lleno a adquirir banalidades.

La lucha de quienes somos sensibles por una Ética de la Tierra, de la Responsabilidad y del Respeto por la Naturaleza y de una Ecología Profunda, tenemos la imperiosa tarea de continuar demostrando que es urgente: romper con los discursos manipuladores, amañados y falsos que hacen ver la vida como campo de entretenimiento; comprender cómo es que funciona el discurso y las estrategias que hacen del desarrollo, un motor de vida, para salir, justamente de ese desarrollo; encauzarnos con nuestras acciones cotidianas hacia un mundo distinto con menos consumismo; y, no desechar de entrada, aquella idea de que un mundo  diferente es posible, para recuperar la creatividad y la iniciativa hacia una sociedad con prácticas sustentables. Y la más importante, la necesidad imperiosa de ser insumisos ante las demandas de las Corporaciones globales, para recuperar el control de nuestras vidas comunitarias locales.

Los individuos somos una unidad armoniosa, que como parte de un Todo se inter-retro-conecta con esa otra totalidad que es el sistema viviente y el mundo natural del sistema cósmico.